domingo, 31 de enero de 2010

La casa del Ser

Una frase de Asimov, muy buena por cierto (vía):

Cuando las personas creían que la Tierra era plana, estaban equivocadas. Cuando creían que la Tierra era esférica, estaban equivocadas. Pero si crees que considerar la tierra esférica es tan equivocado como creer que la Tierra es plana, entonces tus ideas están más equivocadas que las dos ideas anteriores juntas.

Efectivamente, nuestros instrumentos son mejores que otros porque algunos se adaptan mejor a los datos empíricos pero dichos datos empíricos son creación de nuestros órganos perceptivos en su interacción con el medio ambiente.

Es decir, si un mapa de Burgos sirve mejor en Burgos que en Venecia es porque se adapta mejor a nuestro percibir el mundo que es a lo que se debe adaptar toda actividad cognitiva en aras de poder generar conductas eficientes. Al fin y al cabo, el conocimiento no es más que una respuesta efectiva a un estímulo ambiental pero dicho esto, no debiéramos pensar que toda nuestra actividad cognitiva, más concretamente, nuestra capacidad de verbalizar sirve para toda aprehensión. Por volver a lo dicho por Asimov, no tendríamos por qué pensar que habiendo creencias sobre la forma de la Tierra más erróneas que otras, además habría una que no lo es completamente y que a nuestro alcance está.

Me explico: Imaginemos a Segismundo encerrado en su casacárcel y nunca habiendo salido de allí. Imaginemos ahora que arriba tiene un vecino escandaloso y todos conocemos cómo son y qué hacen los vecinos escandalosos: tienen una jodida canica con la que se pasan las horas muertas tirándola para que -sospecho pero a decir verdad sólo puede ser eso- te hagan dolor de cabeza.

Segismundo, picado en la curiosidad, querrá adivinar qué objeto es lo que le provoca las jaquecas y probará a hacer rodar por el suelo todo lo que encuentre en su ineludible habitáculo. Encontrará muchos que se le parecerán en el ruido, unos más que otros, mas de no encontrar el objeto exacto con el ruido correspondiente, ¿habrá alguna razón para presuponer que Segismundo dispone de los mismo objetos que Aquel que estás más arriba que él?

martes, 26 de enero de 2010

Pequeño elogio al Maestro Cortázar

Llevo estos días en mi blog intentando hacerle ver inútilmente a un hembruno lector el cómo las figuras de omisión lejos de ser un raro recurso estilístico constituyen primeramente una lúcida economización verbal, segundamente una deseable eufonía, etceteramente lo que la imaginación del escritor logre regalarnos.

Es en este último punto en donde más se solazan soberbios escritores como Cortázar que al leerle ayer un cuento y teniendo en carne viva la polémica, no pudo sino saltarme a los ojos su magnífico uso de los zeugmas u omisiones de palabras.

El cuento, Las Ménades; el texto, el siguiente:

Algo como una mancha roja me obligó a mirar hacia el centro de la platea, y nuevamente vi a la señora que en el intervalo había corrido a aplaudir al pie del podio. Avanzaba lentamente, yo hubiera dicho que agazapada aunque su cuerpo se mantenía erecto, pero era más bien el tono de su marcha, un avance a pasos lentos, hipnóticos, como quien se prepara a dar un salto.

El primer zeugma, el habido entre "hubiera dicho que" y "agazapada", zeugma porque ahí debiera estar una expresión verbal del tipo "lo hacía" o directamente "avanzaba"; es un recurso que economiza el texto así como lo musicaliza mejor.

El segundo, empero, merece primero un aplauso y a continuación un estudio.

