lunes, 20 de diciembre de 2010

El origen del estado

Cuando seguimos una norma, somos como sujetos de una ilusión óptica, como hormigas que acatan los mandatos de la vida y el sistema de castas de la colonia. Aunque podemos imaginarnos razones por las que las normas no deberían cumplirse y, más concretamente, por qué nosotros como individuos no deberíamos cumplirlas en cualquier circunstancia, la mayoría de las veces somos inmunes a esas pruebas contrarias.

Las normas no serían tales si pudiéramos manipularlas, poniendo continuamente en cuestión su existencia y la obligación de cumplirlas. Su eficacia radica en su funcionamiento inconsciente y su poder para crear conformidad. Por otro lado, aunque las normas sociales ejercen a menudo un control inconsciente, a veces las infringimos. Cuando lo hacemos u observamos a alguien que las infringe, nuestro cerebro responde con una cascada de emociones, diseñadas tanto para registrar la infracción como para restablecer el equilibrio roto.

Página 129, del libro La mente moral, de Marc Hauser.

Una de las tareas del sistema inmune es proteger al cuerpo de enfermedades; el problema es que cuando los virus y las bacterias (los patógenos) evolucionan, el sistema inmune debe detectar enfermedades que nunca ha visto. La forma como el sistema inmune resuelve esto es presentando a las células inmunes recientemente creadas, todavía inmaduras, una muestra de los "componentes" que normalmente se encuentran en el cuerpo. Si una de estas células reconoce algo en la muestra, muere; sólo aquellas que no detectan nada durante un período determinado son liberadas hacia el resto del organismo. Así, cuando una célula madura inmune reconoce algo, es porque que ha identificado a un agente exógeno y, potencialmente, a uno patógeno. Lo que me llamó la atención es que el conjunto de todas estas células definen lo que tú eres, especificando individualmente lo que tú no eres.

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