miércoles, 30 de enero de 2013

¿Por qué hay algo y no más bien nada?

Decía Leonard Peikoff que : "El concepto de 'causa' es inaplicable al Universo; Por definición, no hay nada fuera de la totalidad que actúe como su causa. El Universo simplemente es ; es un primario irreducible"

Yo tengo para mi (constructivismo radical) que el concepto de "causa" y todos los otros conceptos originados a causa de su uso, no son más que herramientas (cognitivas) cuya razón (evolutiva) de ser es, redoble de tambores, su mera utilidad adaptativa...a nivel macro, donde nos jugamos la supervivencia. En ese sentido, apostar que lo de "causas" y demás palabrería sea útil a nivel ontológico, es tan probable como que a un pez fuera del agua le basten las branquias para no quedar asfixiado.

martes, 22 de enero de 2013

De la utilidad (marginal) de la filosofía

Mucho se ha estado estos días discutiendo sobre el obligatorio temario de la deficiente educación preuniversitaria habida por estos lares. Como cada vez que se proponen reformas la supervivencia de la filosofía termina por pender de un hilo, no han faltado en consecuencia profesores filósofos maestros que han hecho apologías de la materia que imparten bastante, cuando menos, sonrojantes, en tanto que han ponderado su valor en torno a infinito y más allá, vamos, que sin filosofía no existiría la democracia, la ciencia, la ética, ni los reyes magos. Bien. Vaya por delante que gusto de la filosofía, a la prueba está visto este blog, pero todas estas proclamas, me temo, pecan de un mismo fallo, éste es, un análisis abstracto del valor de su objeto de estudio del tipo qué vale más, la filosofía o la economía, y no más bien, más modestamente, más en concreto, con un contexto, la evaluación de su utilidad marginal, quiero decir, y además es problema famoso de la filosofía primero, de la economía después; hablo de la paradoja del valor, aquella que registra cómo valiendo más a priori la comida y el agua que los diamantes (sin aquella no podríamos vivir, no es el caso de éstos), sin embargo, por qué razon, se nos pregunta, el precio de los diamantes es mayor que el de la comida y el agua. Esto siempre se ha conocido como la paradoja del valor, como digo, hasta que se descubrió el concepto de utilidad marginal, esto es, no tiene mayor precio el diamante porque tenga más valor que el agua sino porque en el margen lo valoramos más, es decir, cuando no tenemos ni agua ni diamantes, el valor que le asignamos al agua es infinito mientras que los diamantes nada nos valen, no obstante, una vez que tengamos un vaso de agua y un diamante, el segundo vaso de agua (satisfecha ya la sed) nos parece que tiene (casi) valor marginal cero mientras que no le haremos ascos nunca a un segundo  cuarto quincuagésimo diamante.

No es que la filosofía y el humanismo no valga nada, por volver al principio, pero si tengo que elegir que mi conciudadano y posible votante sepa 1)qué quiere significar el concepto de, pej, Idea de Platón o bien, 2)por qué la banca pública es una muy muy pero muy muy mala idea, pues bien, prefiero un millón de veces, qué digo un millón, un millón de millones de veces que tenga claro antes mi querido conciudadano lo segundo, lo de la banca; que lo primero, lo de Platón. 

Consecuentemente, adquirir a Platón (como los diamantes) tiene que suponer un mayor coste, porque tiene mayor precio, que adquirir unas nociones básicas de economía o matemáticas o historia; y que luego ya, fuera del cole, o allí mismo, pero sin ansiedades histéricas ni maratoniadas demotivizantes, podrá descubrir, ¡y qué descubrimiento!, a Platón, a Wittgenstein o a Quine, por qué no, es más, en la medida que no sea un indigente intelectual, alguien con las mínimas necesidades culturales cubiertas; tendrá que hacerlo.

jueves, 3 de enero de 2013

La consciencia (des)centralizada

De todas maneras, el principio básico de la división que utilizó Descartes ya no parece tan admisible como lo era en su época. Ya no es útil ni exacto definir la materia común como aquello que tiene extensión en el espacio. Los electrones, por ejemplo, son trocitos de materia, pero las mejores teorías actuales los describen como partículas puntuales sin ningún tipo de extensión (inclusive carecen de una determinada posición espacial). Y, de acuerdo con la teoría de gravitación de Einstein, un astro completo se puede encontrar en esta misma situación si se ve sometido a un colapso gravitacional total. Si verdaderamente existe una división entre la mente y el cuerpo, parece que Descartes no pudo localizar la línea divisoria
[Materia y conciencia, Paul M. Churchland]

"La exigencia de unos átomos de sentimiento -escribió James- me parece una elucubración, una metáfora ilegítima. Racionalmente, vemos qué tipo de perplejidades acarrea, y, empíricamente, ningún hecho lo sugiere, pues el verdadero contenido de nuestras mentes son siempre representación de algún tipo de conjunto".

