jueves, 25 de marzo de 2010

Perdidos en cuándo estoicismo

15. Conozco tus hechos, que no eres ni frío ni caliente. Quisiera que fueras frío o, si no, caliente. 16 Así, por cuanto eres tibio, y ni caliente ni frío, voy a vomitarte de mi boca. 1

Revelación 3:1-22

En el penúltimo capítulo de Perdidos que vi el otro día, se nos presentó a un inválido Locke deambulando de un trabajo a otro en busca de uno que lo realizase como persona aunque, o precisamente porque, no fuera apto para una indiscapacidad como la suya a la que se mostraba tercamente ciego. Mediado el capítulo, su asistente laboral le conminaría a que aceptase su triste minusvalía poniéndose ella misma, ya que estaba en tratamiento de quimioterapia, como ejemplo de lo beneficioso que a la larga resultaba siempre tal proceder de honestidad con uno mismo.

En casa, su pareja interpretará la misma escena. Le dirá, al verle teclear el teléfono de un neurocirujano, que debe aceptar su invalidez justo como ella ya lo ha aceptado y que debe seguir para adelante junto con ella ya que justo prometidos. Y será así como terminará el capítulo: con un Locke comenzando a interpretar estoicamente su situación vital y supongo que por ello, empezando a desechar las que hasta ahora siempre habían sido, para la lucha del día al día, sus armas de guerra, a saber: la esperanza y la fe.

No tengo claro, sin embargo, que esa enésima apología del estoicismo me persuada más allá de admirar su abstracta arquitectura teórica. Quiero decir, sin duda el dolor es despilfarrador, monopoliza agotándolas, nuestras emociones y sensaciones, nuestras percpeciones y reflexiones, en total, nos derrocha la vida y consecuentemente su exilio será invariablemente una ganancia impagable para cualquier persona que quiera hacer de su existencia algo más habitable. Eso nadie lo duda pero el cómo conseguir tamaño logro sí que despierta aún controversias. Se ha dicho en este sentido, al punto de ser lugar común, que sólo si es realizado con estoicismo un futuro curso de acción será a no dudar más sensato, menos imprudente, más ahorrador, menos sufrido y, en buena lógica, habría entonces que minimizar el contacto con aquellas emociones que acaban sistemáticamente convocando más dolor, a saber: la esperanza y la fe.

No obstante, sospecho que no resulta la vida tan sencilla como estoicos (o budistas) proponen dado que el destino no necesariamente escribe con caracteres indelebles nuestra biografía -como cuando la muerte- antes bien, es usual la ambigüedad inherente a una situación dada como incluso vemos en el caso de Locke donde su invalidez no tendría por qué ser definitiva -tal y como le advierte el médico (Shepard) al que se disponía a llamar- o siéndola, no habría de ser lapidaria -tal y como cree el propio Locke al buscar trabajos como si no estuviera inválido-. De hecho, casi siempre tenemos posibilidades para revertir una pérdida, casi siempre oportunidades para desagraviar una derrota, para cultivar una ilusión, engendrar esperanza, rehacer una vida. Y en tal caso, no actuar, no querer actuar, manifiesta una peligrosa tendencia al derrotismo, a la inanidad, a la muerte en vida.

Definitivamente para mi, la línea que separa el estoicismo de la desmoralización, de la docilidad existencial, es demasiado fina como para atreverme a tontear con ella, demasiado sútil como para saber librarme de ella, por lo que juzgo, y cristalizando tal vez lo que vengo queriendo anotar, que la filosofía de romanos como Séneca o Marco Aurelio, me temo, constituiría más bien un bonito modus vivendi de indudable elegancia sobre el papel pero de incierta cuando no peligrosa ejecución fuera de Él.

martes, 23 de marzo de 2010

Releyendo al Maestro

Bioy Casares, a-mi-go del divino Borges, en el prólogo del libro Antología de la literatura fantástica:
Borges ha creado un nuevo género literario, que participa del ensayo y de la ficción; son ejercicios de inteligencia y de imaginación feliz, carentes de languideces, de todo elemento humano, patético o sentimental, y destinados a lectores intelectuales, estudiosos de filosofía, casi especialistas en literatura
Borges en El Aleph
La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita. Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad; alguna vez, lo sé, mi vana devoción la había exasperado; muerta, yo podía consagrarme a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación.
Borges en Emma Zunz
Emma dejó caer el papel. Su primera impresión fue de malestar en el vientre y en las rodillas; luego de ciega culpa, de irrealidad, de frío, de temor; luego, quiso ya estar en el día siguiente. Acto contínuo comprendió que esa voluntad era inútil porque la muerte de su padre era lo único que había sucedido en el mundo, y seguiría sucediendo sin fin.
Borges en El Sur
Salieron, y si en Dahlmann no había esperanza, tampoco había temor. Sintió, al atravesar el umbral, que morir en una pelea a cuchillo, a cielo abierto y acometiendo, hubiera sido una liberación para él, una felicidad y una fiesta, en la primera noche del sanatorio, cuando le clavaron la aguja. Sintió que si él, entonces, hubiera podido elegir o soñar su muerte, ésta es la muerte que hubiera elegido o soñado.
Dahlmann empuña con firmeza el cuchillo, que acaso no sabrá manejar, y sale a la llanura.
Borges en La Biblioteca de Babel
No me parece ínverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total (3); ruego a los dioses ignorados que un hombre—¡uno solo, aunque sea, hace miles de años!—lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.
Borges en El Zahir
Por lo demás, Teodelina Villar se preocupaba menos de la belleza que de la perfección. Los hebreos y los chinos codificaron todas las circunstancias humanas; en la Mishnah se lee que, iniciando el crepúsculo del sábado, un sastre no debe salir a la calle con una aguja; en el Libro de los Ritos que un huésped, al recibir la primera copa, debe tomar aire grave y al recibir la segunda, un aire respetuoso y feliz. Análogo, pero más minucioso, era el rigor que se exigía Teodelina Villar. Buscaba, como el adepto de Confucio o el talmudista, la irreprochable corrección de cada acto, pero su empeño era más admirable y más duro, porque las normas de su credo no eran eternas, sino que se plegaban a los azares de París o de Hollywood. (...) el seis de junio, Teodelina Villar cometió el solecismo de morir en pleno Barrio Sur. ¿Confesaré que, movido por la más sincera de las pasiones argentinas, el esnobismo, yo estaba enamorado de ella y que su muerte me afectó hasta las lágrimas? Quizá ya lo haya sospechado el lector.
Borges en Delia Elena San Marco
Nos despedimos en una de las esquinas del Once. Desde la otra vereda volví a mirar; usted se había dado vuelta y me dijo adiós con la mano. Un río de vehículos y de gente corría entre nosotros; eran las cinco de una tarde cualquiera; cómo iba yo a saber que aquel río era el triste Aqueronte, el insuperable. Ya no nos vimos y un año después usted había muerto.(...)Decirse adiós es negar la separación, es decir: Hoy jugamos a separarnos pero nos veremos mañana. Los hombres inventaron el adiós porque se saben de algún modo inmortales, aunque se juzguen contingentes y efímeros. Delia: alguna vez anudaremos ¿junto a qué río? este diálogo incierto y nos preguntaremos si alguna vez, en una ciudad que se perdía en una llanura, fuimos Borges y Delia
Borges en El inmortal
Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal
Borges en El Hacedor
Yo, que tantos hombre he sido, no he sido nunca
aquel en cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach.

