miércoles, 10 de marzo de 2010

Excitaciones venusianas

Me intriga saber cómo reaccionarías, apreciado lector, si estando con tu hija, hermana, sobrina o prima de tres, cinco, siete o nueve años en una playa, piscina, pantano o lago y estando ésta, como es lo normal, sin la parte de arriba de su bikini; se te acercase un hombre escandalizado de que la niña enseñase sus pechos, unos pechos, por lo demás, absolutamente inexistentes.

Yo aventuro que juzgaría al personajillo que así me importunase como un pervertido capaz de ver algo donde no lo hay, un pervertido víctima de una preocupante imaginación que al ser tan torrencial desbordaría los que debieran ser sus lugares comunes para recoger excitación en terrenos vedados a las personas cuerdas.

Y esta breve divagación a propósito de leer en un periódico que una réplica en nieve de la Venus de Milo plantada en la entrada de una casa de Estados Unidos ha tenido que ser vestida a petición de ciertos vecinos que han considerado, a la estrictamente nívea figura apenas esbozada, demasiado sexualmente provocadora.

Y yo me pregunto, tal vez ingenuamente, dónde queda la frontera entre un severo puritanismo y una perversa imaginación mal autodiagnósticada.

4 comentarios:

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Es que empiezas por imaginar que lo espiritual no es reducible a lo físico, y acabas atribuyendo caracteres pecaminosos a las moléculas

Leandro dijo...

Sin is in the eye of the beholder.

José Luis Ferreira dijo...

Me recuerda al chiste en el que una monja se quejaba al obispo de que desde la ventana de su celda se veía a un vecino desnudo en la ducha.

-Pero hija mía, si no se ve nada, la ventana de su baño está demasiado alta.

-No, desde ahí no, ¡súbase, súbase al armario!

Héctor Meda dijo...

Jesús,

Sí que se dan casos y resultan intrigantes pues no veo cómo desde determinadas concepciones metafísicas se cristalizan morales excesivamente restrictivas

Leandro,

Bien visto y nunca mejor dicho. Hay que añadir que nadie ve nada a pelo, sin lentes correctoras, culturales.

Ferreira,

El chiste es muy bueno y muy a propósito, pues la Venus estaba dentro de la propiedad de los dueños y que digo yo que a nadie se le obliga a pasar por allí, ¿no?