Es un zeugma complejo, y de esto hablamos de cuando al final de una serie de elementos del mismo nivel sintáctico se introduce una función gramatical diferente, que actúa como factor sorpresivo y de ruptura y resulta sorprendente porque lo que hace es juntar una expresión verbal con el sujeto de la anterior frase ya olvidada de forma que lo que había comenzado como una impresión subjetiva de una escena inenarrable, poco a poco se va resolviendo en acciones descriptibles de por lo tanto emocionar menos grotesco. Pero hete aquí que de repente se nos introduce un zeugma, otra vez se vuelve a perder la caracterización asimilable y como en una fragmentada escena cubista, de la imagen se nos quiebra su visión total, holística, se nos ha escamoteado la perspectiva con que la mirábamos y de nuevo nos encontramos con la frustrante incertidumbre del principio que pensabámos ya esquivada. Urge repensar la situación, recaracterizar la real relatado.

De este modo y gradualmente, sin aspavientos llamativos, es como el maestro nos va entretejiendo un relato de realismo fantástico, de cotidianedad misteriosa y exigiéndonos para su discriminación, la atención creativa que es, nos dirá, el auténtico modo de leer lo escrito pero también lo en general habido.

Y al ver este magnífico loop cortazariano y en general sus textos -tiene más casos de idéntico proceder- no puedo sino comparar su gordiana sintáxis, su embrujada escritura, su fantástica inventiva, con las imágenes de Escher como aquella donde el agua sube hasta un punto y luego, sin que veamos cómo, baja y si el quehacer de éste pretendía cuando menos servir de ilustración del carácter necesariamente infiel de toda construcción pictórica bidimensional entonces, incluso desde el -llamémosle- modus escribendi del argentino, bien podría haber idénticas ambiciones para con toda construcción verbal y comprobar así que lo sobrenatural y lo insólito, lo fantástico y lo misterioso, todo ello tan afín al espíritu cortazariano, tan en fin, nuestro mundo real, erupciona desde el mismo magma del lenguaje con que nos construimos el suelo y sobre el cual decidimos ovejunamente posar el "simplemente un día más" hasta que llega el momento, porque llegará, en que todo estalla bajo nuestros ciegos pies.

lunes, 25 de enero de 2010

Pedagogía financiera

(...) por complicado y negativo que parezca, es necesario salvar al sistema bancario primero, ya que es... ¡El corazón de todo el sistema económico!
(...)
En el momento en el que el corazón comience a latir con fuerza, el resto de partes del cuerpo empezará a funcionar. Si desaparecen las altas necesidades de capital que están teniendo las entidades, el mercado interbancario también se relajará. Si éste se tranquiliza, el precio del dinero al que prestan los bancos será más accesible, por lo que las refinanciaciones de deuda de las empresas dejarán de ser tan elevadas y el euribor a doces meses se relajará.

Esto permitirá que las sociedades gasten menos recursos en pagar sus compromisos financieros, lo que, a su vez, incrementará los beneficios. Además, el particular tendrá un mayor acceso a la financiación. Esta secuencia permitiría el retorno de la confianza, que traerá consigo a su vez el consumo y el empleo, por lo que todo el cuerpo lo agradecerá.

Leído aquí

(...) Hace tiempo mi hijo de 3 años se cayó aparatosamente en la calle. Para que no se sintiera mal, dije "¡ahora yo!" y decidí caerme a su lado de forma similar.

Ahora, cada vez que se pega una hostia, me mira y dice: "¡ahora tú!". Lo sé, me lo merezco. Asco De Vida

Leido aquí

En el principio, según Neal Stephenson, fue la línea de comandos

En el principio...fue la línea de comandos (descargable en PDF) de Neal Stephenson es un largo ensayo acerca de los sistemas operativos y compañías de software/hardware más populares -MacOS/Macintosh y Windows/Microsoft- y no tan populares -BeOS/Be-, así como también del movimiento del Software Libre -que no necesariamente gratis- lo cual no obsta para que sus conclusiones tengan resonancias más allá del cerrado ámbito de los sistemas operativos.

De este moderadamente recomendable ensayo quisiera hacer un breve análisis crítico.

