martes, 10 de noviembre de 2009

En defensa de Dios, de Karen Armstrong (I)

Recién he acabado un libro formidable, En defensa de Dios, escrito por Karen Armstrong, cuya compleja tesis gradualmente desplegada y exhaustivamente argumentada es difícilmente resumible en un par de páginas pero a vuelo de pájaro sería vislumbrada con la idea de que, el progresivo proceso de descreimiento religioso que actualmente estamos viviendo, nace a razón de una mal comprensión de la religiosidad, la cual, paulatinamente ha ido imitando la praxis científica centrada en el logos, al punto de llegar a interpretarse literalmente la Biblia, milagros incluidos, y descuidando así el Mythos religioso que es grosso modo una herramienta, no para comprender una realidad, en lo fundamental incognoscible, sino para generar de forma dinámica, siempre dinámica, una conducta religiosa con la que hacer más habitable el mundo.

Estamos en la hipótesis de la realidad multidimensional, cada dimensión experiencial tiene su caja de herramientas particular con la que manejarse en ella, no otra cosa, ni para otra cosa es el lenguaje, pero lo que vale para abrir una puerta, no vale para la otra.

En la época moderna, cuando ya olvidada esa multidimensionalidad, porque ya confundido el por qué efectivo el lenguaje (científico, verbal, artístico...), fue Wittgenstein quien la resucitó de forma más certera. La propia Karen Armstrong lo explica en la pág.310

Wittgenstein mantenía ahora que existía un número infinito de discursos sociales. Cada uno de ellos era significativo, pero sólo en su contexto. Por eso es un grave error "hacer de la creencia religiosa una materia susceptible de prueba a la manera en que lo es la ciencia", dado que el lenguaje teológica funciona "en un plano enteramente diferente". [Efectivamente, el lenguaje científico referencia exclusivamente al plano de conductas articulables, tendrá, consecuentemente, limitaciones de efabilidad]

Tanto los positivistas como los ateos, que aplicaban normas de racionalidad científica [de mero valor instrumental, no ontológico], como aquellos teólogos que trataban de poder probar la existencia de Dios habían hecho un "daño infinito", porque suponían que Dios era un dato externo, idea que a Wittgenstein le resultaba intolerable [E igual de intolerable, como sabrán los aquellos que lean mi blog, me resulta a mí. Véase, cómo en su momento lo argumenté].

"Si yo pensara en Dios como otro ser fuera de mí, sólo que infinitamente más poderoso -insistía-, entonces consideraría que es mi deber desafiarle"

El lenguaje religioso es esencialmente simbólico; es "repugnante" si se interpreta de forma literal, pero desde un punto de vista simbólico tiene capacidad para manifestar una realidad trascendente de la misma manera que los relatos cortos de Tolstoi. Esas obras de arte no discuten sus argumentos ni presentan pruebas, pero de algún modo llaman a ser a la realidad inefable que evocan.

Pero dado que la realidad trascendente es inefable -"maravillosa más allá de las palabras"- nunca llegaremos a conocer a Dios meramente hablando de él. Tenemos que cambiar de comportamiento, "tratar de ser útiles a otras personas" y dejar atrás el egoísmo.

Si alguien, un solo día –pensaba Wittgenstein-, fuera capaz de hacer que toda su naturaleza se inclinara "en humilde resignación hasta el polvo", Dios, por decirlo así, vendría a él.

Generar acciones, no otra función, recordemos, tiene el mito que entonces, como tal, nunca debe quedarse en el palabreo. En religión, lo relevante es la otropraxia. La escalera a desechar para llegar a dicha ortopraxia será la ortodoxia.

De esta manera, cuando los reyes católicos y más concretamente cuando se descubrió América, expulsaron primero a los judíos, siete años más tarde a los musulmanes; crearon, sin saberlo, el caldo de cultivo del futuro ateísmo contemporáneo. Efectivamente, los judíos conversos, por prescripción política, alejados de cualquier acto ritual de su religión, perdieron esa necesaria ortopraxia que redime a la Torah, a cualquier libro religioso, de convertirse en una caótica conjunción de símbolos de nulo significado racional o peor aún, en una caprichosa conjunción de símbolos ideal presta para maquiavélicos hermeneutas. Será en tales círculos, en el de los judíos conversos, primero en Portugal, luego en Ámsterdam, en donde se empezará a preponderar, sobre el Dios judío, el Dios filosófico, inhumano y distante, al que sólo le queda por (única) función, el rellenar huecos, función, empero, que en breve la ciencia borrará.

