lunes, 20 de julio de 2009

Fin de Partida

Hoy haré un resumen de lo dicho en mi blog hasta ahora.

Consecuentemente intentaré sintetizar mi pensamiento.

Esta anotación nace con el deseo de despedirme del blog para coger vacaciones. Pretendo dejar de escribir nuevos posts hasta por lo menos finales de agosto y aunque pulularé por la blogosfera comentando por allí, también comentando por aquí si alguien se pasea, no escribiré más anotaciones hasta aproximadamente las fechas ya señaladas. He considerado que no hay mejor despedida posible para cerrar esta temporada que hacer un corto -no olvidemos que voy con ésta ciento veinte anotaciones- resumen de lo por mi publicado. De paso trataré de responderme si, vanidad de vanidades, he resultado original en mis divagaciones pues últimamente me siento repetitivo en mis afirmaciones y recurrente en mis fuentes porque, no vamos a negarlo, nunca lo he escondido de hecho, soy persona de fácilmente enumerables influencias y aunque toda evolución en el pensamiento necesita de paternidades no menos necesita de cierta variancia memética que me pregunto si aporto a la cacofónica noosfera.

Señalaré pues la identidad de mis padres y evaluaré, os invito a que evaluemos, mis variaciones o extensiones respecto a lo dicho por ellos.

En el ámbito social me debo a la sagaz tutela de Hayek quien con audaz maestría pergeñó un análisis de la sociedad en términos de instituciones guiadas por una mano invisible. En su momento reformulé su visión en términos computacionales en un post, por cierto, que pasó sin pena ni gloria, y que pretendía mostrar cómo el análisis hayekiano se sostenía en ámbitos donde los sesgos políticos no son introducibles, intento que resultó inútil para ciertos comentadores, que no escuchan, no leen, inventan, sólo buscan tu aquiescencia y, ahora me doy cuenta, no son más que peligrosos ladrones de tesoros preciados, ladrones de tiempo.

Ahora bien, lo que me molestó siempre del economista austriaco fue su incapacidad para distinguir de una forma precisa, quirúrgica, en suma, racionalista, cuándo lo heredado por la tradición es estructuralmente necesario para el devenir de la sociedad, cuándo, por el contrario, resulta ser una disfuncional ornamentación a mayor gloria del poderoso de turno. Para tal operación hice uso de la herramienta típicamente de las ciencias naturales de la Estrategia Evolutiva Estable con la que me atreví a cimentar cierto derecho natural, hasta en dos ocasiones o también, razonar por qué ha surgido históricamente el estado, por extensión la política.

Gracias a E.O Wilson vislumbré la importancia de nuestro equilibrio ecológico siendo en este tema sólo incertidumbres las que he podido aportar y alguna que otra crítica a la economía austriaca de la que no he tenido respuesta a pesar de que dicha escuela económica no me parece epistemológicamente equivocada y con su conceptuación acierta como pocas, más bien como ninguna, a la hora de descubrir dogmas económicos.

A través de Pinker, el inquisidor, también de E.O Wilson, supe de una naturaleza humana cuya existencia he dado reiteradas veces en pregonar y valorar, sobre todo, cuando de asuntos sociales se trata pues dicha naturaleza humana no es en absoluto infinitamente moldeable y por tanto se erige como el objeto sobre el que hilar nuestras teorizaciones socioeconómicas y no las abstractas y platónicas igualdad o libertad.

Por cierto, el unir a Hayek con los naturalistas arriba mentados no es meritorio, ha resultado fácil por haberlo hecho ya el propio Pinker en su más que recomendable libro La tabla rasa o Larry Arnhart o alguno que olvido aunque desgraciadamente sigue siendo algo singular de hacer. Fundamentar una moral biologicista a partir de las hipótesis sociobiologicistas de E.O Wilson que apuntaban que era posible, sí que ha sido difícil y no creo haberlo logrado de forma satisfactoria pero sigo creyendo la postura relativista es en exceso simplista. Siendo mis divagaciones moralistas, después de las económicas, las que peor sabor de boca me dejan al menos creo haber argumentado de una forma lo suficientemente rigurosa como para tenerlo en cuenta el hecho de que la ciencia sí que puede hablar sobre la moral, también aportar una justificación normativa del Estado que algunos liberales, creo que falazmente, dicen que no existe y finalmente he utilizado a E.O Wilson de trampolín, entre otros trampolines, para refutar a Rothbard.

Nota aclaratoria: Por supuesto cuando digo aquí como en otros sitios "refutar", "demostrar", etcétera no pretendo finiquitar toda réplica sino ahorrar caracteres -sí, inútilmente si escribo esto- diciendo reiteradas veces el "creo que he refutado", "considero que es más que posible que he demostrado" y demás expresiones verbales que vienen a redundar en un hecho que en el fondo a nadie se le puede escapar, a saber: que mis pensamientos no sean concluyentes respecto a alguna siquiera trivial temática.

En el ámbito teológico, junto con la consciencia, con la metafísica, mi preferido, mi padre primordial fue Dawkins, ahora sé que realmente Russell, y con(tra) ellos hilvané mi argumentación teológica -tal vez mi anotación preferida- que se cifraba en cambiar la zona de salida de la discusión que en los naturalistas tiene como paisaje una terminología metafísica que ladinamente sustituyen por una epistemología que da por supuesto una indemostrada ontología naturalista cuando lo sensato, lo por mi propuesto, es comenzar el debate aclarando previamente nuestra neurofilosofía de partida para así darnos cuenta que nuestra naturalización del mundo, no otra cosa es el aprehenderlo, al resultar insuficientemente efable nos acaba remitiendo a una realidad en absoluto reducible a instancias estrictamente naturalistas.

Más tarde descubrí que tal proceder respecto a toda teorización metafísica se colegía casi inmediatamente desde la teoría de la cognición del ateo Maturana y del budista Varela cuya neurofilosofía, dicho sea de paso, es la más satisfactoria de las que he leído y, permíteme la nota de soberbia, he leído muchas.

A propósito, a Maturana lo he citado hasta el aburrimiento y nunca para corregirle, nunca, por tanto para distanciarme de él y reclamar cierta originalidad en mi pensamiento.

Tal vez mi crítica a un lenguaje universal, con su metáfora repetida hasta la extenuación de comparar las teorías gravitatorias de Newton y Einstein, sea original pero nomás como divulgación, como forma de presentación de una idea, no de una idea como tal. O tal vez mi amalgamiento de Edelman y Maturana, que no sé si gustaría a ambos, sea original, tal vez mi reformulación de lo dicho por Schrödinger desde la mentada neurofilosofía de Edelman o tal vez mi reformulación de la epistemología de Kant en terminología neurobiologicista sí sea original. No lo sé pero me gustaría saber tu opinión al respecto.

A Kant también lo actualicé Chomsky mediante a propósito de sus antinomias.

Con la religión he tratado de argumentar por qué debiera estar fuera del parlamento aunque, siguiendo a Dyson, he defendido su perfecto acoplamiento con la ciencia. De tal defensa serializada en cinco partes ya no recuerdo si en alguna ocasión llegue a aportar algo nuevo, sí que recuerdo, no obstante, que en aras de dejar el protagonismo al científico no quise intervenir demasiado y eso redundo en cierta insatisfacción sobre todo con el último post. Así y todo de la relectura de aquellos textos salió la que considero una buena anotación de por qué a conocimiento científico no se reduce todo conocimiento, comenzando así una serie de anotaciones en donde he tratado de señalar los límites metodológicamente autoimpuestos y por tanto cómo la ciencia tiene metafísicos puntos ciegos que debiera hacernos suspender el juicio o cuando menos no blandirlo desde tales posiciones respecto a temas tales como los milagros, que gracias a Dios no existen si tuve razón en mi esbozo de teodicea ya que aunque exista lo sobrenatural, que no hay que confundir con lo paranormal, mejor dicho, aunque nuestro mundo sea sobrenatural, es decir, no humanamente cognoscible, su dimensión extranatural resulta manejable.

Cambiando de tercio pero no totalmente, otro padre ha sido Lakatos que desde su autoridad de he tratado de hacer ver, repitiendo y sin aportar nada nuevo, la cara metafísica que toda ciencia tiene lo cuál me ha servido para atacar a mitómanos de la ciencia como Sagan que ven a la Ciencia como una suerte de cazadora de Verdades y no como un criadero de mentiras paulatinamente pero tangencialmente más verdaderas. A Sagan, por cierto, le he tirado varias veces las orejas, por ejemplo, cuando de su hipócrita e impráctica defensa del escepticismo se trata.

De Umberto Eco, intelectual vivo preferido y penúltimo pensador de cabecera del blog que referenciaré, he recogido aquí y allá textos suyos como cuando hace ver que el DI hace uso del azar y que yo aprovecho para, recordando el carácter equívoco del mismo, postular que tan acoplable es el darwinismo como el DI con el catolicismo. De su reformulación de la metáfora de Quine con el término Gagavai, aproveché para interpretar que nuestro mundo no siendo plenamente compresible no por ello carecía de orden pues se prestaba a traducciones siquiera parciales. No menos importante para un servidor, fue su anécdota a propósito del caso en el que Sebook se vio implicado que se cifraba en evaluar cómo transmitir a las generaciones venideras la existencia de un peligro por ser zona radioactiva en unos términos semióticos con certeza comprensibles para cualesquiera que fuese el estado cultural de las generaciones venideras. El recurso al mito como solución ha sido blandido por mi para todo tipo de argumentaciones siendo la principal el mostrar que a través del lenguaje poético se puede esquivar las fronteras impuestas a las formalizaciones típicamente científicas. Sapientia melior auro dije en su momento, aunque el post me parezca, siempre me ha parecido, repelente y no sepa por qué. ¿No sientes lo mismo? Me quedo con ganas de, utilizando dichas ideas, esbozar una estética de la novela que, hasta ahora, sólo he comunicado vía email a una sola persona a quien, por cierto, le agradezco su paciencia lectora.