En el libro se pergeña una pequeña cronología desde mediados de los años 80 hasta finales de los 90 donde se enseña cómo era la informática en los años en que un par de informáticos la empezaban a popularizar. Se emplea muchas analogías que, en principio, parecen no tener mucho que ver con los sistemas operativos pero que bien entendidas detallan bastante bien las diferentes características más destacables de entre los sistemas comentados.

Hay dos analogías, empero, que creo reflejan y sintetizan lo que Neal Stephenson quiere conseguir hacer notar al lector con su ensayo.

Una es la habida entre coches y sistemas donde nos encontramos con un cruce de carreteras en el que a cada lado una compañía vende coches. Las compañías de coches son las empresas de software/hardware y sus productos, los coches, son los sistemas operativos que ofrecen. Esta analogía sirve para poner de relieve que lo que a los usuarios informáticos les mueve a adquirir un determinado sistema operativo no es que tengan unas determinadas características técnicas sino la imagen social que conlleva utilizar esos sistemas operativos. Esto se debe a que la venta de sistemas operativos en principio es un negocio insostenible dado el software libre que además de generalmente gratuito es técnicamente mejor, por eso Stephenson dice que (pág.118)

(...) el único modo en que Apple y Microsoft lo consiguen [la cuota de mercado] es llevando los avances tecnológicos adelante lo más agresivamente que pueden, y haciendo que la gente crea en, y pague por, una imagen particular: en el caso de Apple, la de un librepensador creativo y, en el caso de Microsoft, la del respetable tecnoburgués. Igual que la Disney, están haciendo dinero vendiendo una interfaz, un espejo mágico. Tiene que estar pulido y perfecto o toda la ilusión se arruinará y el plan de negocios se desvanecerá como un espejismo.

La otra analogía crucial precisamente es la de la de Disney y su mundo artificial: Disneylandia.

Este gran parque de atracciones, uno de los centros turísticos por antonomasia, puede ser considerado como el gran símbolo de la cultura moderna actual: la cultura de la interfaz. Frente a la realidad histórica, por ejemplo, la de un palacio indio y el esfuerzo que implica el ir a visitarlo, el enmarcar su arquitectura, la simbología utilizada en su decoración, el paisaje en el que se acopla, el contexto socio-cultural en el que está inserto, todo ello puede ser obviado gracias a que lo facilita Disneylandia haciendo una réplica en su parque de atracciones. Copia fácil y artificiosa, no hace falta decir, dado que supone menos esfuerzo para contemplar, disfrutar y entender. Es lo que se podría llamar la interfaz sensorial: todo un abanico de sensaciones, ideas, símbolos, culturas, tradiciones que pasan por el tamiz de lo artificioso para acabar estandarizándose de forma que sea accesible a todo el mundo pero sin el esfuerzo que supone hiperenlazarlo todo en un contexto cultural más diverso. Es como si un zoólogo a la hora de hacer una clasificación de los animales eliminase razas de una determinada especie animal para hacerla encajar en su taxonomía. De forma que la cultura queda simplificada y subsumida en un molde estandarizado, un molde cuya razón de ser última nos queda vedado dado que hemos eliminado toda referencia, toda precomprensión, toda contextualización que, a pesar de hacerla realmente explicable, aún más disfrutable, la complicaría.

Sobre este tema Stephenson realizará otras metáforas aún más plásticas de cómo la cultura ha sido sustituido por una interfaz que remite a algo no visible. Por ejemplo, el hecho de que todo el que es apresado por la policía sabe que tiene unos determinados derechos como el de guardar silencio. Unos conocimientos que tienen que ver más con las series norteamericanas de la policía donde constantemente aparecen escenas en las que se les informa a los detenidos de tales ideas, que con un conocimiento real e informado de cuáles son los límites que los policías tienen y deben tener.

Esto le da pie a recoger la célebre división de castas hecha por Wells entre los morlocks y los eloi. En otras palabras, entre los que entienden y tienen el poder y los que no entienden y no tienen el poder, y será porque dependen de los otros para navegar por el mundo.

