Consecuentemente intentaré sintetizar mi pensamiento.
Esta anotación nace con el deseo de despedirme del blog para coger vacaciones. Pretendo dejar de escribir nuevos posts hasta por lo menos finales de agosto y aunque pulularé por la blogosfera comentando por allí, también comentando por aquí si alguien se pasea, no escribiré más anotaciones hasta aproximadamente las fechas ya señaladas. He considerado que no hay mejor despedida posible para cerrar esta temporada que hacer un corto -no olvidemos que voy con ésta ciento veinte anotaciones- resumen de lo por mi publicado. De paso trataré de responderme si, vanidad de vanidades, he resultado original en mis divagaciones pues últimamente me siento repetitivo en mis afirmaciones y recurrente en mis fuentes porque, no vamos a negarlo, nunca lo he escondido de hecho, soy persona de fácilmente enumerables influencias y aunque toda evolución en el pensamiento necesita de paternidades no menos necesita de cierta variancia memética que me pregunto si aporto a la cacofónica noosfera.
Señalaré pues la identidad de mis padres y evaluaré, os invito a que evaluemos, mis variaciones o extensiones respecto a lo dicho por ellos.
En el ámbito social me debo a la sagaz tutela de Hayek quien con audaz maestría pergeñó un análisis de la sociedad en términos de instituciones guiadas por una mano invisible. En su momento reformulé su visión en términos computacionales en un post, por cierto, que pasó sin pena ni gloria, y que pretendía mostrar cómo el análisis hayekiano se sostenía en ámbitos donde los sesgos políticos no son introducibles, intento que resultó inútil para ciertos comentadores, que no escuchan, no leen, inventan, sólo buscan tu aquiescencia y, ahora me doy cuenta, no son más que peligrosos ladrones de tesoros preciados, ladrones de tiempo.
Ahora bien, lo que me molestó siempre del economista austriaco fue su incapacidad para distinguir de una forma precisa, quirúrgica, en suma, racionalista, cuándo lo heredado por la tradición es estructuralmente necesario para el devenir de la sociedad, cuándo, por el contrario, resulta ser una disfuncional ornamentación a mayor gloria del poderoso de turno. Para tal operación hice uso de la herramienta típicamente de las ciencias naturales de la Estrategia Evolutiva Estable con la que me atreví a cimentar cierto derecho natural, hasta en dos ocasiones o también, razonar por qué ha surgido históricamente el estado, por extensión la política.
Gracias a E.O Wilson vislumbré la importancia de nuestro equilibrio ecológico siendo en este tema sólo incertidumbres las que he podido aportar y alguna que otra crítica a la economía austriaca de la que no he tenido respuesta a pesar de que dicha escuela económica no me parece epistemológicamente equivocada y con su conceptuación acierta como pocas, más bien como ninguna, a la hora de descubrir dogmas económicos.
A través de Pinker, el inquisidor, también de E.O Wilson, supe de una naturaleza humana cuya existencia he dado reiteradas veces en pregonar y valorar, sobre todo, cuando de asuntos sociales se trata pues dicha naturaleza humana no es en absoluto infinitamente moldeable y por tanto se erige como el objeto sobre el que hilar nuestras teorizaciones socioeconómicas y no las abstractas y platónicas igualdad o libertad.
Por cierto, el unir a Hayek con los naturalistas arriba mentados no es meritorio, ha resultado fácil por haberlo hecho ya el propio Pinker en su más que recomendable libro La tabla rasa o Larry Arnhart o alguno que olvido aunque desgraciadamente sigue siendo algo singular de hacer. Fundamentar una moral biologicista a partir de las hipótesis sociobiologicistas de E.O Wilson que apuntaban que era posible, sí que ha sido difícil y no creo haberlo logrado de forma satisfactoria pero sigo creyendo la postura relativista es en exceso simplista. Siendo mis divagaciones moralistas, después de las económicas, las que peor sabor de boca me dejan al menos creo haber argumentado de una forma lo suficientemente rigurosa como para tenerlo en cuenta el hecho de que la ciencia sí que puede hablar sobre la moral, también aportar una justificación normativa del Estado que algunos liberales, creo que falazmente, dicen que no existe y finalmente he utilizado a E.O Wilson de trampolín, entre otros trampolines, para refutar a Rothbard.