Finalmente llegamos a Borges, magnífico Borges a quien dediqué un post algo cruel. Seamos honestos. Este blog buscaba ser una bitácora personal, intimista, plagada de anécdotas triviales jalonadas aquí y allá con algún pensamiento ingenioso pero sobre todo con divagaciones deshilachadas. De ahí el título, pues se pretendía imitación de aquel interesante libro pero no sé cómo, bueno al principio como pequeño vicio, luego como consecuencia de matizar aquella infracción, también por la adicción despertada, en cualquier caso todo esto se ha convertido en una mala imitación de este otro no menos genial libro.

No obstante, no es lo que buscaba, y no sé si es lo que busco porque no sé si este blog simplemente plasma mis lecturas o voy descubriendo ideas nuevas gracias a él y no sé por tanto de su utilidad y no sé por tanto qué hacer cuando se reanude el curso pues no me veo con tiempo, no digamos fuerzas de acometer una esquizofrenia bloguil y menos cuando mi nicho ya lo están ocupando otras bitácoras.

En definitiva, lo que buscaba y aún busco es un medio de desahogar cierta creatividad más que convencer a nadie de nada y lo he intentado imitando un poco, lo que uno puede, claro, la escritura ensayística de Borges, esto es, preocupándome de una máxima plasticidad en las metáforas, cierto ritmo en la sintaxis de muy difícil creación cuando de temas complejos bien argumentados se trata de tratar (por cierto, he sido amonestado por no conseguirlo) y cierto pathos típicamente borgesiano sobre todo en los finale que por desgracia nadie me ha aplaudido siquiera hipócritamente y que era sistemáticamente lo que más me satisfacía perpetrar en cada anotación. Uno que es algo raro.

Si mirando atrás, porque miraré atrás, me encuentro que este blog me obligó a descubrir nuevas ideas, no a aquellas que ya había leído entonces seguramente seguiré con él aunque, a decir verdad, ahora, ahora que termina el curso y estoy algo cansado, lo que el cuerpo me pide son nuevos retos, por ejemplo, apertura a nuevos géneros, y si el ensayo de nuevo, pues siquiera que sea el microensayo, no sé, aunque igual luego me doy cuenta de que no puedo argumentar sin grandes derroches de palabras o me doy cuenta que tenga una asfixiante vena filosófica necesitada de despresurizar escritura mediante; sea como sea, el curso se acabó y me gustaría una evaluación global de los lectores, sobre lo que gustó o disgustó, gustaría o disgustaría, lo que sea, que tomaré en consideración para planificar lo que haré cuando recomience el curso. Mientras tanto, lo hasta aquí anotado es todo lo que ha dado de sí este blog en un año y par de semanas.

El curso que viene ya veremos.

domingo, 19 de julio de 2009

Las dimensiones de la realidad

¿A quién iré para saber de mi Amado?
Kabir dice: "Así como nunca puedes encontrar el bosque si ignoras el árbol,
así nunca podrás encontrarlo en abstracciones"

Kabir, poeta hindú del s.XV, en uno de sus Poemas


Como ya he citado en otras ocasiones pero nunca tan a propósito, Borges decía que la teología era una rama de la literatura fantástica. El objetivo de esta anotación es recorrer justo el camino inverso, desde la fantasía hasta la teología.

Toda la subsiguiente divagación viene a raíz de ver el otro día en la tv un capítulo de la serie Merlín en donde se producía una sequía en la ciudad de Camelot a razón de que su rey Arturo contrajo una maldición al matar un unicornio. Lo que aquí quiero aventurar es que si la realidad tuviera distintas dimensiones entonces sería posible que por un acto inmoral sucediera consecuentemente un determinado fenómeno natural, como el aquí mentado: matas un unicornio y se produce una sequía, pero precisamente porque ello no es así, porque no hay correspondencias fenoménicas a razón de la moralidad de nuestros actos, podemos decir que no hay una dimensión moral pareja a la física que vertebre la realidad.

En el mundo de Camelot, de la magia, porque sí hay una dimensión moral entonces no sólo los fenómenos físicos suceden por circunstancias materiales sino también morales.

Aventuro que un mundo así tendría una dimensión semántica.

Me explicaré. Empecemos primeramente aclarando qué es una gramática formal:

Una gramática formal es un objeto o modelo matemático que permite especificar un lenguaje o lengua, es decir, es el conjunto de reglas capaces de generar todas las posibilidades combinatorias de ese lenguaje, ya sea éste un lenguaje formal o un lenguaje natural.

Los compiladores, que son algoritmos de estructura isomorfa a una determinada gramática, pueden comprobar si una determinada cadena de caracteres forma parte del lenguaje que define dicha gramática. De este modo evalúan si todas las frases de un programa P escrito supuestamente en el lenguaje, pongamos, C, pertenece o no al susodicho lenguaje.

Precisamente lo que creía Hilbert era en el formalismo, que consisten en creer que la matemática es un juego carente de significado en el que uno juega con símbolos carentes de significado de acuerdo a unas reglas formales establecidas de antemano de forma que soñaba con poder descubrirse un compilador que determinase la validez gramatical de cualquier frase matemática mas precisamente lo que demostró Gödel es que ese conjunto de reglas formales, que podríamos entender como gramática y cuya existencia es condición sine qua non para todo compilador, no existe para las matemáticas. En palabras de Dyson:

[El] descubrimiento de Gödel sobresaltó a muchos matemáticos(...) porque destruyó, de repente y para siempre, la esperanza de que podrían resolver los problemas decidiendo, por un procedimiento sistemático [un compilador], la verdad o falsedad de cualquier enunciado matemático.

Es decir, no existe una gramática de las matemáticas que nos permita sentenciar utilizando un algoritmo si una frase/teorema es sintáctico/semánticamente correcta, perteneciente al lenguaje de las matemáticas, en definitiva, verdadera.

Aquí viene la primera tesis relevante para nuestra anotación: El lenguaje matemático es agramatical porque tiene una dimensión semántica.

Ahora, sin aparente relación con lo hasta aquí dicho, quisiera hacer notar que una de las cosas que más le irritaba a Einstein de la cuántica es que postulaba una realidad no local, por tanto plagada de, frase feliz, acciones fantasmales a distancia. Según él, con tales propiedades ontológicas la realidad no sería estudiable porque no se podría hacer comprobaciones empíricas.

Por realidad local, se entiende que cuando sucede un determinado fenómeno físico entonces las causas del mismo deben de estar cerca. Si cae una manzana por la fuerza de la gravedad que no es más que una deformación del espacio-tiempo, dicha deformación debiera estar localizada cerca sino al lado de la misma manzana y no a años-luz.

Debemos entender la metafísica de una realidad local que la ciencia modeliza con sus teorías algo análogo a una infinita cadena de textos en donde los caracteres/átomos configuran/causan a los instantáneamente siguientes de un modo tal que si, por ejemplo, tenemos "a" y "b" y si sabemos que la única palabra gramaticalmente correcta es "abc" entonces por fuerza podremos predecir "c" y a la inversa, como la realidad es local, si localizamos el fenómeno "c" y tenemos cerca el "b" entonces podremos prever que cerca debe estar "a".

Tales palabras son correctas o existen en virtud de que cumplan la gramática y tal gramática que va carácter a carácter es computable porque la validez de todas las palabras puede ser analizada exclusivamente en función de si poseen una sintaxis correcta.

Mas si tenemos "a" y luego "b" pero para saber cuál es el carácter siguiente necesitamos saber además qué puede significar la frase y por tanto necesitamos conocer más caracteres que los que están inmediatos entonces nos estaríamos chocando con una dimensión semántica que, haría imposible una realidad local viéndose así que, como vimos en el caso de las matemáticas, una realidad no local viene definida por una gramática/ontología no computable.

Volvamos a Camelot, lugar de magia: allí los fenómenos físicos no sólo suceden por mutaciones sintácticas (v.gr: la presión de la zona sube, la temperatura se incrementa, ..., finalmente la sequía aparece) sino también por cuestiones semánticas siendo en este caso que nos ocupa el comportamiento moralmente punible por parte de Arturo de matar un unicornio. Hay que fijarse que en un mundo así difícilmente se puede hacer ciencia porque sí, es cierto, se pueden localizar regularidades empíricas, v.gr: matar unicornio que encontramos correlacionado con sequías, pero difícilmente se puede hacer una teoría de cimientos matemáticos, en consecuencia una teoría de autoridad intersubjetiva, que explique el mecanismo del mundo productor de los fenómenos habidos en él y sin tal conocimiento no ha lugar el poder luego modificarlo, manipularlo tecnológicamente pues los caracteres/fenómenos físicos surgen desde dos inaprehensibles en conjunto distintas dimensiones: la sintáctica y la semántica.

Si en nuestro mundo hubiera consecuencias reales para nuestros actos a razón de su moralidad, por ejemplo, pegar a un niño implicase accidente de tráfico entonces sí que podríamos hablar de otra dimensión real, la moral, pero afortunadamente, sí, afortunadamente esto no es verdad y digo afortunadamente porque de lo contrario viviríamos en una civilización cuya capacidad para conocer, consecutivamente crear tecnología para manejar el entorno sería tan minúscula en su tamaño, tan gradual en su incremento que yaceríamos en un estado de semi-barbarie cuando no, manipulado por una casta de magos entendidos o eloi tal y como predicen algunos que nos pasará de seguir desentendiéndonos de un conocimiento del funcionamiento interno de la tecnología que tendrá como consecuencia la transmutación de la misma en magia.

Hay también un motivo más para la satisfacción con el nada mágico mundo en que vivimos y es que, como nos recordaba el tibetano, en cierto momento histórico los chinos llegaron asimilar de un modo tal el concepto de Karma, de dejar que la naturaleza haga de juez moral de todos nuestros actos, que cuando veían a un hombre ahogarse no lo rescataban pensando que tal percance era su karma.

