miércoles, 22 de diciembre de 2010

Sobre Malthus

[La teoría propuesta de John Tooby, William Hamilton y otros sobre por qué existe el sexo es que] Desde el punto de vista de los gérmenes, somos como enormes y deliciosos de montones de pastel de queso a punto para comer. Nuestro cuerpo, en cambio, tiene una perspectiva distinta y ha desarrollado toda una batería de defensas, desde la piel hasta el sistema inmunitario, a fin de mantenerlos, según interese, fuera o dejarlos entrar. Toda una carrera evolutiva de armamentos se desarrolla entre anfitriones y agentes patógenos, aunque cabría establecer una mejor analogía diciendo que se trata de una lucha entre cerrajeros y ladrones de ganzúa. Los gérmenes son diminutos organismos que asaltan la maquinaria de células y desarrollan ardides diabólicos para infiltrarse y apoderarse de la mejor parte de las materias primas, al tiempo que se hacen pasar por tejidos propios del cuerpo para eludir así la vigilancia del sistema inmunitario. El organismo responde con sistemas de seguridad mejores, pero los gérmenes cuentan con una ventaja incorporada en sus organismos: hay muchos más y se pueden reproducir millones de veces más aprisa, lo cual les permite evolucionar más rápido. En lo que dura la vida del organismo que han tomado como anfitrión, los gérmenes pueden evolucionar de forma sustancial. Sean cuales sean las cerraduras que el curpo haya desarrollado, los agentes patógenos pueden desarrollar a su vez las ganzúas que las abran.

Ahora bien, si un organismo es asexuado, una vez que los agentes patógenos han roto la seguridad de su cuerpo también ha conseguido desbaratar la seguridad de su cuerpo también han conseguido desbaratar la seguridad de sus hijos y hermanos. La reproducción sexual es un modo de cambiar los cerrojos de una vez cada generación. Al intercambiar la mitad de los genes por una mitad diferente, un organismo da a su descendencia una posición delantera en la línea de salida de la carrera contra los gérmenes locales. Sus cerraduras moleculares tiene una combinación diferente de códigos de acceso personalizado, de modo que los gérmenes tienen que empezar a desarrollar nuevas llaves partiendo de cero. Un agente patógeno maligno es la única cosa en el mundo que compensa el hecho de cambiar por cambiar.

Página 592, del libro Cómo funciona la mente, de Steven Pinker.

[En resumen,] El patrón general de la historia -concretamente, las diferencias entre las sociedades humanas en los distintos continentes- me parece a mí que puede atribuirse a las diferencias medioambientales entre unos continentes y otros, y no a diferencias biológicas entre las personas en sí. La disponibilidad de especies vegetales y animales salvajes que fueran aptas para la domesticación, y la facilidad con que esas especies pudieron extenderse sin encontrar climas inadecuados tuvo un papel decisivo en el diverso ritmo de aparición de la agricultura y la ganadería; aparición que, a su vez, contribuyó decisivamente al incremento en número de la población humana, de la densidad de población, y a los excedentes de alimentos; hechos todos ellos que, asimismo, influyeron de un modo crucial en el desarrollo de las enfermedades infecciosas, en la escritura, la tecnología y organización política. Además, la historia de Tasmania y de Australia nos advierte de que las áreas diferenciadas y el aislamiento de los continentes, al determinar el que existan o no sociedades en competencia y el número de éstas, puede haber sido otro importante factor en el desarrollo humano.

Jared Diamond en un artículo titulado "Nueva síntesis científica de la historia de la humanidad"

martes, 21 de diciembre de 2010

Cocinando el pensamiento

En cualquier caso cocinar ha sido un gran invento, un fenómeno único y distintivo de la especie humana. Invento con el que el hombre no sólo encontró un nuevo placer, sino también una palanca poderosa con la que transformó casi definitivamente su propio cerebro. Cocinar los alimentos significa predigerirlos de forma tal que con ello se ahorra una buena cantidad de tiempo en el proceso de la digestión y ello, en su momento, debió tener una ventaja evolutiva muy considerable. Frente a las cinco o seis horas que tarda un chimpancé en masticar y digerir sus alimentos, el ser humano solo necesita una hora al día. Cocinar los alimentos significa, de una manera rápida y sin gasto de energía, prepararlos para una más fácil y mejor absorción, desde las proteínas hasta los carbohidratos. De hecho, los instintos humanos, comparados con los de los chimpancés, son mucho más cortos. En el proceso evolutivo ha habido un acortamiento de los intestinos paralelo al agrandamiento de cerebro, tanto que el tracto gastrointestinal humano es sólo el sesenta por ciento del tamaño que tiene el de un primate de peso de cuerpo equivalente, siendo, sin embargo, su cerebro más de tres veces mayor. La energía ahorrada en el proceso de digestión o desmenuzamiento de los alimentos ha sido aprovechada a lo largo de la evolución para alimentar un cerebro en proceso de expansión.

Página 67, del libro El científico curioso, de Francisco Mora.

Con frecuencia, los lingüistas nos advierten contra la falsa creencia de que las personas que pertenecen a la clase trabajadora o a las capas menos educadas de la clase media hablan un lenguaje más empobrecido o simplificado. Sin embargo, esta es una perniciosa ilusión que se debe al lenguaje más descuidado que se emplea en la conversación. El lenguaje ordinario, lo mismo que la visión en color o la locomoción, es un paradigma de precisión ingenieril, una tecnología que funciona tan bien que a menudo el usuario da por sentado sus resultados, sin preocuparse de descubrir la compleja maquinaria que se oculta bajo los paneles. Para construir frases tan "sencillas" como No se me ha perdido o Al tío que vimos ayer se lo han cargado, que cualquier hablante es capaz de producir automáticamente, hay que utilizar docenas de subrutinas para organizar las palabras de forma que puedan expresar un significado. Pese a los esfuerzos dedicados a ello desde hace años, no existe un solo sistema de artificial de lenguaje que sea capaz de replicar el lenguaje que usa el hombre de la calle(...).

Página 28, del libro El instinto del lenguaje, de Steven Pinker

lunes, 20 de diciembre de 2010

El origen del estado

Cuando seguimos una norma, somos como sujetos de una ilusión óptica, como hormigas que acatan los mandatos de la vida y el sistema de castas de la colonia. Aunque podemos imaginarnos razones por las que las normas no deberían cumplirse y, más concretamente, por qué nosotros como individuos no deberíamos cumplirlas en cualquier circunstancia, la mayoría de las veces somos inmunes a esas pruebas contrarias.

Las normas no serían tales si pudiéramos manipularlas, poniendo continuamente en cuestión su existencia y la obligación de cumplirlas. Su eficacia radica en su funcionamiento inconsciente y su poder para crear conformidad. Por otro lado, aunque las normas sociales ejercen a menudo un control inconsciente, a veces las infringimos. Cuando lo hacemos u observamos a alguien que las infringe, nuestro cerebro responde con una cascada de emociones, diseñadas tanto para registrar la infracción como para restablecer el equilibrio roto.

Página 129, del libro La mente moral, de Marc Hauser.

Una de las tareas del sistema inmune es proteger al cuerpo de enfermedades; el problema es que cuando los virus y las bacterias (los patógenos) evolucionan, el sistema inmune debe detectar enfermedades que nunca ha visto. La forma como el sistema inmune resuelve esto es presentando a las células inmunes recientemente creadas, todavía inmaduras, una muestra de los "componentes" que normalmente se encuentran en el cuerpo. Si una de estas células reconoce algo en la muestra, muere; sólo aquellas que no detectan nada durante un período determinado son liberadas hacia el resto del organismo. Así, cuando una célula madura inmune reconoce algo, es porque que ha identificado a un agente exógeno y, potencialmente, a uno patógeno. Lo que me llamó la atención es que el conjunto de todas estas células definen lo que tú eres, especificando individualmente lo que tú no eres.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Hilos de Ariadna

Es verdad que la vida no suele acaecernos en nítidas unidades llamadas "acciones", ni nos es dado que nos ocurra así. Pero al parecer anhelamos esa clase de configuración coherente de la experiencia. En las breves anécdotas conversadas, en las grandes épicas orales y en la concentración temporal de los cuentos, nos hemos creado un sentido de movimiento narrativo y significado moral que tiene una forma discerniblemente completo en la escala de los hechos humanos. No se ha descubierto ninguna cultura sin narradores que registren y recapitulen la vida de una tribu. Como evidencia complementaria de nuestra añoranza de historias coherentes, todas las culturas han producido alguna forma de "cuento chino", un relato camelístico de acontecimientos en que se improvisan incidentes sin forma ni dirección. Este tipo contingencia pura nos mueve a risa. Queriendo ser originales, algunos escritores modernos y "posmodernos" han cultivado esta carencia de forma.

Página 118 del libro El conocimiento prohibido, de Roger Shattuck

Más allá de la vía sensorial a través de la cual tiene lugar una experiencia, y más allá de las circunstancias bajo las cuales ocurre, su clasificación como una percepción o una ilusión es una caracterización de ella que un observador hace a través de una referencia a otra experiencia diferente que, otra vez, sólo puede ser clasificada como una percepción o como una ilusión a través de la referencia a otra experiencia sujeta a las mismas dudas.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Manifiesto Hartista

A continuación cuelgo un maniesto recién leído en esta página:
http://www.hartismo.com/trad/manifiesto.html
y proviniente de esta web
http://www.hartismo.com/

Me gustaría saber tu opinión al respecto

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A comienzos del siglo XX cada movimiento vanguardista nacía de la
inquietud de un grupo de artistas que lanzaba al mundo una serie de
intenciones, recogidas en un manifiesto.
Normalmente se mostraban HARTOS de su situación y hacían recuento de
sus filias y fobias, indicando así su ideario.