Empresas como Microsoft, como Apple, como IBM o como Google se aprovechan de esta necesidad de la gente de domesticar el mundo, de hacerlo sencillo, accesible, manipulable por lo que los sistemas operativos acabaan escondiendo su complejidad a los usuarios pero impidiendo así la correcta comprensión del funcionamiento de los mismos y con ello, la posibilidad de saber cómo reaccionar en caso de que el sistema operativo falle. Se pretende, definitivamente, hacer que la complejidad de la informática doméstica quede a la altura de cualquier otro electrodoméstico, por ejemplo una tostadora.

Tal cultura de la interfaz hace que la gente desee adquirir un sistema operativo y a la vez no tener que estar tiempo asimilando cómo manejarlo. Prefiere no aprender a utilizarlo por el método de ensayo/error sino que el sistema obedezca tal y como nosotros queremos que lo haga en el momento en que lo queramos, el modo en que lo deseamos. Prefiere no mirar manuales de uso, prefiere no ir a cursillos, prefiere no gastar tiempo aprendiendo. Pero luego viene la cuestión de las responsabilidades, de las limitaciones del sistema, luego vienen los fallos y resulta que no, no tenemos ningún tipo de responsabilidad para con ellos, que serán otros los que deberán rendir cuentas, sí, bien, pero también, mientras tanto, nos quedaremos paralizados, sin algún quehacer, sin saber qué hacer y todo porque, y ahora nos damos cuenta, estábamos indefensos ante cualquier eventualidad.

En resumen, lo que intenta explicar este libro es que existe todo un empeño por parte de la gente en dejar que los fabricantes de software oculten cómo funcionan realmente los ordenadores. Las metáforas visuales, es decir las interfaces gráficas, simplifican el uso del PC haciéndolo más manejable pero al precio de que se viva la tecnología como algo mágico, es decir algo mistificado que no parece tener conexión causal en su naturaleza. Como opuesto a esta filosofía de entender la informática, y acaso la cultura en general, Stephenson hace hincapié en la filosofía hacking, que se remonta a los orígenes de la informática personal y que nunca ha dejado de usar la interfaz de la línea de comandos. Esta apología de la línea de comandos se debe a un deseo de autonomía, a un afán por no renunciar a la creatividad que implica el saber producir y el saber modificar los símbolos frente al servilismo de que otros hagan por nosotros.

En el fondo lo que Neal Stephenson evalúa es la relación que los ingenieros deben tener con sus clientes, los usuarios, porque la historia de la tecnología se reduce a simplificar la forma en la que los humanos interactúan con el entorno, en este caso, a través de las máquinas. Según los seguidores de la línea de comandos como Neal Stephenson esa simplificación idiotiza al usuario, lo exilia de la comunidad de entendidos, le convierte en un mono que pulsa botones a la espera de que alguien deje caer un plátano. El mono hacker, por el contrario, no es una bestia que apriete un botón sino que es un simio que busca cajas, las apila, las ordena y gracias a la estructura construida es capaz de por sí mismo dar alcance a los plátanos. Con lo cual tenemos un mono más independiente, más autónomo porque conocedor y manipulador del entorno. Un mono autosuficiente, un mono emancipado. Entonces Stephenson no estará de acuerdo, por su inmoralidad, que el ingeniero satisfaga la necesidad del usuario a costa de simplificarle el trabajo, a costa de ocultarle el funcionamiento del servicio que le provee, a costa de hacerlo dependiente. Tal actitud tan perniciosamente paternalista acabará socavando la autonomía del usuario al ser este incapaz de poder decidir si un determinado servicio es mejor que otro, en suma, acabará teniendo una relación de servidumbre con el ingeniero donde éste es el que acaba decidiendo qué conviene y qué no le conviene a aquel.