Nota aclaratoria: Por supuesto cuando digo aquí como en otros sitios "refutar", "demostrar", etcétera no pretendo finiquitar toda réplica sino ahorrar caracteres -sí, inútilmente si escribo esto- diciendo reiteradas veces el "creo que he refutado", "considero que es más que posible que he demostrado" y demás expresiones verbales que vienen a redundar en un hecho que en el fondo a nadie se le puede escapar, a saber: que mis pensamientos no sean concluyentes respecto a alguna siquiera trivial temática.
En el ámbito teológico, junto con la consciencia, con la metafísica, mi preferido, mi padre primordial fue Dawkins, ahora sé que realmente Russell, y con(tra) ellos hilvané mi argumentación teológica -tal vez mi anotación preferida- que se cifraba en cambiar la zona de salida de la discusión que en los naturalistas tiene como paisaje una terminología metafísica que ladinamente sustituyen por una epistemología que da por supuesto una indemostrada ontología naturalista cuando lo sensato, lo por mi propuesto, es comenzar el debate aclarando previamente nuestra neurofilosofía de partida para así darnos cuenta que nuestra naturalización del mundo, no otra cosa es el aprehenderlo, al resultar insuficientemente efable nos acaba remitiendo a una realidad en absoluto reducible a instancias estrictamente naturalistas.
Más tarde descubrí que tal proceder respecto a toda teorización metafísica se colegía casi inmediatamente desde la teoría de la cognición del ateo Maturana y del budista Varela cuya neurofilosofía, dicho sea de paso, es la más satisfactoria de las que he leído y, permíteme la nota de soberbia, he leído muchas.
A propósito, a Maturana lo he citado hasta el aburrimiento y nunca para corregirle, nunca, por tanto para distanciarme de él y reclamar cierta originalidad en mi pensamiento.
Tal vez mi crítica a un lenguaje universal, con su metáfora repetida hasta la extenuación de comparar las teorías gravitatorias de Newton y Einstein, sea original pero nomás como divulgación, como forma de presentación de una idea, no de una idea como tal. O tal vez mi amalgamiento de Edelman y Maturana, que no sé si gustaría a ambos, sea original, tal vez mi reformulación de lo dicho por Schrödinger desde la mentada neurofilosofía de Edelman o tal vez mi reformulación de la epistemología de Kant en terminología neurobiologicista sí sea original. No lo sé pero me gustaría saber tu opinión al respecto.
A Kant también lo actualicé Chomsky mediante a propósito de sus antinomias.
Con la religión he tratado de argumentar por qué debiera estar fuera del parlamento aunque, siguiendo a Dyson, he defendido su perfecto acoplamiento con la ciencia. De tal defensa serializada en cinco partes ya no recuerdo si en alguna ocasión llegue a aportar algo nuevo, sí que recuerdo, no obstante, que en aras de dejar el protagonismo al científico no quise intervenir demasiado y eso redundo en cierta insatisfacción sobre todo con el último post. Así y todo de la relectura de aquellos textos salió la que considero una buena anotación de por qué a conocimiento científico no se reduce todo conocimiento, comenzando así una serie de anotaciones en donde he tratado de señalar los límites metodológicamente autoimpuestos y por tanto cómo la ciencia tiene metafísicos puntos ciegos que debiera hacernos suspender el juicio o cuando menos no blandirlo desde tales posiciones respecto a temas tales como los milagros, que gracias a Dios no existen si tuve razón en mi esbozo de teodicea ya que aunque exista lo sobrenatural, que no hay que confundir con lo paranormal, mejor dicho, aunque nuestro mundo sea sobrenatural, es decir, no humanamente cognoscible, su dimensión extranatural resulta manejable.
Cambiando de tercio pero no totalmente, otro padre ha sido Lakatos que desde su autoridad de he tratado de hacer ver, repitiendo y sin aportar nada nuevo, la cara metafísica que toda ciencia tiene lo cuál me ha servido para atacar a mitómanos de la ciencia como Sagan que ven a la Ciencia como una suerte de cazadora de Verdades y no como un criadero de mentiras paulatinamente pero tangencialmente más verdaderas. A Sagan, por cierto, le he tirado varias veces las orejas, por ejemplo, cuando de su hipócrita e impráctica defensa del escepticismo se trata.
