lunes, 31 de enero de 2011

The sound and the fury

Ante todo, creo con Schopenhauer que una de las razones más poderosas que impulsan al hombre hacia el arte y la ciencia es una huida de la rutina cotidiana con su torpeza dolorosa y su yermo desconsuelo, es cortar el lazo de nuestros deseos siempre cambiantes.

Pág. 130 del libro Mi visión del mundo, escrito por Albert Einstein.

¿Cómo habrá intuido Borges al hombre que no olvidaba? Con su intensa vida intelectual, con el vértigo de sus muchas lecturas, Borges imaginó ese don como una maldición: de su Funes el Memorioso, "el único hombre lúcido de la tierra", dijo "lo indiscutible es que es un monstruo". Su memoria perfecta es su maldición, Funes era "normalmente infeliz", puesto que el olvido es necesario, diariamente, para la cordura. Borges sintió el olvido como un borramiento, una operación higiénica, y la muerte como la forma definitiva del olvido. Doyle, que recibió el mismo símbolo, [en la película Away with words] tradujo la falta de olvido como una metáfora de la sobreexcitación urbana.

Escrito por Leandro. Leído aquí.

Es el intento de afinar las cuerdas de su existencia personal saliendo al mundo de la observación y la comprensión objetivas. Son razones comparables al anhelo con que el habitante de la ciudad ruidosa y complicada tiende irresistiblemente hacia el alto paisaje de la montaña, donde la mirada se explaya cruzando la pura quietud del aire, y se pierde en las reposadas perspectivas que parecen creadas para la eternidad.

Pág. 130 del libro Mi visión del mundo, escrito por Albert Einstein.

El hombre que cree que los secretos del mundo están ocultos para siempre vive inmerso en el misterio y el miedo. La superstición acabará con él. La lluvia erosionará los actos de su vida. Pero el hombre que se impone la tarea de reconocer el hilo conductor del orden entre el tapiz habrá asumido por esa sola decisión la responsabilidad del mundo y es solo mediante esa asunción que producirá el modo de dictar los términos de su propio destino.

Palabras del Juez Holden, página 242, del libro Meridiano de Sangre, creado por Cormac McCarthy.

A estas razones negativas se agrega una positiva. El hombre procura formarse una imagen adecuada y fácilmente aprehensible del mundo, con el fin de sobreponerla a la realidad, sustituyéndola hasta cierto grado por ella.

Pág. 130 del libro Mi visión del mundo, escrito por Albert Einstein.

...En aquel imperio, el Arte de la Cartografía logró tal perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba todo una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, esos mapas desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron una Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y de los Inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.

Borges en El Hacedor, "citando" a Suárez Miranda en sus Viajes de varones prudentes, pág.119.

Esto hacen, cada uno a su modo, el pintor, el poeta, el filósofo y el investigador de la naturaleza. Hacia esta imagen y su elaboración desplazan lo principal de la vida sensible, buscando así la paz y la seguridad que no pueden encontrar en el círculo demasiado estrecho de su agitada experiencia personal.

Pág. 130 del libro Mi visión del mundo, escrito por Albert Einstein.

martes, 25 de enero de 2011

Burocracia

En la pág. 158 del ensayo El telón de Milan Kundera:
Me pregunto quién fue el primero que descubrió el significado existencial de la burocracia. Probablemente, Adalbert Stifter. (...). La novela más importante de Stifter, El otoño de la vida (1857).

(...)

Su ruptura con la burocracia [la de Risach, el protagonista de la novela] no resulta de sus convicciones políticas o filosóficas, sino del conocimiento que tiene de sí mismo y de su incapacidad para ser funcionario.(...)[y lo explicará así:]

A medida que se ampliaba y aumentaba la administración, ésta tenía que controtar a un número cada vez mayor de empleados y, entre ellos, inevitablemente, a algunos incompetentes o muy incompotentes. Pasó, pues, a ser urgente la creación de un sistema que permitiera que las operaciones necesarias pudieran realizarse sin que la desigual competencia de los funcionarios las pervitieran o las debilitaran. "Para aclararle mi pensamiento", sigue Risach, "diría que el reloj ideal debería construirse de tal manera que siguiera funcionando incluso si le cambiáramos las piezas, reemplazando las malas por las buenas y las buenas por las malas. Semejante reloj es, por supuesto, inconcebible. Pero la administración sólo puede existir precisamente de esta forma, y si no, en vista de la evolución que ha seguido, tiene que desaparecer". No se le exige, pues, a un funcionario que comprenda la problemática de la que se ocupa su administración, sino que ejerza con el mayor celo distintas operaciones sin entenderlas, e incluso sin tratar de entender lo que ocurre en los despachos de al lado.

