viernes, 20 de noviembre de 2009

Contra el Castigador

Vengo de picotear en esta variada silva de de ideas y quisiera aclarar un peligroso malentendido.

Imagina que tu pareja en un arrebato hormonal se encuentra a puntito de injertarte en la cabeza una cornamenta con una persona que se encuentra por ahí.

No obstante, justo en el anterior momento a caerse en el precipicio, un Amigo le disuade de acometer adulterio y le disuade, bien porque le vaya a castigar, bien porque le daría pena ver ese desliz en ella.

Tu pareja decide, porque tu Amigo, no ponerte los cuernos.

Ahora, por un casual, nos enteramos de la historia y aunque no se cometió el adulterio, aunque no se acometió el acto inmoral, obviamente, nos sentiremos apenados ya que nuestra pareja no decidió frenarse porque nos quería, sino porque el Amigo le castigaría o el Amigo sentiría pena de hacerlo.

Aunque sin cornamenta, nos sentiremos traicionados.

El hecho de que el Amigo fuera Dios no cambiaría ni un ápice la naturaleza amoral de lo ocurrido aquella noche.

De esto colijo que no necesitamos en la moral una instancia persuasiva para evitar realizar un acto inmoral antes bien, en la medida en que ese acto no sea autónomamente desechado en exclusiva consideración al daño que acarrearía en terceras personas, no estaremos propiamente ante una elección moral.

O dicho aforísticamente: No sólo si Dios nos lo pide podremos realizar actos moralmente correctos sino que en la medida en que realicemos actos porque Dios los pida, éstos jamás serán moralmente correctos.

25 comentarios:

Sierra dijo...

Huy, huy, Héctor, una apresuradísima conclusión. Que un tercero haya convencido a la furcia de no cometer aduleterio y aún así nos sintamos dolidos no quiere decir que porque duele todavía el acto es aún inmoral. Para aclarar un poco esa frase confusa, de que un acto nos cause dolor que podríamos llamar moral— no se sigue que dicho acto sea inmoral.

Al amante, por ejemplo, podría dolerle que por intervención de un amigo la mujer no se acueste con él; eso no hace inmoral el acto de no acostarse con él.

Llamamos moral precisamente al atenerse a una regla; no a las razones por las que nos atenemos a la regla.

Héctor Meda dijo...

Es que para mi no es moral una persona cuando se atiene a una regla porque en tal caso un robot, qué digo un robot, hasta una tostadora, podría ser moral.

El cumplimiento de una regla me parece una kantiana forma de entender la moral que no se corresponde a lo que usamos.

En el caso de que la pareja nos pusiera los cuernos nos sentiríamos traicionados porque ha roto la fidelidad que teníamos asumida. Esa rotura es amoral.

Ahora bien, no poniéndonos los cuernos pero porque tiene miedo del castigo haría de su comportamiento igual de traidor porque su fidelidad, que nosotros asumíamos como dada, ha sido igualmente violada aunque, Amigo mediante, no se haya materializado dicha violación en un acto concreto de adulterio.

Hay que entender, creo que se entiende, que obviamente el acostarse con otra persona cuando con pareja no es per se un acto inmoral. Pensemos que existen parejas abiertas.

Lo inmoral es la traición, el que la fidelidad, el que sólo contigo estoy porque sólo a ti te quiero, sea obviado en un momento dado, en suma, lo inmmoral es el engaño de hacer pasar a tu pareja por amor lo que no es sino aquiesciencia con lo dicho por el Amigo.

Sierra dijo...

Para tener esta discución, entonces, primero tendría que decirme en qué fundamenta la aplicación de la palabra 'moral' en este caso; porque no alcanzo a colegir su aplicación de lo que le he leído hasta ahora sobre moral adaptativa ——cuando hablábamos de no matar resultaba bastante obvio; pero no veo que la fidelidad podría interpretarse de la misma forma; y aun si se pudiera, sigo sin entender que se siga de la sensación de haber sido traicionado sin que el hecho se consumara que la traición sea tal y, más todavía, inmoral.

Y cuando explique eso, yo le sacaré brillo a la copia que tengo de la conferencia de Witti sobre ética.

Y aun después, a alguno de mis cuentos.

Héctor Meda dijo...

Oiga, que yo también he leído al segundo W, así que no espere que le defina una palabra sino que, como es el caso, lo use correctamente.

Si se fija en ningún momento he señalado en el post qué consideramos inmoral de lo que hace la pareja pero si se fija todos asumimos que en un adulterio sí que lo es y si se fija no es en el adulterio el acto en sí lo relevante porque si nuestra pareja nos dijera que nos ha puesto los cuernos nos decepcionaríamos con ella pero si nos dice que no lo hizo porque tiró una moneda y le salió que no tenía que hacerlo pues no sé ud. pero yo sí que me sentiría decepcionado, es decir, convencido de que mi pareja no actuo bien.

Sierra dijo...

Che, pero no me cambie el ejemplo. Si la moneda fue el factor disuasorio, seguro que me sentiría decepcionado; pero si ella me contara que estuvo dándole vueltas a la idea y finalmente no lo hizo porque X la convenció oportunamente, me sentiría contento, creo, de la intervención de X; y no consideraría que tengo derecho a sentirme engañado, aunque probablemente actuaría como si lo tuviera para demostrar que me siento herido y hacerle daño a ella.