He ahí otro posible drama porque sí, Hitler a razón de sus felonías provocó distintos fenómenos naturales: grandes bloques de acero cruzando el Atlántico, grandes bloques de hormigón derrumbándose, ruinas nacidas de la nada; pero podemos decir orgullosos que tales hechos surgieron del compromiso intencional, solidario, por tanto humanitario de unos americanos que no se dejaron consumir por una egoísta indolencia moral a razón de un Karma de funcionamiento automático.

El equilibrio del mundo necesita de nuestra participación.

No obstante, antes de que alguien crea que esta anotación sirve como arma arrojadiza contra las peligrosas hordas de la superstición quiero dejar anotado que el hecho de que la propia matemática tenga una dimensión no sintáctica, que nuestro universo NO sea computable, nos debiera hacer colegir que nuestra realidad tampoco es unidimensional, por extensión fisicalista y sin embargo, nos aproximamos bastante a ella con nuestra ciencia porque no nos encontramos regularidades empíricas (v.gr: matar unicornio-sequía en la zona) que resulten inteorizables lo cual me lleva a pensar que nuestra realidad tiene, como los fractales, una dimensión fraccionaria recursivamente aproximable por geometrías de dimensiones inferiores, una dimensión de un "1 con algo" siendo ese algo suficientemente despreciable como el efecto de rozamiento que sufre un objeto en caída permitiéndose realizar así una efectiva ciencia natural, pero también suficientemente presente para no descartar efectos reales en puntuales y no regularizables ocasiones, pero sobre todo es suficientemente constatable como para recordar la deficiencia de nuestros formalismos, para sentenciar que la realidad no es natural.

En cualquier caso, no es en la moral en donde radica la efectividad de una visión sobrenaturalista del mundo sino que lo que primeramente valoraría de ésta es el dar un imprimatum teleológico a nuestro existir que indudablemente resulta motivacional en un punto en absoluto alcanzable por narrativas donde lo real existe unidimensional, ciega y mecánicamente y por tanto sin el concurso del hombre.

viernes, 17 de julio de 2009

Una explicación para niños de la explosión de las Supernovas

El otro día estando con mi prima pequeña ésta me preguntó por no recuerdo qué concepto. Lógicamente, como suele suceder en estos casos, no tenía ni idea qué decirle pues de normal utilizamos palabras que comprendemos someramente, vamos, de las que no podemos hacer una definición exacta.

Me dio rabia porque no es la primera vez que un crío me deja en blanco pero rastreando por internet creo haber dado con la solución para evitar bochornosos momentos como el aquí mentado. He llegado a encontrar una joya de blog, ya jubilado, en donde sobre complejísimos temas científicos se dan una serie de explicaciones cuyo modus operandi bien podría ser imitado por uno cuando le pretenden cazar con una pregunta.

Así, sin ir más lejos, si nos preguntan por lo que es una supernova y decimos que es una explosión estelar y "sí", nos responden, "pero por qué explota", bien podemos responderle al puto crío:

Las supernovas no son más que el efecto de una policiclización antidinámica por efecto de la densosíntesis diferencial nuclítica descompensatoria radial aperiódica normal-antifragmentativa, un caso particular de una densosíntesis diferencial radionuclitoidal paracompensatoria central que se produce en casos en los que la antifragmentación pre-normal nuclítica por los efectos de vaciriación semitemporal antidinámica roza los límites asindóticos propios de las leyes maxwelleinstenianas por los efectos de antivacío hipergravítico.

Esto no puede producirse de cualquier manera, sino que debe entenderse como un cúmulo procesos que suceden en su conjunto y que tienen unos resultados que no hay que confundir con la propia separación tempovectórica radial y la diferenciación parcial temporal por circunscricción relativista premásicoenergizante producida por el antidinamismo materialítico densovariable y semiperiódico, tal y como sucedió cuando el Universo en la ruptura temporal de 2 minutos y 59.7763773 segundos tras la separación del ruptura unitemporal entre el tiempo coincidente (paralelotiempo) y circunscrito (posttiempo), en la que la creación de un tiempo coincidente sería el resultado de la transformación de la energia fusionotemporal en energía material.

El magnífico texto continúa aquí. Estoy completamente seguro que el niño después de escuchar semejante explicación no vuelve a insistir en preguntar lo que son las supernovas so pena de acabar con un dolor de cabeza.

Lo bueno es que se puede aplicar a cualquier duda científica, lo triste, ahora me doy cuenta, es que sospecho que algunos divulgadores, por ejemplo Penrose cuando habla de Gödel en sus argumentos sobre la IA, fabrican similares explicaciones y claro, a razón de nuestra ignorancia, quedan impunes.

miércoles, 15 de julio de 2009

Contra los matones de bata blanca

En la anterior anotación me quejaba de la mitomanía de ciertos personajes empeñados en elevar a profeta de la Verdad al científico y terminaba sentenciando que
el progreso de la ciencia ha sido y es una cuestión más institucional, sólo posible dadas ciertas tecnologías, que de científicos moralmente más puros y sin embargo, algunos insisten en creer supersticiosamente que es una cuestión de buenos y malos.
Un artículo de Steven Pinker receloso con el nombramiento de un católico, Francis Collins, como director del NIH (Instituto Nacional de Salud de los EE.UU.); ha venido a darme la razón sobre el maniqueísmo de ciertos "pensadores".

Cito:
Yo veo la ciencia no solo como una cura para enfermedades y para tener mejores aparatitos, sino como un ideal para pensar sobre los temas más importantes a los que nos enfrentamos como seres humanos, en particular, el ideal de que deberíamos perseguir la verdad a través de la razón y las evidencias, y no a través de la superstición, los dogmas y la revelación personal.
Aquí aparece la típica confusión mitómana. Alto y claro: La ciencia como idea platónica no existe. Lo que existe es una etiqueta de nombre "científico" que se pega a los conocimientos gradualmente extraídos mediante una metodología científica que exigirá a la hora de teorizar cierta sujeción a la empiria y entera sujeción a la lógica en aras de buscar sinergias sociales que se consiguen porque sólo con tales atributos se consigue una cohesión social en el manejo de los conocimientos, porque sólo con tales conocimientos se facilita enormemente la corrección y adecuación de las teorías a la realidad, porque sólo con tales adecuaciones se posibilita ganar en precisión en las predicciones, porque sólo con tales predicciones somos capaces de crear tecnologías donantes de bienestar.

Lo importante a dejar claro aquí es que el éxito predictivo de la metodología científica radica en su carácter heurístico darwinianmente diseñado pero no, al menos no necesariamente, en el acierto ontológico de su quehacer. Es más, no es cierto que todo conocimiento tenga que tener dimensión intersubjetiva, por tanto ser científicamente verificable, porque de hecho si bien es cierto que Robinson Crusoe no hace ciencia, sí que acumula conocimiento.

Seguimos con el panfleto:
Collins afirmó que había aceptado la trinidad y la verdad de que Jesús era el hijo de Dios cuando se encontró con una bella cascada de excursión. Sin embargo, la idea de que la naturaleza contiene mensajes de códigos privados, de un ser sobrenatural a una persona individual, es la antítesis de la mentalidad científica (en realidad, racional). Es una superstición chamanística y primitiva. La revolución científica consistía justamente en alejarse de semejante pensamiento animista.
Esto me recuerda a algo que me hace bastante gracia y es ver a la ingente cantidad de científicos/biógrafos que quieren hacer desentender a Einstein de una religiosidad teísta, por tanto, mostrar su pensamiento como el de todo buen científico totalmente desligado de una fé haciendo hincapié en el carácter estrictamente metafórico de sus referencias al Viejo; y digo que me hace gracia porque pocos científicos habrá habido en la historia más infectados de prejuicios metafísicos que Einstein y como ejemplo sólo hay que ver sus aprioristas posiciones en la controversia sobre la mecáncia cuántica.

Pero antes de seguir con este punto aclaremos qué peligro tiene para Pinker tener creencias metafísicas:
Esto es mucho más que la simple expresión de una opinión. Es una forma de promoción pública que suministra un aliento incalculable a las fuerzas que han sido hostiles a la ciencia durante los ocho años pasados.
Bien. Volvemos a la mitomanía de buenos y malos y a la creencia en que el progreso de la ciencia no se debe al cumplimiento de una determinada metodología sino al background metafísico con el que opera el científico.

Esto es absurdo, cuando la mecánica cuántica ofrecía datos indubitables de su éxito predictivo entonces Einstein, convencido de forma apriorista y por tanto borracho de fe en que la ciencia ha de ser determinista, sólo era capaz de ofrecer frases ingeniosas (Dios no juega a los Dados) y sin embargo, nadie en su sano juicio le hubiera apartado de la comunidad científica o mirado con recelo porque, a pesar de sus prejuicios de lo que es la realidad, el magnífico genio alemán sabía que en ciencia obras son amores y cuando quiso rebatir de forma científica a la nueva mecánica se tuvo que atener a una metodología que en su estricta observancia hace irrelevante las creencias metafísicas del usuario.

De ahí que y a pesar de toda su autoridad, sufriera una digna derrota a la hora de refutar a la nueva física.

Finalmente, el juicio sumarísimo acaba así:
Collins es un promotor de creencias profundamente anticientíficas, y es razonable que la comunidad científica le pregunte cómo afectarán estas creencias a su administración del Instituto y a sus esfuerzos en favor de la empresa científica en el Congreso y en público.
Aquí se está señalando a alguien no por lo que hace sino por lo que piensa. Increíble.

Lo que es triste y me indigna de este texto no es que sea el enésimo ejercicio de hipocresía escéptica o de simpleza filosófica hipócritamente encubierta con el manto de la ciencia que, al fin y al cabo, no tendría mayor repercusión social que la habida en los ámbitos filosóficos pero no, lo de este panfleto es diferente, destila sectarismo y tiene repercusiones sociales porque Pinker al señalar con el dedo a Collins como científico de dudosa valía no a razón de sus obras sino de sus creencias extracientíficas lo que está haciendo es un indignante ejercicio de autoritarismo en donde un mafioso se autoerige arbitrariamente como aquél que puede decidir quién puede jugar al juego de la ciencia y quien no o al menos a quien hay que mirar de forma suspicaz.