Risach no critica la burocracia, sólo explica por qué, tal como es él, no pudo dedicarle su vida. Le impidió ser funcionario su incapacidad de obedecer y trabajar por objetivos que se encontraban más allá de su horizonte.

(...)

Leo en un periódico la historia trivial de un pequeño industrial francés en quiebra porque su deudor no le ha pagado sus deudas. Se siente inocente, quiere defenderese apelando a la justicia, pero enseguida renuncia: su caso no podría fallarse antes de cuatro años; el procedimiento es largo, su vida es corta. Lo cual me remite al negociante Block de El proceso, de Kafka: la instrucción de su caso languidece desde hace cinco años y medio sin ningún juicio; entretanto, ha tenido que abandonar sus negocios porque "en cuanto quieres hacer algo por tu proceso, ya no puedes ocuparte de nada más". No es la crueldad lo que aplasta al agrimensor K., sino el tiempo no humano del castillo; el hombre pide audiencias, el castillo las aplaza; el litigio se prolonga, la vida se acaba.

jueves, 20 de enero de 2011

Crimen sin castigo

Un gran predicador está enseñando en la plaza del mercado. Y resulta que un marido encuentra pruebas esa mañana del adulterio de su esposa, y la muchedumbre la lleva a la plaza para lapidarla hasta la muerte (...)

El predicador se adelanta y se coloca junto a la mujer. Por respeto a él la muchedumbre se detiene y espera con las piedras en la mano. ¿Hay alguién aquí que no haya deseado a la esposa de otro hombre, al marido de otra mujer?, les dice.

Ellos murmuran y dicen: Todos conocemos el deseo. Pero, Maestro, ninguno de nosotros ha cometido el acto.

El predicador dice: Entonces arrodillaos y dad gracias a Dios porque os hizo fuertes.
Toma a la mujer de la mano y la saca del mercado, y justo antes de que ella se marche, le susurra: Dile al señor magistrado quién fue el que salvó a su amante. Dile que soy su siervo leal.

Así que la mujer vive porque la comunidad está demasiado corrupta para proteger el desorden.


Ya la idea de comentar el libro de Job constituye una opción muy específica: Job no se opone al orden del cosmos y del poder, que impacta tan dolorosamente sobre él, sino que intenta explicarlo con el hecho de que en los insondables planes de Dios para la historia de la salvación de ambos órdenes -de la justicia temporal y de la celestial- no coinciden; es más, se oponen produndamente por el misterio del mal ingresado al mundo con el pecado original y no eliminable, aun dentro de la iglesia.


Otro predicador, otra ciudad. Se acerca la mujer y detiene a la multitud, como en la otra historia, y dice: ¿Quién de vosotros está libre de pecado? El que lo esté, que tire la primera piedra.

La gente se avergüenza y olvidan la unidad de su propósito al recordar sus pecados individuales. Algún día -piensan-, puedo ser como esta mujer, y esperaré el perdón y otra oportunidad. Debo tratarla como me gustaría que me tratasen.

Y cuando abren las manos y dejan que las piedras caigan al suelo, el predicador recoge una de ellas, la alza sobre la cabeza de la mujer y golpea con todas sus fuerzas. Aplasta su cráneo y esparce sus sesos por el suelo.

- Yo tampoco estoy libre de pecado - le dice a la multitud -. Pero si dejamos que sólo la gente perfecta cumpla la ley, pronto la ley morirá, y nuestra ciudad con ella.

Así que la mujer muere porque su comunidad era demasiado rígida para soportar su desviación.


(...) nace un derecho de Dios como pedagogía para los pueblos de la nueva Europa naciente. Contrariamente a lo que suele creerse, no es la superposición de un derecho de Dios fundado sobre las Escrituras al nuevo derecho barbárico en surgimiento. La justicia humana es fruto del pecado y no posee intrínsecamente la capacidad de transformar la realidad sino sólo la de compensar con violencia la violencia, de restablecer un equilibrio de los derechos de los individuos y de los grupos con actas de restitución, de resarcimiento o de castigo equivalentes. El plano de la justicia de Dios es otro y sustancialmente nada tiene que ver con éste, no pretende suplantarlo.