Hoy, un siglo después, en la época del supuesto triunfo de la Vanguardia,
los movimientos artísticos son cosa de los comisarios, que recorren galerías
y centros de estudio buscando “artistas emergentes” que ilustren su idea para
ese año de lo que debe ser la novedad en arte. Ya nadie cuenta con los artistas.
Hemos pasado de ser los que protestaban y revolucionaban el mundo a ser
sólo espectadores de un banquete ajeno,
del que sólo tenemos derecho a las migajas.


Hace años que los movimientos artísticos del arte oficial no nacen de la
inquietud de los artistas. Y hace años que los manifiestos artísticos se
consideran anacrónicos. Pero hoy, más que nunca, los artistas necesitamos
alzar la voz, y ¿por qué no? publicar manifiestos.


Nosotros, como antaño nuestros bisabuelos, estamos ya HARTOS de esta
situación absurda e injusta que en el mundo del arte se ha aceptado como
normal.
Hartos de que la pintura, el dibujo y la escultura, pese a vivir un momento
grandioso, se ignoren en los salones oficiales de hoy en día, como si no
existieran, como si hubiesen muerto.
Hartos de que la atención mediática y
los dineros públicos vayan a un tipo de arte y de artistas que suponen
una ínfima minoría, que no representa a la realidad de nuestra profesión.
Hartos de que el arte se haya convertido en un espectáculo de feria para millonarios.
Hartos del elitismo y la hipocresía.
Hartos del arte oficial.


Por eso fundamos hoy nuestro movimiento artístico llamado Hartismo.
Y como antaño,
los (H)artistas queremos presentarnos al mundo con este Manifiesto.

MANIFIESTO HARTISTA

Contra el anti-arte, el conceptualismo, la impostura y el culto al artista ególatra.

El arte es de todos.



1. Estamos HARTOS del arte oficial. Ese arte, sus artistas y su entorno se han vuelto tan
soberbios, tan vanidosos, que creen vivir por encima del mundo, ocupados sólo en mirarse el ombligo, y debatir sobre el sexo de los ángeles. Aquí abajo, los hartistas trabajamos con nuestras manos, en y para el mundo real, haciendo del arte nuestro día a día y buscando en él nuestro sustento. El Hartismo es una apuesta por la humildad, la honestidad y la sencillez. Para los hartistas el arte es una profesión más, ni divina ni especial, y como en cualquier otra profesión la excelencia se logra sólo tras años de práctica seria y continuada.

2. Estamos HARTOS de elitismo, de que el arte sea sólo para unos pocos privilegiados. Queremos que el arte sea devuelto al público, a las calles. Que salga de su encierro e impregne de nuevo la vida cotidiana, embelleciendo cornisas, farolas, rótulos... Rechazamos las galerías y museos elitistas del arte oficial, a los que nadie entra; salas vacías e impolutas, como templos de un dios inaccesible. Queremos salas acogedoras, con asientos cómodos donde ver los cuadros de cerca, charlando tranquilamente mientras se toma un café.

3. Estamos HARTOS de dejar que sólo opinen gurús y “expertos”. El Hartismo anima al público a que opine libre y sinceramente sobre arte, y más sobre el arte actual. Porque el arte es de todos, también de quienes lo pagamos con nuestros impuestos. La mayor parte de las personas se ríen en confianza de los estrambóticos montajes que el Poder presenta como arte. ¿Por qué hacerlo sólo en privado? Riámonos abiertamente del arte oficial, de las cosas pretenciosas, ridículas y huecas que las pretenciosas, ridículas y huecas mentes de comisarios, artistillas y políticos nos presentan como Arte con mayúsculas.

4. Estamos HARTOS de oír una y otra vez la consigna interesada de que el arte ha muerto, la pintura ha muerto. La evidencia es otra; lo que vive pese a todas las dificultades, pese al ninguneo de que es objeto, es la pintura. En cambio, lo que necesita inyecciones constantes de dinero público para sobrevivir son las “modernas” manifestaciones del arte oficial. Los hartistas estamos hartos de que el dinero público se destine a sufragar actividades extravagantes, propias de una atracción de feria, que avergüenzan a la mayoría de la población, que es quien las paga, y no gustan a nadie. Actividades y actitudes que están logrando desprestigiar al arte actual y a los artistas que queremos practicar nuestra profesión con seriedad.

5. Estamos HARTOS del anti-arte. Partiendo de una idea jocosa de Duchamp en determinado momento histórico, el anti-arte ha llegado a ser el nuevo academicismo, el nuevo arte oficial. Justo el enemigo contra el que se acuñó el término. El propio Duchamp rechazaba que sus Ready-Made se tomasen como arte... nosotros preferimos creer a Duchamp que a sus exégetas.

Nada tendríamos contra el anti-arte si no fuera por un pequeño detalle: el anti-arte no quiere convivir con el arte; tiene como propósito su negación, y necesita exterminarlo para poder ocupar su lugar. Los anti-artistas saben que si hay arte cerca nadie presta atención al anti-arte: ante un buen cuadro y una lata de caca la gente normal suele preferir el cuadro. Por eso, los anti-artistas necesitan a toda costa convencernos de que la pintura no vale, de que hay que despreciarla, exterminarla o al menos arrinconarla en un lugar olvidado para que así podamos valorar como si fuera arte lo que ellos “hacen”. Por eso gastan tanta tinta y saliva en discursos. Tienen largos y enrevesados discursos sobre muchos temas: sobre la muerte del arte, sobre lo desfasada que está la pintura, sobre lo superada que está la belleza... Tras casi un siglo desde su primera aparición, el anti-arte prácticamente ha monopolizado la atención mediática, invade las escuelas y desvía hacia sí la mayor parte del dinero público invertido en las artes. Poco a poco está logrando su objetivo: va arrinconando al arte, suplantándolo en todas sus facetas: artistas, obras, salas, críticos... todo tiene su versión anti-artística que sustituye a su equivalente artístico. Los hartistas estamos hartos de este crimen tolerado y hasta alentado por la oficialidad, y denunciamos esta suplantación parasitaria. El Hartismo es un movimiento anti-anti-arte. No es posible convivir armoniosamente con un cáncer agresivo, que te devora desde dentro; es necesario luchar contra él, encontrarlo, aislarlo y extirparlo para que no siga avanzando y llegue a matarnos. No obstante, el Hartismo, como muestra de buena voluntad, está abierto a recibir a los anti-artistas que quieran reciclarse, aprendiendo técnica e intentando ser sinceros por primera vez en su vida.

6. Estamos HARTOS del conceptualismo. Todo el mundo tiene miles de ideas cada día, muchas de ellas geniales. Nada más corriente que tener ideas. Lo que distingue al artista es la capacidad de sacar partido a las ideas creando obras valiosas de por sí. La idea es un pretexto para llegar a una obra, y no al revés.

7. Estamos HARTOS de que cualquier cosa se nos pueda presentar como arte. Si algo necesita estar expuesto en una galería y necesitamos que además nos expliquen una serie de ingeniosas historias para que podamos entenderla y considerarla como obra de arte, es que eso no era arte, sino una refinada tomadura de pelo. Una lata llena de caca es tan sólo una lata llena de caca, por más filosofías de andar por casa que la adornen.

También rechazamos enérgicamente la idea de que el proceso es más valioso que la obra, de que sólo el valor “performático” constituye el hecho artístico. Es evidente que todas las artes tienen un proceso, y hasta un rito. Incluso el dueño de un bar que, aburrido, hace una tortilla de patatas, sigue un proceso fascinante y no exento de ritual. Pero el proceso, el rito, sólo tiene sentido porque al final se llega a un resultado. Nadie se come el emocionante proceso de preparación de la tortilla, sino la tortilla.

8. Estamos HARTOS de que se utilice la originalidad, la novedad o “modernidad” como patrones con los que medir el valor de las obras de arte y los artistas. Conceptos entendidos de forma perversa y profundamente estúpida, como valores absolutos, cuando dependen totalmente de la cultura -o mejor, incultura- de quien observa. Pero a pesar de su obsesión por lo nuevo, paradójicamente, el arte oficial está llegando, como la moda, a una reiteración grotesca de formas, maneras e ideas que insulta a la inteligencia. Porque el arte de vanguardia es como una lengua muerta. Se inventa siguiendo reglas que ya no reciben el impulso vital de quienes la crearon. Una vanguardia de laboratorio, hecha por expertos a imagen de la que se conserva disecada en libros y museos. Los grandes gurús del arte oficial dan el certificado de novedoso, atrevido, transgresor o rupturista tan sólo lo que siga alguna fórmula vieja, comprobada infinitas veces, que respeta los cánones de lo que debe ser la vanguardia, sin apartarse de la norma ortodoxa.

9. Estamos HARTOS de la importancia que se le da a los estilos, a los -ismos. Pintar es un acto personal y cada persona es única. Las etiquetas son sólo una manera de ordenar el conocimiento que la Historia del Arte construye, y a los artistas deberían importarnos bien poco. Creemos que lo importante no es pintar según un estilo u otro, sino hacerlo “con estilo”, es decir, bien.

10. Estamos HARTOS de que los que no utilizan sus manos se autodenominen artistas. Para ser artista hay que pintar, esculpir, dibujar... no basta con pensar. Ya nos hemos cansado de los caraduras que no dan un palo al agua y se convierten en artistas por la Gracia Divina o por la del gurú de turno ¡El arte para quien lo trabaja!

11. Estamos HARTOS de trascendentalismos. Los hartistas pintamos porque pintar es lo importante. Pintar no necesita sesudas justificaciones ni excusas. Es una necesidad y un placer. Sólo dibujar y pintar día a día nos hace artistas. A los que tienen dudas sobre este particular los animamos a dedicarse a otra profesión, hay gran demanda de charlatanes entre los políticos y los vendedores.

