martes, 15 de julio de 2008

Sobre los derechos de autor de la Naturaleza

A pesar que ya han pasado 150 años desde que salió la teoría de la selección natural todavía ésta sigue sin ser creída por algunos católicos fundamentalistas (al menos las más de las veces) que durante años han venido proponiendo diferentes alternativas a la teoría darwiniana desde el caduco creacionismo al vigente diseño inteligente.

Es verdad que no tiene sentido hablar de fundamentalismo católico en tanto en cuanto la interpretación católica de la Biblia sólo puede ser una, a saber, la sancionada por la iglesia vaticana y por lo tanto deberíamos hablar de fundamentalismo cristiano de raíz protestante porque sólo desde el protestantismo se pueden hacer diversas lecturas de la Biblia incluida la literal. Pero, curiosamente y a pesar de una gran tradición teológica católica de interpretación evolucionista de la naturaleza, en ambientes católicos se acoge con gran entusiasmo teorías científicas antidarwinianas como el diseño inteligente.

Tal vez sea cierta ignorancia filosófica, como pretendaré demostrar en este post, de algunos creyentes o tal vez sea la insistencia de algunos darwinianos en enfatizar el concepto de azar, de deambular ciego como algo totalmente contrario a una inteligencia, a algo con sentido, al punto incluso de menospreciar el trabajo de la naturaleza llamándola muchas veces chapucera. O tal vez sea la explosiva combinación de ambas.

El hecho sorprendente es que ni antes ni ahora se haya hecho ver que incluso el diseño inteligente requiere de altas dosis de azar. Umberto Eco señala la ingenuidad de la creencia contraria:
Pensemos en la idea más noble de diseño inteligente, esto es, la creación artística. Es Miguel Ángel quien nos dice en un célebre soneto que el artista, cuando se encuentra ante el bloque de mármol, no tiene desde el principio en la mente la estatua que saldrá de él, sino que avanza precisamente por tanteos, examinando la resistencia de la materia, buscando deshacerse del sobrante para que poco a poco salga la estatua de la ganga material que la aprisionaba. Pero que había una estatua, y que era precisamente el Moisés o un Esclavo, el artista sólo lo descubre al final de ese proceso hecho de tanteos continuos.

De modo que el diseño inteligente puede manifestarse también a través de una serie de aceptaciones y rechazos de lo que el azar ofrece.
Por lo tanto, aunque hemos llegado a este punto de la vida por un tanteo a ciegas, no se tendría por qué creer sólo por ello que no hay diseño en la naturaleza pues, por ejemplo, exáctamente igual trabajaba Miguel Ángel en sus esculturas que son precisamente el arquetipo del diseño.

Ahora bien, sigue quedando la duda de, como dice Eco, decidir si antes está el diseño, que elige y rechaza, o el azar, que, aceptando y rechazando, se manifiesta como la única forma de inteligencia, que sería como decir que es el azar que se hace Dios. Un asunto que él considera principalmente filosófico y que no resuelve ni el diseño inteligente ni sus primos metafísicos.

Podemos decir, sin embargo, que la distinción entre azar y Dios es banal pues ambos por definición son incognoscibles. Para nosotros lo desconocido es el azar, es decir, y citando a Poincare, el azar no es más que la medida de nuestra ignorancia (La Ciencia y la Hipótesis,Libro Primero. Cap. IV). Por eso el azar per se no puede implicar rechazar otro punto de vista, sea este omnisciente o extraterrestre. Lo contrario sería antropocentrismo. El azar es lisa y llanamente un límite al conocimiento humano, jamás puede pretender tener carácter ontológico.

Se puede concluir por tanto que dado el carácter intrínsecamente incognoscible del azar y que sea, por así decirlo, el artífice o autor de la naturaleza, no hay razones reales para adjudicárle (o quitarle) la autoría real de la misma a nadie, pues bien podría tener razón Anatole France cuando decía que:
El azar es el seudónimo de Dios cuando no quiere firmar.
Y en tal caso el frentismo religioso contra Darwin se mostraría, cuando menos, estúpido; pues una teoría científica que albergue en su seno el azar es precisamente el lugar en donde hoy en día la religión puede tener una vida más cómoda.

18 comentarios:

Pepe dijo...