La versión más famosa de esta parábola [la de la adúltera] es notable porque es rara en nuestra experiencia. La mayoría de las comunidades se encuentran a caballo entre la podredumbre y el rigor mortis, y cuando se desvían demasiado, mueren. Sólo un predicador se atrevió a esperar de nosotros un equilibrio tan perfecto que pudiéramos cumplir la ley y perdonar la desviación. Por eso, naturalmente, le matamos.


Ya Hans Kelsen en su madurez, (...), ponía en guardia -aunque defendiera la "teoría pura del derecho" contra las teorías iusnaturalistas- contra una visión superficialmente positivista, demostrando que también las costumbres y la moral, al igual que el derecho, alumbran un poder concreto de coerción suyo, aunque este último no se exprese en multas o en años de cárcel sino con sanciones basadas sobre la pérdida de rol social o sobre la amenaza con penas inmateriales, no visibles, pero no menos eficaces si forman parte de una creencia extendida que involucra a la generalidad, tal como el castigo o la felicidad eternos. Por ello, en la historia concreta de la civilización cristiana occidental, el nodo medular para comprender ese hálito que permitió el nacimiento del Estado de derecho y del ideal liberal es la paulatina distinción entre el concepto de pecado, como desobediencia a la ley moral, y el concepto de delito, como desobediencia a la ley positiva.

miércoles, 12 de enero de 2011

Homo linguae

En 1949, el psiquiatra autraliano Johnn Cade administró litio durante cinco días (por razones equivocadas) a un paciente maníaco-depresivo de cincuenta y un años, un hombre tan hiperactivo, confundido e incontrolable que llevaba veinte años encerrado en un manicomio. Al sexto día, gracias a la acumulación de litio en la sangre, el paciente recuperó un comportamiento normal.


Las arañas drogadas con marihuana tejen telarañas razonablemente bien, pero a la mitad. de la labor pierden concentración; con cafeína, en cambio sólo pueden unir unas pocas hebras al azar; bajo los efectos de bencedrina (anfetaminas), los insectos tejen con buen gusto pero sin planificación, dejando grandes agujeros, y con clorohidrato, un compuesto de somníferos, quedan inconscientes antes de iniciar la labor. A esta conclusión han llegado u nos científicos de la NASA que proponen usar arañas para evaluar la toxicidad de nuevos medicamentos, según informa la revista New Scíentist, y ahora quieren desarrollar programas de ordenador para analizar objetivamente las telarañas.

Artículo elaborado por Reuters y publicado en el diario El País el 3 mayo de 1995 (Véanse, si se quiere, las fotos salidas del experimento)

Nosotros, (...), estamos casi constantemente ocupados en presentarnos a nosotros mismos a los demás, o a nosotros, y, por tanto, en representarnos a nosotros mismos, con el lenguaje y el gesto, externo e interno. La diferencia más evidente dentro de nuestro entorno que explicaría esta diferencia de conducta es la conducta misma. Nuestro entorno humano no contiene solamente alimento y cobijo, enemigos con los que luchar y de los que escapar, y miembros de la misma especie con los que aparearnos, sino palabras, palabras, palabras. Estas palabras son unos poderosos elementos de nuestro entorno que incorporamos fácilmente, ingiriéndolas y excretándolas, tejiéndolas como telas de araña hasta construir secuencias de narraciones autoprotectoras. Evidentemente, (...), cuando permitimos la entrada a estas palabras, a estos vehículos para memes, éstos toman el mando, creándonos a partir de las materias primas que encuentran en nuestros cerebros.

Nuestra táctica fundamental de autoprotección y de autodefinición no consiste en tejer una tela o construir una presa, sino en contar historias, y más particularmente, en urdir y controlar la historia que contamos a los demás -y a nosotros mismos- sobre quiénes somos. Y al igual que las arañas no tienen que pensar, consciente y deliberadamente, en cómo deben tejer sus telas, y al igual que los castores, a diferencia de los profesionales humanos de la ingeniería, no proyectan consciente y deliberadamente las estructuras que construyen, nosotros (a diferencia de los profesionales humanos del contar historias) no imaginamos consciente y deliberadamente qué narraciones contar ni cómo contarlas. Nuestras historias se urden, pero en gran parte no somos nosotros quienes las urdimos; ellas nos urden a nosotros. Nuestra conciencia humana, nuestra egoticidad narrativa, es su producto, no su origen.