12. Estamos HARTOS del desprecio a la tradición. Porque el ser humano construye siempre a partir de lo conocido. Rechazar la tradición artística es rechazar la posibilidad de innovación, al rechazar toda referencia, todo apoyo.
Nuestro movimiento no es una vanguardia, pero tampoco una contravanguardia. Los avances aportados por las vanguardias históricas ya han sido integrados en la tradición pictórica hace décadas, y por artistas de talento.
Esta tradición, enriquecida por aportaciones vanguardistas, constituye la base de nuestra cultura artística común y nuestro acervo técnico actual.

13. Estamos HARTOS de la visión sesgada que se está dando de la historia del arte del siglo XX (y XXI). Es necesario, por el bien del arte y la dignidad de la profesión del historiador del arte una revisión crítica y en profundidad de los postulados sobre los que descansa el relato histórico. Creemos que la Crítica de Arte, con sus teorías vistosas pero interesadas, ha logrado someter no sólo a los artistas, sino a la misma Historia del Arte: se sigue sobrevalorando la importancia de las vanguardias del siglo XX, minimizando el hecho de que se han agotado y muerto en seguida y han sido resucitadas y mantenidas con vida artificialmente. La evidencia documental es apabullante, tan sólo es preciso que los historiadores hagan el trabajo pendiente, registrando los cientos de maestros notables que han estado trabajando e influyendo en sucesivas generaciones de pintores hasta nuestros días, sin alinearse exactamente con vanguardia alguna.

La historiografía oficial, que se plantea el arte del siglo XX como una sucesión vertiginosa de movimientos vanguardistas cada vez más extremos es forzada, artificial. Se basa en una ideología (el vanguardismo) y no en la narración objetiva de los hechos. Hay tantos artistas “fuera de su época” que todo ese modelo teórico se desmorona: Ben Shahn, Hopper, Balthus, Guttuso, Hockney, Freud, Kitaj... son figuras muy influyentes, pero no encajan ni con calzador en una historia contada como una sucesión permanente de vanguardias cada vez más radicales.

14. Estamos HARTOS de que se desprecie y extirpe siempre la belleza de todo discurso pretendidamente artístico. Para el Hartismo la belleza es el objetivo último del arte. Rechazamos la pobreza formal del arte oficial, y el esteticismo inverso que hace del cutrerío y la fealdad infinita la máxima aspiración. Esto no significa que nuestro arte se base en viejos esteticismos revenidos, ñoños, cursis. Los temas crudos y desagradables también tienen cabida en el arte hartista. Es la preocupación por lograr una forma armónica, bien construida, lo que los hartistas consideramos principalmente búsqueda de la belleza.

15. Estamos HARTOS del rol asignado al artista de hoy. La pomposa gloria vana, los premios, las bienales, los catálogos y la adulación, constituyan el objetivo vital del artista oficial. Gente sin vocación, sin oficio, con una vida volcada en los actos sociales, lejos del placer de dibujar, del misterio de la pintura, del descubrimiento de nuevos mundos en su interior. Lejos, en definitiva, del olor y el tacto de los materiales del taller. Por el contrario, el éxito para un hartista es poder levantarse cada mañana y pintar.

16. Estamos HARTOS del sistema actual de enseñanza en muchas de las escuelas de arte oficiales. El aprendiz de artista necesita más la práctica que la teoría, pero a nuestros jóvenes se les llena la cabeza de palabrería hueca e inútil, descuidando sin querer -o a propósito- la enseñanza técnica y la práctica extensa que permitirían desarrollar sus habilidades. No entendemos que se niegue a los estudiantes ese derecho. Reivindicamos el valor del dibujo y específicamente el dibujo del natural como base de todas las artes visuales.

17. Estamos HARTOS de la fascinación por las nuevas tecnologías. Los nuevos materiales y técnicas, las tecnologías informáticas o audiovisuales no nos apabullan ni deslumbran, simplemente son parte de la realidad de nuestros recursos actuales, y los utilizamos con normalidad como una herramienta más. A más de un siglo de distancia de la primera película, a más de 40 años del primer ordenador, es una verdadera estupidez seguir babeando por descubrir que el vídeo o la informática existen. Estamos hartos de que esta fascinación bobalicona por el medio o la técnica utilizada cieguen el sentido crítico de todos, haciéndonos tragar bodrios infumables en aras de la supuesta novedad o ingeniosidad del medio utilizado.

18. Estamos HARTOS de que la pintura sea el cajón de sastre donde meter cualquier cosa. Continuamente se nos presenta como artes plásticas lo que en realidad son escenografías, obras de teatro, fotografías, cine... siempre que su calidad sea pobre o nula, pues cuando son buenos esas artes las reclaman, lógicamente, para sí. Con la excusa de que “hay que abrir fronteras”, nos hemos dejado robar el terreno y hasta el nombre: ¿cuántos concursos y salones de PINTURA han premiado instalaciones, performances, fotos, vídeos? Recuperemos para la pintura sus lugares y usos naturales.

19. Estamos HARTOS del abuso de las “nuevas propuestas”. El nacimiento de verdaderas nuevas artes será siempre bienvenido, pero no hay razón objetiva para multiplicar las categorías, creando nuevas artes como “performance”, “instalación” o “videoarte”: entes borrosos que nunca terminan de independizarse del seno de las artes plásticas tradicionales. Cuando algo realmente nuevo llega -como en el siglo pasado el cómic o el cine- se abre paso por sí mismo, con fuerza arrolladora, sin deber su existencia a una indefinición nebulosa. En su mayoría estas supuestas nuevas artes son maneras de esconder la incapacidad de crear buen teatro, buena escenografía, buen cine o en definitiva, buena pintura.

20. Estamos HARTOS de que se nos quiera tachar de minoría. Aunque los fundadores del Hartismo somos gallegos, el Hartismo es una tendencia con vocación universal. No somos cuatro locos aislados en el noroeste peninsular contra la tendencia general; realmente, la mayor parte de la gente piensa lo mismo que nosotros.

Nuestro movimiento está afiliado al Movimiento Stuckist (www.stuckism.com), que lleva desde el año 1999 contestando al arte oficial y hoy está presente en 40 países, con más de 180 sedes repartidas por todo el mundo. El hartismo incluye a todas las artes y a todos los aspectos de la cultura, aunque comience como la revuelta de unos pintores.

El Hartismo es un punto de partida pero también un objetivo. Queremos recuperar la normalidad, la sinceridad y la sencillez de nuestra profesión. Que pintar sea sólo pintar, sin extravagantes ropajes que disfrazan al arte de lo que no es.

Aspiramos a ser el niño en el cuento “El Traje Nuevo del Emperador”, diciendo a la sociedad lo que todos piensan pero nadie se atreve a decir.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Breve explicación de por que SÍ funcionan las pulseras power-balance

Tengo un amigo propietario de una pulsera power-balance y dice funcionarle.

Fin de la discusión.

Bueno, bueno..., expliquemos un poco mejor el asunto...

Hay un capítulo de Los Simpsons en donde aparece un oso en el barrio de la familia. Angustiado el bueno de Homer, éste propone una guardia específicamente encargada de ahuyentar a los mentados animales y funcionará pero claro, Lisa le explicará cómo y lo hará proponiéndole a modo de ejemplo un amuleto "ahuyenta tigres" y entonces y para hacerle ver cómo chuta le preguntará si ve algún tigre por allí.

Homer no ve ninguno, ¿sí?, y Homer exclama entonces "¡funciona!". Bien, cualquiera con dos dedos de frente y tal sabrá entender cómo Homer desbarra, vamos, el amuleto no espanta tigres ni nada de nada, ahora, si Lisa le dijera algo así como "voy a solucionarte el miedo que tienes a los tigres, a los osos o a lo que sea" y para ello entonces le propone el mismo amuleto y vuelve en tal caso a exclamar Homer que funciona, bien, ¿no será esta vez verdad que efectivamente el truco de Lisa SÍ funcionaba?

Hagámosnos la pregunta de a ver si cura el placebo y digamos sin miedo que sí lo hace y que no se puede argumentar otra cosa, vamos, quiero decir, el placebo no es una sustancia que tenga propiedades curativas en sí misma, vale, dacord, ahora, cuidado, sí, sí que cura a veces porque, mira, justo eso es lo que lo distingue de una sustancia ordinaria y aún siendo una sustancia ordinaria, quiero decir, eso justifica la existencia del concepto o el nombre de placebo, vamos, el que cure a veces y luego y claro, se podría discutir la necesidad de vender placebo en una farmacia o no pero por muchas razones aunque nunca desde luego, vamos, jamás por no ser capaz de a veces curar. Eso no tendría razón de ser.

Hablemos ya de mi amigo y de sus pulseras power-balance, tan de moda ahora y tan criticadas por inútiles pero ¿de veras? Vamos a ver, ¿dan estas pulseras más equilibrio por algo que tengan? No, desde luego, ahora, ¿tienen algunos más equilibrio luego de ponérselas? Sí, desde luego, y si no pregunten a mi amigo y mucha otra más gente, ahora, ¿esto es paradójico? Sí, desde luego pero, cuidado, así es nuestra cabecita ¿no? ¿qué se le puede hacer?

Pues entonces, mi propuesta para exiliar de entre la gentes estos timos no es la de vender la moto de que dichas pulseras nunca funcionan sino explicarles a algunos por qué a veces sí les funciona y esto es y dicho muy brevemente, por onanismo mental, ahora, insistir en que no funcionan y punto es acabar surrealistas como Groucho Marx cuando le invitó a una persona a decidir a quién iba a creer más al propio Groucho o a sus ojos.

martes, 7 de diciembre de 2010

Neurofilosofía

[Neurofilosofía es] comprender que ya no se puede pensar o elaborar, como en otros tiempos, un sistema de pensamiento, un constructo filosófico sistemático sobre el hombre - o una propuesta filosófica como lo llamaría Eugenio Trías-, sobre lo que quiere decir la percepción, el aprendizaje y la memoria, la mente y la conciencia, y junto a ello, la emoción y los sentimientos y más allá, la ética, la moralidad, las toma de decisiones, el yo y el libre albedrío, e incluso las concepciones místicas y el mismo Dios, sin conocer lo que hoy está diciendo la ciencia del cerebro, órgano último de donde arranca y a través del cual se elabora todo pensamiento.