jueves, 18 de marzo de 2010

Esquizofrenia cultural

Resolución de 15 de febrero de 2010, de la Dirección General del Libro y del Patrimonio Bibliográfico y Documental, por la que se efectúa convocatoria pública para la concesión de subvenciones a los municipios y entidades locales de ámbito inferior al municipio de Andalucía para la mejora de las Bibliotecas Públicas de titularidad municipal

Leído aquí

En este momento, 96 personas se encuentran en la cárcel por delitos de piratería y más de 550 han pasado ya por las prisiones españolas. Uno de los casos más llamativos es el de un nigeriano de 29 años que fue condenado a una multa de más de 20.000 euros y a ocho años de cárcel por la suma de las condenas al haber sido detenido hasta en diez ocasiones, pero no es el único ejemplo.
(...) la condena mínima por homicidio es de diez años y por violación, varía entre los seis y los doce años.

Leido aquí

miércoles, 17 de marzo de 2010

Diálogo dominguero sobre las jerarquías entre deportistas

(Escenario: Un domingo a la tarde en una terraza. Dos amigos: Horacio y Martin.)

Martin: (Está leyendo el periódico y de repente levanta la vista asombrado): ¡Increíble, tío! Raikonnen deja la fórmula uno. ¡Qué pena! De todas formas este año estará de lo más interesante: el Hamilton, el Button, el payaso éste de Asturias y el mejor piloto de toda la historia

Horacio: Y no te olvides de Schumacher

Martin: Lo acabo de nombrar

Horacio: Hombre, entendí que al hacer referencia el mejor piloto de toda la historia querías mentar a Alonso

Martin: ¿Estamos bobos o qué? El mejor piloto de la fórmula uno es Schumacher. No es algo discutible. Los datos están ahí y el palmarés de Schumi no tiene parangón

Horacio: Una cuestión: ¿se podría decidir quién es el mejor jugador de futbol de la historia sin haber visto jamás un partido de futbol?

Martin: Eh... Creo que te veo venir pero, en fin, venga, diré que no.

Horacio: Convengamos en que sería un juicio carente de todo realismo

Martin: (suspirando) Síiiii...

Horacio: Entonces, no logro explicarme por qué tanta gente, tú sin ir más lejos, juzga a Schumacher el mejor piloto de F1 de la historia justo EN BASE a parámetros, como el palmarés, para cuya consulta curiosamente no hace falta haber visto jamás una carrera de la fórmula uno.

Martin: Pero, a ver, si no nos basamos en datos objetivos, como el número de títulos, entonces uno puede decir lo que le de la santa gana. TÚ sin ir más lejos. Por ejemplo, si queremos dar el Balón de Oro a un futbolista, ¿en qué nos basamos para hacer el juicio? ¿Miraremos hacia dónde sopla el viento o nos fijaremos en parámetros objetivos que den rigor al juicio?

Horacio: Efectivamente, cuando se determina quién es el mejor jugador del año; entonces es moneda común comprar la conclusión con el argumento de que ha sido aquel que ha ganado tal título, ha metido potosí de goles o ha asistido taitantas veces, en definitiva, es común realizar el juicio amparándose en parámetros de valor no fiduciario pero para cuya consulta, una vez más, no hace falta haber visto jamás al jugador en acción. Obviamente tales juicios no son más que convenciones para salir del apuro.

Martin: ¿Convenciones? Entonces, ¿qué hacemos? ¿Dejamos que sólo una élite hiperexperta decida quién es el mejor jugador del mundo y los demás que callen porque no saben?

Horacio: Si queremos dar pátina de rigor a un premio habrá que hacer parecer como objetivo un juicio pero lo que yo trato de transmitirte es que, en el fondo, dicho juicio no es razonable, o sea, que no tengo que aceptarlo como premisa ineludible en cualquier discurso racional.

Martin: Te estás haciendo la picha un lío, colega. El problema es que no ves que la definición de "mejor" es ambigua y que lo que precisamente hacemos al basarla en datos objetivos es dar una definición manejable y no jodidamente etérea del concepto.