Y ya que hablamos de los conversos judíos, sería bueno recordar que la Santa Inquisición, lejos de nacer para preservar las buenas costumbres religiosas, no tenía otro objetivo que el de precintar la unidad nacional. No fue, pues, sino una estratagema de los reyes católicos para no prorratear su reinado, no para prorrogar el de Jesucristo.

Numerosos hechos históricos ilustran cómo, a través de la institucionalización, de la inoculación de ortodoxia y doctrina, se ha paralizado, para reconducir a placer la sociedad, el fenómeno religioso. Se ve así cómo, porque política obliga, se puede introducir idolatría, esto es, ortodoxia con el mero fin de agitar las turbulentas aguas políticas. La religión, una vez más, no como grifo de una fuente divina, sino como llave de paso a una mundana ágora.

Los españoles con su inquisición, los deuteronomistas con su trágico nacionalismo, y un tristemente largo etcétera, ilustran como los fundamentalismos no son sino creencias reductoras de la rica religiosidad en donde anidan y siempre surgidos a modo de defensa del espacio credencial en donde albergan los códigos existenciales de los fundamentalistas pero, como se dice en el libro, pág.327,

hacer valores sagrados y absolutos de fenómenos históricos puramente humanos –como los valores de la familia, la Tierra Santa o el islam- es idolatría, y, como siempre, sus ídolos les obligan a tratar de destruir a sus adversarios.

Continua aquí.

5 comentarios:

pseudopodo dijo...

Creo que me voy a tener que comprar ese libro. Me ha gustado mucho eso de "En religión, lo relevante es la otropraxia. La escalera a desechar para llegar a dicha ortopraxia será la ortodoxia." Hay muchos modelos de escalera, lo importante es que sirvan para subir. Pero tampoco vale cualquier invento improvisado, si no queremos pegarnos un leñazo. Y sólo después de estar arriba podemos dejar caer la escalera.

Me recuerda a mi interpretación de los conflictos entre ciencias y religiones.

klepsidra dijo...

."Resulta claro y obvio que también una ética "laica" puede hallar y
reconocer de hecho normas y valores válidos para una recta convivencia
humana. Es así como nacen muchas legislaciones modernas. Pero para
que los cimientos de esos valores no se resientan de confusión e
incertidumbre (...) sino que asuman el valor de un verdadero y propio
absoluto moral, es preciso que no estén atadas a ningún principio
mutable o negociable".(1990[1973]:76)



Cardenal Martini en debate con Umberto Ecco


Y a partir de esto....la imaginación comienza a jugar su papel...

Héctor Meda dijo...

Pseudopodo,

Bueno la frase la escribí inconscientemente y por eso se me coló el plagio, porque no es mía, es de Wittgenstein que definía su Tractatus, casi al final, como una escalera que había que desechar.

En la segunda parte de la reseña desarrolla más la metáfora.

Por cierto, ese link que me pasas, ya lo tengo leído y lo prefiero usar como refuerzo de la visión epistemológica de Lakatos, no tan ingenuamente empírica como la del Popper primerizo.

Klepsidra7,

En su momento también reseñé el libro de Eco y Martini.

No obstante, yo sigo sin creer que necesitemos a una divinidad para eso y que, de hecho, el hacer uso de ella para eso resulta contraproducente.

Para mi, dicho rápidamente, todo lo que tenga dimensión social debe ser articulable y lo más intersubjetivamente verificable, será en la tácita praxis del vivir en donde aparezca lo sagrado y sí, tendrá implicaciones en la conducta moral.

A ver si en la segunda parte me aclaro más.

dr.rojo dijo...

Hombre, ojalá esto no te provoque ira, o una úlcera, que a mi sí me la provocó.

Troy Jollimore y su critica completamente superficial al libro: http://www.reasonproject.org/newsfeed/item/troy_jollimore_on_karen_armstrongs_the_case_for_god/

Digo, no he leído el libro, pero esta crítica queda bastante en la superficialidad de "Dawkins & Co. no tienen que saber nada de teología porque son tonterías, lol" tan común en estos blogs "racionalistas".

Anónimo dijo...

Me ha llamado la atención ese libro, tal vez lo lea. Sin embargo hay algo que me llama la atención; exactamente qué es lo que defiende, la existencia de Dios o la creencia en Dios? (como parte necesaria de la sociedad humana) Es decir, (me estoy precipitando, lo sé) la necesidad de "sacralizar" valores para lograr mejorar el mundo?