El diseño inteligente se está comenzando a imponer, porque se está evidenciando que la información genética sustantiva precede a la evolución, esta solo es el despliegue de este complejísimo sofware previo caído del cielo para ser utilizado en el futuro. Esta semana otro golpe a las fantasías darwinistas:
http://www.pnas.org/content/early/2008/07/09/0801314105.abstract

Pepe dijo...

El diseño inteligente necesita altas dosis de azar, y flexibilidad.
No solo los católicos, que habían estado muy callados en estos temas, muchas personas simplemente no sectarias están prestando atención al diseño inteligente, proque el darwinismo es insostenible.

Freman dijo...

o tal vez sea la insistencia de algunos darwinianos en enfatizar el concepto de azar, de deambular ciego como algo totalmente contrario a una inteligencia, a algo con sentido

A ver si te entiendo... ¿estás diciendo que hay algún "sentido" en el trabajo "de la naturaleza"? ¿O sólo que es malo (tacticamente hablando) insistir en ello?

Héctor Meda dijo...

Hola pepe,

Antes que nada bienvenido a mi blog.

Ahora bien el post no trata de DI sí, DI no; sino que tiene un contenido más filosófico.

En cuanto a el diseño inteligente, si no me equivoco, es una teoría cuyos proponentes más o menos dicen que tal o cual organismo tiene una característica que no puede haber sido producto de la evolución, y que por lo tanto ha de ser el producto de un agente externo.
Eso a mi juicio no puede constituir una teoría científica pues ésta tiene que explicar no sólo por qué existe una determinada entidad sino también por qué no podría existir otra.

Por ejemplo, pensemos en el ratoncito Perez, esto es, un ratoncito con un supercerebro que además tiene un lucrativo negocio dental. Desde el DI no se puede explicar por qué no existe un ratoncito así, sin embargo, con el darwinismo a mano podemos decir que el ratoncito Perez no ha podido surgir en la naturaleza porque su fenotipo no encaja con las presiones selectivas que ha habido sobre los roedores.

Saludos

Héctor Meda dijo...

Hola Freman

También tú eres bienvenido en mi blog

Dices:
¿estás diciendo que hay algún "sentido" en el trabajo "de la naturaleza"? ¿O sólo que es malo (tacticamente hablando) insistir en ello?


Lo que digo es que 1)los religiosos que crean que un alma se introdujo en el ser humano (personalmente no lo creo), es decir que nosotros los humanos tenemos algo especial tienen en la teoria de las mutaciones una oportunidad de oro. De hecho Turing especulaba (de forma lúdica para quitarse de encima a los religiosos respecto a la inexistencia del alma en los robots) con esa posibilidad
Y también lo que digo es 2)que está claro (al menos para mi) que el deambular ciego de la naturaleza está determinado por las leyes de la termodinámica. Y desde un punto de vista religioso si se aceptaran cosmologías coma la de Smolin (y en general todas aquellas teorías del universo que recurran al principio antrópico fuerte) por el carácter ambigüo del azar, se podría seguir arguyendo como válida una posición deísta.

Saludos

Emilio Cervantes dijo...

Héctor,

El darwinismo juega (mal) en un doble terreno. Por un lado, como doctrina (materialista) se puede ver frente al creacionismo o frente a la religión.

Pero por otro lado, es la Ciencia empírica la que más puede molestar a los principios darwinistas (azar y selección natural no son los mejores elementos para explicar la evolución en pleno siglo XXI).

Cuando los genomas de tantas especies se están analizando en detalle se debería empezar a buscar otros elementos, a hacer otros planteamientos......

Te invito a dar una vuelta por el blog Biología y pensamiento,...

Héctor Meda dijo...

Hola Emilio,

Ya tenía localizado tu blog ;-) Cuando tenga tiempo le haré una lectura aún más pausada.

Respecto a lo que dices de que El darwinismo (...) se puede ver (...) frente a la religión
creo que, tal y como argumento en este post, es falso.

Saludos

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Dos comentarios:

1) Desde algunas instancias se postula un azar fuerte u ontológico cuya clave es que las distintas partes de la realidad no mantienen un vínculo estable susceptible de subsumirse en una ley general que explique sus relaciones en cada caso. Ahora bien, esta solución, además de ser contraintuitiva a la vista de la regularidad de causas y efectos, tiene el inconveniente de no explicar por qué motivo el devenir sucede de una manera y no de otra, siendo todas equiprobables desde la lógica abstracta.