Horacio: Te equivocas pero porque confundes la naturaleza epistemológica del lenguaje

Martin: ¡Acabáramos! Eres como un pervertido ¡ves metafísica en todos partes!

Horacio: Te explico

Martin: ¡¿Cómo no?!

Horacio: Respondiendo a tu pregunta diré que podemos determinar sin hacer uso de verborrea alguna que Messi es "mejor" jugador que Fulanito pero porque nuestra aprehensión de los conceptos, en este caso "mejor", no necesita de definiciones exactas dado que no se producen por una suerte de consulta a un diccionario extra-mental sino por un uso socializado que da lugar a ciertas prácticas lingüísticas comunes que son las que verdaderamente acotan el alcance semántico de una palabra, la cuál, por su propia forma de haber sido y seguir siendo significada, nunca tendrá una definición clara, precisa, perfectamente acotada. Bueno, salvo en un laboratorio y realmente ni allí.

Martin: Dicho así, yo puedo sentenciar místicamente que Schumacher es el más grande o que Messi no sólo es mejor que Fulanito sino que Cristiano Ronaldo.

Horacio: Es que justo esa falta de nitidez de la que te acabo de hablar da lugar a que existan hechos cuya etiquetación no será nunca definitiva, imponible. Así, si cogemos a Messi y a Cristiano Ronaldo, efectivamente, tal vez nos veamos obligados a barajar ciertos parámetros con el objetivo de lograr articular un común juego de argumentaciones que haga germinar un juicio razonable a la par que asumible por cualquier contendiente. Es decir, sabemos que "ser mejor" NO es "ganar tal o cual, meter esto o lo otro" pero RE-DU-CI-EN-DO a ESO el concepto "ser mejor" tal vez logremos un acuerdo, una traducción que nos convenga a ambos. Es como cuando decimos que "arrivederci" no significa exactamente "adios" pero en un contexto determinado sí que puede valernos esa reducción connotativa. Siempre se dice que traducir es traicionar, ¿no?.

Martin: Pero si queremos que una palabra signifique algo común, necesariamente necesitaremos de dichos parámetros objetivos. Si no, la palabra significará lo que cada uno quiera.

Horacio: Ya te he dicho que no es verdad, que no hace falta el recurso a un diccionario común para el uso eficaz de una palabra. El uso bastará y si estamos en un caso límite, entonces puede que no haya acuerdo pero es que éste no se tiene por qué dar, es decir, no hay ninguna razón por la que deba existir, ni ninguna razón por la que se deba conducir dicho acuerdo por un cauce u otro. Al fin y al cabo hablamos de traducciones de una palabra significada por el uso a una palabra significada por un diccionario en cuyas definiciones sólo se haga referencia a datos, datos que también significados por el uso. Umberto Eco tiene un libro cuya tésis es que la traducción es un proceso de NE-GO-CIA-CI-ÓN. Si el acuerdo es necesario entonces haciendo uso de datos empíricos como títulos o goles, podría lograrse un minimax de insatisfacción con este modus operandi.

Martin: ¿Y cuál es el problema de buscar esa negociación? Quiero decir, si el que Alonso no sea el mejor piloto de la historia no es negociable entonces apaga y vámonos. La cuestión es que si quieres abrir tu mente, tienes que estar abierto a claudicar con unos datos en la mano.

Horacio: Pero es que si acepto la claudicación de los datos, se dará entonces el caso curioso de que cuando queramos definir con criterios objetivos lo que significa ser el mejor jugador del mundo, necesitaremos, a no dudar, de parámetros que hagan innecesario el juicio realista, o sea, necesitamos que unos parámetros nos permitan evaluar al jugador sin necesidad de verlo en acción o, dicho de otro modo, que necesitaremos parámetros que nos permitan evaluarlo a ciegas.

Martin: Así funciona el lenguaje. Si traduzco al castellano, por seguir tu cochambrosa analogía, la obra Guerra y Paz, entonces lo que se propone es que podamos entender la obra sin necesidad de leerla en ruso. Quedaremos ciegos a esa obra en ruso. No veo el problema

Horacio: Parece que no lo acabas de entender, yo no demerito ninguna traducción sino hago ver cómo ésta es una copia útil de, pero ciega a, lo traducido. Ten en cuenta que siempre podremos decir, nosotros que lo vivimos, que el Messi futbolista de finales de la primera década del milenio fue algo más que "X" goles, "Y" pases, "Z" robos, algo más que un mero formulario de estadísticas eficientemente rellenado, porque fue algo más emocionante, bello y vibrante. Que esa emoción, belleza y vibración no sea reducible exclusivamente a goles, títulos o pases; no hace los hace menos ingredientes de lo que llega a cocinar un crack cuando sabe jugar al futbol.

Martin: Pero, ¿a dónde quieres llegar?

Horacio: Me conformo con que admitas, por lo menos, que hay muchas variables, no traducidas en el recuento de títulos de Schumacher como el tener una escudería a su servicio o rivales inútiles, que hacen cuestionable que basten dichas variables para establecer con tanta alegría una jerarquía entre pilotos de fórmula uno.

Martin: O sea que Alonso es el más grande y punto. Me parece que después de todo lo que pasa es que estás enamorado de ese rancio

Horacio: (Riéndose) Un poco sí la verdad, ¿celos?

Martin: No gracias, estoy bien servido.

(Se cierra el telón mientras Horacio y Martin apuran sus cervezas entre risas)

lunes, 15 de marzo de 2010

La Symploké de Platón

(...)Pero lo principal a señalar, desde el materialismo filosófico, es esto, a saber, que la tesis de la recurrencia infinita de la materia en devenir no implica, en absoluto, una regresión infinita causal, sencillamente porque eso sólo puede admitirse desde el Monismo del Orden donde "todo está conectado con todo". Este monismo holístico hace inviable la causalidad porque para explicar el más mínimo proceso causal habría que apelar a la totalidad de los entes existentes y existidos en el Universo, lo que haría inviable el conocimiento, como ya advirtió Platón en El Sofista.