Y si bien lo dice Stephenson resulta cierto, lo que no hace es seguir preguntándose por qué los usuarios de las tecnologías, en este caso del ordenador, prefieren desentenderse del funcionamiento interno de las máquinas, es más, exigiendo que este sea como una caja negra donde se cumpla una determinada función pero no se sepa cómo, no buscando así un mayor control y no quejándose incluso de la consiguiente dependencia con alguien experto. Y la respuesta es que si, en definitiva, los usuarios prefieren perder un poco de autonomía y dejar que los ingenieros decidan cómo, es porque lo que quieren, siguiendo la analogía antes citada del mono, es el plátano y le importa en general más bien poco el cómo se consiga mientras sea conseguido el objetivo.

Esta actitud puede molestar al ingeniero que quiere conocer y comprender, aquel en definitiva que tiene curiosidad intelectual, pero si el usuario quiere ceder su autonomía tiene, valga la paradoja, la suficiente autonomía para hacerlo.

De hecho esta actitud, está bastante generalizada y es bastante comprensible pues el ser humano no está capacitado para comprender todos los elementos de la sociedad, para sacarle todo su jugo a la civilización si previamente no delega el cómo de ciertos quehaceres. Esto es lo que se conoce como división intelectual del trabajo.

Inevitablemente esto implica que el ingeniero tendrá que ser cauto con lo que hace pues en sus manos está parte de las necesidades del usuario (o cliente) tal que en las manos de un médico están parte de las necesidades (las más de las veces la vida al completo) del cliente (o paciente). Ahora bien, exigir por ello que cada usuario controle, manipule y sepa del funcionamiento de un ordenador es absurdo pues esta táctica autista no es capaz de aprovecharse de las sinergias que pueden aparecer en la sociedad cuando los individuos interactúan bajo un marco común de responsabilidad legal y moral.

Acierta definitivamente Stephenson al argumentar lo que en su momento sentenció más brevemente Arthur C. Clarke , a saber: cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia, no obstante yerra al querer olvidar que no hay opción, que, y a pesar de lo que los poperos libros de divulgación científica nos pueden hacer creer, la civilización tiene actualmente en su haber un arsenal de conocimientos que excede a no dudar la capacidad de almacenaje de un solitario individuo por lo cual a éste le urge priorizar y seleccionar, establecer y recoger los conocimientos a tener si no quiere caer en una inanidad bur(r)idiana.

Esto, por cierto y a mi parecer, lanza un pesimista mensaje si decidimos movernos en las coordanadas de la cita de Clarke y es que, lo queramos admitir o no, ya vivimos en una civilización rebosante de magia.

lunes, 18 de enero de 2010

Intuiciones místicomatemáticas

Si yo sugiriera que entre la Tierra y Marte hay una tetera de porcelana que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie podría refutar mi aseveración, siempre que me cuidara de añadir que la tetera es demasiado pequeña como para ser vista aún por los telescopios más potentes. Pero si yo dijera que, puesto que mi aseveración no puede ser refutada, dudar de ella es de una presuntuosidad intolerable por parte de la razón humana, se pensaría con toda razón que estoy diciendo tonterías.

Leído aquí

En filosofía de las matemáticas, Intuicionismo o Neointuicionismo (contrario a preintuicionismo), es una aproximación a las matemáticas a partir de una vista mental constructiva humana.

Todo objeto matemático es considerado producto de la mente humana, y, por ende, la existencia de un objeto es equivalente a la posibilidad de su construcción. Esto contrasta con el enfoque clásico, que formula que la existencia de un objeto puede ser demostrada refutanfo su falsedad. Para los Intuicionistas esto no es válido; la refutación de la falsedad de un objeto matemático no significa que es posible hallar una prueba constructiva de su existencia. Por consiguiente, el Intuicionismo es una variedad del Constructivismo matemático, aunque no son el mismo concepto.

Para el Intuicionismo la validez de un enunciado matemático es equivalente a haber sido probado, pues, ¿qué otro criterio (un intuicionista diría) puede ser válido si los objetos son meras construcciones mentales?.