De Umberto Eco, intelectual vivo preferido y penúltimo pensador de cabecera del blog que referenciaré, he recogido aquí y allá textos suyos como cuando hace ver que el DI hace uso del azar y que yo aprovecho para, recordando el carácter equívoco del mismo, postular que tan acoplable es el darwinismo como el DI con el catolicismo. De su reformulación de la metáfora de Quine con el término Gagavai, aproveché para interpretar que nuestro mundo no siendo plenamente compresible no por ello carecía de orden pues se prestaba a traducciones siquiera parciales. No menos importante para un servidor, fue su anécdota a propósito del caso en el que Sebook se vio implicado que se cifraba en evaluar cómo transmitir a las generaciones venideras la existencia de un peligro por ser zona radioactiva en unos términos semióticos con certeza comprensibles para cualesquiera que fuese el estado cultural de las generaciones venideras. El recurso al mito como solución ha sido blandido por mi para todo tipo de argumentaciones siendo la principal el mostrar que a través del lenguaje poético se puede esquivar las fronteras impuestas a las formalizaciones típicamente científicas. Sapientia melior auro dije en su momento, aunque el post me parezca, siempre me ha parecido, repelente y no sepa por qué. ¿No sientes lo mismo? Me quedo con ganas de, utilizando dichas ideas, esbozar una estética de la novela que, hasta ahora, sólo he comunicado vía email a una sola persona a quien, por cierto, le agradezco su paciencia lectora.
Finalmente llegamos a Borges, magnífico Borges a quien dediqué un post algo cruel. Seamos honestos. Este blog buscaba ser una bitácora personal, intimista, plagada de anécdotas triviales jalonadas aquí y allá con algún pensamiento ingenioso pero sobre todo con divagaciones deshilachadas. De ahí el título, pues se pretendía imitación de aquel interesante libro pero no sé cómo, bueno al principio como pequeño vicio, luego como consecuencia de matizar aquella infracción, también por la adicción despertada, en cualquier caso todo esto se ha convertido en una mala imitación de este otro no menos genial libro.
No obstante, no es lo que buscaba, y no sé si es lo que busco porque no sé si este blog simplemente plasma mis lecturas o voy descubriendo ideas nuevas gracias a él y no sé por tanto de su utilidad y no sé por tanto qué hacer cuando se reanude el curso pues no me veo con tiempo, no digamos fuerzas de acometer una esquizofrenia bloguil y menos cuando mi nicho ya lo están ocupando otras bitácoras.
En definitiva, lo que buscaba y aún busco es un medio de desahogar cierta creatividad más que convencer a nadie de nada y lo he intentado imitando un poco, lo que uno puede, claro, la escritura ensayística de Borges, esto es, preocupándome de una máxima plasticidad en las metáforas, cierto ritmo en la sintaxis de muy difícil creación cuando de temas complejos bien argumentados se trata de tratar (por cierto, he sido amonestado por no conseguirlo) y cierto pathos típicamente borgesiano sobre todo en los finale que por desgracia nadie me ha aplaudido siquiera hipócritamente y que era sistemáticamente lo que más me satisfacía perpetrar en cada anotación. Uno que es algo raro.
Si mirando atrás, porque miraré atrás, me encuentro que este blog me obligó a descubrir nuevas ideas, no a aquellas que ya había leído entonces seguramente seguiré con él aunque, a decir verdad, ahora, ahora que termina el curso y estoy algo cansado, lo que el cuerpo me pide son nuevos retos, por ejemplo, apertura a nuevos géneros, y si el ensayo de nuevo, pues siquiera que sea el microensayo, no sé, aunque igual luego me doy cuenta de que no puedo argumentar sin grandes derroches de palabras o me doy cuenta que tenga una asfixiante vena filosófica necesitada de despresurizar escritura mediante; sea como sea, el curso se acabó y me gustaría una evaluación global de los lectores, sobre lo que gustó o disgustó, gustaría o disgustaría, lo que sea, que tomaré en consideración para planificar lo que haré cuando recomience el curso. Mientras tanto, lo hasta aquí anotado es todo lo que ha dado de sí este blog en un año y par de semanas.
El curso que viene ya veremos.