En cambio, el Principio de Symploké platónico, que demuestra las contradicciones de las Ontologías monistas del orden, nos lleva a considerar al principio de causalidad como moviéndose siempre en contextos constitutivamente finitos (llamados armaduras), porque unos procesos causales se desconectan de otros, o porque están desconectados, por principio, de otras entidades o procesos del Universo.

Leído aquí

(...)Recuérdese que, según Newton y Einstein, cualquier objeto ejerce una influencia gravitatoria sobre cualquier otro, y esto conduce inmediatamente a una lucha gravitatoria compleja y matemáticamente intratable entre la Tierra, el Sol, la Luna, los otros planetas, y, en principio, todo el resto de cuerpos celestes. Como nos podemos imaginar, es imposible tener en cuenta todas estas influencias y determinar el movimiento exacto de la Tierra. De hecho, aunque sólo hubiera tres participantes celestes, las ecuaciones son tan complicadas que nadie ha sido capaz de resolverlas completamente.

Sin embargo, sí que podemos predecir el movimiento de la Tierra a través del sistema solar con gran exactitud haciendo uso de un planteamiento de la teoría de las perturbaciones. La enorme masa del Sol, en comparación con la de cualquier otro miembro de nuestro sistema solar, y su proximidad a la Tierra, en comparación con la distancia a cualquier otra estrella, hace que ésta sea, con diferencia, la influencia dominante sobre la Tierra. Por ello, podemos conseguir una estimación aproximada teniendo en cuenta sólo la influencia gravitatoria del Sol. En muchos casos esta aproximación se adecua perfectamente a los objetivos.
(...)
[Nota 3]Cuando hablamos en este capítulo de respuestas "exactas", tales como el movimiento "exacto" de la Tierra, lo que esto significa realmente es la predicción exacta de alguna cantidad física dentro de cierto marco teórico previamente elegido. Hasta que no tengamos verdaderamente la teoría final -quiza la tengamos ahora, quizá no la tengamos jamás- todas nuestas teorías serán en sí mismas aproximaciones a la realidad. Pero este concepto de aproximación no tiene nada que ver con lo que discutamos en este capítulo. Aquí lo que nos preocupa es el hecho de que, dentro de una teoría determinada, a menudo es difícil, si no imposible, obtener las predicciones exactas que hace la teoría. En vez de esto, hemos de obtener esas predicciones utilizando métodos de aproximación basado en un planteamiento de pertubaciones.

Leido aquí

jueves, 11 de marzo de 2010

Euskadi is different

Me encanta el tren. En una entrevista, el insigne Umberto Eco dijo que en ese medio de transporte era el único lugar donde aún podía pensar. Me pasa lo mismo. También es de los pocos lugares donde uno puede leer. Bueno, a veces. O donde ejercer la criptozoología, y con esto me refiero a observar a seres peculiares, únicos, casi todos de la especie sapiens pero con su intransferible idiosincrasia como el borracho que cuenta batallas de la mili. Lo he oído. O el vagabundo vestido de mujer que parece sufrir el síndrome de Diógenes a la vista de lo que lleva en el carrito de supermercado que carga siempre encima. Lo he visto. O el gitano que monta un numerito al supervisor porque no va a pagar un billete (apenas cuesta un euro) que no tiene pero porque, ¡cuidado!, recién lo ha perdido y que a ver esa chulería y esas acusaciones que delante está la churri y uno tiene un honor y una imagen. Lo he vivido.

De esta galería de especímenes recuerdo con cariño a una gallega -por su acento-, treintañera -por su aspecto-, viajando con su familia -por su cercanía-, en el mismo tren que yo -por lo visto-. Recuerdo que había comenzado el viaje imagino que convencida de que estaba en un lugar especial, singular, diferente ya que a falta de cámaras que inmortalizasen el momento, se dedicaba a abrir los ojos con una intensidad apenas parpadeada, como memorizando cada instante mientras emitía algún tipo de comentario elogioso o exclamaciones a secas al ver los caseríos o los montes, las ovejas o los bosques típicamente vascos.

En un momento dado, acabada la embriagadora novedad y saturada del verdor de los prados, recapacita para sufrir de repente una relevación que, con generosidad impagable, llegaría a compartir con el resto (hay que leerlo con acento gallego): "¡Carallo! ¡Mirad qué verdes los campos! ¡Cómo que esto no es España! ¡Si es idéntico a Galicia".

¡Sí, señor! Un comentario tan surrealista -creo que uno de los más inverosímiles que he dado en oír en mi vida- sólo puede ser real. Este es un ámbito en donde siempre pierde la ficción. Tal vez la muchacha esperase que la hierba fuera gris porque sólo entonces tendría sentido luchar por conseguir una frontera para cercar nuestro país como buscan los nacionalistas vascos pero, hete aquí, que en la zona norte de la península ibérica existen similitudes ecológicas que niegan de raíz todo proceso de autodeterminación. Hay que decirlo, en el fondo, la gallega no se diferenciaba en su españolismo de los nacionalistas vascos: ambos creyendo en naciones, ambos creyendo que cada país tiene su singularidad incomparable, su alma propia, que hay que proteger, defender, aislar; sólo que unos llegan a verla y la otra no; y sin embargo yo me quedo con ella porque conscientemente pero a su manera, articuló un argumento unionista de irrefutable rotundidad.