Pág. 48 del libro Neurocultura, de Francisco Mora

Nuestra somera revisión de la neuroanatomía y la dinámica neuronal indica que el cerebro posee características especiales de organización y funcionamiento que no parecen ser coherentes con la idea de que siga una serie de instrucciones(...). Sabemos que el cerebor está interconectado de una manera ningún ingenio puede igualar. Para empezar, los billones de conexiones del cerebro no son exactos: Si nos preguntamos si las conexiones de dos cerebros del mismo tamaño son idénticas, como lo son las conexiones de dos procesadores del mismo tipo y fabricante, la respuesta es no.
(...)
Otro de los principio organizativos que emergen de la imagen que estamos construyendo es que en cada cerebro, las consecuencias del historial de desarrollo y del historial experiencial quedan marcados de forma única. (...). La variabilidad individual que se sigue no es simplemente ruido o error, sino que puede afectar al modo en que recordamos cosas y eventos.(...)
(...)
Si comparamos las señales que recibe un cerebro con las que recibe una computador, descubriremos (...). [que] En primer lugar, es obvio que el mundo no se presenta ante el cerebro como una cinta magnética (...) La capacidad del sistema nervioso para realizar la categorización perceptual (...) creemos que surge de la selección de ciertos patrones distribuidos de actividad neuronal durante la interacción del cerebro con el cuerpo y el entorno.
(...) el cerebro contiene un conjunto especial de (...) valores que informan a todo el sistema nervioso del acaecimiento de un evento destacado y que influyen en la fuerza de las conexiones sinápticas. (...)
Por último, si consideramos la dinámica neuronal (el modo en que los patrones de actividad del cerebro cambian con el tiempo), la caracerística es especial más sorprendente (...) es el proceso que llamamos reentrada, (...). La reentrada (...). Es el intercambio recursivo y continuo de señales paralelas entre áreas del cerebro con conexiones recíprocas, (...). A diferencia de la reacción o realimentación, en este intercambio participan numerosas vías paralelas y no dispone de instrucciones específicas de corrección de error, sino que altera eventos selectivos y correlaciones de señales entre áreas y es esencial para la sincronización y coordinación de las funciones mutuas de las áreas.
(...) la reentrada permite una unidad de percepción y comportamiento que de otro modo sería imposible, puesto que el cerebro ni posee un procesador central único, al estilo de las computadoras, con instrucciones detalladas, ni dispone de algoritmos de cálculo para la coordinación de áreas funcionalmente segregadas.
Si nos pidiera que fuéramos más allá de lo que es simplemente especialdel cerebro y nombráramos una característica única de los cerebros superiores, elegiríamos la reentrada. No existe en el universo ningún otro objetamente completamente distinguido por sus circuitos de reentrada como el cerebro humano. Aunque el cerebro se asemeja algo a una gran entidad ecológica, como una una jungla, en ningún ecosistema, por complejo que sea, se presenta nada ni remotamente parecido(...)
(...)no es fácil encontrar una metáfora (...) Probemos esta: Imagina un peculiar (...) cuarteto de cuerda en el que cada intérprete responde con improvisaciones a las ideas e inspiraciones propias, así como a todo tipo de señales sensoriales procedentes de su entorno. Como no hay partitura, cada intérprete tocará su propia melodía, (...). Imaginemos ahora que los cuerpos de los intérpretes están conectados entre sí por medio de multitud de fibras finísimas de tal modo que sus acciones y movimientos son transmitidos rápidamente en todas direcciones por mediación de señales (...) que sincronizan simultáneamente las acciones de todos los intérpretes. Unas señales que conectaran instantáneamente a los cuatro intérpretes tendrían como resultado una correlación de sus sonidos, de manera que de la actuación independiente de cada uno (...) emergería una serie de sonidos más cohesiva e integrada. Este proceso correlativo alteraría asimismo la siguiente acción de cada uno de los intérpretes, y el proceso se volvería a repetir pero con el resultado de una melodía todavía más integrada. Aunque ningún director estuviera dirigiendo o coordinando el cuarteto (...), la producción global de los intérpretes tendería a ser más integrada y coordinada, y esta integración conduciría a una forma de música mutuamente coherente que ninguno de los intérpretes lograría producir por separado.


Hoy los neurobiólogos pensamos que el conocimiento del que logramos alcanzar, es el obtenido con la elaboración inconsciente que hace el cerebro de los estímulos que recibe del mundo externo.

En realidad, es el cerebro el que elabora y construye lo que vemos y brinda ese trabajo a la consciencia, y es entonces cuando el hombre percibe todo cuanto le rodea.

Pág. 47 del libro Neurocultura, de Francisco Mora

La visión más popular y corriente hoy día considera al sistema nervioso como un instrumento mediante el cual el organismo obtiene la información del ambiente que luego utiliza para construir una representación del mundo que le permite computar una conducta adecuada a su sobrevivir en él. Esta visión exige que el medio especifique en el sistema nervioso las características que le son propias, y que éste las utilice en la generación de la conducta tal como nosotros usamos un mapa para trazar una ruta.

Sin embargo, sabemos que el sistema nervioso como parte de un organismo opera con determinación estructural y, por lo tanto, que la estructura del medio no puede especificar sus cambios, sino sólo gatillarlos. Aunque nosotros como observadores, por tener acceso tanto al sistema nervioso como a la estructura del medio en que éste está, podemos describir la conducta del organismo como si surgiera del operar de su sistema nervioso con representaciones del medio, o como expresiones de alguna intencionalidad en la persecución de una meta, estas descripciones no reflejan el operar del sistema nervioso mismo y sólo tienen un carácter de utilidad comunicativa para nosotros los observadores, y no un valor científico.

(...) Nos encontramos, pues, con una gran dificultad y resistencia, porque nos parece que la única alternativa a la visión del sistema nervioso como operando con representaciones es el caso de la negación de la realidad circundante. En efecto, si el sistema nervioso no opera -y no puede operar- con una representación del mundo circundante, ¿cómo surgen entonces la extraordinaria efectividad operacional del hombre y los animales, y su enorme capacidad de aprendizaje y manipulación del mundo? Si negamos la objetividad del mundo cognoscible, ¿no quedamos acaso en el caos de la total arbitrariedad porque todo es posible?

Esto es como caminar al filo de una navaja.

Hacia un lado hay una trampa: la imposibilidad de comprender el fenómeno cognoscitivo si asumimos un mundo de objetos que nos informa porque no hay un mecanismo que de hecho permita tal "información".

Hacia el otro lado, otra trampa: el caos y la arbitrariedad de la ausencia de lo objetivo, donde cualquier cosa parece posible. Tenemos que aprender a caminar sobre la línea media, en el mismo filo de la navaja.

En efecto, por un lado tenemos la trampa de suponer que el sistema nervioso opera con representaciones del mundo. Y es una trampa porque nos ciega ante la posibilidad de dar cuenta de cómo funciona el sistema nervioso en su operar momento a momento como sistema determinado con clausura operacional(...)

Por el otro lado, tenemos la otra trampa, la de negar el medio circundante, la de suponer que el sistema nervioso funciona completamente en el vacío, donde todo vale y todo es posible.

Es el extremo absoluto de la absoluta soledad cognoscitiva o solipsismo (...). Y es una trampa porque no nos permite explicar cómo hay una adecuación o conmensurabilidad entre el operar del organismo y su mundo.

Ahora estos dos extremos o trampas han existido desde los primeros intentos de comprender el fenómeno del conocer, aún en sus raíces más clásicas. Hoy día, predomina el extremo representacional; en otros tiempos, ha predominado la visión descubrir por experiencia directa (más allá del mero entendimiento intelectual) que los objetos y fenómenos (incluido su yo propio) no existen exactamente de la manera que se cree, sino que solo son representaciones mentales.

Nosotros queremos proponer ahora cómo cortar este aparente nudo gordiano y encontrar una manera natural de evitar estos dos abismos en el filo de la navaja. (...) La solución es la de mantener una clara contabilidad lógica. Esto equivale a no perder nunca de vista aquello que dijimos desde un comienzo: todo lo dicho es dicho por alguien. La solución, como todas las soluciones de aparentes contradicciones, consiste en salirse del plano de la oposición y cambiar la naturaleza de la pregunta pasando a un contexto más abarcador.

La situación es en realidad simple. Como observadores, podemos ver una unidad en dominios diferentes, según sean las distinciones que realicemos. Así, por un lado, podemos considerar a un sistema en el dominio del operar de sus componentes, en el dominio de sus estados internos y sus cambios estructurales. Desde este operar, para la dinámica interna del sistema, el ambiente no existe, es irrelevante.

Por otro lado, también podemos considerar a una unidad en sus interacciones con el medio y describir su historia de interacciones en él. Para esta perspectiva en la que el observador puede establecer relaciones entre ciertas características del medio y la conducta de la unidad, la dinámica interna de ésta es irrelevante.

Ninguno de estos dos posibles dominios de descripción es problemático en sí, y ambos son necesarios para satisfacer nuestro sentido de cabal entendimiento de una unidad. Es el observador quien desde su perspectiva externa los correlaciona; es él quien reconoce que la estructura del sistema determina sus interacciones al especificar qué configuraciones del medio pueden gatillar en él cambios estructurales; es él quien reconoce que el medio no especifica o instruye los cambios estructurales del sistema.

El problema comienza cuando nos cambiamos, sin notarlo, de un dominio al otro, y empezamos a exigir que las correspondencias que nosotros podemos establecer entre ellos, porque podemos ver estos dos dominios simultáneamente, entren de hecho en el operar de la unidad, organismo y sistema nervioso en este caso.