2) La alternativa a esta hipótesis no admite un camino del medio, por lo que Dios, cuando crea, no puede improvisar como Miguel Ángel cuando esculpe. Debe actuar según un plan preconcebido hasta el último detalle desde el primer momento.

Leibniz tiene una solución muy interesante a la interpenetración entre causas eficientes y causas finales: la monadología. Ésta establece que todo en cualquier escala hasta el infinito es una representación particular de sí mismo y de lo demás, y que no hay una realidad "en sí", sino multitud de realidades seminales e inmateriales (mónadas) en las que está cifrado de distinto modo el plan del universo entero (armonía preestablecida). Cada elemento material, pues, contendría toda la información para llegar a ser cualquier cosa de las que han sido, son o serán, pero sólo alcanzaría las más próximas a su noción dentro del "continuum" de la materia (principio de razón suficiente).

No es, entonces, que se den fines exóticos o azarosos externos a la materia. Se concentran, en cambio, en puntos inextensos dentro de ella y en función de la misma, si bien atendiendo a un diseño que desborda la perspectiva empírico-materialista, dado que parte de un inicio metafísico absoluto -la realidad irreductible de la mónada- y concierne a la totalidad del mundo -cuyos márgenes no se divisan- en cada paso que efectúa.

Héctor Meda dijo...

Hola irichc,

Bienvenido.

Dices:
Desde algunas instancias se postula un azar fuerte u ontológico (...)

Insisto en que no se puede postular un azar ontológico eso es antropocentrismo. El azar es un límite a la cognoscibilidad humana más allá de ella, como decía Wittegenstein, solo vale el silencio. No se trata pues de que sea contraintuitivo sino que es un non sequitur afirmar que si no somos capaces de encontrar una ley a algo, ese algo no está regido por ninguna ley

Estoy de acuerdo con el punto 2), lo que quería decir con lo de Miguel Angel es que cualquier inteligencia no omnipotente está limitada a las leyes naturales, unas limitaciones materiales que no puede evitar incluso el DI. De hecho el DI nos hablaría de un Dios que tiene que rehacer constantemente su obra, que esta no se hace sola. De forma que si se postula un Dios, el DI no deja que tenga mucha elegancia en su proceder.
Por buscar una analogía musical que creo que entenderás: la naturaleza según DI es como una obra de Beethoven (románticamente espontánea, improvisadora), la naturaleza según Darwin (que apela a unas leyes termodinámicas y que por tanto es connatural al resto de las leyes del universo) es como una obra de Bach. Desde el primer compás al último todo tiene una precisión matemática y el punto de espontaneidad, de creatividad, de azar, no rompe el tono general de la obra.
Los católicos debieran preferir a Bach, ¿no?
Yo como Einstein quiero a un Dios que haga un universo elegante y autosuficiente, que no necesite parchearlo.

Respecto a Leibniz y su teoría leí su monadología hace tiempo y ya prácticamente no me acuerdo de nada. Sería interesante pensar si las mónadas no podrían tener un correlato (aunque sea abstracto) en un modelo matemático, por ejemplo, una máquina Turing ¿podrían ser las mónadas una máquina Turing? Si el universo es una gran computadora igual sí.
También se puede hacer interpretaciones topológicas, etcétera
El cómo juntar en una teoría el espacio-tiempo y la energía es el gran reto de la ciencia actual pero todavía quedaría juntar la realidad que obedece a unas leyes con las propias leyes, la información en una gran teoría; mañana recuérdame que te cuente qué se le ocurrio a un escritor de ciencia ficción, Greg Egan (que es ateo y que tiene una gran imaginación metafísica) en una novela, pero ahora no lo voy hacer porque son las dos y media pasadas de la noche y no estoy para pensamientos lúcidos; a ver si mañana dejo un comentario más sensato

Saludos

Freman dijo...

tienen en la teoria de las mutaciones una oportunidad de oro.

¿Por qué? ¿Qué tienen que ver las mutaciones con los vapores espiritualoides? Si me estás hablando de alguna forma de autoengaño, ten presente que hay infinitas formas de estar equivocado y sólo una de tener la razón.

está claro (al menos para mi) que el deambular ciego de la naturaleza está determinado por las leyes de la termodinámica

Ten presente que algunas de esas leyes requieren determinado marco para cumplirse. La del aumento de la entropía, en particular, se refiere a sistemas cerrados.