No obstante, en el fondo seguía con su complejo de Miranda, es decir, convencida de estar en un brave new world, porque ya en el metro, siguió regalándonos monumentales ejemplos de lo que es tener un sesgo confirmacional. Así, en un instante, al ver en un asiento un periódico de estos gratuitos que reparten en la boca del metro, anotó el curioso y singular hecho de que aquí, en los asientos del metro, en un alarde ejemplar de hospitalidad, se ponen estos diarios para el disfrute de los viajeros. Entonces ya por caridad hermenéutica, o bien por joder, quién sabe, intervine para corregirle, para decirle que no, que me temo, ese es un periódico que alguno habrá dejado deliberadamente ahí después de haberlo leído pero que no había más casos y que de hecho, mira, no hay más periódicos. Y, bueno, la verdad es que no me respondió nada, me sonrío cortés, eso sí, no muy convencida de que tuviera razón, supongo que ni siquiera convencida de que fuera auténticamente bilbaíno y ahora, en perspectiva, pienso que en aquella mirada tal vez tuviera razón. Bilbao y sus bilbaínos están, estarán digo yo, hechos de otra pasta, aunque no lo vea, si no ¿a qué eso de pretender ser un país aparte? Pero buscando caprichosamente hasta en el asiento del metro la firma identitaria de un país, aquella gallega, inconscientemente pero a su manera, articuló de nuevo un argumento unionista de irrefutable rotundidad.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Excitaciones venusianas

Me intriga saber cómo reaccionarías, apreciado lector, si estando con tu hija, hermana, sobrina o prima de tres, cinco, siete o nueve años en una playa, piscina, pantano o lago y estando ésta, como es lo normal, sin la parte de arriba de su bikini; se te acercase un hombre escandalizado de que la niña enseñase sus pechos, unos pechos, por lo demás, absolutamente inexistentes.

Yo aventuro que juzgaría al personajillo que así me importunase como un pervertido capaz de ver algo donde no lo hay, un pervertido víctima de una preocupante imaginación que al ser tan torrencial desbordaría los que debieran ser sus lugares comunes para recoger excitación en terrenos vedados a las personas cuerdas.

Y esta breve divagación a propósito de leer en un periódico que una réplica en nieve de la Venus de Milo plantada en la entrada de una casa de Estados Unidos ha tenido que ser vestida a petición de ciertos vecinos que han considerado, a la estrictamente nívea figura apenas esbozada, demasiado sexualmente provocadora.

Y yo me pregunto, tal vez ingenuamente, dónde queda la frontera entre un severo puritanismo y una perversa imaginación mal autodiagnósticada.

lunes, 8 de marzo de 2010

Diálogo dominguero sobre neurofilosofía

(Escenario: Un domingo a la tarde en una terraza. Dos amigos: Horacio y Martin.)


Martin: (Está leyendo el periódico y de repente levanta la vista asombrado): ¡Increíble, tío! Escucha lo que dice el periódico: Unos científicos creen haber descubierto el lugar exacto en donde se aloja nuestra sensación de libertad. ¡Ja! Un paso menos para el cartesianismo.

Horacio: Yo creo que si afirmaran haber encontrado el lugar donde se aloja el alma entonces no creerías que el estudio científico fuera serio

Martin: El cerebro está hecho de materia y la materia se comporta según lo manden leyes físicas así que si hubiera un alma, y ¡vete a saber lo que significa eso!, la cuestión no cambiaría mucho me temo


Horacio: ¡Qué manía de decir que ¡HAY! neuronas, que ¡HAY! átomos! ¡Eres un metafísico de tomo y lomo!

Martin: ¿Qué hay entonces dentro del cerebro? ¿Chocolate con churros? No dudo que haya gente con serrín dentro pero, vamos, no creo que sea mi caso.


Horacio: No sabemos lo que hay, ese es mi parecer, porque lo que tenemos son modelos descriptivos de ciertos fenómenos experimentales que pueden ser descritos, entiéndaseme, enlazados en una narración coherente, utilizándose dichos modelos que son los que presuponen o más bien necesitan postular, esas entidades que tú dices que HAY, para realizar esa labor.
Pero puede pasar, y de hecho pasa, que los mentados modelos no sean enteramente descriptivos de los fenómenos a estudiar y entonces hacer proposiciones sobre hechos que no permiten la verificación experimental no se justifica desde la idea de que tiene que ser así porque lo que hay es lo que dicen los modelos que hay.


Martin: ¿Me diga? Me has recordado a Cantinflas pero lo cojonudo es que me parece que hablas en serio. A ver, pero explicado para chavales de la ESO, o sea, tontos del culo, ¿cómo puedes hacer referencia a fenómenos sin nombrar las entidades que lo componen y sin asumir que existen?

Horacio: La idea es, mutatis mutandi, lo que los nominalistas proponían y, cuidado, aún proponemos, sobre los universales como perro, a saber, que no existen, que lo que hacemos al llamar perro a ciertas comunes percepciones empíricas es posibilitar una intercoordinación conductual de forma que si yo llamo conejo al "gagavai" del aborigen, o de la Naturaleza, puedo verificar que HAY un conejo en la medida en que y sólo en la medida en que, por ejemplo, pueda cazar con el aborigen al "gagavai" utilizando ese significado, ese instrumento. Pero sólo tiene validez la existencia de conejos en tanto en cuanto los utilice para cazar y no pretenda forzar el concepto de conejo asumiendo que existen allí donde no los hay, por ejemplo, en aquellos ámbitos donde no es posible la reducción epistemológica, caso del cerebro como conjunto de átomos, y justificásemos aún así un monismo por cuestiones metafísicas espurias.

Martin: A ver, tolai, que en un determinado nivel, llamémosle X, describamos fenómenos utilizando conceptos distintos a los que usamos al describir el nivel inferior, no demuestra que X contenga al-go--más que su nivel inferior. De hecho, hay una conocida rama de las matemáticas, ahora no me acuerdo de su puto nombre, que explica cómo en determinados sistemas de reglas jodidamente simples pueden aparecer ciertos comportamientos no describibles por dichas reglas primarias que, sin embargo, ¡se siguen respetando! Ya ves tú qué cosas, ¿verdad?

