Ante todo, creo con Schopenhauer que una de las razones más poderosas que impulsan al hombre hacia el arte y la ciencia es una huida de la rutina cotidiana con su torpeza dolorosa y su yermo desconsuelo, es cortar el lazo de nuestros deseos siempre cambiantes.
Pág. 130 del libro Mi visión del mundo, escrito por Albert Einstein.
¿Cómo habrá intuido Borges al hombre que no olvidaba? Con su intensa vida intelectual, con el vértigo de sus muchas lecturas, Borges imaginó ese don como una maldición: de su Funes el Memorioso, "el único hombre lúcido de la tierra", dijo "lo indiscutible es que es un monstruo". Su memoria perfecta es su maldición, Funes era "normalmente infeliz", puesto que el olvido es necesario, diariamente, para la cordura. Borges sintió el olvido como un borramiento, una operación higiénica, y la muerte como la forma definitiva del olvido. Doyle, que recibió el mismo símbolo, [en la película Away with words] tradujo la falta de olvido como una metáfora de la sobreexcitación urbana.
Es el intento de afinar las cuerdas de su existencia personal saliendo al mundo de la observación y la comprensión objetivas. Son razones comparables al anhelo con que el habitante de la ciudad ruidosa y complicada tiende irresistiblemente hacia el alto paisaje de la montaña, donde la mirada se explaya cruzando la pura quietud del aire, y se pierde en las reposadas perspectivas que parecen creadas para la eternidad.
Pág. 130 del libro Mi visión del mundo, escrito por Albert Einstein.
El hombre que cree que los secretos del mundo están ocultos para siempre vive inmerso en el misterio y el miedo. La superstición acabará con él. La lluvia erosionará los actos de su vida. Pero el hombre que se impone la tarea de reconocer el hilo conductor del orden entre el tapiz habrá asumido por esa sola decisión la responsabilidad del mundo y es solo mediante esa asunción que producirá el modo de dictar los términos de su propio destino.
A estas razones negativas se agrega una positiva. El hombre procura formarse una imagen adecuada y fácilmente aprehensible del mundo, con el fin de sobreponerla a la realidad, sustituyéndola hasta cierto grado por ella.
Pág. 130 del libro Mi visión del mundo, escrito por Albert Einstein.
...En aquel imperio, el Arte de la Cartografía logró tal perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba todo una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, esos mapas desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron una Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y de los Inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas.
Esto hacen, cada uno a su modo, el pintor, el poeta, el filósofo y el investigador de la naturaleza. Hacia esta imagen y su elaboración desplazan lo principal de la vida sensible, buscando así la paz y la seguridad que no pueden encontrar en el círculo demasiado estrecho de su agitada experiencia personal.
Pág. 130 del libro Mi visión del mundo, escrito por Albert Einstein.