Freman dijo...

Respecto a Leibniz y su teoría leí su monadología hace tiempo y ya prácticamente no me acuerdo de nada.

No te has perdido nada que merezca la pena. Las mónadas fueron un intento vergonzante de contraatacar el monismo de Spinoza. Echale un vistazo a "The Courtier and the Heretic", de Matthew Stewart.

Héctor Meda dijo...

Hola Freman,

Ya imaginé que el punto 1 no hubiera quedado claro. Me expliqué muy mal. No me queda qué es lo que discutes en el punto 2.
A ver, Punto 1:
Lo que digo es que si la teoría de la evolución fuera tan cuantitava, tan predictiva, en definitiva si tuviera un instrumental analítico que hiciera mesurable cualquier cambio de la naturaleza en todo instante como, por ejemplo, la dinámica newtoniana no cabría ningún tipo de especulación metafísica del tipo aquí de repente ocurrió algo singular; pues la inexistencia o existencia de algo singular tendría que ser predicha por las ecuaciones, sin embargo, el darwinismo sí deja margen para que suceda algo inesperado y que ese algo inesperado se le pueda atribuir a Dios.
Me explico: Si una persona empuja una bola por la mesa y esta cae no puede decir que ha sido gracias a que Dios lo quería, porque todos asumimos que la bola ha hecho lo que tenía que hacer. Ahora bien, si esa persona compra un boleto de lotería y le toca el premio gordo, ella puede argüir con más razón que con la pelota que ha sido gracias a Dios, aunque todo entre dentro de lo factible.
Por eso digo que la teoría darwininiana (boletos) hace más fácil un discurso del tipo Dios lo quería que si ésta hubiera sido newtoniana (la pelota cae y punto).

Por cierto, odio el principio antrópico y Dawkins, por ejemplo, se extraña de que le guste a la gente religiosa; pero, tal y como he tratado de argumentarte, no es de extrañar ese hecho, ¿verdad?


Punto 2:
Cuando hablo de la Termodinámica me refiero a la autoorganización de las partículas y por tanto estoy hablando de las estructuras disipativas cuya existencia es la que produce sistemas complejos. Si el universo tuviera otras leyes termodinámicas, la materia lejos del equilibrio tendría otro comportamiento y no surgiría la vida; además la entropía del universo, que a la postre es el que permite el deambular ciego de la naturaleza está determinado por las condiciones iniciales del universo como recuerda Penrose.
Si la TOE finalmente asume como dadas ciertas leyes y constantes del universo (como parecen creer muchos científicos) o si estás aparecen espontáneamente por mutaciones de otros universos el deísmo sería inatacable.
Y eso se debería, insisto, en el papel doble que puede desempeñar el azar.

Repecto a Leibniz, no sé que decirte... de todas formas no creo que te guste el monismo neutral de Spinoza, ¿no?

Saludos

Héctor Meda dijo...

Freman supongo que te refieres a este libro:
http://www.casadellibro.com/libro-el-hereje-y-el-cortesano/2900001186089
¿no?

Cuando acabe con la pila de libros que me queda por leer lo pillaré.

Pepe dijo...

Hola Hector:

En cuanto a el diseño inteligente, si no me equivoco, es una teoría cuyos proponentes más o menos dicen que tal o cual organismo tiene una característica que no puede haber sido producto de la evolución, y que por lo tanto ha de ser el producto de un agente externo.

Estamos buenos. Para empezar la evolución es un hecho, la explicación darwinista de la evolución no debería confundirse con esta, eso es un mínimo para empezar a hablar.

La ciencia puede determinar dados los datos suficientes, si un objeto es producto de mecanismos azarosos o de un diseño inteligente, si no con total certeza, si cual es la hipótesis más parsimoniosa.

Como usted afirma el DI no es capaz de explicar la no existencia del ratón Perez, el darwinismo sí, o su existencia si llegara el caso, pero ¿cuantificar presiones selectivas?

Marzo dijo...

Antes que El hereje y el cortesano yo preferiría http://The Courtier and the Heretic, que saldrá más barato. Las primeras reseñas de lectores me han interesado mucho, especialmente esta.

