lunes, 28 de julio de 2008

Actúo, luego sufro

La escuela austriaca de economía está fundamentada en un controvertido axioma, llamado el axioma de la acción humana enunciado por primera vez por Mises. Una explicación del mismo la tenemos aquí y dice así:
El axioma de la acción humana (el ser humano actúa) es irrefutable, no puede discutirse sin contradecirse: cualquier intento de demostrar su falsedad es una acción humana que lo verifica. La teoría económica no surge de la observación empírica, sino de la reflexión racional del ser humano pensante y actor
El hecho de que el axioma no surga de la observación empírica ha sido blanco de numerosas críticas por su pretendido carácter de verdad absoluta y no falsable. Aunque nunca me han convencido esas críticas, por intentar derrumbar la veracidad de cualquier juicio sintético a priori, bien se podría buscar una nueva argumentación que pusiera de relieve el carácter empírico de la afirmación. Creo que si no se ha querido buscar este enfoque es porque esa afirmación está tan íntimamente ligada a nosotros y (creemos) a todos los seres vivos que se ha querido demostrar como autoevidente. Sin embargo, se puede mostrar que está lejos de ser una proposición lógica autoevidente para todo ser vivo, antes bien, sólo afecta a aquellos seres que tienen una determinada cognición, encontrándose así la veta empírica que buscábamos al axioma. Un artículo de Marian Stamp Dawkins citado en La conciencia explicada de Dennett lo aclara mejor:
Las gallinas criadas en libertad o en grandes corrales pasan mucho tiempo rascando el suelo, de modo que tuve la sospecha de que la falta de paja o arena en el suelo de las jaulas les podría causar algún sufrimiento. Sin dudarlo, cuando les ofrecí la oportunidad de escoger entre una jaula con el suelo de alambre y una con el suelo de paja y arena que les permite rascar, escogían la segunda jaula. De hecho, estaban dispuestas a entrar en una jaula diminuta (tan pequeña que apenas podían darse la vuelta) si así tenían acceso a un suelo de paja y arena. Incluso gallinas que siempre habían vivido en jaulas de alambre y que nunca habían tenido contacto con la paja y la arena escogían una jaula con suelo de paja y arena. Aunque estos resultados resultaban sugerentes, no había suficiente. Tenía que demostrar no sólo que las gallinas mostraban una preferencia por la paja, sino también que su preferencia era tan fuerte que nos permitiera afirmar que sufrían si se las privaba de ella.
Se ofreció entonces a las gallinas una elección ligeramente distinta. En esta ocasión tenían que escoger entre una jaula con suelo de alambre que contenía comida y agua y una jaula con suelo de paja y arena sin alimento ni agua. (...) El resultado fue que pasaban mucho más tiempo en la jaula con suelo de paja y arena y mucho menos en la jaula con suelo de alambre, aunque éste era el único lugar donde podían comer y beber. A continuación se introdujo una nueva complicación. Las gallinas tenían que trabajar para pasar de una jaula a otra. Tenían que saltar por un corredor o empujar una cortina de plástico negro. Ahora, pasar de una jaula a otra tenía un coste. (...) Las gallinas seguían pasando el mismo tiempo en la jaula con suelo de alambre y con comida que antes cuando no había ninguna dificultad para acceder a ella. Sin embargo, apenas accedían a la jaula con suelo de paja y arena. Simplemente no parecían estar preparadas para trabajar o para pagar un coste a fin de poder entrar en la jaula. (...) Al contrario de lo que yo esperaba, las gallinas parecían estar diciendo que, en realidad, la paja y la arena no les importaban.[En conclusión]el sufrimiento por parte de una mente se muestra en animales que poseen una mente lo bastante racional como para hacer algo en cuanto a las condiciones que le hagan sufrir (...)[y]es también probable que los organismos sin la capacidad de hacer nada para apartarse de una fuente de peligro nunca desarrollarían la capacidad de sufrir. No habría ningún sentido evolutivo en un árbol que, mientras le van cortando las ramas, tuviese la capacidad de sufrir en silencio
Con lo que se llega a dos conclusiones:
1) Que podemos seguir escribiendo con una navaja mensajes románticos en la corteza de los árboles sin riesgo de generar sufrimiento alguno a ningún ser vivo y 2) que es el mecanismo cognitivo del ser humano el que está desarrollado de tal forma que cuando siente algún tipo de sufrimiento busca los medios y por lo tanto actúa, para acabar con él. Luego decir que el ser humano actúa es claramente una afirmación tanto validable empíricamente, es decir, falsable (cambiése la gallina por un ser humano o, incluso otros animales, y se comprobará si el principio no se cumple) como consiliente con las ciencias cognitivas actuales

4 comentarios:

indecible dijo...

Quien afirme que un animal dotado de sistema nervioso asimilable al humano (un mamífero) no sufre, no está utilizando un argumento, sino una argucia sofística: una engañifa.

Cualquiera que haya tenido un perro o un gato sabe que, si alguna vez por descuido le ha pisado una pata, el animal ha emitido un agudo chillido.

Es posible que los animales muy simples, como insectos, crustáceos, moluscos e invertebrados en general, no experimenten una sensación álgida comparable a la humana. Es posible, yo no lo sé con seguridad pero es posible. Sin embargo, con respecto a los mamíferos hacer una afirmación semejante resulta tan cínico como mendaz.

Los humanos tenemos una responsabilidad derivada de nuestro propio coeficiente de encefalización, que nos ha permitido el acceso a la ética, y esa responsabilidad incluye la evitación del dolor. Admitamos que hay que matar para vivir (para comer, para defendernos de las acciones de animales perniciosos). Pero no causemos dolor innecesario, dolor evitable, y menos aún por diversión o frivolidad como pelotería, lidia, sanfermines, etc.

indecible dijo...

Por error de tecleo escribí pelotería, cuando obviamente quería decir "peletería".


Saludos.

indecible dijo...

También puede que haya sido más correcto escribir "sanfermines" con mayúscula, pero es que me refería, en general, a todas las festividades (que por desgracia perduran) en que parte de la diversión consiste (o al menos se acepta y asume) en hacer sufrir a un animal.

Héctor Meda dijo...

Hola Indecible,

Nadie ha negado la capacidad sintiente de ningún ser vivo. Eso lo demuestra la existencia de sistemas nerviosos. Simplemente se especula (y se da prueba de ello) que la dimensión sicológica del sufrimiento es mayor cuanto mayor sea la cognición.
Según tu razonamiento las estrellas de mar tienen angustias existencialistas pues los seres humanos las tienen y al fin y al cabo ambos seres vivos tenemos nervios, ¿no? Absurdo
No se trata de reaccionar ante un estímulo doloroso sino de ver cómo reaccionan y cuáles son los costes que se asumen para evitarlos.
Eso no significa aplaudir el toreo o cualquier otra forma de tortura animal es simplemente poner las cosas en su sitio y dejar claro que la dimensión sensorial del sufrimiento varía (no es lo mismo pegar a un mosquito que a un bebé) y para demostrarlo no se necesitan algiómetros. Al experimento de M S Dawkins me remito.