miércoles, 30 de mayo de 2012

James Geary, hablando metafóricamente


La metáfora vive una vida secreta. Usamos casi seis metáforas por minuto. El pensamiento metafórico es esencial en cómo nos entendemos, y a los demás, cómo nos comunicamos, aprendemos, descubrimos e inventamos. Pero la metáfora es una forma de pensamiento antes que elocuencia.
Ahora, para ayudarme a explicarlo, he pedido ayuda a uno de nuestros más notables filósofos, el rey de los metafóricos, un hombre cuyas contribuciones al tema son tan grandes que él mismo se ha convertido en metáfora. Me refiero, por supuesto, a Elvis Presley. (Risas)

"Agitado" es una gran canción de amor. También es un ejemplo de cómo, cuando lidiamos con algo abstracto, como ideas, emociones, sentimientos, conceptos, pensamientos, inevitablemente apelamos a la metáfora. En "Agitado", un toque no es tal, sino un escalofrío. Los labios no son labios, sino volcanes. Ella no es ella, sino una flor. Y el amor no es amor, sino estar estremecido.

En esto, Elvis sigue la clásica definición de Aristóteles sobre la metáfora como el proceso de dar al objeto un nombre que pertenece a otra cosa. Esta es la matemática de la metáfora. Y afortunadamente es muy simple. X es igual a Y. (Risas) Esta fórmula entra en acción cuando hay una metáfora.

Elvis la usa, pero también Shakespeare en su famoso verso de "Romeo y Julieta", Julieta es el sol. Aquí, Shakespeare da al objeto, Julieta, un nombre que pertenece a otra cosa, el sol. Pero cuando damos a algo un nombre que pertenece a otra cosa, también le damos toda una red de analogías. Mezclamos y combinamos lo que sabemos sobre la fuente de la metáfora, en este caso el sol, con lo que sabemos de su objetivo, Julieta. Y la metáfora nos revela una Julieta mucho más vívida que si Shakespeare la hubiera descrito literalmente.

Entonces, ¿cómo hacemos y entendemos las metáforas? Esto puede ser familiar. El primer paso es el reconocimiento de patrones. Miren esta imagen. ¿Qué ven? Tres díscolos Pac Men, y la presencia de tres paréntesis puntiagudos. Lo que vemos, sin embargo, son dos triángulos solapados. La metáfora no es sólo la detección de patrones; es la creación de patrones.

Segundo paso, la sinestesia conceptual. La sinestesia es la experiencia de un estímulo de un órgano sensorial en otro órgano sensorial, como la audición cromática. Las personas que escuchan en colores ven colores cuando escuchan sonidos de palabras o letras. Todos tenemos habilidades sinestésicas. Esta es la prueba Bouba/Kiki. Debes identificar cuál de estas formas se llama Bouba, y cual se llama Kiki. (Risas)

Si eres como el 98% de las personas, identificarás la forma redonda y de ameba como Bouba, y la filosa como Kiki. ¿Pueden levantar la mano? ¿De acuerdo? Bien, creo que 99,9 es suficiente. ¿Por qué hacemos eso? Porque instintivamente hallamos, o creamos, un patrón entre la forma redonda, y el sonido redondo de Bouba, y la imagen filosa, con el sonido filoso de Kiki.

Muchas de las metáforas que siempre usamos son sinestésicas. El silencio es dulce. Las corbatas son escandalosas. Las personas sexualmente atractivas son "calientes". Las personas que no son atractivas nos dejan fríos. La metáfora crea una suerte de sinestesia conceptual, en la que entendemos un concepto dentro del contexto de otro.

El tercer paso es la disonancia cognitiva. Esta es la prueba Stroop. Aquí debes identificar lo más rápidamente posible el color de la tinta en que se imprimieron estas palabras. Pueden hacer la prueba ahora. Si eres como la mayoría, experimentarás un momento de disonancia cognitiva cuando el nombre del color está impreso en una tinta de color diferente. Esta prueba demuestra que no podemos ignorar el significado literal de las palabras aún si el significado literal nos da la respuesta equivocada.
Las pruebas Stroop se han hecho también con metáforas. Los participantes tenían que identificar rápidamente las oraciones literalmente falsas. Se tardaron más en rechazar las metáforas como falsas que al rechazar las oraciones literalmente falsas. ¿Por qué? Porque tampoco podemos ignorar el significado metafórico de las palabras.

