Bat qol
Un día, durante los primeros años en Yavneh, Rabí Eliezer estaba empeñado en una feroz discusión sobre una decisión legal (halakah) derivada de la Torah.
Cuando sus colegas se negaron a aceptar su opinión, pidió a Dios que demostrara que tenía razón con una serie de milagros.
Un algarrobo se movió cuatrocientos codos por sí solo, el agua de un canal cercano corrió hacia atrás y los muros de la casa de estudios cedieron, como si estuvieran a punto de derrumbarse.
Pero los rabinos siguieron sin convencerse y más bien parecían desaprobar esta extravagancia divina.
Desesperado, Rabí Eliezer pidió un bat qol, una voz celestial, que apoyara su causa, y servicialmente una voz celestial gritó:
"¿Qué teneis contra Rabí Eliezer? La halakah es tal y como dice"
Nada impresionado, Rabí Josúe se limitó a citar la propia Torah de Dios:
"No está en el Cielo"
La Torah no era ya propiedad del Cielo; había descendido a la Tierra en el monte Sinaí y estaba ahora salvaguardada en el corazón de cada judío. Por eso "no prestamos ninguna atención a un bat qol", concluyó con firmeza.
Se dijo que cuando Dios escuchó esto, se rió y afirmó:
"Mis hijos me han vencido"
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