Protestar contra este matonismo barriobajero me ha resultado una exigencia moral y ha sido el objetivo de esta anotación.

lunes, 13 de julio de 2009

Contra la visión Disney de la historia de la ciencia

Es muy difícil evaluar de forma justa la incidencia real de la religión en la historia occidental pues es algo que sobrepasa mi paciencia escritora también mi cultura lectora pero desmontar tópicos para matizar cualquier juicio final cualesquiera que sea su resultado, es el objetivo de esta anotación.

Toda esta queja con aires de argumentación se origina leyendo una anotación de ese repositorio de conocimientos que es el blog de Los Monos también curan en donde se enarbola la enésima complacencia cientista y el duodécimo panfleto clerófobo.

Se nos habla de una historia de buenos y malos en donde los buenos han sido los científicos objetivos y los malos los religiosos dogmáticos y cómo gracias a los primeros hay progreso y conocimiento y como gracias a los segundos habría retroceso y superstición. Más concretamente se nos cita a Peter Atkins diciendo que
Las religiones son completamente ajenas a todo el progreso de la ciencia, porque los científicos estamos buscando explicaciones que tú y yo podamos comprender, que sean accesibles a todo el mundo
Vaya por delante que en general no me siento a gusto con las instituciones religiosas porque son como gosplans metafísicos que tienden a planificar por tanto coartar y podar todo espontáneo desarrollo de la religiosidad, porque tienden a solidificar preceptos sobre un ámbito de conocimiento que por su propia naturaleza protoverbal no se deja aprehender en forma de palabras sino de mitos poéticos, porque son muchas veces coartadas para arribar poderes políticos.

Pero, sinceramente, considero totalmente inexacto negar toda influencia positiva de la religión católica en el devenir de la ciencia cuando gran parte del éxito de ésta, siquiera en sus comienzos, provino de la asunción de ciertos principios heurísticos -que los cientificistas elevan a metafísica- precisamente provenientes de la religión católica siendo el principal el creer en la existencia de una ley natural, por tanto en creer que el mundo tiene un orden cognoscible al contrario de, por ejemplo, las religiones orientales como la taoísta que al incidir en que el mundo no era aprehensible en última instancia resultaron disuasorias para cualquier teorización científica sobre la realidad.

Ha habido otros aspectos que al recoger la ciencia del catolicismo como ciertos han provocado que el desarrollo de la ciencia hasta bien entrado el s.¿XX? haya sido principalmente occidental y estoy hablando del creer que el observador no importa en la percepción de un fenómeno, estoy hablando del creer que la realidad es una, estoy hablando del creer que la realidad es objetiva, estoy hablando del creer que la realidad puede expresarse en términos sencillos y estoy hablando del creer principios típicamente escolásticos que curiosamente la mecánica cuántica ha barrido.

En línea a este pensamiento está el libro El tao de la física que tiene aciertos y errores pero que correctamente incide en el hecho de que nuestra interpretación de la cuántica o mejor dicho, nuestra incapacidad de interpretarla, se debe a nuestras asunciones metafísicas heredadas del -él dice- pensamiento griego, yo corrijo, filosofía escolástica.

De la misma opinión otro gran pensador: Erwin Schrödinger que en su libro Mente y Materia nos recuerda que la ciencia tiene dos principios que él insiste que se establecen y no imponen y que se cifran en que:
1) Se puede comprender la naturaleza y

2) El principio de objetivización (Hipótesis del mundo real). Inciso: Curiosamente Schrödinger también se muestra preocupado de que la -en parte su- mecánica cuántica haya herido de muerte tales principios.

Del primero pasa de puntillas, asumamos que el Tao se puede nombrar; del segundo dice que se cifra en conseguir ser un observador externo al mundo el cuál se convierte por este método en un mundo objetivo, dice también que es una simplificación que se adopta con el objetivo de (pág. 55) dominar el infinitamente intrincado problema de la Naturaleza de forma que esta sólo es una hipótesis pues de lo contrario excluiríamos al sujeto del conocimiento de la naturaleza
Schrödinger, como Capra, también insistirá en señalar el origen de estos principios en la filosofía griega pero para evitar costosas discusiones asumamos que sí, que es verdad mas lo relevante es que estas corrientes filosóficas porque pudieron ser incluidas por y porque fueron promocionados desde la filosofía escolástica, por extensión catolicismo llegaron intactas para que pudieran ser heredadas por los científicos del renacimiento.

Subyacente a estas ideas está el problema de dilucidar el por qué del avance repentino de la ciencia mediado el s.XVII que no se debió a algún tipo de pureza intelectual ausente de los pensadores hasta entonces.

En mi opinión tal avance increíble de la ciencia recién acabada la edad media se debe más que a haber desarrollado una excelente e intersubjetiva metodología científica -esto vendrá a posteriori-, se debe a haber inventado un reloj con segundero.

No, la idea tan original no es mía. Es de Penrose.

Penrose, en alguna parte ya olvidada de su libro La nueva mente del emperador, aventuraba que el asombroso avance, más bien el empiece, de la ciencia moderna en el Renacimiento se debió no a romper con la metafísica de la religión sino a que gracias a los avances en la tecnología de medición del tiempo se pudo verificar observacionalmente ciertas teorizaciones físicas sobre la velocidad que permitieron la corrección de las mismas. Sería a posteriori cuando vendría la asunción de un menor contenido metafísico por tanto inobservable en las teorizaciones científicas o el pulir una metodología científica para hacerla menos personalista y menos autoritaria mas todo eso vendría a razón de haber podido, instrumentos mediante, verificar ciertas proposiciones científicas.

De hecho, hay una corriente de historiadores de la ciencia de nombre desconocida (¡Ay! Mi memoria. ¿Algún erudito caritativo?) que creen que los cambios de paradigma científicos se deben sobre todo a avances tecnológicos que permiten que las observaciones teóricas no crezcan en exceso sin haber sido podadas por observaciones experimentales.

Curiosamente el problema de los físicos actuales están manejando una teoría, la de la supercuerdas, para la que no hay tecnología disponible que permita su verificación así que el cuerpo teórico de la misma se acerca bastante a lo que algunos han calificado incluso de pseudociencia, y respecto a sus proponentes no han faltado científicos como Smolin que ha llegado a tacharlos de sectarios.

Nada más lejos de mi intención el cuestionar la profesionalidad de un sector en absoluto minúsculo de la físicos actuales, antes bien mi deseo es mostrar cómo cualquier teorización anda siempre al borde del colapso de igual modo que una célula orgánica anda siempre cerca del mortal caos siendo una estricta observancia de la empiria lo que permite un salvífico orden equilibrado, no es un determinado background metafísico lo que vivifica cualquier pensamiento así que por lo que se ve la sectarización o babelización, por repetir la terminología de Puente Ojea, más que por la asunción de proposiciones metafísicas, por lo demás inevitables en toda teorización científica (Lakatos dixit), se debe a la incapacidad -bien sea por razones metodológicas, bien sea por razones tecnológicas- de establecer proposiciones falsables siendo lo relevante para esta discusión el hecho histórico de que fue la tecnología, no el rechazo a la religión, lo que provocó, más bien posibilitó, una observancia de la empiria y de regalo el fortuito nacimiento de una ciencia moderna.

Fue posiblemente Carl Sagan con su hagiografía de Hipatía quien comenzó lo que Pseudopodo ha bautizado ingeniosamente historia pop de la ciencia: una maniquea forma de ver la historia que no entiende, que no parece entender que:
Si no estudiamos el pasado “de atrás hacia adelante”, si no razonamos en los términos de la época, no podremos entender nada. Por eso para la “historia progre” el pasado está lleno de fanáticos oscurantistas. Y sólo nuestros precursores destacan como héroes solitarios…aunque a menudo, como Aristarco, no tuvieran razón. Al convertirlos en héroes, es natural presentarlos también como paladines de la civilización en términos más amplios. Y lo que fue una evolución moralmente neutra, en la que unas teorías mejores (según criterios técnicos) fueron paulatinamente desplazando a otras peores, se convierte en la historia del triunfo de los buenos sobre los malos, de la luz sobre las tinieblas.
Debemos evitar lecturas simplistas además de moralistas de la ciencia y es que lo que más me sorprende de gente como Sagan y adláteres es que se les llena la boca con la palabra Ciencia como si fuera algo que trascendiese a las personas y luego resulta que son unos mitómanos de tomo y lomo capaces de elevar a rango de mártir a un científico particular y de profeta de la Verdad al científico en general.

¿Es que no se dan cuenta de que la eficacia de la ciencia proviene, si no exclusivamente, sí principalmente, de acogerse a un método científico de carácter exclusivamente social que asegura la criba de teorías incorrectas?

Es curioso, e indicativo de muchas cosas que no dan para enumerarse aquí, el hecho de que no vean estas personas que el progreso de la ciencia ha sido y es una cuestión más institucional, sólo posible dadas ciertas tecnologías, que de científicos moralmente más puros y sin embargo, insisten en creer supersticiosamente que es una cuestión de buenos y malos.

viernes, 10 de julio de 2009

Mente y Materia

La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes reunidos bajo la luz
Erwin Schrödinger, en su libro, más bien librito, Mente y Materia, desarrolla una interesante neurofilosofía más especulativa que experimentalmente validada pero no por ello menos poblada de intuiciones sorprendentemente actuales.

Siquiera resumir pequeña parte de lo dicho en el libro resultaría imposible porque a pesar de su ligero tamaño (ciento treinta páginas), en él se dan cita toda clase de temas desde si podemos esperar un desarrollo biológico del hombre hasta un breve paseo por la moral pero de todos ellos, todos  interesantes -y que por alguna habilidad sólo conocida por un genio como Schrödinger es capaz de unificar de forma consistente-, sólo recogeré lo que este insigne científico entendía era la mente.

Antes de nada, rompamos un innecesario suspense y demos la solución: lo en este libro propuesto es ni más ni menos que un pansiquismo.

