De cuando Sísifo visitó Auschwitz
Vengo estos días leyendo un libro formidable, En defensa de Dios, que espero conseguir resumirlo (la empresa no es trivial) pero del que mientras tanto quisiera extraer dos historias.
Hoy la primera. Sucede en Auschwitz, también en la página 309 del libro citado:
Hoy la primera. Sucede en Auschwitz, también en la página 309 del libro citado:
Un día, un grupo de judíos decidió incoar un juicio a Dios. Ante tal sufrimiento inconcebible, pensaban que los argumentos convencionales carecían por completo de cualquier poder de convicción. Si Dios era omnipotente, podría haber impedido la Shoah; si no pudo detenerla, era impotente; y si podía detenerla pero decidió no hacerlom era un monstruo.
Condenaron a Dios a muerte. El rabino que presidía pronunció el veredicto, luego, siguieron tranquilamente y anunciaron que era la hora de la oración de la noche.
Comentarios
Es verdad, Jesús, ja ja, buena apreciación. Es verdad, el judío siempre está ni con Dios ni sin Él. Lanzan una crítica feroz para luego volver como el hijo pródigo, arrepentidos por la osadía.
Un saludo.
Precisamente en el libro donde se da la cita (que recomiendo muy vivamente) se nos recomienda esa rebeldía, esa huida de la certidumbre y a propósito de la historia narrada se nos enseña que las ideas sobre Dios van y vienen, pero la oración, la lucha por encontrar sentido incluso en las circunstancias más sombrías, debe continuar y es ahí donde la tradición rabínica se muestra efectiva.
Por cierto, ahora estoy leyendo el libro En busca del sentido de Viktor Frankl, psicólogo superviviente a Auschiwtz, donde se nos cuenta cómo la religiosidad estaba sorprendentemente muy presente en aquellos infernales lugares.
El mensaje que me trasmitió: la necesidad de sublimar, aún lo más nefasto que pueda acontecernos. La necesidad de encontrar motivaciones que nos trasciendan.
Recuerdo como genial la pregunta con la que comenzaba las sesiones con sus pacientes, aquella de : Oiga, ¿Usted por qué no se suicida?. En la respuesta encontraremos el núcleo de motivaciones que hace que cada mañana cuando suena el despertador nos levantemos.
Supongo que, al final, sobrevivían los que eran como los judíos de la anotación (y tenían suerte, claro)