Horacio: Pero tales estados complejos son deducibles algorítmicamente desde las reglas iniciales. ¿Qué pasa cuando no es el caso? Pues bien, la cuestión es que nuestros conceptos sólo son instrumentos válidos en la medida que útiles, repito, así como sólo allí donde útiles. Esto, y sólo esto, es lo que implica el instrumentalismo, instrumentalismo que no respetas, me temo porque, verás, lo que el instrumentalista dice precisamente es que si en un nivel no podemos usar los conceptos del modelo o juego de lenguaje de otros fenómenos o estados entonces es que no existirán o se contendrán allí los conceptos de áquel porque nuestros conceptos no representan nada, no existen para nada, sino que son instrumentos que aceptamos sólo, repito, sólo cuando nos son útiles y que serán válidos sólo, repito, sólo en los modelos. Lo recien dicho sobre los conceptos, es mutatis mutandi lo que tu querido Hume dijo sobre la causalidad. Se llama distinguir entre mapa y territorio. En consecuencia, resulta que donde no se puede hacer una reducción epistemológica, por ejemplo en el comportamiento psicológico de alguien, no es legítimo presuponer que siga habiendo átomos ya que con ellos no describimos nada y los conceptos sólo tienen razón de ser como descriptores ya que sólo son instrumentos.


Martin: Un momento parado que ya me sale dolor de cabeza si no, ¿qué cojones tiene que ver la chapa que me estás contando sobre reducción epistemológica con si existen entidades no materiales? Porque, macho, ¿es que el hecho de que no pueda hacer una descripción átomo a átomo de un puto cerebro en funcionamiento justifica la hipótesis de que allí hay almas, espíritus y unicornios rosas invisibles gays?

Horacio: Yo no defiendo un dualismo, al fin y al cabo, si niego todo compromiso ontológico y sólo acepto entidades meramente como instrumentos útiles para la indexación de fenómenos y cuando se puede hacer reducciones epistemológicas, entonces el dualismo, por su sobreabundancia de entidades, aún me parece más equivocado.


Martin: ¿Entonces....?

Horacio: A no dudar que el hecho de que no podamos hacer una descripción atómica del cerebro, no legitima una perspectiva dualista o espiritualista, insisto. Pero es que yo no propongo MÁS metafísica sino MENOS. Esto implica que es un abuso decir que la consciencia es un conjunto de átomos danzarines porque a eso no se dedica a responder, por su propia metodología nominalista, la ciencia. Popper, si mal no recuerdo, decía algo así como que el nominalista metodológico jamás considerará que una pregunta tal como "¿qué es la energía?", "¿qué es el movimiento?" o "¿qué es un átomo?" constituye una cuestión importante para la física; le atribuirá suma importancia, en cambio, a las preguntas de este tipo: "¿cómo puede aprovecharse la energía solar?", "¿cómo se mueve un planeta?", "¿en qué condiciones irradia luz un átomo?", etc... Es decir, no es cuestión de aceptar que existen entidades y esperar a ver qué las refuta sino, como buen nominalista, olvidar las preguntas del "qué hay" y responder a las preguntas de "cómo funciona" y si para responder a ciertos problemas necesitamos modelos neurocientíficos y para otros, modelos psicológicos que no participarán de los mismas entidades pues entonces hay que asumir que estamos ante juegos de lenguaje diferentes


Martin: Y lo que precisamente la neurociencia hace es encontrar un juego de lenguaje común para todos los acercamientos al fenómeno mental. Y lo hace, por cierto, tratando de responder sólo el cómo. Por ejemplo, el cerebro calcula una distancia a saltar y para entender cómo, se propone un modelo si-mi-lar en el que se analoge la cognición con la computación y funciona. Además, la validez de dicha hipótesis se verifica constantemente al estar estableciéndose correlaciones empíricas entre enfermedades o disfunciones y lesiones cerebrales que, como te digo, justifican que todo fenómeno mental sea enteramente reducible a un puto modelo neurocientífico: el computacional, macho.

Horacio: Sí, pero con ello no se ha respondido a qué sea la mente, a si ésta es sólo un cerebro o un conjunto de átomos o lo que sea y una prueba que redunda en ello es cómo ciertos fenómenos mentales, estoy pensando sin ir más lejos en los qualia, siguen sin encontrar su modelo explicativo.

Martin: Qué cojones sea la mente sólo interesa a los pensadores de pacotilla que no saben sumar ni restar. O sea, a los filósofos. Lo que legitima la utilización de modelos neurocientíficos es que existan correlaciones empíricas entre estados anímicos y fluctuaciones neuroquímicas que sólo se pueden atender desde la manipulación cerebral. Y los hay. En cuanto a los qualia, déjame que dude de ellos. Ya ves tú que rarito soy, ¿no?


Horacio: Pues olvidemos los qualia pero ten en cuenta que no se trata de todo o nada. Evidentemente hay problemas, como el mal de Capgras, que son sólo resolubles desde modelizaciones neurocientíficas pero otros no, y ahí viene la necesidad de utilizar otros juegos de lenguaje no reducibles entre sí y es que el hecho de que no se agote toda cognición en dichos esquemas, por ejemplo, que la carretera sea bidireccional, esto es, que no baste, llegado a cierto punto, el tratamiento farmacológico para una depresión sino que también importe el estado psicológico que es el que a la postre sustenta el anímico, es lo que pone de manifiesto que dichos modelos no alcanzan a agotar toda la tipología de actividades mentales.

Martin: Tiempo al tiempo. Lo que se llaman conceptos de la "psicología popular", tan manoseados por los cantamañanas de los divanes, se reducen a ilusiones neuroquímicas, macho, tal y como propone el materialismo eliminativo. Desaparecerán en un futuro, tío, como el flogisto o el elan vital. Tiempo al tiempo.