Su alegoría-resumen será, pág.86:
La mente es, por un lado el artista que ha producido el todo; sin embargo, en la obra terminada no es sino un accesorio insignificante que puede omitirse sin que por ello el efecto total pierda el menor mérito.
Para empezar a justificar tal idea, hay que señalar que a Schrödinger no le tiembla el pulso a la hora de señalar las limitaciones de su actividad profesional, por extensión la ciencia, y es que ésta tiene dos principios que él insiste que se establecen y no imponen y que se cifran en que 1) se puede comprender la naturaleza y 2) el principio de objetivización (Hipótesis del mundo real). Inciso: Curiosamente Schrödinger se muestra preocupado de que la -en parte su- mecánica cuántica haya herido de muerte tales principios.

Del primero pasa de puntillas, asume que el Tao se puede nombrar; del segundo dice que se cifra en conseguir ser un observador externo al mundo el cuál se convierte por este método en un mundo objetivo, dice también que es una simplificación que se adopta con el objetivo de (pág. 55) dominar el infinitamente intrincado problema de la Naturaleza de forma que esta sólo es una hipótesis pues de lo contrario excluiríamos al sujeto del conocimiento de la naturaleza por lo que, pág.57:
El mundo material se ha construido sólo a costa de extraer de él el yo, es decir, la mente; la mente no forma parte de él, por ello no puede, evidentemente, interaccionar ni con él ni con cualquier de sus partes.
Citando a Jung:
El aluvión de objetos externos de conocimiento ha arrinconado al sujeto; muchas veces hasta la aparente no existencia.
Es aquí cuando nuestro físico hace uso de las corrientes panteístas orientales y si se nos antojan indigeribles es porque llevamos milenios sujetos a una misma dieta filosófica de origen mediterráneo que nos ha hecho excretar una ciencia que se basa en la objetivización, hecho que, como siempre pasa cuando no hay suficiente diversidad en nuestros regímenes alimenticios, ha traído consecuencias perniciosas para nuestra salud mental al privarnos (pág.74) a sí mismos de una comprensión adecuada del sujeto del conocimiento, de la mente.

Pero dichas limitaciones se resuelven si asimilamos la doctrina de la identidad oriental a nuestra ciencia occidental, pág.82:
La mente es, por su propia naturaleza, un singulare-tantum. Yo diría que todas las mentes son una sola. Me atrevo a considerarla indestructible, ya que tiene una peculiar tabla de tiempos, estoe es, para la mentes siempre es ahora. No existe en realidad, el antes y el después para la mente. Sólo existe un ahora que incluye memorias y expectativas. Pero doy por seguro que nuestro lenguaje es incapaz de expresar esta cuestión y también afirmo, por si alguien desea decirlo, que estoy hablando de religión, no de ciencia; pero de una religión que no se opone a la ciencia, sino que se sustenta en todo aquello que la investigación científica desinteresada ha traído a la palestra.
Con estos mimbres se muestra dispuesto a llegar a la mágica solución antes mentada no sin antes convocar a cierto trío de muertos ilustres: Platón, Kant, Einstein.

Del primero recoge su idea sobre las Ideas: una realidad fuera del tiempo, más real que nuestra auténtica experiencia siendo de hecho abrevadero de la misma.

Del célebre caminante de Königsberg recoge que el hecho de que algo se propague en el espacio, dure en el tiempo, no es una cualidad del mundo que percibimos, sino que pertenece a la mente perceptora que es incapaz de aprehender la realidad si no es bajo ese esquema causal.

El último adeudo con la historia del pensamiento provendrá de Einstein de quien recoge las consecuencias respecto al tiempo que entrañan su teoría de la relatividad que simplificadamente afirma que de dos sucesos, B y B`, que estén fuera de una región del espacio-tiempo en donde sí está A, se puede decir que (pág.105) forman un solo tipo de hechos que no son ni anteriores ni posteriores a A.

Estos tres olímpicos pensadores que nos libraron de la tiranía de Cronos han conseguido revelarnos lo que Schrödinger no tiene pudor alguno en llamar la idea religiosa.

Es más, a juicio del célebre científico, la mecánica estadística de Boltzmann al postular una reversibilidad de la flecha del tiempo hace aún más mortales los golpes dados a Cronos a un punto que lleva a nuestro premio nobel de física a caer en un arrebato místico, pág.111:
Lo que construimos en nuestras mentes no puede tener (así lo siento) un poder dictatorial sobre nuestra mente, no puede cuestionarla ni aniquilarla.

Algunos de ustedes dirán, estoy seguro de que es misticismo. Así aún reconociendo que las teorías físicas son siempre relativas –por cuanto dependen de ciertas hipótesis básicas-, podemos afirmar, o así lo creo, que las teorías actuales de la físicas sugieren fuertemente la indestructibilidad de la Mente frente al Tiempo.
Un inciso para terminar, mejor dicho, para contemporizar las teorías de Schrödinger.

Recogíamos ayer las tesis neurobiológicas de Edelman en un trabajo estrictamente ametafísico en tanto en cuanto se circunscribía al ámbito biológico, por tanto natural, empírico. Lo sorprendente de lo dicho allí, que entonces no supe hacer ver, es que al establecerse que la consciencia se da cuando hay cierto diálogo interneuronal que cruza cierto umbral de complejidad, consecuentemente, lo que posibilita el que un ente sienta el mundo es ser un fenómeno físico de una gran complejidad. De hecho, Edelman dirá que nada hay en el universo tan complejo como el funcionamiento del cerebro.

Entendido así es fácil colegir de la teoría de Edelman, como de la de Schrödinger, que si bien la actividad cognitiva depende de una serie de estructuras construidas con material orgánico, con materia; la mente, la consciencia, el sentir el mundo, se debería entender como una suerte océano de Consciencia que permea todo lo real siendo lo que caracteriza a nuestras identidades el ser hechas mediante el concurso de la materia, una especie de icebergs, esas complejas arquitecturas de agua condensada, que cuando tienen una determinada complejidad son capaces de abrirse y recoger, secuestrando, dando forma, como un edificio da forma a luz mediante sus elementos estructurales; a una Conciencia que es idéntica a todos de igual modo que una Luz que baña todas las ventanas de un edificio es, a pesar de sumirse en habitaciones separadas, la misma Luz que entra por todas las ventanas.

jueves, 9 de julio de 2009

Darwinismo neuronal

Una de las más interesantes neurofilosofías, contemporáneas es la descrita por Edelman en el libro El universo de la consciencia.

Lo que en él se propone se parece bastante a lo propuesto por Maturana y Varela en su libro El árbol del conocimiento, coincidiendo, por ejemplo, en la idea de que el cerebro no representa la realidad, no es por tanto un ordenador, o que la naturaleza de la consciencia es totalmente dependiente de la materialización concreta en que ésta se de, al contrario del pensar de los funcionalistas fisicalistas fuertes (Dennett, Hofstadter, Churchland, Blackmore); pero difereciéndase en su enfoque porque no pretende tanto postular una epistemología biologicista como una descripción en términos neurobiológicos de qué es y cómo funciona el cerebro, por extensión la mente.

Como decíamos, Edelman niega que el cerebro maneje información tal que un proceso algorítmico, por lo tanto niega capacidad de representar la realidad y es que parecemos olvidar que (pág.254)

La información es un concepto biológico. En los humanos dotados llega a extremos exquisitos de elaboración (...) Estos logros basados en la conciencia de orden superior [aquella dotada de lenguaje] no deben tentarnos a suponer, sin embargo, la existencia de un patrón único de sintaxis en la naturaleza (como la sintaxis que introducimos en un disco de ordenador), ni tampoco la existencia de un código especial en el funcionamiento de las neuronas.

Estas suposiciones no están bien formuladas; aunque para construir información haga falta una transacción realizada con una estructura surgida de la evolución, este proceso no está dirigido por la sintaxis.

La naturaleza no es un computador, y la sintaxis no emergió en la naturaleza hasta que entraron en escena los homínidos con capacidad del lenguaje.

Así, tenemos que la memoria no es representacional sino que, pág.118

La memoria es un componente central de los mecanismos del cerebro que conducen a la conciencia. Se suele suponer que la memoria comporta inscipción y almacenaje de información, pero ¿qué es lo que se almacena? ¿Es un mensaje codficado? Y, cuando es "leído" o recuperado, ¿se mantiene intacto?.

Estas preguntas apuntan a la suposición generalizada de lo que se almacena es algún tipo de representación. En este capítulo tomamos la perspectiva opuesta, coherente con un enfoque seleccionista: que la memoria no es representacional.

Vemos a la memoria como la capacidad de un sistema dinámico moldeado por la selección y que representa degeneración [estructuras diferentes dan resultados parecidos] para repetir o suprimir un acto físico o mental.

Ilustramos este novedoso punto de vista sobre la memoria con una comparación geológica; la memoria se parece más al proceso de fundirse y volverse a congelar un glaciar que a una inscripción en una roca.

Nótese que así como no tiene sentido que digamos que una especie en su mutativo proceso de adaptación al entorno lo esté representando a pesar de que en cierto modo podamos certificar ciertas correspondecias estructurales entre el fenotipo de un animal y su entorno, así también es estúpido decir que la memoria, por extensión cualquier proceso mental, represente el entorno sino que estos funcionan en su adecuación al entorno del mismo modo que las especies, a saber, mediante acoplamientos estructurales no cibernéticos que replican, más o menos, las estructuras del exterior de un modo tal que los resultados conductuales permiten una coexistencia entre ambos sistemas.

Los procesos seleccionales inherentes a la evolución de las especies también rigen en consecuencia todo el devenir del sistema nervioso siendo por esto que Edelman ha denominado a su teoría de la cognición: teoría del darwinismo neuronal o TNGS, que es una teoría de poblaciones que empieza haciendo notar que la arquitectura neurofisiológica se va esculpiendo gradualmente con el paso del tiempo.