Una de las oraciones era: "Algunos trabajos son cárceles". Si no eres un guardia en una prisión, la oración "Algunos trabajos son cárceles" es literalmente falsa. Tristemente, es metafóricamente veraz. Y la verdad metafórica interfiere con nuestra habilidad de identificarla como literalmente falsa. La metáfora es importante porque nos circunda todos los días, todo el tiempo. La metáfora importa porque crea expectativas.

Preste mucha atención la próxima vez que lea las noticias financieras. Las metáforas de agente describen los movimientos de precios como la acción deliberada de un ser viviente, como en "El NASDAQ ascendió". Las metáforas de objeto describen los movimientos de los precios como cosas inanimadas, como en " El Dow cayó como un ladrillo".

Unos investigadores pidieron a un grupo de personas que leyeran comentarios sobre el mercado, y que luego predijeran la tendencia de precios del día siguiente. Los expuestos a las metáforas de agente tenían mayores expectativas de que las tendencias seguirían. Y tenían esas expectativas porque las metáforas de agente implican la acción deliberada de un ser viviente en pos de una meta. Si, por ejemplo, los precios de las casas se describen como siempre ascendentes, más y más alto, la gente naturalmente asumiría que el alza es indetenible. Podrían sentirse confiados, digamos, para asumir hipotecas que en verdad no pueden costear. Ese es un ejemplo hipotético, por supuesto. Pero así es cómo la metáfora puede confundir.

La metáfora también es importante porque afecta decisiones al activar analogías. Se le dijo a un grupo de estudiantes que un pequeño país democrático fue invadido y pedía ayuda a EE.UU. Ellos debían tomar una decisión. ¿Qué debían hacer? ¿Intervenir, llamar a las Naciones Unidas, o hacer nada? Cada uno recibió una de tres descripciones de esta crisis hipotética. Cada una fue diseñada para provocar una analogía histórica diferente: La Segunda Guerra Mundial, Vietnam, y la tercera era históricamente neutral.

Los que fueron expuestos al escenario de la II Guerra hicieron recomendaciones más intervencionistas que los demás. Así como no podemos ignorar el significado literal de las palabras, no podemos ignorar las analogías provocadas por la metáfora. La metáfora importa porque abre las puertas al descubrimiento. Cada vez que resolvemos un problema, o descubrimos algo, lo comparamos con lo que sabemos y lo que no sabemos. Y la única forma de entender lo que no sabemos es investigar las formas en que pueda parecerse a lo conocido.

Einstein describió su método científico como juego combinatorio. Usó experimentos de ideas, que en esencia son analogías elaboradas, para lograr sus mayores descubrimientos. Al juntar lo que sabemos y lo que no sabemos a través de la analogía, el pensamiento metafórico prende la chispa que enciende el descubrimiento.

La metáfora es ubicua, aunque está oculta. Pero sólo hay que mirar a las palabras que nos rodean y la encontraremos. Ralph Waldo Emerson describió el lenguaje como "poesía fósil". Pero antes de que fuera poesía fósil el lenguaje fue una metáfora fósil. Y estos fósiles todavía respiran.

Como las tres palabras más famosas de la filosofía occidental: "Cogito ergo sum". Habitualmente traducidas como "Pienso, luego existo". Pero hay una mejor traducción. La palabra en latín "cogito" se deriva del prefijo "co", que significa "junto", y del verbo "agitare", que significa "agitar". Entonces, el significado original de "cogito" es "agitar juntos". Y la traducción más apropiada de "cogito ergo sum" es "Agito las cosas, luego existo". (Risas)

Las metáforas agitan las cosas, dándonos todo, desde Shakespeare hasta el descubrimiento científico. La mente es una pequeña bóveda de nieve, y es más bella, más interesante, y más fiel a sí misma cuando, como dijo Elvis, está "agitada". Y la metáfora mantiene la mente agitada, vibrando y rodando, mucho después de que Elvis abandonara el edificio. Muchas gracias. (Aplausos)