Página 428, del libro La conciencia explicada, de Daniel Dennett.

viernes, 7 de enero de 2011

La ley de la selva

La "supervivencia de los más aptos" de Darwin es realmente un caso especial de una ley más general relativa a la supervivencia de lo estable. El universo está poblado por cosas estables. Una cosa estable es una colección de átomos bastante permanente o común para merecer un nombre. Puede ser una colección única de átomos, tal como el Matterhorn, que permanece el tiempo suficiente como para merecer un nombre. O puede ser una clase de entidades, como las gotas de lluvia que se producen en un porcentaje tan alto como para merecer un nombre colectivo, aun cuando cada una de ellas tenga un período de duración muy breve. Las cosas que vemos a nuestro alrededor y de las cuales pensamos que requieren una explicación, tales como las rocas, galaxias, olas del mar, todas son, en mayor o menor grado, configuraciones estables de átomos. Las burbujas de jabón tienden a ser esféricas debido a que ésta es una configuración estable para las películas delgadas llenas de gas. En una nave espacial el agua también permanece estable en glóbulos esféricos, pero en la Tierra, donde existe la gravedad, la superficie estable para el agua estancada es plana y horizontal. Los cristales de sal tienden a ser cubos debido a que ésta es una forma estable de conglomerar los iones sodio y cloruro. En el Sol, los átomos más simples de todos, los átomos de hidrógeno, se fusionan para formar átomos de helio, ya que, debido a las condiciones que allí prevalecen, la configuración del helio es más estable. Otros átomos aún más complejos se están formando en las estrellas en todo el universo, y se originaron, también, en la "explosión gigantesca" que, de acuerdo con la teoría prevaleciente, dio inicio al universo. De aquí provendrían originalmente los elementos de nuestro mundo.

Página 15 del libro El gen eogísta, de Richard Dawkins

Los sietes samuráis es una película con un dominio completo de su medio, (...). Trata en concreto del nacimiento del estado, y lo hace con una claridad y una globalidad dignas de Shakespeare. De hecho, lo que Los sietes samuráis ofrece es nada menos que la teoría kurosawana del origen del estado.

La película relata lo que sucede en una aldea durante una época de desorden político, una época en la que el estado ha dejado realmente de existir, y las reacciones de ls aldeanos con un grupo de bandidos armadas. Tras años de abatirse sobre la aldea como una tormenta, violar a las mujeres, matar a los hombres que oponen resistencia y llevarse las provisiones almacenadas, a los bandidos se les ocurre la idea sistematizar sus visitas y acudir al pueblo una sola vez al año para exigir o arrancar tributos (impuestos). Es decir, los bandidos dejan de ser depredadores del pueblo y se convierten en parásitos.

Uno supone que los bandidos tienen sometidas bajo su yugo a otras aldeas "pacificadas" similares, que caen sobre ellas por turno, que en conjunto tales aldeas constituyen la base recaudatoria de los bandidos. (...).

Los bandidos aún no han empezado a vivir entre sus súbditos de modo que esto tengan que satisfacer sus necesidades día a día, es decir, todavía no han convertido a los aldeanos en una población esclava. Así pues, Kurosawa somete a nuestra consideración una etapa muy temprana en el desarrollo del estado.

La acción principal de la película comienza cuando los aldeanos conciben un plan para contratar a su propia banda de hombres duros, los siete samuráis sin trabajo del título, para que los proteja de los bandidos. El plan surte efecto, los bandidos son derrotados (el grueso de la película consiste en escaramuzas y batallas), los samuráis se alzan con la victoria. Tras haber visto cómo funciona el sistema de protección y extorsión, el grupo de samuráis, los nuevos parásitos, presentan una oferta a los aldeanos. A cambio de dinero, tomarán la aldea bajo su tutela, es decir, ocuparán el lugar de los bandidos. Pero en un final que refleja más bien los deseos que la realidad, los aldeanos se niegan: piden a los samuráis que se marchen, y estos aceptan.

El relato kurosawano sobre los orígenes del estado todavía se representa en el África actual, donde bandas de hombres armados se hacen con el poder (es decir, se adueñan del tesoro nacional y asumen los mecanismos de cobrar impuestos a la población), eliminan a sus rivales y proclaman que con ellos empieza una nueva era. Aunque con frecuencia estas bandas militares africanas no son mayores ni más poderosas que las bandas criminales organizadas en Asia o la Europa del Este, la prensa, incluso los medios de comunicación occidentales, cubre respetuosamente sus actividades bajo el encabezamiento de política (asuntos mundiales) en vez del de delicuencia.