Horacio: Para tan alegre liquidación, querido Martin, debieras demostrar que todo fenómeno mental es reducible a un modelo mecanicista pero, de hecho y por el momento, el fracaso viene de la hipótesis pro-computación.


Martin: ¿De qué narices me hablas? Yo no veo un fracaso por ningún lado. Todo lo contrario, la hipótesis computacional está cada vez más y más en boga.

Horacio: Estoy refiriéndome al hecho de que la neurobiología está demostrando que el cerebro no es un ordenador, con sus almacenes de memoria y sus instrucciones preprogramadas, con sus chips inamovibles y sus valores discretos, demostrándose así, que la tesis computacional resultó falsa.


Martin: A ver, que te me pierdes pequeño padawan. Una cosa es un modelo metamatemático, vamos, la máquina de Turing de toda la vida, que determina, de existir, el cómo estarían estructurados los fenómenos mentales y otra cosa, pero bien distinta, macho, es que de igual cómo esté materializada la actividad cognitiva siempre y cuando compute.

Horacio: No sé si te sigo, quiero decir, no sé si tengo clara la diferencia...

Martin: Pues según la última tesis, para recrear la actividad cognitiva servirá el implementar cualquier arquitectura computacional, eso sí, siempre y cuando sea una instanciación física de una máquina de Turing. Por ejemplo, en los PCs al uso lo que hay es una arquitectura harvard o, a veces pero rara vez, una Von Neummann. En todo caso, es este último punto el que negaría la neurociencia. ¿Me entiendes? Se negaría que nuestro cerebro tenga una arquitectura Von Neumann o similar a alguna una máquina humana y negaría entonces que dé igual cómo sea nuestra arquitectura neurobiológica pero nada más

Horacio: Bien, vale, que la mente sea modelizable con una máquina Turing es una hipótesis hasta ahora no falsada...pero tampoco demostrada. Ahora bien, la idea que defienden los autollamados fisicalistas funcionalistas fuertes tipo Dennett y que se cifra en decir que la actividad cognitiva se podría dar en cualquier sustrato fuera el que que fuera el material con el que estuviera hecho, en roman palandino, que la neurobiología no importa; dicha idea, como te digo, es algo que la neurociencia ha demostrado como falsa porque se ha demostrado que la plasticidad cerebral, la reentrada y un largo etcétera de fenómenos neurobiológicos no podrían darse sin la idiosincrática materialidad del cerebro. Y esto, a mi juicio, demuestra que la cognición es algo más que una abstracción formal, un mero modelo metamatemático instanciado en un objeto, una idea platónica hecha carne.


Martin: A ver, que te pasas de frenada otra vez, emocionado. La computabilidad es un fenómeno metamatemático suybayecente en todos nuestros modelos científicos, no se puede desechar experimentalmente así como así. Sería como demostrar lógicamente la invalidez del modus ponens. Una puta burrada. Si una serie de fenómenos son enumerables de forma finita e indexables mediante una estructura matemática, tenemos computación. Punto pelota. Y mira, existe un concepto llamado universalidad computacional que afirma que cualquier sistema, yo qué sé, tres planetas, según cómo estén dispuestos pueden hacer de computadora. Cualquier elemento, tío, cualquiera, puede servir para conformar un sistema computable, ¿lo entiendes?


Horacio: Entonces ¿cómo explicas que no dé igual tener neuronas que chips ahoy?

Martin: Porque hay que considerar que otras instanciaciones de la máquina, la arquitectura Von Neumman sin ir más lejos, son menos eficientes y por tanto tal vez NO producen los mismos fenómenos que otras máquinas. Es un poco como un visionado más lento de una película que no daría sensación de dinamismo sino de un pase de diapositivas. Al fin y al cabo, te lo recuerdo, la consciencia no es más que un epifenómeno, que aparece como la visión de una película si pones fotogramas a toda leche pero que no es más que fotografía dinámica.


Horacio: Me temo que el que las características cognitivas se puedan replicar en un sustrato distinto y por tanto tengan en común un modelo matemático es una hipótesis verificable pero no falsable. Pseudociencia según Popper. Yo no voy tan lejos pero sí anoto que, al menos, se ha demostrado que nuestra arquitectura neurobiológica no es idéntica a la de los PCs actuales y todavía, al menos, no se puede replicar en un sustrato de silicio dicha arquitectura.

Martin: ¿Y? Tiempo al tiempo como te he dicho.

Horacio: De todas formas, un punto en el que estamos totalmente en sintonía es la terminología con que enfrentamos al problema, es decir, que no se trata de que haya o deje de haber espíritus sino que la cuestión es averiguar si los procesos mentales se dejan enumerar y englobar totalmente por un modelo computable y por extensión la física o bien, hay que utilizar diversos y paralelos juegos de lenguaje.

Martin: ¡Joder! Esa mierda de los espíritus ya debiera estar caducada y sí, la cuestión es averiguar si los procesos mentales se pueden describir por la física. Lo que no sé es qué otra opción hay.

Horacio: Ver el límite es fácil, sin más se trataría de constatar que nuestros fenómenos mentales no se dejan aprehender in totum por un modelo mecanicista, como te acabo de decir, y tal caso se daría porque, seguramente, nuestros fenómenos mentales no son computables, por ende reducibles a una ciencia fisico-química, biológica, fisiológica, en suma, naturalista.
Otra cosa es que haya comprensiones parciales y útiles, claro, muy útiles pero necesitarían de una panoplia de juegos de lenguaje no reducibles a un sistema formal común y básicamente dichos lenguajes serían, por un lado, el neurocientífico que nos permitiría tratar el, por llamarlo de algún modo hardware mental, y por otro lado, estarían los conceptos de la folk pshycology que serían el software de nuestra mente pero, a diferencia de lo que pasa en computación, no se pueden manejar ambos ámbitos desde un área primaria, el hardware, y no hay lugar para transladar esos conceptos de un ámbito a otro porque, recordemos, los conceptos son sólo instrumentos válidos en donde y cuando describan.