Al mantener limpia nuestra contabilidad lógica, esta complicación se disipa, nos hacemos cargo de estas dos perspectivas y las relacionamos en un dominio más abarcador que nosotros establecemos. Así no necesitamos recurrir a las representaciones, ni necesitamos negar que el sistema opera en un medio que le es conmensurable como resultado de su historia de acoplamiento estructural.

Maturana y Varela en su libro El árbol del conocimiento, página 87.

Lo que trato de decir es que muy probablemente la realidad del mundo fuera de nosotros los humanos no es copia fidedigna del mundo que existe fuera del cerebro. (...)

Pág. 50 del libro Neurocultura

Es famosa la historia de gagavai que nos cuenta Quine, de la que voya a dar una versión libre.

Un explorador que no sabe nada de la lengua indígena le señala al nativo un conejo que cruza por la hierba, y este reacciona exclamando gagavai. ¿Quiere decir que tal vez para el nativo gagavai significa "conejo"? No se sabe, podría significar animal o conejo que corre. No está mal, se vuelve a hacer la prueba mientras pasa un perro, o cuando el conejo está parado. ¿Y si el nativo hubiese querido decir con gagavai que está viendo cómo la hierba se agita al paso de un animal? ¿O que ante sus ojos se estaba produciendo un hecho espaciotemporal? ¿O que le gustaban los conejos?

Moraleja: el explorador sólo puede plantear hipótesis y elaborar su propio manual de traducción, que quizá no es mejor que otro (lo importante es que tenga cierta coherencia)

De modo que el buen ilustrado cuestionará cualquier posible manual de traducción, pero no podrá negar que el indígena dijo gavagai, y que no lo dijo mirando al cielo, sino precisamente mientras dirigía la vista al espacio donde al explorador le pareció ver un conejo

Umberto Eco en su libro A paso de cangrejo, concretamente en la pág.89

Lo que sí sabemos es que el conocimiento del mundo que logramos alcanzar los seres humanos es mundo real, sí, pero en tanto que mundo real humano. La realidad objetiva, física y fría que hay delante de nosotros, ese árbol o ese caballo con sus formas y colores, su tacto y olor es realidad en tanto que realidad humana percibida por el cerebro humano.

Pág. 50 del libro Neurocultura

Yo puedo observar la conducta verbal de los aborígenes, y puedo traducir sus palabras a las del castellano, pero esto lo haré acomodando su conducta a mi propia visión del mundo.

Entonces, cuando preguntamos: ¿A qué se refieren los aborígenes cuando dicen “gavagai”?, nosotros podemos contestar “conejo”, pero con esto no hemos hecho sino explicar la referencia de “gavagai” poniendo el castellano como lenguaje de fondo (y no poniendo la realidad misma). Podemos hablar de la referencia del lenguaje aborigen, pero sólo podremos hacerlo en términos relativos a nuestro propio lenguaje, y nunca en términos absolutos.

Decimos que “gavagai” significa “conejo”: nuestro lenguaje —el castellano— está presente en el escrutinio de la referencia de “gavagai”. Cuando pregunto por la referencia de los términos del aborigen, ciertamente, debería estar preguntando por ciertos objetos, pero en mi respuesta no me las veo con los objetos, sino con el castellano.

En efecto, lo que está en juego es la ontología subyacente a cada lenguaje. En verdad, la indeterminación de la traducción implica que no podemos saber realmente en qué consiste la ontología del lenguaje aborigen, pues nosotros siempre la hacemos coincidir con la nuestra. Y es que no puede ser de otra manera. Si al escrutar la referencia de los términos de un lenguaje aborigen debo valerme de mi observación de sus conductas y del entorno, está claro que mi observación está mediada por el lenguaje concreto con el que yo hago mis figuras —en mi caso, el castellano—, y así siempre intentaré acomodar la conducta verbal de los aborígenes a la ontología que yo soy capaz de determinar, pues no puedo salir de ella.

Aquí inciden tanto la inescrutabilidad de la referencia como el relativismo ontológico en el contexto de la traducción radical: no podemos escrutar la referencia en términos absolutos, sino sólo en términos relativos a un lenguaje que ponemos de fondo.


Incluso la concepción misma del átomo, obtenida a través del método científico, es realidad física y objetiva, sí, pero no necesariamente la única posible.

Pág. 53 del libro Neurocultura, de Francisco Mora

El constructivismo radical es desvergonzadamente instrumentalista (...) y esto debe ofender a los defensores del aforismo "La Verdad por la Verdad misma". Por consiguiente, lo desechan como materialismo barato. Pero esto, nuevamente es inapropiado.

El instrumentalismo característico del constructivismo no debe ser equiparado con el materialismo. El segundo principio listado más arriba afirma que la función de la actividad cognitiva es adaptativa.

Para los biólogos, por supuesto, la búsqueda de la viabilidad concierne al ajuste con el ambiente externo. Para el constructivista, cuyo interés se concentra exclusivamente en el dominio cognitivo en el cual no hay acceso a un ambiente externo, la viabilidad y la adecuación son siempre relativos al mundo experiencial del sujeto cognoscente.

Este cambio de significado fue explicado y demostrado por el biólogo Jakob von Uexkül (1933). En un encantador libro (...) mostró que todos los organismo vivientes crean para sí mismo dos ambientes coordinados: un amiente de acciones (...) y un ambiente de percepciones (...). Ambos ambientes son necesariamente subjetivos, porque el primero depende de la capacidad particular de acción del organismo y el segundo del alcance del equipamiento sensorial del mismo.

Von Glasserfeld, el que bautizó -creo- el constructivismo radical, en la pág.44 de libro Construcciones de la experiencia humana

El mundo que vemos es un mundo concebido a través de la construcción hecha a partir de estímulos físicos por una maquinaria que es nuestro cerebro.

Pág. 53 del libro Neurocultura, de Francisco Mora

Imaginemos a un sujeto que ha vivido toda su vida en un submarino y que, no habiendo jamás salido de él, ha recibido un entrenamiento perfecto de cómo manejarlo. Ahora, nosotros estamos en la playa y vemos que el submarino se acerca y emerge grácilmente a la superficie. Entonces, tomamos la radio y decimos al piloto interior:

"Felicitaciones, has evitado los escollos y emergido con gran elegancia; las maniobras del submarino te resultaron perfectas"

Nuestro amigo del interior, sin embargo, se desconcierta:

"¿Qué es eso de escollos y de emerger? Todo lo que yo hice fue mover palancas y girar perillas y establecer ciertas relaciones entre indicadores al accionar las palancas y las perillas, en una secuencia prescrita de acuerdo con mi modo acostumbrado. Yo no he realizado maniobra alguna, y que, además, me hables de un submarino, me parece casi una burla.

Para el hombre en el interior del submarino, sólo existen lecturas de los indicadores, sus transiciones, y las maneras de obtener ciertas relaciones específicas entre ellas. Sólo para nosotros afuera, que vemos cómo cambian las relaciones entre el submarino y su ambiente, existe la conducta del submarino, y ésta puede aparecer más o menos adecuada según las consecuencias que tenga.

Si hemos de mantener la contabilidad lógica, no debemos confundir el operar del submarino mismo, su dinámica de estados, con sus desplazamientos y cambios de posición en el medio. La dinámica de estados del submarino con su piloto que no conoce el mundo exterior, nunca ocurre en un operar con representaciones del mundo que el observador externo ve: no involucra ni "playas", ni "escollos", ni "superficie", sino sólo correlaciones entre indicadores dentro de ciertos límites. Entidades como playas, escollos o superficies son válidas únicamente para un observador externo, no para el submarino ni para el piloto que opera como componente de él.

Lo que es válido para el submarino en esta analogía es también válido para todos los sistemas vivos: para el sapito con ojo rotado, para la niña-lobo y para cada uno de nosotros los seres humanos

Maturana y Varela en su libro El árbol del conocimiento, página 87.

En esto no hay desafío posible a la ciencia. La flor o el caballo que vemos y el átomo que alcanzamos a conocer a través del método científico son reales, pues para el ser humano no hay otra realidad porque tenemos el cerebro que tenemos y no otro.

Pág. 53 del libro Neurocultura, de Francisco Mora

Los dos proyectos que he indicado (un vocabulario infinito para la serie natural de los números, un inútil catálogo mental de todas las imágenes del recuerdo)son insensatos, pero revelan cierta balbuciente grandeza. Nos dejan vislumbrar o inferír el vertiginoso mundo de Funes [el Memorioso]. Éste, no lo olvidemos, era casi incapaz de ideas generales, platónicas. No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente). Su propia cara en el espejo, sus propias manos, lo sorprendían cada vez.


Refiere Swift que el emperador de Lilliput discernía el movimiento del minutero; Funes discernía continuamente los tranquilos avances de la corrupción, de las caries, de la fatiga. Notaba los progresos de la muerte, de la humedad.
(...)
Le era muy difícil dormir. Dormir es distraerse del mundo; Funes, de espaldas en el catre, en la sombra, se figuraba cada grieta y cada moldura de las casas precisas que lo rodeaban. (Repito que el menos importante de sus recuerdos era más minucioso y más vivo que nuestra percepción de un goce físico o de un tormento físico.) Hacia el Este, en un trecho no amanzanado, había casas nuevas, desconocidas. Funes las imaginaba negras, compactas, hechas de tiniebla homogénea; en esa dirección volvía la cara para dormir. También solía imaginarse en el fondo del río, mecido y anulado por la corriente.
(...)
Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos.

Jorge Luis Borges en el magnífico cuento titulado Funes, El Memorioso

Asimismo la progresión en nuestro conocimiento del mundo y el de nuestra propia supervivencia, a la cual sirve ese conocimiento, va de la mano de la experimentación científica y de la aplicación del método científico; es decir, observación, experimentación e hipótesis, modo único de atacar el conocimiento que comenzó con el empirismo. No existe otro camino.

