Un día, durante los primeros años en Yavneh, Rabí Eliezer estaba empeñado en una feroz discusión sobre una decisión legal (halakah) derivada de la Torah.
Cuando sus colegas se negaron a aceptar su opinión, pidió a Dios que demostrara que tenía razón con una serie de milagros.
Un algarrobo se movió cuatrocientos codos por sí solo, el agua de un canal cercano corrió hacia atrás y los muros de la casa de estudios cedieron, como si estuvieran a punto de derrumbarse.
Pero los rabinos siguieron sin convencerse y más bien parecían desaprobar esta extravagancia divina.
Desesperado, Rabí Eliezer pidió un bat qol, una voz celestial, que apoyara su causa, y servicialmente una voz celestial gritó:
"¿Qué teneis contra Rabí Eliezer? La halakah es tal y como dice"
Nada impresionado, Rabí Josúe se limitó a citar la propia Torah de Dios:
"No está en el Cielo"
La Torah no era ya propiedad del Cielo; había descendido a la Tierra en el monte Sinaí y estaba ahora salvaguardada en el corazón de cada judío. Por eso "no prestamos ninguna atención a un bat qol", concluyó con firmeza.
Se dijo que cuando Dios escuchó esto, se rió y afirmó:
"Mis hijos me han vencido"
sábado, 7 de noviembre de 2009
Bat qol
Una historia rabínica de tintes zen leída en En defensa de Dios, escrito por Karen Armstrong, página 115:
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3 comentarios:
La versión que yo conocía de esta historia concluía con los rabinos diciendo «Somos tres contra dos: Rabí Eliezer tiene que pagar la cena y si insistes, oh Señor, tú también».
Bueno, ese truco salomónico sirve para los judíos pero no para los cristianos que tienen un dios que es tres y uno
Cierto; pero, de todos modos, ese es un dios conocido por invitar la cena.
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