Primero en el cerebro embrionario donde hay variación y selección en el desarrollo producido tanto por la migración de poblaciones celulares como por la muerte de células. A continuación se da también una selección en la formación de las sinapsis fruto de la experiencia quedándose más conectadas aquellas neuronas que más se hayan comunicado. Y, por último, en el cerebro maduro cuando ya esté formado el andamiaje neurofisiológico en donde la conciencia surgirá con la amplificación diferencial de de las sinápsis que al hacerlo formarán grupos neuronales que serán redefinidas por las reentradas de señales, lo que se ha dado en llamar la Hipótesis del Núcleo dinámico, y que para explicarlo el propio Edelman propone en su libro la siguiente analogía (pág.64):

Imaginemos un peculiar (incluso) extraño cuarteto de cuerda en el que cada intérprete responde con improvisaciones a las ideas e inspiraciones propias, así como a todo tipo de señales sensoriales procedentes su entorno. Como no hay partitura, cada intérprete tocará su melodía, que inicialmente no estará coordinada con las de los otros intérpretes. Imaginemos ahora que los cuerpos de los intérpretes están conectados entre sí por medio de multitud de fibras finísimas de tal modo que sus acciones y movimientos son transmitidos rápidamente en todas direcciones por mediación de señales generadas por los cambios de tensión de los hilos que sincronizan simultáneamente las acciones de todos los intérpretes

Es más que interesante la conclusión que unas líneas más abajo saca de la analogía

Aunque ningún director estuviera dirigiendo o coordinando el cuarteto (...) la producción global de los intérpretes tendería a ser más integrada y coordinada (...) que la que ninguno de los intérpretes lograría producir por separado

Y digo que es interesante esa conclusión: innecesidad de director y partitura pero, aún así, existencia de coordinación; porque recuerda a la metáfora de La Mano invisible de forma que la característica de nuestra consciencia es que ésta está guiada por ella o, por decirlo en la terminología de Hayek, está regida por un orden espontáneo al igual que el mercado y el resto de las instituciones sociales (lenguaje, derecho,dinero).

De hecho el darwinismo neuronal de Edelman fue prefigurado por el propio Hayek en 1952 con su libro The Sensory Order: An Inquiry into the Foundations of Theoretical Psychology.

Edelman resumirá que (pág.61):

Con la ayuda de varias observaciones relevantes que van desde la neurofisiología [para ello usará datos proporcionados por electroencefalografías (EEG), magnetoencefalografías (MEG), tomografías por emisión de positrones (TEP), imagenes por resonancia magnética funcional (IRMf)] hasta la neuropsicología, [por ejemplo para mostrar la plasticidad del cerebro muestra los resultados experimentales de colocar dibujos "especiales" a gente con secciones del cerebro quirúrjicamente seccionada] argumentamos que

(1) los procesos neuronales que subyacen a la experiencia consciente participan neuronas que están ampliamente distribuidas;

(2) estos grupos distribuidos de neuronas entablan fuertes y rápidas interacciones de reentrada;

y (3) para que pueda aparecer la conciencia, estos grupos neuronales que interactúan rápidamente deben ser capaces de seleccionar entre un número relativamente grande de patrones de actividad

Esto explica pero de un modo empíricamente verificable el por qué de las pérdidas de consciencia.

Por ejemplo, la de cierto tipo tipo de epilepsia (pág. 94):

La descarga hipersincrónica de neuronas en toda la corteza produce en el EEG unos complejos característicos de picos y ondas de 3 Hz. Estos ataques de "petit mal" están invariablemente asociados a una pérdida de conciencia, en este caso en forma de cortas "ausencias".

Un niño o niña puede parar de hablar en mitad de una frase o dejar de caminar, mirar al vacío y dejar de responder a estímulos.

De uno a varios segundos después, el niño vuelve a ser capaz de hablar o moverse, pero no guarda memoria alguna del episodio

En resumen, lo que caracteriza a una persona en estado insconcienste es que sus disparos neuronales se hacen de forma conjuntada mientras que en el caso de aquellas personas conscientes se crean dinámicamente núcleos diferenciados que como en un concierto para un instrumento tocan o disparan neurotransmisores a un ritmo diferente y en contraste con la orquesta; se entiende: con el resto de neuronas del cerebro.

Lo sorprendente de esta teoría sería el hecho de considerar que la consciencia no depende exclusivamente de una determinada estructura física sino de la capacidad de los elementos estructurales implicados de organizarse de un modo u otro. De este modo un interesante corolario es que no existe nada en nuestro cerebro que cuando funcione encienda la consciencia como si esta fuera una función biológica de valor binario, encencido/apagado; por el contrario se ve que el grado de lucidez de nuestro pensar depende del grado de complejidad de los disparos neuronales que en nuestro cerebro se estén ejecutando por lo que no en todo momento, ni en todas las personas, la consciencia se da igual modo pues aunque todos tenemos una orquesta neuronal perfectamente ensamblada sucede que habrá diferencias en, digamos, la calidad estética de la sinfonía cognitiva ejecutada.

martes, 7 de julio de 2009

Apología de la discriminación

Uno de las más polémicas creencias de los liberales se cifra en considerar legítima cualquier conducta discriminatoria por parte de una persona en lo que respecta a sus propiedades y su propia persona. Esto quiere decir que es legítimo que un sujeto, independientemente de las razones que le empuje a ello, decida no establecer relación personal o comercial con quien así lo considere oportuno.

De este modo una tienda cosmétoca tendría derecho a no contratar hombres, un casino a aceptar ludópatas, un, bueno, la lógica se entiende así como que hay muchos más casos. Esta defensa se basa en que:
Nosotros creemos en la libertad de asociación —(...)— pero dicha libertad implica no solo el derecho a asociarse con aquellos dispuestos a asociarse con nosotros sino también el derecho a no asociarse, el derecho a discriminar, bajo cualquier motivo, bueno o malo, o no motivo alguno. Ante la ausencia de este derecho, la libertad de asociación es comprometida. Eso significa que otros escogen los motivos por nosotros. Otros nos dicen cuáles razones son aceptables y cuáles no lo son. Eso no es libertad.
Pudiera asustar casos en donde la discriminación surgiera no a razón de intereses comerciales sino de peligrosos memes antihumanistas como los xenófobos pero siendo esto indudablemente síntoma de una enfermedad social lo que hay que evaluar es si la solución de legislar sobre tal hecho resulta curativo o por el contrario agrava el problema al minar la libertad del resto de conciudadanos.

Tal vez el lema que mejor define la sabiduría liberal es que no todo lo social se reduce a la político de forma que cualquier problema habido en el primer ámbito tenga solución desde el segundo.

Un caso que tal vez sea ilustrador de la ineficacia de la política para curar ciertas enfermedades sociales: Las Herriko tabernas son bares en donde se reúne la izquierda independentista del País Vasco por lo que allí, lógicamente, no es bien recibida toda persona que sea españolista.

No es bien recibida, sin ir más lejos, una persona que haga gala de una camiseta de la selección española.

Sería absurdo creer que porque por ley no se pueda discriminar a alguien por el color de su piel o por el color de vestimenta con ello yo consiguiera entrar en un local como ese vestido a la manera ya mentada. El que pueda discriminarse o no es irrelevante pues aunque la ley obligara a los allí presentes a no poder echarme, a no poder discriminarme a razón del color de mi camiseta eso no los convertiría en menos sectarios, en menos peligrosamente sectarios, ni haría menos suicida el pasarse por allí de tal guisa.

Con esto quiero señalar el hecho obvio de que siendo la discriminación un síntoma evidente de una sociedad enferma, la cura no provendrá de un par de oraciones, un par de palabras elevadas a categoría de leyes ya que no hay que olvidar que el ser humano tiene una estructura de incentivos que le hace inclinarse por unos u otros actos de forma que si una prohibición de robar resulta obedecida es porque existe una masa crítica de personas que serán disuadidas de robar si les impone una ley razonablemente punible.

Por el contrario, si pretendemos crear unos incentivaciones que no están biológicamente programadas en nosotros o bien que chocan con con un actual contexto cultural reacio a tales ingenierías sociales entonces la ley nace estéril, por tanto incapaz de engendrar las conductas deseadas y es que, como dije en cierta ocasión a propósito de algo parecido, el lenguaje no sexista:
El tipo de relación entre dos individuos viene constreñida por una tupida red de diversos nodos entre los que se incluyen desde factores psicoafectivos hasta sociobiológicos, desde factores historico-políticos hasta culturales; de este modo, pretender que el producto de la misma, así como la correspondencia entre dominancia/sumisión, que tanto preocupa a las feministas, se vea mejorada simplemente por algo tan circunstancial como la forma en que etiquetamos la realidad me parece que es un pensamiento tan supersticioso como el de aquellos que creen que un simple conjuro mágico puede encarrilar la realidad poniéndola al dictado de nuestros deseos.
Es por esto que una ley no puede guiar al ser humano a lo más encauzarlo por lo que tendrá que estar atenta de saber por dónde puede transitar para corregir desviaciones contranaturales, no de saber por dónde debiera transitar siendo esta la diferencia entre una ley anclada en el terreno empírico y una desenraizada ley desprendida de las fantasiosas ensoñaciones de un político empeñado en crear un mundo ideal a base de literalmente palabrería inocua.

domingo, 5 de julio de 2009

Panfleto contra el burka

Recientemente se ha desatado en Red Liberal una polémica respecto a la prohibición del burka.

Uno de los grandes defectos de los bloggers liberales es que ya sabemos cuál es y de qué modo incluso defenderán su opinión respecto a tal o cual tema. Bien podrían decir un simplemente yo opino sobre el tema que sea que el resto será perfectamente predecido. Previsibles ejemplos de a favor, previsibles ejemplos de en contra.

Me ha sorprendido, tengo que admitirlo, una defensa del burka como un ejercio libre y espontáneo de pudor. Lógicas risas al respecto.

Si nos fijamos, los diversos argumentos a favor suelen se pueden resumir en tres puntos que enfatizan la equivocación de censurar el burka porque es un síntoma de un machismo peligroso.