Pág. 53 del libro Neurocultura, de Francisco Mora

En lugar de aspirar al descubrimiento de lo que es realmente una cosa y definir su verdadera naturaleza, el nominalismo metodológico procura describir cómo se comporta un objeto en diversas circunstancias y, especialmente, si se observan irregularidades en su conducta.

En otras palabras, el nominalismo metodológico cree ver el objetivo de la ciencia en la descripción de los objetos y sucesos de nuestra experiencia y en la "explicación" de estos hechos, esto es, su descripción con ayuda de leyes universales. Y ve en nuestro lenguaje, especialmente en aquellas de sus reglas que diferencian las oraciones adecuadamente construidas y las inferencias de un simple cúmulo de palabras, el gran instrumento de la descripción científica; no considera, pues, a las palabras, nombres de las esencias, sino más bien herramientas subsidiarias para su tarea.

El nominalista metodológico jamás considerará que una pregunta tal como "¿qué es la energía?", "¿qué es el movimiento?" o "¿qué es un átomo?" constituye una cuestión importante para la física; le atribuirá suma importancia, en cambio, a las preguntas de este tipo: "¿cómo puede aprovecharse la energía solar?", "¿cómo se mueve un planeta?", "¿en qué condiciones irradia luz un átomo?", etc. Y aquellos filosófos que sostienen que antes de haber contestado el "qué es" no puede pretenderse responder a los "cómo", les responderá simplementee que prefiere el modesto grado de exactitud que le proporcionan sus métodos a la pretenciosa confusión en que ellos han incurrido con los suyos

Popper en el libro La sociedad abiert, pág.47


Y sólo hay que leer y repasar con deleite el Tratado sobre la naturaleza humana, de David Hume. Decía Ortega y Gasset:
La teoría, el pensamiento humano, no descubre el Universo, sino que lo construye.
También en esta línea de pensamiento se movía Julian Huxley cuando indicó que:
La ciencia no es meramente un descubrimiento de hechos prexistentes, es también, y más importante, la creación de algo nuevo. La leyes que emergen de la ciencia no son algo que existía desde la eternidad en su propia esencia o en la mente de Dios, esperando ser descubiertas por el hombre: simplemente no existirían antes que el hombre de la ciencia las formulara. Lo mismo es cierto para los conceptos científicos como el átomo o el potencial eléctrico o la evolución. Las leyes científicas y los conceptos afines son creaciones organizadas de la mente humana.
Pág. 53 del libro Neurocultura, de Francisco Mora

jueves, 2 de diciembre de 2010

¿Nos hallamos hoy al menos perplejos por el hecho de que no comprendemos la expresión ‘ser’?

¿Nos hallamos hoy al menos perplejos
por el hecho de que no comprendemos
la expresión ‘ser’?


Heidegger creyó demasiado en las palabras. (...) Las dificultades, él no las resolvió sino simplemente las superó con la ayuda de la creación de palabras. Yo considero eso como altamente deshonesto. Yo no discuto que Heidegger haya sido un genio, pero lo considero también como un estafador. En lugar de resolver las preguntas, él se contentó escribiendo, creando palabras, desplazando los problemas, respondiendo - ¿cómo le diría? – con una producción de vocabulario. (...) Para mí, Heidegger fue realmente demasiado ingenuo, aunque al mismo tiempo astuto como un campesino. (...) Fue un hombre, me atrevería a decir, inconscientemente villano...


SPIEGEL: ¿Atribuye Vd. a los alemanes una tarea especial?

HEIDEGGER: Sí, en el sentido del diálogo con Hölderlin.

SPIEGEL: ¿Cree Vd. que los alemanes tienen una cualificación específica para ese cambio?

HEIDEGGER: Pienso en el particular e íntimo parentesco de la lengua alemana con la lengua de los griegos y con su pensamiento. Esto me lo confirman hoy una y otra vez los franceses. Cuando empiezan a pensar, hablan alemán; aseguran que no se las arreglan con su lengua.


El sonido es el cambio en la condición específica de segregación de las partes materiales y en la negación de esta condición; tan solo una idealidad abstracta o ideal, por así decirlo, de esa especificación. Pero este cambio, en consecuencia, es inmediatamente, en sí mismo, la negación de la subsistencia específica material, que es, por lo tanto, la idealidad real de la gravedad y cohesión específicas, es decir, el calor. El aumento de calor de los cuerpos en resonancia, semejante al que experimentan los cuerpos por el rozamiento, señala la aparición del calor que se origina, conceptualmente, junto con el sonido.

Georg Wilhelm Friedrich Hegel en su Filosofía de la naturaleza, citado por Karl Popper en su libro La sociedad abierta y sus enemigos

Esa charla de locos sólo viene de la lengua y no del cerebro

Cimbelino, de William Shakespeare, citado por Schopenhauer en referencia a Hegel, citado por Popper en referencia a la filosofía continental

Puede plantearse la duda de si Hegel se engañó a sí mismo, hipnotizado por su propia inspiración verborrágica o si se propuso audazmente engañar y fascinar a los demás.Personalmente me inclino más por la segunda alternativa, especialmente teniendo en cuenta lo que Hegel escribió en una de sus cartas.

En ésta, fechada dos años antes de la publicación de la Filosofía de la Naturaleza, Hegel se refería a otra Filosofía de la Naturaleza, escrita por su amigo Schelling:
He estado demasiado ocupado (...) para embarcarme en la lectura de esa patraña de la Filosofía de la Naturaleza, de ese filosofar sin conocimiento de los hechos...de ese tratar las puras fantasías -estúpidas, incluso- como si fueran ideas


El calor es la autorestauración de la materia en su amorfismo, su liquidez el triunfo de su homogeneidad abstracta sobre lo definido específico, y su continuidad abstracta, de existencia autónoma pura, como negación de la negación, entra aquí en actividad.

Georg Wilhelm Friedrich Hegel en su Filosofía de la naturaleza, citado por Karl Popper en su libro La sociedad abierta y sus enemigos

En lugar de aspirar al descubrimiento de lo que es realmente una cosa y definir su verdadera naturaleza, el nominalismo metodológico procura describir cómo se comporta un objeto en diversas circunstancias y, especialmente, si se observan irregularidades en su conducta.

En otras palabras, el nominalismo metodológico cree ver el objetivo de la ciencia en la descripción de los objetos y sucesos de nuestra experiencia y en la "explicación" de estos hechos, esto es, su descripción con ayuda de leyes universales. Y ve en nuestro lenguaje, especialmente en aquellas de sus reglas que diferencian las oraciones adecuadamente construidas y las inferencias de un simple cúmulo de palabras, el gran instrumento de la descripción científica; no considera, pues, a las palabras, nombres de las esencias, sino más bien herramientas subsidiarias para su tarea.

El nominalista metodológico jamás considerará que una pregunta tal como "¿qué es la energía?", "¿qué es el movimiento?" o "¿qué es un átomo?" constituye una cuestión importante para la física; le atribuirá suma importancia, en cambio, a las preguntas de este tipo: "¿cómo puede aprovecharse la energía solar?", "¿cómo se mueve un planeta?", "¿en qué condiciones irradia luz un átomo?", etc. Y aquellos filosófos que sostienen que antes de haber contestado el "qué es" no puede pretenderse responder a los "cómo", les responderá simplementee que prefiere el modesto grado de exactitud que le proporcionan sus métodos a la pretenciosa confusión en que ellos han incurrido con los suyos.


Cristián Warnken [el entrevistador]: A propósito de la ciencia, me pareció entender en su libro, que la ciencia tendría su origen o su germen en una cultura matrística, en cambio la filosofía tendría su origen en la cultura patriarcal

Humberto Maturana: Eso es lo que yo digo allí, porque la ciencia, el criterio de validación del explicar científico, la ciencia como actitud, está abierta continuamente a la reflexión y por lo tanto, está abierta continuamente a la liberación de los dogmatismos, a escaparse de los dogmatismos.
(...)
Cristián Warnken: Lo que me llama la antención a mí, es la filosófia, ahí lo entiendo quizá menos. Pudiera uno creer que en cierta filosofía o toda la filosofía, se da un pensamiento libre, un pensamiento alejado del dogma. Tenemos el ejemplo de Nietzsche, del Existencialismo...

Humberto Maturana: No. Lo que pasa es lo siguiente. Uno hace filosofía cuando reflexiona sobre los fundamentos de su quehacer, cuando reflexiona sobre los fundamentos de su pensar, en ese momento hace filosofía. Pero uno puede generar teorías cientifícas y teorías filosóficas y hay una diferencia fundamental. No todo filosofar es hacer teoría filosófica. Yo diría que Nietzsche no hace teoría filosófica la mayor parte del tiempo, él hace reflexión filosófica, es una continua invitación a la reflexión. Ahora, yo pienso que la diferencia entre las teorías filosóficas y las teorías científicas está en lo que quiere conservar el que hace la teoría. Pero el científico quiere epxlicar conservando coherencias con la experiencia, ya sea científico o filósofo. El que hace teorías filosóficas quiere conservar coherencias con principios o nociones fundamentales o trascendentes, ya sea científico o filósofo. De la conservación de coherencia con la experiencia resulta una teoría abierta a la reflexión, del conservar cohrencias con principios o nociones trascendentales resulta una teoría negada a la reflexión porque está centrada de verdades no cuestionables [y aunque, como suele ser siempre el caso, se prestase a la validación verbal, al palabreo, seguiría siendo insfuciente porque sabemos que el lenguaje verbal no es lo suficientemente potente para evitar antinomias que en realidad no son tales]. Entonces, las teorías filosóficas en ese sentido son restrictoras, limitan la reflexión, se hacen dogmáticas. Las teorías científicas están abiertas a la reflexión, no son dogmáticas. Sin embargo, los científicos pueden ser dogmáticos y en ese sentido el negarle a la teoría científica su carácter no-dogmático y hacerla dogmática, porque eso tiene que ver con la emoción, que es lo que yo quiero conservar. Entonces, un científico puede empezar haciendo una teoría científica y terminar haciendo una teoría filosófica.