A mí el Diseño Inteligente me parece mala ciencia (porque eleva la ignorancia a conclusión) y no mejor teología (porque la ignorancia en la que se cimienta puede no ser definitiva); pero de teología sé incluso mucho menos.

Héctor Meda dijo...

Marzo,

Estoy totalmente de acuerdo contigo.
Oye como redliberalista que eres me gustaría saber cuál es tu opinión de este post
http://hector1564.blogspot.com/2008/07/rothbard-examen.html
No pasa nada si no tienes tiempo...
Espero, en cualquir caso, que repitas visita ;-)

Pepe,

Dices:
la evolución es un hecho, la explicación darwinista de la evolución no debería confundirse con esta, eso es un mínimo para empezar a hablar

Vale, debería haber dicho producto del azar. Mea culpa.

pero ¿cuantificar presiones selectivas?

¿Por qué iba a aceptar ese criterio como mínimo necesario de una explicación científica?
En primer lugar, precisamente porque es incapaz de cuantificar presiones selectivas, se hace el darwinismo una teoría más cómoda para doctrinas antimaterialistas.

Respecto a la necesidad de cuantificación como obligatorio en una explicación científica eso conlleva dos premisas que has de demostrar como ciertas:

1) Premisa Metafísica: Toda realidad es computable y por tanto cuantificable. Estamos en el determinismo de Laplace.

2) Premisa Epistemológica: Todo instrumental analítico para que pueda describir un determinado sistema tiene que, dado un estado posible del mismo, predecir cuál será el siguiente.
Sin embargo, el auge de ciertas matemáticas cualitativas (topología, sistemas caóticos, teoría de las catástrofes, sistemas complejos, etcéctera) demuestra que sí se puede describir un sistema sin necesidad de poder computar cada cambio.

Saludos

Daniel Vicente Carrillo dijo...

No te has perdido nada que merezca la pena. Las mónadas fueron un intento vergonzante de contraatacar el monismo de Spinoza. Echale un vistazo a "The Courtier and the Heretic", de Matthew Stewart.

Eso no es cierto. En su adolescencia Leibniz escribe una tesis sobre el principio de individuación en el que ya aparece la palabra "mónada". Spinoza tampoco era el único enemigo de Leibniz, aunque sí el principal.

Desde que tuve noticia del libro que mencionas lo ignoré porque sospechaba que era un panfleto. Este fin de semana me he decidido a leerlo y he de reconocer que como obra de divulgación es meritoria y no está mal documentada. Otra cosa es que el sesgo spinoziano del autor, así como sus supuestas "refutaciones" de Leibniz, o las infundadas acusaciones de criptopanteísmo contra este filósofo, deban aceptarse sin cautelas como tú haces. Stewart desconoce el equipaje platónico de la metafísica leibniziana, lo que le conduce a cometer errores graves de interpretación que imagino no son intencionados (p.ej., en la noción de substancia o en la de esencias intelectuales).

Ahora bien, lo que es todo un despropósito es que en repetidas ocasiones se afirme por simples indicios que Leibniz buscaba la verdad de un modo meramente utilitario, sin convicción. Stewart también carga las tintas con la duplicidad cortesana de Leibniz al tiempo que presenta de un modo mucho más honorable la hipocresía de Spinoza, que lo llevó a contradecirse en varios de sus escritos y a engañar a algunos de sus amigos respecto a cuál era su verdadera fe. Desde el momento en que el autor del ensayo admite que en el siglo XVII filosofar era un oficio peligroso, está injustificado que sólo excuse a Spinoza de sus autoencubrimientos.

En fin, uno se lleva la impresión de que la filosofía de alguien que no salió de su taller de pulidor de lentes y todo lo basaba en un cuestionable y autista "método geométrico" (¡y que murió cuarenta años antes!) es mucho más acorde con la ciencia que la "imaginativa" metafísica de un genio en todas las disciplinas de su tiempo. Leibniz no es menos racionalista que Spinoza, pero sí tiene un contacto mucho mayor con la realidad de los avances del XVII a todos los niveles (cálculo, dinámica, biología, etc.), a los que él mismo contribuyó personalmente.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Veo que la reseña en inglés que habéis enlazado ya apunta a alguna de las críticas formuladas por mí, obvias por lo demás.