Martin: ¿Sabes? Al final, toda filosofía antimaterialista acaba agarrándose a los puntos de ignorancia actuales como lo único que, después de una oleada de pruebas, flota entre tanto naufragio intelectual.

Horacio: Es que todo explicación científica o es mecanicista o no lo es, por lo que obligatoriamente todo escape del mecanicismo implicará de algún modo postular fronteras infranqueables, mejor dicho, multiperspectivas irreducibles pero no son los antimaterialistas los que venden la piel del oso antes de haberla cazado, los que nos hablan de una unificación antes de haberla logrado.

Martin: Ni son los antimaterialistas con sus masturbaciones mentales los que salvan vidas en operaciones cerebrales o inventan neurofármacos o...

Horacio: Si nos vamos a poner demagogos, mejor lo dejamos...

Martin: ¡Venga, venga! No llores, otro día seguimos que dentro de poco empieza el partiduco de futbol y quiero llegar borracho al primer minuto. (Mirando fijamente a una tía que pasa y luego mirando fijamente la cerveza de Horacio que no acaba de beberse) Esto, ¿te vas a acabar la cerveza o quieres que te la termine yo...?

(Se cierra el telón mientras Horacio suspira irritado y le da a beber a Martin la cerveza que ya no le apetece terminar)

viernes, 5 de marzo de 2010

El mundo y sus -verdaderos- demonios

Gran Bretaña debe eliminar la financiación pública de los tratamientos homeopáticos porque son "científicamente inverosímiles" y no son más eficaces que un placebo, según concluyó este lunes un influyente comité parlamentario. Según el Comité de Ciencia y Tecnología del Parlamento británico, los productos homeopáticos no son medicamentos y no deberían ser aprobados por las agencias reguladoras de fármacos

Leído aquí

El Manifiesto de los 100, o de los 100 economistas presentado oficialmente como Propuesta para la Reactivación Laboral en España, es un manifiesto firmado por cien economistas en mayo de 2009 a favor de una reforma del mercado laboral en España.

La tesis principal que defiende el manifiesto es que la crisis económica supone una destrucción de empleo superior en España que en otros países de su entorno.
(...)
Para acabar con la dualidad laboral, el manifiesto propone (...) que los acuerdos de empresa prevalezcan sobre los convenios colectivos de ámbito superior

Leido aquí

Desde el año 2006, los ingresos de los dos sindicatos por las principales subvenciones estatales crecen en torno a un 50% acumulado. En los dos últimos años, ya en crisis, suben un 10%

Leido aquí

miércoles, 3 de marzo de 2010

Mundos ficticios, mundos soñados, mundos reales

Cedo la palabra al Umberto Eco del libro El vértigo de las listas, pág.363:

Thomas Pavel, en su obra Fictional Worlds (...), nos invita a un fascinante experimento mental: supongamos que un ser omnisciente sea capaz de escribir o leer una Obra Máxima que contiene todas las afirmaciones verdaderas tanto sobre el mundo real como sobre todos los mundos posibles. Naturalmente, como del universo se puede hablar con distintos lenguajes, existe una Colección Máxima de Obras Máximas.

Supongamos ahora que Dios encargue a algunos ángeles que escriban para cada hombre Libros Cotidianos, donde deben anotar todos los enunciados (sobre los mundos posibles de sus deseos o esperanzas y el mundo real de sus actos) que corresponden a una afirmación verdadera en alguno de los libros que componen la Colección Máxima de las Obras Máximas.

La colección de los Libros Cotidianos de un determinado individuo deberá mostrarse el día del Juicio, junto con la de los Libros que valoran las vidas de las familias, de las tribus y de las naciones.

Pero el ángel que escribe un libro cotidiano no se limita a enumerar afirmaciones verdaderas, sino que las une, las valora, las organiza en un sistema. Y puesto que el día del Juicio cada individuo y cada grupo tendrán un ángel defensor, los defensores reescribirán para cada uno otra serie astronómica de Libros Cotidianos, donde las mismas afirmaciones estarán relacionadas de manera distinta, y comparadas diversamente a las afirmaciones de alguna de las Obras Máximas.

Puesto que cada una de las infinitas Obras Máximas forma parte de infinitos mundos alternativos, los ángeles escribirán infinitos Libros Cotidianos, en los que se mezclan afirmaciones que son verdaderas en un mundo y falsas en el otro. Si pensamos además en la posibilidad de que algunos ángeles sean torpes y mezclen afirmaciones que una Obra Máxima registra como contradictorias entre sí, tendremos finalmente una serie de Compendios, de Misceláneas, de compendios de fragmentos de misceláneas, que mezclarán estratos de libros de diversos orígenes, y llegados a ese punto será muy difícil decir qué libros son verdaderos y cuáles son ficticios, y respecto a qué libro original. Tendremos una astronómica infinidad de libros a caballo de mundos diversos, y se considerarán ficticios historias que otros han considerado verdaderas.

Pavel escribe estas cosas para que comprendamos que ya estamos viviendo en un mundo así, salvo que los libros en vez de escribirlos los arcángeles los escribimos nosotros, desde Homero a Borges; y sugiere que la leyenda que cuenta describe bastante bien nuestra situación frente al mundo de las afirmaciones que estamos acostumbrados a aceptar como verdaderas. De modo que el estremecimiento con que percibimos los límites ambiguos entre ficción y realidad no solo es comparable al que experimentamos frente a los libros escritos por los ángeles, sino también al que deberíamos experimentar frente a la serie de libros que representan, con autoridad, el mundo real. ”