Esto significa que un enunciado matemático no tiene el mismo significado para un Intuicionista que para un Matemático clásico.

Por ejemplo, decir A o B, para un Intuicionista significa que A o B pueden ser probados. En particular la Ley de Identidad, A o A negada, no es valida por el hecho de que no se puede probar La declaración A o su negación (véase Lógica Intuicionista):

El Intuicionismo también rechaza la abstracción del infinito; no considera asignarles a algún conjunto dado entidades infinitas como el campo de los números naturales, o una secuencia arbitraria de números racionales.

Leido aquí

jueves, 14 de enero de 2010

Diálogo dominguero sobre fisicalismo

(Escenario: Un domingo a la tarde en una terraza. Dos amigos: Horacio y Martin.)

Martin: (Está leyendo el periódico y de repente levanta la vista asombrado): ¡Increíble, tío! Escucha lo que dice el periódico: Unos científicos van a estudiar mediante técnicas biométricas a Cristiano Ronaldo para averiguar cómo lanza las faltas.

Horacio: Por lo visto, Ronaldo es bueno tirando faltas, ¿no?

Martin: ¡Joder! Macho, ¿en qué puto mundo vives? El pavo es el puto amo. Sin más. Lo que yo no sé es si los cientis serán capaces de averiguar algún día cómo se tira faltas como dios manda

Horacio: Bueno, para un cientificista como tú, el hecho es que sólo la ciencia puede averiguarlo, mejor dicho, sólo la ciencia puede averiguar algo. De hecho, es bastante extraño que a los futbolistas novatos en los entrenamientos se les enseñe a tirar faltas sin impartirles ciencia alguna. De hecho, es bastante extraño, mejor dicho, es totalmente cuestionable el afirmar que Ronaldo sepa tirar faltas habida cuenta que dicho saber no lo ha adquirido ciencia mediante.

Martin: No te me pongas pedante, macho. Por supuesto que la ciencia es el único medio de acceder a lo real, ¿o es que acaso crees que el conocimiento sobre tirar faltas es sobrenatural?

Horacio: Pero ahora estamos cambiando nuestro discurso al uso. De pregonar que todo conocimiento necesita de la certificación de la ciencia con mayúsculas, concedemos más humildemente que existen prácticas para cuya ganancia no se necesita del concurso de la ciencia, es decir, de otorgar un monopolio epistemológico a la ciencia pasamos ahora a afirmar que la ciencia simplemente establece lo que es real.

Martin: Lo que yo digo, liante, es que en cualquier saber tá-ci-to, como tirar faltas o subir escaleras, no necesitamos tirar de un puto manual científico así que okey, de acuerdo, minipunto para Martin porque no todos nuestros conocimientos vienen de un laboratorio pero todas esas sabidurías no tienen nada de mís-ti-co. Idealmente todas esas sabidurías no son más que procesos mecánicos perfectamente entendibles por la ciencia. ¡Joder! No olvidemos que las procesa todo un pelotón de neuronas de lo más mecánicas y naturales las muy simples.

Horacio: ¡¿Idealmente?! ¡Oh, qué fácil se revela tu filosofía como lo que es: otra mistificación idealista!

Martin: Venga tío, ¿estás a discutir o hacer retórica? Y no hagas esos gestos ¡joder!, que la pava de a las doce, la que te he dicho antes, nos estaba mirando y macho, como nos oiga, quedamos como frikis.