lunes, 28 de mayo de 2012

Otro panfletillo liberal

Pero a mi ver, un liberal no se tendría que caracterizar por defender la Libertad sin más (ese es un deje platónico que verdaderamente sí afecta a muchos liberales, general y casualmente, los más antiestatistas) sino como alguien que tiene por principal heurística la implementación de mecanismos intercoordinativos de naturaleza descentralizada, quiero decir, a la pregunta de por ejemplo cómo abastecer una zona afectada por la escasez de alimentos, la respuesta, para el liberal, es que el mejor modo será mediante el sistema semiótico de precios pero no por un prurito de libertad sino, insisto, de eficiencia computacional.
Lo cual no quita, cierto es, que la dilucidación economicista sea suficiente en lo que a temas sociales se refiere, antes bien, como holista impenitente este desaire a un zafio reduccionismo no me molesta y con mucho gusto acepto, de hecho, considerar que la sociobiología o la propia idiosincracia cultural puedan y deban tener su peso en cualquier problematica, quiero decir, y pongamos por caso el mercado laboral, del cual, ciertamente, la solución técnico/económica más eficiente que podemos implementar sería la absoluta gratuitudad del coste de despido/contratación (por mucho que mareen la perdiz, es -practicamente- lo mismo) , pues bien, dicha solución (con lo que esto implica en términos de probable implantación política) generaría una incertidumbre en cada trabajador psicológicamente del todo insostenible, consecuentemente, lo deseable es que al empresario le cueste despedir a las personas para así tener éste incentivos en no dilapidar con demasiada ligereza las largoplacistas planificaciones vitales de sus empleados. Por lo demás, este pensamiento, digamos, diversificativo que acabo de ejemplificar, no tendría que asustar a quien no tenga mente provinciana, pienso yo, todo lo contrario, cuanto menos ideologizado esté alguien, seguro que tanto más está atento a la consiliencia de las ciencias.

Por lo tanto, y definitivamente, para mi, la política, pero como la economía (aunque en bastante menor grado, es cierto) o la moral incluso, es una ciencia que se debe a la disciplina al uso de cualquier ciencia y la interdisciplina ya obligatoria de igualmente cualquier otra ciencia, o sea, la defensa del liberalismo político, en mi opinión, solo puede hacerse como sesgo conjetural, no desde luego, como algo a defender a priori siendo cuales fueren las consecuencias que ello suponiera sino que es a posteriori, cuando uno comprueba que un mayor grado de descentralización aumenta la intercoordinación deseada, cuando uno aumenta la confianza bayesiana en la heurística conjetural del liberalismo para el abordaje primerizo de cualquier problemática.

Esto es perspectivismo abajo-arriba, y de este modo, discutir si es justo o no si en un trato económico alguien está más o menos educado y si hay coacción por ello, por poner un caso típicamente discutido, me parece, humildemente, una especulación abstracta que no tiene ningún tipo de aplicabilidad concreta, quiero decir, desde lo abstracto para mi solo tienen sentido las conjeturas y las heurísticas, insisto otra vez, pero luego debe venir la industria científica en general, y el científico en particular, a certificarlas menos provisionalmente; o sea, tengo claro cuáles son los límites del filósofo (lo recién explicados, vamos) al contrario de algunos que consideran que la industria científica debe subordinarse al comentario ético del filósofo habitado en la Casa Blanca, ahora, por ahí no vamos a encontrarnos porque, entre otras cosas, gracias a Hayek ya he descubierto que el mundo se nos queda demasiado grande como para pensarlo piramidalmente.

viernes, 18 de mayo de 2012

Apología del Sistema

Los sietes samuráis es una película con un dominio completo de su medio, (...). Trata en concreto del nacimiento del estado, y lo hace con una claridad y una globalidad dignas de Shakespeare. De hecho, lo que Los sietes samuráis ofrece es nada menos que la teoría kurosawana del origen del estado.

La película relata lo que sucede en una aldea durante una época de desorden político, una época en la que el estado ha dejado realmente de existir, y las reacciones de ls aldeanos con un grupo de bandidos armadas. Tras años de abatirse sobre la aldea como una tormenta, violar a las mujeres, matar a los hombres que oponen resistencia y llevarse las provisiones almacenadas, a los bandidos se les ocurre la idea sistematizar sus visitas y acudir al pueblo una sola vez al año para exigir o arrancar tributos (impuestos). Es decir, los bandidos dejan de ser depredadores del pueblo y se convierten en parásitos.

Uno supone que los bandidos tienen sometidas bajo su yugo a otras aldeas "pacificadas" similares, que caen sobre ellas por turno, que en conjunto tales aldeas constituyen la base recaudatoria de los bandidos. (...).

Los bandidos aún no han empezado a vivir entre sus súbditos de modo que esto tengan que satisfacer sus necesidades día a día, es decir, todavía no han convertido a los aldeanos en una población esclava. Así pues, Kurosawa somete a nuestra consideración una etapa muy temprana en el desarrollo del estado.