En primer y más importante lugar, el decir que hay que distinguir entre coacción y presión social y que mientras no se demuestre lo primero, y para eso hay que ir caso por caso, no ha lugar prohibición alguna.

Ya sabemos que la posición de algunos se resume en: Mientras no salpique la sangre, no me preocupo. Entiendo que el mobbing, el acoso sexual cuando se queda en voyeurismo, o cualquier agresión que no implique violencia queda libre de ser penada.

Segundamente, podríamos asustarnos con la idea de que censurar tal prenda puede servir de precedente para la prohibición de otras también inapropiadas para la mujer. A este respecto, veánse a algunos sujetos y a su cruzada a favor de playas familiares, a su insistencia en prohibir lo único que tiene de interesante las playas para aquellos a quienes no nos gusta ni la arena, ni las indigeribles sales aguadas que no aguas saladas.

Por cierto, acabas de contemplar una ilustración de lo que es un argumento de la pendiente resbaladiza

Último argumento de la recámara paleoliberal: la voluntariedad. Si algo es voluntariamente escogido entonces no hay legitimidad alguna para prohibirlo.

Y esa es la razón por la que aquellas personas que sufran el síndrome de Estocolmo no debieran ser liberadas de sus secuestradores. Y es la misma razón por la que los suicidas no debieran ser disuadidos antes y curados después de sus intentos de suicidios. Y es la misma razón por la que la ablación del clítoris es legítima siempre y cuando, como suele ser lo normal por presiones sociales y familiares, la víctima escoja libremente hacerlo. Y es la misma razón por la que, bueno, y es, en definitiva, la misma razón por la que de principios simples se coligen políticas simples pero no sociedades civilizadas para disgusto de los moralistas de escuadra y cartabón.

Un cuarto argumento que no le heído, tal vez por demasiado cínico, podría ser señalar el hecho de que si es verdad que el burka es síntoma nefasto de un machismo opresivo entonces el que se prohiba o no es prácticamente irrelevante para la mujer pues su auténtica tragedia se representa a diario en casa, no afuera y el cambiar el decorado exterior no modula el tono inhumano del drama doméstico.

En mi opinión, uno de los grandes fallos de las argumentaciones de ambos bandos en estas discusiones es que enfatizan un aspecto del fenómeno hasta cierto punto baladí, su origen: la opresión masculina; y olvidan lo que debiera ser lo más relevante para la discusión: naturaleza y consecuencia de dicha opresión, consecuencia de llevar burka.

Si el burka fuera una correa de perro entonces cabrían esos argumentos y otros para evitar una indignante prohibición mas no lo es, tristemente es una prenda que borra toda posibilidad de identificar a quien la lleva y por tanto rebaja a un ser humano individualizado a mero masa anónima pues le amputa toda posibilidad de sana relación social a un animal, el homo sapiens, precisamente caracterizado por su hipersociabilidad.

Discutir su prohición porque hay voluntariedad en su uso, es olvidar que la voluntad es voluble, caprichosa, capaz de estar detrás de las prácticas más inhumanas simplemente cambiando algo aquí o allá en la mente del que ejecuta dicha voluntad pero, recordemos, debemos recordar: existe un rango en absoluto pequeño pero sí limitado de comportamientos naturales, biológicamente naturales, a partir del cuál, fuera del cuaál, tenemos que hablar de disfunciones mentales e incluso de mutaciones conductuales peligrosamente contranaturales. El síndrome de estocolmo es ejemplo de lo primero; de lo segundo, el llevar una prenda que lastra toda necesaria socialización.

jueves, 2 de julio de 2009

(contra)argumentaciones sobre la (in)existencia del libre albedrío

Recientemente he leído una magnífica anotación que resumía los diferentes argumentos existentes tanto a favor como en contra sobre el libre albedrío.

Me gustaría, nomás como reto intelectual, hacer de abogado del diablo para ambas posturas y establecer una serie de críticas tanto a los argumentos a favor como a los de en contra.

Los cinco argumentos a favor de la existencia del libre albedrío han sido estos:

1) Tenemos noción de ser libres. Creemos optar. La ilusoriedad de esta creencia supondría probablemente el mayor absurdo natural. En términos biológicos, no habría explicación adaptativa o exaptativa para explicar no ya la creencia en el libro albedrío, sino la conciencia o el sufrimiento. ¿De qué sirve una mente autoconsciente sin poder causal? ¿A qué tan inmensa y compleja serie de epifenómenos?

Primeramente, la noción intuitiva de algo no otorga autoridad suficiente para postular su veracidad. También tenemos noción de un mundo tridimensional en donde la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta o en donde la suma de los ángulos de los triángulos es 180.

En segundo lugar, si un genotipo es exaptativo entonces su funcionalidad es casual y no puede ser derivada de ninguna lógica, ni siquiera la biológica. Nada nos impide pensar en la autoconciencia como un fenómeno así originado pero es que además sí que podemos atribuir cierta funcionalidad adaptativa a la ilusión de control y ésta radicaría en el hecho de que al creernos selectores de nuestro devenir podemos intentar desarrollar un cálculo racional para conseguir nuestros fines, aunque estos nos sean impuestos, y no dejarnos caer así en la indolencia intelectual por tanto en una peligrosa ciega conducta al creer que todos nuestros actos son exteriormente impuestos, que es inútil que sean planificados.

2) Parece plausible o incluso demostrada la indeterminación en el mundo físico. Tan sólo con divisar fenómenos cuánticos en el funcionamiento del cerebro podría abrirse un nuevo debate con la concepción determinista clásica. Que el cerebro sea un condensado amasijo de células nerviosas y ondas electromagnéticas nos predispone a pensar en sus condiciones físicas especiales, una suerte de clinamen bioquímico. El azar en sí mismo es la negación de la decisión, pero quizás "azar" sea entonces una palabra inadecuada para referir un posible conjunto de procesos neuroquímicos no rendidos a la aparente necesidad de los fenómenos macroscópicos.

Y sin embargo, dicha indeterminación se deja acotar por leyes probabilistas. Reflexionemos pausadamente sobre ello, ¿dónde queda la libertad de acción si por ley vamos a ir al cine, supongamos, en un sesenta por ciento de las veces que nos planteemos si ir al cine o a la playa? El hecho de que nuestras acciones sean de algún modo mesurables bajo leyes debiera hacernos inferir que nuestras acciones están perfectamente legisladas, por tanto determinadas, el hecho de que las leyes sean probabilistas no hace menos impositivas a dichas leyes, no los hace, en suma, menos leyes.

3) El cerebro no funciona de una forma tan reglada como nos pensamos (1, 2). El sistema de entradas y salidas de información inscrito en el sistema nervioso unido a las estructuras genéticas que interpretan los estímulos y los interrelacionan no son suficientes para explicar multitud de conductas impenetrables desde el punto de vista evolutivo. Probablemente los cálculos de beneficios que hacemos no sean comparables a los que hace un programa informático, donde los procedimientos están programados (valga la redundancia) y no abiertos a una evolución estructural. El cerebro parece ser un cuerpo extremadamente complejo, multiforme y autorregulado. A veces un individuo es capaz de obviar sus cálculos y dejarse guiarse por un impulso que le lleva la contraria. Pero a veces es capaz de hacer lo inverso, y deja a un lado sus instintos más primarios (reproducción, conservación propia o de individuos genéticamente cercanos) para lanzarse en pos de beneficios dispares que pueden reportarle a sabiendas más satisfacción o más sufrimiento. Tal variedad de medios y objetivos no es argumento en sí mismo a favor del libre albedrío (la mutación de estructuras no impide que en cada uno de sus estados haya unas ciertas reglas deterministas), pero muestra ciertos indicios.

Las diferencias estructurales del cerebro con el ordenador se deben a que el primero tiene una dinámica de funcionamiento más compleja a resultas de varias razones (plasticidad cerebral, determinismo estructural, selección darwiniana no algorítmica de patrones, un largo todavía no agotado etcétera) pero ello no es óbice para que dicha estructura neurobiológica esté también determinada, perfectamente reglada, pues de lo contrario no cabría estudio alguno sobre el funcionamiento del cerebro y de hecho los hay.

En última instancia lo que descubra, a veces simplemente postule para acomodar el estudio, la neurociencia no puede ser blandida por los partidarios del libre albedrío por la simple, lisa, llana pero inviolable razón de que ésta ciencia presupone lo dicho por la física la cuál en su avance no puede dejar, ni hasta ahora ha dejado, fenómeno físico alguno sin legislar, sea probabilista o determinista la ley; dicho con otras palabras, no ha concluido que exista evento alguno que no esté sujeto de forma férrea y sin excepción a una ley que determine su devenir, en definitiva, aún no ha tirado la toalla y dado la victoria al animismo.

4) Esto último podría ser rebatido argumentando que cualquier objetivo que se plantee una mente a sí misma es un trasunto de una búsqueda de satisfacción, incluso mediante el sacrificio, incluso mediante el sufrimiento. En un caso extremo de ansia de dolor estaríamos hablando de enfermedad mental, y sería una catalogación correcta si definimos enfermedad mental como el proceso psíquico que comporta conductas y fines distintos o incluso contrarios a los de la mayoría de una especie. Sin embargo esta concepción podría deberse a un abordamiento pobre de la salud y aun de la naturaleza humana. No es que todo ser intencional busque una satisfacción, sino que esa búsqueda es lo que le hace a uno intencional. Es falaz, por tanto, acusar de determinado a un individuo únicamente por actuar en pos de algo que a la postre no es siempre sino lo que piensa beneficioso; no hay metafísicamente otra forma de apuntar hacia algo si no es prefiriéndolo frente a otras cosas. Elección y beneficio no son excluyentes sino mutuamente implicados; sus definiciones se contienen una a la otra tautológicamente .

La dimensión semántica en una descripción de un evento se habilita para un observador cuando se da la posibilidad de que la conducta de los participantes de dicho evento pudieran ser descritos como si significase lo que el susodicho observador ha descrito.