Horacio: Siempre preocupado de lo que dirán los demás. En fin, sigo. El problema que yo veo es que admites que no todo conocimiento es científicamente aprehensible claro que en la práctica porque que la ciencia sí puede, empero, describir o señalar o traer a la mano los fundamentos de lo real, mostrando así que todo fenómeno hace uso y sólo uso de aquellas entidades descritas por y, de comportamiento clasificado gracias a, la ciencia. Mas para adjudicar a la ciencia lograr tamaño logro metafísico, ni más ni menos que la capacidad de ver la verdad con mayúsculas, mejor dicho, las entidades realmente existentes, objetivamente existentes, necesitas mantener una concepción representacionista del lenguaje y es por ello que acabas asumiendo que éste instrumento nos trae a la mano entidades enteramente reales empero los nuevos aires llegados a la neurofilosofía contemporánea, que niegan la existencia de representaciones por cuanto instituirían un teatro cartesiano en nuestra cabeza, lo que nos instan es a fijar que toda nuestra cognición, por ende descendientes suyos tal que el lenguaje, son sólo instrumentos útiles para nuestro manejo por el mundo pero no para su comprensión de forma que lo que el lenguaje posibilita, mejor dicho, lo que el lenguaje resulta ser es un instrumento coordinador de conductas entre seres y por cierto, seres de igual constitución estructural y no, ni que decir tiene, que no es, no podría ser, un oteador de de entidades el lenguajear.

Martin: ¡Qué posmoderno eres! Vamos a ver si te entiendo, ¡¿para ti no existen los átomos y las moléculas, las galaxias y los planetas, tu cuerpo o el la de una hormiga, la vecina del quinto?! Mira, chaval, si yo leo un manual de bioquímica lo que tengo es que al mirar la imagen de la célula me cuesta pensar que exista algo de mentira aquí, algo de conocimiento relativo o de escepticismo... ¿Es que acaso la célula vegetal no tiene las partes que aquí se mencionan? ¿Es que los procesos químicos de los que aquí se hablan no ocurren realmente? Podría darse que algunas cosas estuvieran equivocadas pero no la mayoría: las proteínas se sintetizan en los ribosomas, esto es algo extremadamente difícil de negar.

Horacio: Sí y no. Me explico y es que la respuesta no es sencilla y no se deja aprehender es simples categorías binarias.

Martin: Vamos que me vas a soltar una chapa....no pongas esa cara que estoy de coña pero eso sí tío, no hables alto que es salir contigo a tomar algo y todo el puto mundo nos mira como si fuéramos unos vampiros góticos de funeral. Un poco de alegría, macho, y si ves que no te llega bebe entonces un poco más de cerveza que llevas toda la jodida tarde con la misma jarra, capullo.

Horacio: Sabes de la paradoja de Teseo, ¿verdad?

Martin: Sí, macho, sí, me la has contado tantas veces...

Horacio: Pues bien, el asunto es el mismo. Nadie debiera dudar de que el barco existe, en un sentido pero por otro el certificar que este trozo real, el que se encuentra ante mis ojos ¡es! ...

Martin: ¡No grites macho!

Horacio: (casi susurrando)...es el barco de Teseo, implica prorrumpir en un error categorial, voy más lejos, en un error metafísico que es el que confunde lenguaje con realidad, mapa con territorio, de forma que negar a la ciencia, a cualquier empresa humana de hecho, capacidad de capturar entidades reales no afirmamos que la realidad no esté ahí a disposición de, y para interacción con todos sino que si desmenuzásemos el lenguaje con el que nos coordinamos se verá entonces que es ahí donde no está la realidad como no está el barco de Teseo más allá del mundo virtual de los hablantes y eso aunque haya un barco ante nosotros y eso aunque sea el de Teseo y no el de fulanito.

Martin: Si lo que quieres decir es que no hay forma de asegurarnos que nuestras percepciones sean reales...

Horacio: No, siempre lo mismo. No estoy conjurando al geniecillo malvado de Descartes. Mi crítica es más sutil aunque duela reconocerlo. No es que dude de la veracidad de nuestra percepción objetual es que niego a nuestro cerebro y bueno, no hablemos entonces de nuestro lenguaje, le niego, repito, la capacidad de percibir objetos porque nuestra cognición no funciona así sino que recrea lo real de una forma tal que dicha recreación está adaptada a lo real y de una forma tal que dicha recreación es recreable por las personas de igual constitución. Lo expresó aforísticamente Wittgenstein: Si el león pudiera hablar, no le entenderíamos. Amén.