La acción principal de la película comienza cuando los aldeanos conciben un plan para contratar a su propia banda de hombres duros, los siete samuráis sin trabajo del título, para que los proteja de los bandidos. El plan surte efecto, los bandidos son derrotados (el grueso de la película consiste en escaramuzas y batallas), los samuráis se alzan con la victoria. Tras haber visto cómo funciona el sistema de protección y extorsión, el grupo de samuráis, los nuevos parásitos, presentan una oferta a los aldeanos. A cambio de dinero, tomarán la aldea bajo su tutela, es decir, ocuparán el lugar de los bandidos. Pero en un final que refleja más bien los deseos que la realidad, los aldeanos se niegan: piden a los samuráis que se marchen, y estos aceptan.

El relato kurosawano sobre los orígenes del estado todavía se representa en el África actual, donde bandas de hombres armados se hacen con el poder (es decir, se adueñan del tesoro nacional y asumen los mecanismos de cobrar impuestos a la población), eliminan a sus rivales y proclaman que con ellos empieza una nueva era. Aunque con frecuencia estas bandas militares africanas no son mayores ni más poderosas que las bandas criminales organizadas en Asia o la Europa del Este, la prensa, incluso los medios de comunicación occidentales, cubre respetuosamente sus actividades bajo el encabezamiento de política (asuntos mundiales) en vez del de delicuencia.

[Página 13 del libro Diario de un mal año, de J.M Coetzee]

En estos convulsos días en donde se habla de la caída del Sistema Socioeconómico Occidental y donde ser anti-sistema ahorra el trabajo constructivo intelectual y además proporciona la cobertura moral de quien se preocupa por los demás; es conveniente retratar a los políticos como lo que verdaderamente son, esto es, -y siguiendo una heurística conjetura del economista Mancur Olson-; una banda de forajidos que tiene por objetivo primario su supervivencia parasitaria y como consecuencia secundaria incrementar la productividad de los súbditos, claro que, ni que decir tiene, para poder rapiñarles mejor; pues bien, asumido esto, insisto, es fácil colegir que a lo largo de la historia ha habido muchos y variados sistemas de garrapiñaje y aunque es cierto que podemos agruparlos como especies; (aquí el socialismo, allí el capitalismo liberal, acullá el cooperativismo sindical), a la postre, y como pasa con las especies biológicas, el concepto de Especie, de Sistema, no deja de ser una ilusión gramatical con fines explicativos pero porque lo que queda claro es que toda estructura de control estatal necesita adaptarse a los nuevas presiones ambientales, mutar sus señas de identidad.

Por tanto no hace falta definir tipológicamente al capitalismo o al liberalismo (o a la clase media o a la clase obrera), basta a mi ver, y haciendo uso de un pensamiento poblacional, constatar (como creo hace, y por ello se caracteriza, el liberal -o al menos podría caracterizarse) que es fácil modelizar a las naciones tal que constelaciones de instituciones más o menos centralizadas según dónde y cuándo; para luego ver entonces cómo hay una histórica relación causal entre interacción descentralizada e incremento de bienestar; no en balde, los parásitos más poderosos y adinerados del mundo son los políticos estadounidenses (me hace gracia, sin ir más lejos, que con toOodo el poder que tiene Chávez, éste tenga que ir a tratarse de su cáncer a Cuba) y no por cierto de casualidad, al fin y al cabo, ésta es la misma razón darwiniana que presiona para que las nuevas cepas vírico parasitarias de los humanos sean menos letales y más inocuas y pueden así demorar su hospedaje y expandir su infección, o sea, sobrevivir.

El camino contrario de apología del liberalismo, seguido por ciertos filoaustríacos patrios, concedo, no deja de ser un equivocado y laborioso emprendizaje filosófico, enrevesado y platonista, a la postre estéril; es decir, no se trata exclusivamente de establecer abstractos objetivos sociales relativamente genéricos ("Más libertad", "Más igualdad de oportunidades") sino de calibrar también los costes ocultos de implementar ciertas estructuras coactivas para la consecución de los susodichos objetivos, y quien hace eso, por descontado, no deja que el árbol caído le impida ver un bosque ya ancestral.

jueves, 17 de mayo de 2012

El Olimpo de Homero

Pienso que Homero -al que malentendió terriblemente Platón- no afeó la conducta de los dioses griegos en aras de burlar su inexistencia sino con el objetivo de exiliar los intentos de personificar, y por tanto comprender cabalmente, a los moradores del Olimpo y de ahí que, a pesar de humanizarlos tanto, de acercarnos tanto a ellos; nos resulten tan confusos, tan lejanos. Después de todo, Homero fue un teólogo apofático.