Cristián Warnken: De alguna manera hay filósofos, que a lo mejor en este siglo han prefigurado esto que Ud. está diganosticando en su libro. De esto estamos hablando de Nietzsche, pienso en Kierkergaard, pienso en los existencialistas que centren de alguna manera la reflexión en la experiencia, en lo humano. ¿Se podría decir que son ellos una especie de profetas o que están ahí tocando la campana de alerta frente a la cultura patriarcal?

Humberto Maturana: En algunos sí y en otros no, pero se han encontrado sin darse cuenta con esta problemática de la cultura patriarcal. Yo creo que hay muchos pensadores que han ido en esa dirección, pero el carácter de su pensar y desarrollo en último término ha estado determinado por su aferrarse o no aferrarse a principios. Del momento en que uno se aferra a principios, cualquiera que estos sean, se acabó la libertad reflexiva, y esto uno puede ser un científico, por ejemplo Einstein. Einstein genera la Teoría de la Relatividad como una teoría científica. En este proceso cambia la noción de espacio, cambia la noción de tiempo, cambia la noción de gravitación, cambia todo un conjunto de cosas que eran tratadas en la física clásica como principios, como verdades a priori, inobjetables, no había que pensar en ellas, eran así. Muy bien, hace una teoría científica, pero en sus discusiones con Niels Bohr en relación al indeterminismo de Heisenberg, hay un momento en que Einstein no acepta eso y dice: Dios no juega a los dados. En ese momento Einstein hace teoría filosófica, porque ha aceptado el determinismo como un principio y el resto de su vida está destinado a buscar una explicación cósmica que conserve el determinismo, está atrapado en eso, hace muchas cosas bonitas pero está atrapado en eso. Se atrapa en un principio, es decir, en algo que restringe la reflexión.


La definición ostensiva explica el uso —el significado— de la palabra cuando ya está claro qué papel debe jugar en general la palabra en el lenguaje. Así cuando sé que otro me quiere explicar el nombre de un color, la explicación ostensiva "Esto se llama 'sepia'", me ayudará a entender la palabra... Tiene uno que saber (o poder) ya algo para poder preguntar por la denominación ¿Pero qué tiene uno que saber?.

Ludwig Wittgenstein tratando de definir el Ser en su libro Investigaciones filosóficas, §30

El ser se dice de muchas maneras y éstas reflejan la esencia del ser.

Aristóteles tratando de definir el Ser en su libro Metafísica

El desarrollo del pensamiento a partir de Aristóteles podría resumirse, a mi juicio, diciendo que todas las disciplinas permanecieron detenidas, mientras utilizaron el método aristótelico de la definición, en un estado de un hueco palabrerío y escolasticismo estéril, y que la medida en que las diversas ciencias lograron efectuar algún progreso dependió del grado en que consiguieron librarse de este método esencialista.
(...)
Al igual que Platón, Aristóteles creía que todo conocimiento se obtiene, en última instancia, por medio de una captación intuitiva de la esencia de las cosas. "Sólo podemos conocer una cosa conociendo su esencia", escribe Aristóteles, y también: "Conocer una cosa es conocer su esencia". Una "premisa básica" no es, según él, sino un enunciado que describe la esencia de una cosa. Pero es precisamente este enunciado lo que él denomina definición. De este modo, todas las "premisas básicas de las pruebas" son definiciones.
(...)
[En la concepción actual] del método científico (...) no hay conocimiento, en el sentido de Platón y Aristóteles usaron la palabra, vale decir, en el sentido que le atribuye un alcance definitivo; en la ciencia jamás existen razones suficientes para creer que se ha alcanzado la verdad de una vez por todas. Lo que habitualmente denominamos "conocimiento científico" no es, por regla general, conocimiento en este sentido, sino más bien la información concerniente a diversas hipótesis contradictorias y a la forma en que éstas se comportan frente a diversas pruebas; es, para emplear las palabras de Platón y Aristóteles, la información relativa a la última y mejor probada "opinión" científica.
(...)
Cabe afirmar que, en tanto de acuerdo con la interpretación esencialista hay que leer las definiciones de forma "normal", vale decir, de izquierda a derecha, las definiciones, tal como las usa normalmente la ciencia moderna deben leerse de atrás hacia adelante o de derecha a izquierda, pues comienzan con la fórmula definitoria y exhiben luego un breve rótulo para la misma. De este modo, desde el ángulo científico, la definición "un potro joven es un caballo joven" vendría ser la respuesta ¿qué nombre se le da a un caballo joven? y no a aquella otra [afín a Aristóteles, Platón, etc.] que pregunta ¿Qué es un potro? (las premisas como estas: ¿qué es la vida? ¿qué es la gravedad? no desempeñan papel alguno en la ciencia). El uso científico de las definiciones, caracterizado por la lectura "de derecha a izquierda", podría denominarse interpretación nominalista, en oposición a la aristotélica o esencialista. En la ciencia moderna sólo existen definiciones nominalistas, es decir, símbolos o rótulos sucintos utilizados en bien de la brevedad expositiva. Con lo cual puede verse, de inmediato, que las definiciones no desempeñan ningún papel importante en la ciencia.


¿Nos hallamos hoy menos perplejos
por el hecho de que no comprendemos
la expresión ‘ser’?

lunes, 29 de noviembre de 2010

Impossible is nothing

En ciencia estamos acostumbrados a despreciar las cosas que tienen una probabilidad muy baja de ocurrir aunque sean posibles en principio. Por ejemplo, está permitido por las leyes de la física que mi mesa ascienda y flote en el aire. Todo lo que se necesita es que todas las moléculas se muevan casualmente haciar arriba al mismo tiempo en el curso de sus movimientos aleatorios. Es tan poco probable que esto ocurra, incluso en los quince mil millones de historia en el Universo, que podemos olvidarnos de ello para todos los fines prácticos.

Sin embargo, cuando tenemos un futuro infinito para preocuparnos por todo esto, ocurrencias físicas fantásticas bastante improbables tendrá con el tiempo una probabilidad significativa de ocurrir. Un campo de energía que se asienta en el fondo de un paisaje de vacío dará finalmente el paso fantásticamente improbable de saltar de nuevo hasta la cima de la colina.

Un universo inflacionario podría empezar de nuevo para nosotros. Pero lo que es aún más improbable, nuestro Universo entero tendrá alguna probabilidad minúsculamente pequeña de sufrir una transición cuántica a otro tipo de universo. Cualquier habitante de un universo que sufra una reforma tan radical no sobrevivirá. De hecho, la probabilidad de que a un sistema le ocurra algo espectacular de naturaleza de transformación cuántica se hace más pequeña a medida que el sistema se hace mayor. Es mucho más probable que objetos dentro del Universo, como rocas o agujeros negros o personas, sufran tal recomposición antes de que eso le suceda al Universo en conjunto.

Esta posibilidad es importante, no tanto porque podamos decir lo que podría suceder cuando hay un tiempo infinito para que pueda suceder, sino porque no podemos hacerlo. Cuando hay tiempo infinito de espera, cualquier cosa que pueda suceder sucederá finalmente. Pero (o mejor) que eso: sucederá infinitamente a menudo.

Página 352 del libro El libro de la nada, de John David Barrow

[John Littlewood] Como matemático profesional, definió el concepto de "milagro" antes de formular su ley. Su definición decía que un milagro es un suceso que tiene una importancia especial cuando se produce, pero la probabilidad de que se produzca es de uno entr un millón. Esta definición concuerda con lo que nuestro sentido común entiende al oír la palabra "milagro".

La ley de los milagros de Littlewood afirma que, en el transcurso de la vida de cualquier persona normal, los milagros se producen una proporción de aproximadamente uno por mes. La demostración de esta ley es sencilla. Durante el tiempo que pasamos despiertos y dedicados activamente a vivir nuestras vidas, que es más o menos de dieciséis horas diarias, vemos y oímos cosas que suceden a una velocidad aproximada de una por segundo. Por lo tanto, el número total de las cosas que nos suceden es de unas treinta mil al día, más o menos un millón al mes.

Con pocas excepiones, estos sucesos no son milagros, porque resultan insignificantes. La probabilidad de un milagro es más o menos de uno entre un millón de sucesos. Por consiguiente, sería de esperar que nos sucediera, por término medio, que se produzca un milagro cada mes.

Página 340 del libro El científico rebelde, de Freeman Dyson

Y esas crisis que la mayoría de la gente considera como escandalosas, como absurdas, yo personalmente tengo la impresión de que sirven para mostrar el verdadero absurdo, el de un mundo ordenado y en calma, con una pieza donde diversos tipos toman café a las dos de la mañana, sin que realmente nada de eso tenga el menor sentido como no sea el hedónico, lo bien que estamos al lado de esta estufita que tira tan meritoriamente. Los milagros nunca me han parecido absurdos; lo absurdo es lo que los precede y los sigue.

Página 187, capítulo 28, del libro Rayuela, de Julio Cortázar

lunes, 22 de noviembre de 2010

Hágase Tu Voluntad

El escritor más grande en lengua hebrea, conocido entre los estudiosos como J o el Yavista, escribió las partes cruciales de lo que ahora llamamos Génesis, Éxodo y Números en algún momento entre el 950 y el 900.
(…)
Quisiera aclarar que mi lectura del texto de J es la misma que haría de cualquier otro gran texto literario, y lo leo como leería a Homero, a Dante o a Shakespeare.
(…)
Una de las manifestaciones más sobrecogedoras del genio Yavista trasciende incluso a Shakespeare (aunque me duela decirlo). El personaje más sorprendente de J (…) es, extrañamente, Yavé, no sólo Dios como personaje literario sino, inolvidablemente, Dios. Una vez más, quisiera evitar el escándalo. El Yavé de J ha sido una extravagancia durante casi tres mil años porque es humano-demasiado-humano. Recuerdo haber afirmado en mi Book of J que, de acuerdo con los estándares normativos –judaicos, cristianos, islámicos-, la representación de Yavé es blasfema. Hoy añadiría que me quedé corto en esta afirmación: los teólogos (los antiguos y los modernos) y los académicos consideran que el Yavé de J es antropomorfo, lo cual es una absurda evasión.