"Conjunto" es la palabra clave aquí. Como escribiera Whitman treinta años antes: "No haré poemas con referencias a las partes / Sino que haré poemas con referencias al conjunto". Cuando James realizó una introspección más profunda, se dio cuenta de que la poesía de Whitman revelaba una verdad esencial; a saber, que nuestros sentimientos surgen de las interacciones entre el cerebro y el cuerpo, no de un solo lugar en uno de ellos. (...) Por ejemplo, si nos encontramos con un oso en medio del bosque, "¿qué clase de emoción, de miedo, nos quedaría [después de ver al oso] si no estuviera presente la sensación del corazón que late aceleradamente, de la respiración entrecortada, de los labios temblorosos, de las extremidades debilitadas, de la piel de gallina o de los movimientos de las vísceras?". La respuesta de James no puede ser más sencilla: sin el cuerpo no hay miedo, pues la emoción comienza en tanto que percepción de un cambio corporal. Cuando se trata del drama de los sentimientos, nuestra carne es el escenario.

(...) Así como el miedo no puede abstraerse de sus manifestaciones carnales, tampoco puede separarse de la mente, que dota significado a la carne del cuerpo. En consecuencia, la ciencia no puede definir el sentimieno sin tener también en cuenta la conciencia, eso sobre lo que versa el sentimiento. "Que a esta visión no se la llame materialista", advierte James a sus lectores.

[Proust y la neurociencia, Jonah Lehrer] 

Cuando reconocemos el papel crucial del entorno a la hora de constreñir la evolución, vemos que la cognición extendida es un proceso cognitivo central, no una añadidura.

Una analogía puede resultar útil. La extraordinaria eficacia del pez como ingenio nadador depende en parte, según parece, de una capacidad evolutiva para acoplar su conducta natatoria a las reservas de energía cinética externa que hay en los giros, remolinos y vórtices de su entorno acuático (...). Entre los vórtices se incluyen tanto los que ocurren naturalmente (cuando el agua rompe contra una roca) como los que son autoinducidos (por el oportuno movimiento de la cola). El pez nada al incorporar procesos externos como estos al núcleo de sus rutinas locomotrices. Conjuntamente, el pez y los vórtices de su entorno constituyen una máquina natatoria unificada y muy eficiente.

Considérese ahora un aspecto fiable del entorno humano, el mar de palabras. El entorno lingüístico nos rodea desde la cuna. En esas condiciones, el plástico cerebro humano seguramente acabará tratando esas estructuras como un recurso fiable que contribuye a moldear rutinas cognitivas internas. Mientras que el pez mueve la cola para crear los remolinos y vórtices de los que se aprovecha a continuación, nosotros intervenimos en múltiples medios lingüísticos, creando estructuras y cambios en el entorno cuya presencia fiable guía procesos internos ya en marcha. Así, las palabras y los símbolos externos tienen una importancia crucial entre los vórtices cognitivos que ayudan a crear el pensamiento humano.

[La mente extendida, Andy Clark & David Chalmers]

La identidad centraliza: insiste en una esencia, un punto. Cuanto más poderosa es la identidad más aprisiona, más se resiste a la expansión, a la interpretación, la renovación y la contradicción. La identidad se convierte en algo así como un faro: fijo, excesivamente determinado, sólo puede cambiar su posición o la pauta que emite a costa de desestabilizar la navegación (...).
[La ciudad genérica, Rem Koolhaas]

Estudiar la vía de Buda es estudiar tu propio yo. Estudiar tu propio yo es olvidar tu propio yo. Olvidar tu propio yo es permitir que el mundo objetivo prevalezca en ti.
[Comentario atribuido a Dogen, maestro zen del siglo XIII]