Página 13 del libro Diario de un mal año, de J.M Coetzee

miércoles, 5 de enero de 2011

El surgimiento del sentido

¿Saben uds que, cuando vemos la televisión, estamos, en realidad, viendo un punto móvil, un punto que se mueve a tal velocidad que crea la ilusión de una imagen fija en nuestra mente? Supongamos ahora que tuviésemos un tipo de ojo diferente, un ojo que careciera de retención retiniana, de memoria. En tal caso miraríamos la pantalla del televisor y sólo veríamos el desplazamiento de un punto luminoso que no dejaría en nuestra mente rastro ni impresión de imagen alguna.

Página 29, del libro Taoísmo, de Alan Watts.

Mi padre compró un Porsche descapotable. El coche que llevaba la policía era rojo. Este color no le sienta bien. Ella consta de tres cartas. Sin embargo, una carta no es tan rápida como una llamada de teléfono.
Viendo este ejemplo queda claro que la conexión que experimentamos en nuestra interpretación de textos normales no está basada en las conexiones entre palabras. Tiene que haber otro factor que nos lleva a distinguir entre textos coherentes que tienen sentido de otros que no lo tienen. Este factor se llama coherencia.

El concepto coherencia no pertenece al lenguaje mismo, sino que está relacionado con algo que tenemos las personas. Somos nosotros los que damos un sentido a lo que leemos y oímos, los que intentamos conseguir una interpretación que cuadre con nuestra percepción de lo que es el mundo.Es más, nuestra capacidad de dar sentido a lo que leemos es probablemente sólo una pequeña parte de una capacidad más general que nos permite darle sentido a todo lo que percibimos o experimentamos en el mundo. Seguramente, a leer el último texto que hemos puesto de ejemplo te habrás dado cuenta de que intentabas hacer que el texto que encajara con una situación o experiencia previa, de forma que los detalles cuadraran. Si nos lo propusiéramos, incluso llegaríamos a encontrar una forma de incorporar todos los elementos dispares que aparecen en ese texto en una interpretación coherente única. Al hacerlo, necesariamente estaríamos participando en un proceso por el que llenaríamos muchos de los "vacíos" que existen en el texto; tendríamos que crear conexiones significativas que realmente no vienen expresadas en las palabras y las oraciones del texto. La activación de este proceso no se limita a entender textos "raros", sino que, de una forma u otra, parece que se produce siempre que interpretamos un discurso.

También es cierto que se produce en la interpretación de nuestras conversaciones cotidianas. Continuamente estamos participando de conversaciones interactivas donde una gran parte del significado no viene en realidad de lo que se dice. Quizá es la facilidad con la que solemos anticipar las intenciones de los demás lo que hace que todo este complejo proceso nos parezca tan poco notable. Aquí hay un buen ejemplo, (...):
Ella: Es el teléfono.
Él: Estoy en el baño.
Ella: Vale.
Es obvio que en este fragmenteo de discurso no hay enlaces de cohesión. Entonces, ¿cómo hacen las personas para llegar a darle un sentido a lo que les dicen los demás? En principio utilizan la información que contienen las oraciones, pero es obvio que debe de haber algo más implicado en la interpretación. Se ha dicho que este tipo de intercambios se explican mejor si se miran desde la perspectiva de las acciones que de forma convencional realizan los hablantes que participan. Así utilizando los conceptos derivados del estudio de los actos de habla (...), podemos caracterizar esta breve conversación así:
Ella solicita de él que realice una acción.
Él declara la razón por la que no puede cumplir la solicitud.
Ella acepta realizar la acción.
Si este fuera un análisis razonable de lo que sucede en la conversión, entonces estaría claro que los usuarios del lenguaje saben mucho acerca de cómo funciona la interacción conversacional y que no es conocimiento lingüístico únicamente.

Página 162, del libro El lenguaje, de George Yule

En sus reflexiones aparecen continuamente confrontados dos términos: indefinido e infinito. Para el hedonista infeliz que era Leopardi, lo ignoto es siempre más atrayente que lo conocido, la esperanza y la imaginación son el único consuelo de las desilusiones y los dolores de la experiencia. El hombre proyecta, pues, su deseo en el infinito, sólo siente placer cuando puede imaginar que aquél no tiene fin. Pero como la mente humana no logra concebir el infinito, más aún, retrocede atemorizada ante su sola idea, no le queda sino contentarse con lo indefinido, con sensaciones que al confundirse una con otra crean la impresión de lo ilimitado, ilusoria pero sin embargo placentera.