La única sobresaliente excepción la constituye el estudioso alemán Gerhard von Rad, aunque donde dice Israel yo pondría J y donde habla del Antiguo Testamento yo hablaría de la Biblia hebrea o Tanakh:

En realidad Israel[Yavista o J] pensaba que Yavé tenía forma humana. Pero la forma de expresarlo a la que nosotros recurrimos va exactamente en dirección opuesta según las ideas del Antiguo Testamento[Biblia hebrea], porque de acuerdo con las ideas del yavismo, no se puede decir que Israel[Yavista o J] tenía una concepción antropomorfa de Dios sino lo contrario, que ella tenía una concepción teomórfica del hombre

Con su gran ironía, J consideraba que sus mujeres y hombres eran teomorfos, mientras que su dinámico Yavé es extraordinario y sin trabas desde el comienzo.
(…)
Yavé modela la figura de Adán con arcilla roja adamah, no como un ceramista (…) sino como un niño haciendo pasteles de barro. Sin embargo este es un Dios infantil que insufla en su criatura el soplo de vida, convirtiendo a Adán en un ser vivo, no un alma prisionera dentro de un cuerpo sino una entidad en la que la una y el otro se han fundido, como el propio Yavé.
(…)
Ahora me ocuparé (…) del momento más enigmático y estremecedor de la Biblia Hebrea
(…)
Mientras Moisés baja hacia Egipto [luego del encuentro con Yavé], J nos sacude con lo siguiente:

Y en el camino, en la posada, El Eterno lo encontró y trató de matarlo. Tzipora tomó una piedra afilada y cortó el prepucio de su hijo y lo arrojó a sus pies; y dijo: "En todo lo que a mí concierne, estás casado con sangre"

(…)
¿Cuál es el motivo de la ira de Yavé? J no nos da ninguno y evidentemente cree que no hay explicación posible. ¡A sabiendas de que Rashi no había hecho su trabajo, la normativa tradicional insistía absurdamente en que Moisés debía ser asesinado porque no había circuncidado a su hijo pequeño! Pero esta es una interpretación tardía
(…)
La tradición mesoráchica, infeliz con la ironía de choque del Yavista, sencillamente reescribió el pasaje. Satán aparece como una gran serpiente del desierto que casi se traga a Moisés hasta que Tzipora circuncida al pequeño.

Los herejes gnósticos antiguos y modernos, entre los cuales me incluyo, se han deleitado con el pasaje, pero el refinado e irónico Yavista no era ni un creyente ni un hereje. Yo imagino que J quería que viéramos una vez más que la identificación total con la voluntad de Dios es imposible: él no es predecible.

Mientras escribía estas palabras, los inefables Falwell y Robertson sugirieron que Dios había permitido la destrucción de las Torres Gemelas porque toleramos a los defensores del aborto, a los homosexuales, a las feministas y a los de similar calaña.

Lo último que quisiera oír sería la interpretación Falwell-Robertson de por qué Yavé intentó asesinar a Moisés.


Genios escrito por Harold Bloom, página 178


No se trata de un sacrificio del primogénito, rito que, por otra parte, no fue conocido hasta más tarde y que nunca se impuso completamente entre los israelitas.

Abraham se sentía atado a su Dios por la "fe". No "comprendía" el significado del acto que Dios acaba de exigirle, mientras que quienes ofrecían a sus primogénitos a una divinidad se daban perfectamente cuenta del significado y de la fuerza mágico-religiosa de aquel acto.

Por otra parte, Abraham no dudaba de la santidad, de la perfección y de la omnipotencia de su Dios. En consecuencia, si la acción prescritan tenía todos los visos de un infanticidio se debía a la incapacidad que tiene el hombre para comprender. Sólo Dios conocía el significado y el valor de un gesto que para los demás en nada se diferenciaba de un crimen.

(...) Se diría que Abraham no dudaba de la "sacralidad" de su gesto, pero que ésta era "irreconocible" y, en consecuencia, imposible de entender.

La meditación sobre esta imposibilidad de reconocer lo "sagrado" (puesto que lo sagrado quedaba absolutamente identificado con lo "profano") tendrá consecuencias de mucho peso. Como veremos más adelante, la "fe abrahámica" permitirá al pueblo judío, después de la segunda destrucción del templo y la desaparición del Estado, soportar todas las pruebas de su trágica historia.

La meditación sobre el ejemplo de Abraham será también la que muy tardíamente, en los siglos XIX y XX, permitirá a ciertos pensadores cristianos captar el carácter paradójico y, en última instancia, "irreconocible" de su fe.

Kierkegaard renunció a su prometida con la esperanza de que le sería restituida aunque resultase imposible de imaginar. Y cuando Léon Chestov afirmaba que la verdadera fe implica una sóla certidumbre, que "para Dios todo es posible", no hacía más que traducir, simplificándola, la experiencia de Abraham.


Un día, un grupo de judíos decidió incoar un juicio a Dios. Ante tal sufrimiento inconcebible, pensaban que los argumentos convencionales carecían por completo de cualquier poder de convicción. Si Dios era omnipotente, podría haber impedido la Shoah; si no pudo detenerla, era impotente; y si podía detenerla pero decidió no hacerlom era un monstruo.

Condenaron a Dios a muerte. El rabino que presidía pronunció el veredicto, luego, siguieron tranquilamente y anunciaron que era la hora de la oración de la noche.

pág.309 del libro, En defensa de Dios de Karen Armstrong

jueves, 18 de noviembre de 2010

Profetas

Comparto también la convicción de quienes piensan que el estudio de Dante o Shakespeare, de Dostoievski o de Proust, tiene una buena ilustración en el conocimiento de Kalidasa, de los Nò o del Mono Peregrino.

No se trata aquí de un pseudoenclopedismo vacuo y en definitiva estéril. Lo que importa es no perder de vista la unidad profunda e indivisible de la historia del espíritu humano.



De viaje, en coche, o después de una buena comida, de paseo, o de noche, cuando no puedo dormir, es cuando me asaltan las mejores ideas, cuando surgen en abundancia.

Las que más me gustan las conservo en mi mente, canturreándolas para mis adentros, o al menos eso dicen los demás.
Cuando tengo eso en mi interior, el resto viene con rapidez, una cosa después de la otra, viendo dónde podría utilizar tal fragmento para hacerme una composición de conjunto segun las reglas del contrapunto, los timbres de los diversos instrumentos, etcétera.

Mi alma se enfervoriza, por lo menos cuando nadie me interrumpe; la idea crece, la desarrollo, todo va aclarándose cada vez más, y realmente la pieza está casi acabada en mi cabeza, por larga que sea, de manera que luego puedo, de una sola mirada, verla mentalmente como un cuadro hermoso o una bella escultura; con esto quiero decir que, en mi imaginación, no oigo en absoluto las partes una tras otra en el orden en que se sucederán, sino que las oigo todas a la vez.

¡Deliciosos instantes! Descubrimiento y puesta en práctica, todo se produce en mi como en un hermoso sueño, muy lúcido. Pero lo más bello es poder oír todo eso a la vez.

Mozart explicando cómo componía, citado por Martin Heidegger en un libro de título extraviado

lunes, 15 de noviembre de 2010

Homo Religiosus

Resulta difícil imaginar cómo podría funcionar el espíritu humano sin la convicción de que existe algo irreductiblemente real en el mundo, y es imposible imaginar cómo podría haberse manifestado la conciencia sin conferir una significación a los impulsos y a las experiencias del hombre.

La conciencia de un mundo real y significativo está íntimamente ligada al descubrimiento de lo sagrado. A través de la experiencia de lo sagrado ha podido captar el espíritu humano la diferencia entre lo que se manifiesta como real, fuerte y rico en significado, y todo lo demás que aparece desprovisto de esas cualidades, es decir, el fluir caótico y peligroso de las cosas, sus desapariciones fortuitas y vacías de sentido.

En una palabra: lo "sagrado" es un elemento de la estructura de la conciencia, no un estadio de la historia de esa conciencia.



De hecho, mientras escribo estas líneas, hay noticias de una demanda pendiente de resolución presentada por un paciente que reclama a su médico más de 200.000 dólares, la cantidad que presuntamente perdió en el juego. El paciente alega que el tratamiento de su Parkinson lo llevó a frecuentar los casinos, donde hacía apuestas descontroladas. Resulta que uno de los efectos secundarios de la L-dopa es una cantidad reducida pero importante de pacientes se convierten en jugadores compulsivos. Esta actituda ante el juego se asocia con el hecho de que los pacientes ven lo que ellos creen que son patrones claros en los números aleatorios, lo cual ilustra la relación ente el conocimiento y la aletoriedad. También demuestra que algunos aspectos de lo que llamamos "conocimiento" (...) son una enfermedad.

Una vez más, (...), lo que digo, (...), es que existe una correlación física y neural con ese funcionamiento, y que nuestra mente es en gran medida víctima de nuestra encarnación física. Nuestra mente es como un preso, está cautiva de nuestra biología, a menos que consigamos dar con una ingeniosa escapatoria.

Lo que subrayo es que no tenemos control sobre ese tipo de inferencias. (...) [Pero no hay duda de] que la percepción de la causalidad tiene una base biológica.

Página 121 del libro El cisne negro, de Nassim Taleb