Martin: Pero esa, como tú mismo señalas, a-dap-ta-ci-ón implica una similitud estructural sea parcial, semiparcial, total o lo que jodidamente sea

Horacio: No, no, no y no. Para afirmar tal cosa, para afirmar que todo encaje entre nuestra cognición y lo real fuera porque compartamos algo, lo que sea, necesitaríamos tener una tercera perspectiva que, por definición, nos es inalcanzable. En suma, no existe tal cosa como las entidades reales dichas por un juego de lenguaje como la ciencia sino diferentes prácticas lingüísticas que, independientemente de lo que postulen como existentes, serán verdaderas en tanto que efectivas para los jugadores que las practiquen y por cierto, el hecho de que la práctica cognitiva que maneja Ronaldo con las faltas no sea traducible al lenguaje de la física insiste en el hecho, ya mostrado por otros juegos, de que no todo lo real es lo que el físico dice o alcanza a decir o dicho de otro modo, no todo lo real es expresable en términos ya no físicos sino verbales, o más precisamente, que no existe lengua omniefable por lo que no es posible el deseado cierre de la física.

Martin: ¡Buff! (murmurando para sí) Qué cazada le vuelto a hacer a la tía...(A Horacio) Esto...perdona, otro día seguimos con la discusión que me voy donde la pava de a las doce porque me parece que por lo visto tengo muchas posis con ella. De todas formas, te aviso de que estás cometiendo graves falacias pero bueno, ya seguiremos.

(Se cierra el telón mientras Horacio suspira irritado y se termina de beber la cerveza en soledad)

viernes, 8 de enero de 2010

Panfleto liberal

A propósito de estos días en los que la Wikipedia ha llegado a acumular hasta 7,5 millones de dolares en donaciones, no han faltado socialistas, como Ibarra o Nacho Escolar, que han querido entender el éxito de Wikipedia -inconcebible, impagable, increíble, posiblemente el más útil de la década- como un tanto contra el capitalismo, el liberalismo y todas las doctrinas políticas que -atención: hombre de paja- promocionan el egoísmo como argamasa de lo social y el dinero como única motivación del personal.

Irónicamente: Jimmy Wales, cofundador de la Wikipedia, es un declarado objetivista, vamos, un liberal pero encima de los radicales.

Lógicamente han resultado erróneas las vindicaciones socialistas y han parecido ridículas y me han provocado verguenza ajena y sobre todo hay que decir que han nacido porque se malentiende una y otra vez el por qué sí capitalismo y el por qué no planificación política y sí, se ha dicho por activa y por pasiva, y sí, se vuelve a repetir en la blogosfera, y claro que resultará en balde lo que vaya a decir ahora pero quiero tener el gusto de no callarme: el capitalismo no es un orden económico eficiente porque nos deje al albur de nuestro egoísmo sino porque no nos deja al dictado de una gerencia sea buenista o no, sea política o angelical, que por su proceder arriba-abajo será siempre computacionalmente ineficiente.

Liberados de toda atadura política no somos egoístas, no somos esa plana descripción sino una poliédrica potencialidad de acciones que sólo se puede acotar genéricamente con el concepto de naturaleza humana y a veces también con la ley en la mano. Somos humanos y, cuando nos dejan sólos, somos más naturalmente humanos y con esto último quiero decir que el liberal en el momento que defiende que el principio de decisión sea, en la medida de lo sostenible, monopolio del individuo y se encuentra con el escepticismo del político enemigo, cuando no su queja de cuan insocial lo defendido; se siente igual de pasmado que aquel que en un hipotética sociedad donde los matrimonios fueran siempre concertados y defendiera entonces la libre voluntariedad de los mismos -por razones de eficiencia electiva pero también por razones de decencia ética-, fuera refutado cuando no repudiado con la lúcida objeción de que en tales casos no existirían los emparejamientos.