En consecuencia es condición sine qua non para toda descripción de la conducta de alguien presuponerle a éste alguien una intencionalidad mas lo que no ha lugar es convertir esta presunción en delito porque al fin y al cabo dicha adjudicación de intencionalidad es precisamente el error que los animistas han perpetrado a lo largo de la historia y sin embargo este operar cognitivo tiene el desagradable error de no explicar realmente nada justo al contrario que la ciencia, la cuál, al establecer un tipo de mapas - matemáticamente construibles, empíricamente modificables- consigue, esta vez sí, establecer una guía aproximada de cómo puede ser realmente la naturaleza. Por el momento dicho mapa nos habla de extrañas partículas, aún más extraños vacíos, alguna que otra cosa más que olvido pero sobre todo, no lo olvidemos, nos habla de leyes, siempre de leyes que rigen todo suceso, incluido la mueca de desacuerdo que ahora esbozas.

Pero es que además, no es a un nivel consciente donde se plasma la dinámica determinista de nuestro pensar sino que es a nivel preconsciente, al nivel en donde aparecen las metas que escogemos y que llamamos intenciones, donde ya se ve al ser humano manipulado en su actuar por los titiriteros instintos biológicos.

5) Si la mente está determinada, también lo está la razón. Por ende no hay motivos, sino causas ciegas. Así, para refutar una idea no es necesario entrar en el juego de la dialéctica, sino simplemente sonreír diciendo que "tu argumento es automático, una mera serie de concatenaciones electroquímicas".

Como ya avisé en cierta ocasión, cuando se habla de determinismo frente al libre albedrío se quiere señalar que nuestros procesos cognitivos son grosso modo como un programa que con los mismos datos de entrada generan la misma salida.

Evidentemente con diferentes datos de entrada no se tiene por qué generar la misma salida y evidentemente una argumentación blandida hacia alguien puede ser considerada un dato de entrada diferente para ese alguien al punto que le cambie su actitud. ¿Acaso no existen deterministas programas que aprenden, que, por tanto, pueden ser persuadidos? ¿No basta esta trivial prueba empírica para tumbar toda "argumentación" verbal que apunte a lo contrario?

Lo que un determinista sí podría decir es que nosotros estamos coaccionados a aceptar como válido, v.gr: el modus ponens, de modo que, efectivamente, carece sentido persuadir a alguien de su validez -otro hecho es que por nuestra común estructura neurobiológica lo acepte- pero sí que tiene sentido mostrar cómo está malusando dicha herramienta cognitiva en el sentido de que no está viendo -por una mezcla de sus características capacidades cognitivas (no toda determinística computación es igual de eficaz) y nuestras propias argumentaciones- la solidez y coherencia de una argumentación.

Lo que en definitiva pone en una posición ventajosa la idea de que no existe libertad alguna en nosotros se debe simplemente al hecho de que la realidad tiene una estructura, razón por la cuál se nos permite traducciones siquieras aproximadas de ella en forma de teorías científicas, y dicha estructura, como toda estructura, determina la naturaleza e interacción de sus elementos compositivos por lo que en consecuencia la única razón verosímil para creernos libres de toda atadura sería el postular que no pertenecemos a la realidad, vamos, que no somos reales.

Acabados los cinco argumentos, procedamos a cambiar de bando para defender la libertad en el sentido metafísico, no vacuamente propagandístico, es decir, no político, del término.

Los cinco argumentos en contra de la existencia del libre albedrío han sido estos:

1) Si la ciencia ha ido descubriendo paulatinamente explicaciones de causalidad en fenómenos naturales que en un principio aparentaban ser azarosos, no hay motivo para pensar que en un futuro no podrán explicarse consistentemente las conexiones neuronales en términos de necesidad. Dicho de otro modo: la teoría de variables escondidas podría encontrar su reflejo neurológico directo. Puesto que el dilema entre la paradoja EPR y las desigualdades de Bell no está todavía resuelto, posiblemente habrá que esperar a trasladar un debate paralelo de altura en esos términos al campo de la mente y el cerebro.


Efectivamente, no hay por qué asegurar que en un futuro los avances de la ciencia echen abajo determinados apoyos científicos a uno u otro bando en la cuestión aquí debatida.

No obstante, este argumento tiene dos objeciones a bote pronto: 1) Se trata de buscar apoyos en la ciencia a nuestras argumentaciones en lo que la ciencia tiene ahora que ofrecer y 2) la cuestión no es tanto si una determinada rama de la física introduce o no elementos indeterministas, aunque importe, sino si toda la naturaleza puede ser mapeada con un modelo determinista a partir del cuál las propiedades epistemológicas de éste se convierten ipso facto en propiedas ontológicas; o bien, todo lo real no puede ser subsumido en ninguna narrativa legalista por lo que cualquier narración de este tipo no es más que una compleja metáfora de la realidad pero en absoluto una voz autorizada en metafísica que es desde donde se dirime la existencia del libre albedrío.

Además, glosar los éxitos hasta ahora conseguidos de la física no debe hacernos olvidar que nuestra hipótesis de que el universo por leyes regido está no es más que una sensata hipótesis de trabajo que hasta ahora inocula altas dosis de progresividad empírica a nuestras teorizaciones pero que no puede ser elevada a categoría de Verdad sin pasar por la casilla de la fe ciega.

2) Por Einstein sabemos que la flecha del tiempo es una percepción perspectivista y no un hecho con entidad propia. El tiempo se me aparece como esencial para jugar al juego del libre albedrío: si el presente, el futuro y el pasado son en realidad simultáneos, entonces todo está decidido porque todo está físicamente acontecido. A la sazón, ¿qué decisiones libres se podrán tomar?

La naturaleza del tiempo, como la de cualquier propiedad esencial a cualquier teoría científica, no está incuestionablemente hallada mientras no se haya encontrado la TOE.

Un golpe de genio y todo puede cambiar. Verbigracia, antes el espacio, el tiempo, eran dos, eran absolutos. Vino Einstein. Ahora son relativos y uno.

Curiosamente ahora son muchos los científicos, como Prigogine, que sí postulan una irreversibilidad en la flecha del tiempo tal y como consideran certifican los sistemas complejos.

Einstein era una autoridad, a no dudarlo, pero no dijo la última palabra al respecto. Sólo quien se crea vidente o quien se crea a los científicos cuando filósofos puede ahondar en este punto de la argumentación con la esperanza de llegar a algo tangible e irrefutable.

3) El experimento de Libet y el de Haynes sugieren un desfase temporal entre un inicial acto motor supuestamente voluntario y la conciencia de esa voluntariedad por parte del agente. (Ante tales pruebas poco se podría decir, salvo dos cosas: a) puede que no todos los actos volitivos sean de ese tipo tan fácilmente cuantificable; y 2) que los puntos de decisión y datación que los experimentadores establecen fueran erróneos). Además la ciencia va acotando el margen para la sustancia psíquica en el cerebro (1, 2).

Aquí se confunde la naturaleza del proceso decisorio, que es lo relevante a desvelar cuando de libre albedrío se trata, con el momento en el que el resultado de dicho proceso llega a las altas instancias de lo consciente.

4) Si creemos en el materialismo, necesariamente caemos en el determinismo. Si la materia es ciega y lo mental es material a la postre, entonces no hay libertad fisiológica. Porque, ¿dónde está la toma de decisiones si no existe un auténtico centro rector del cerebro? Esto equivale a preguntar: ¿dónde está eso que llamamos el yo, para que podamos decir que es libre?


Sí, si se parte de una ontología determinada el debate es trivial pero precisamente por ello es relevante el debate porque para su dilucidación se necesita primeramente dirimir o cuando menos descartar una determinada metafísica.

Si a criticar el materialismo se reduce toda defensa del libre albedrío entonces dicha empresa resultará sencilla a nada que nos cuidemos de no mezclar una sensata herramienta epistémica como es el paradigma fisicalista a razón de su validez heurística, no ontológica con una ontología de imposible demostración a razón de nuestras limitaciones cognitivas.

Quienes creen demostradas ciertas ontologías no hacen sino buscar unas páramos de certidumbre que nuestra particular neurobiología no deja existir sino como ilusorios oasis.

5) Por lo dicho en el mismo punto de la argumentación a favor: la objeción a la cognición y a la dialéctica no se deriva de la objeción al libre albedrío. Un ordenador es capaz de realizar deducciones correctas a partir de un sistema formal dado. Tal derivación, por tanto, es falaz como lo sería la que se hiciera hacia el terreno de la ética.

No es la capacidad de jugar lo que se le cuestiona a un sistema formal, si previamente ha aprendido sus reglas, sino su capacidad inventiva de estas es lo que ha de demostrarse como posible a cualquier sistema de funcionamiento determinista.

A una máquina tal vez se le puede enseñar a jugar a cualquier juego como la actividad científica, como el ajedrez, seguro que sí, pero es que en tal actividad, en el mero jugar, en el mero aplicar reglas, no se despliega inteligencia alguna sino que esta aparece cuando se identifican, crean, transforman, borran las reglas del juego, también cuando cambiamos de juego, también, por qué no, cuando, como con el método científico, nos lo inventamos.

Lo que está en juego, redundando en el término, no es tanto si tal o cual actividad humana necesita de reglas o pueda ser reducida a ellas, sino si toda conducta humana es subsumible en un conjunto cualesquiera de leyes.

Si es difícil, no, si es imposible una teoría del todo para el universo, si es imposible clasificarlo, legislarlo y encajonarlo en discretos y deterministas moldes humanamente cognoscibles, ¿qué no pensar de esa maravilla de la evolución que es el cerebro? Máxime cuando este por razones estrictamente evolutivas ha desarrollado una estructura que sabemos sino isomorfa cuando menos sí parecida a la real y es que asombra como una pragmática idea en principio ficticia como la de pensar que existen leyes que rigen inhumana y ciegamente a modo de dioses homéricos el universo se ha convertido en algo tan indiscutible que se asume su existencia ontológica incluso donde no se ha vislumbrado.

Personalmente considero que cuando menos debieramos ser humildes y no vender la piel del oso antes de saber siquiera si existe el animal.