La razón por la que en el caso de la amenaza de castigo algo sabe mal, es porque sigue existiendo entonces la intención, pero faltan los medios. Si ella pudiese cometer el adulterio obviando el castigo, lo haría. Es distinto al caso del convencimiento, en que ella lo pensó, pero finalmente decidió no hacerlo, aunque fuese con ayuda de X esta decisión.

Si este último caso aún le sabe mal, es porque es usted un celoso, como yo; pero de ello no puede seguirse en modo alguno que no-acostarse con Y porque te convenció X sea un acto inmoral.

En el adulterio, el acto en sí es precisamente lo único relevante... desde el punto de vista de la moral. Lo demás son caprichos, celos y sentimentalismo, mal que nos pese. Si no fuese así, se podría juzgar a la gente por lo que piensa y mandarlos a Siberia. No queremos eso, ¿cierto?

Definitivamente, me parece que su uso de la palabra moral en este caso está totalmente injustificado.

Dos notas wittgenstanianas: la conferencia de ética que iba a citar —pero no cayó en la malvada trampa que le había tendido— es, en realidad, del primer Wittgenstein.
Eso, y que una tostadora no podría tampoco seguir una regla. La tostadora es como es, no podría funcionar de otro modo. Un humano sí.

Héctor Meda dijo...

Dijo:
si ella me contara que estuvo dándole vueltas a la idea y finalmente no lo hizo porque X la convenció oportunamente, me sentiría contento.

¡Acábaramos! Es que ese no es el caso, me entendió mal porque en el ejemplo que ud. plantea, efectivamente, se realiza una buena acción pero el éxito de la intervención del Amigo se cifra en que el Amigo le castigaría o el Amigo sentiría pena de hacerlo pero no porque el Amigo le convezca.

Si mi pareja no me pone los cuernos por miedo a un tercero o por no querer apenar a un tercero, para mi, no ha sido fiel porque me quiera. Me sentiría traicionado.

Tenga en cuenta que el Amigo es, en realidad, o lo será, Dios luego la posibilidad de una persuasión argumentada salvo que sea profeta es absurda.

Por cierto, cíte a W aunque no venga cuento que yo cuando leo cosas interesantes las comparto, de paso cuénteme qué trampa tenía urdida XDD

Sierra dijo...

Ah, no, no, no, es al contrario: si queremos hablar de Dios en términos morales, entonces tenemos que considerarlo como una fuerzaz disuasoria de caracter argumental exclusivamente.

Había olvidado que la entrada incluía solo esas dos alternativas; pero hay también justificación para ello.

El Dios castigador o juez podríamos considerarlo como un invento eclesiástico para disuadir a la población inculta. Vistas las condiciones en las que ha vivido esa población durante los últimos 2000 años, no creo que les importe un rábano si la mujer no se acuesta con el vecino por miedo a una paliza o por bondad intrínseca. De todos modos, habría que preguntarles.

Pero si consideramos al Dios puro, esto es, el Dios en el que podemos creer por vía de la razón, entonces tenemos que considerarlo un factor moral de fuerza exclusivamente argumental. Consideramos a Dios el fin último de la vida y queremos que nuestros actos tiendan a él. Recordemos la definición tomista de moral: medida de los actos humanos en cuanto tienden hacia su fin último. El hombre actúa moralmente porque quiere 'puntuar alto', por decirlo de algún modo.
Considerado desde un punto de vista filosófico, para resumir, Dios es una fuerza argumental, y por lo mismo su efectividad es intrínseca en lo que respecta a los asuntos de la moral.

Pero volvamos al Dios castigador, que no he acabado con él.
Digamos que yo no robo por miedo a la cárcel. Ok, le concederé que no soy una persona tan recta como el vecino, que no robaría ni para alimentar a sus hijos, porque para él el acto es malo a priori y en términos absolutos.
No robo por miedo a la ley... ¿pero eso me vuelve ladrón?

Es cierto, insisto, que tal vez no sea el mejor ciudadano del mundo, ¿pero eso me hace ladrón?

Mi esposa no me engaña por miedo al castigo... No es la mejor esposa del mundo; pero tampoco es una adúltera.

En el caso del Dios castigador, que la mujer no engañara al marido sencillamente porque es buena es lo óptimo; pero ya puestos, que no lo haga por miedo al castigo es preferible a que realmente lo haga. Lo segundo es menos bueno, pero no inmoral.

Los padres de la Iglesia desarrollaron toda una doctrina del mal menor muy interesante.

Sigo discutiendo la aplicación de la palabra moral para actos que no se comenten, por la razón que sea (entiéndase que no es lo mismo que las omisiones culposas).

En cuanto a mi trampa, consistía en hacer que se amarrara a una definición o una explicación de lo que considera una forma moral de actuar y, a continuaión, citar dicho texto (Conferencia sobre ética) en la que Witti destruye, herosamente, la idea de que podamos medir nuestros actos según una regla absoluta sobrenatural. El primer Wittgenstein llega por ello a la conclusión de que la moral no existe, claro —es solo esta segunda parte la que el segundo hubiese negado.

José Luis Ferreira dijo...

No sé si responder a estímulos para resolver una cuestión moral significa seguir una regla, pero se le parece mucho. Todos respondemos ante estímulos, filtrados por nuestro intelecto. Todos obedecemos reglas.

La diferencia con la tostadora es la complejidad de la interacción de todos los elementos involucrados (al final, ya sabemos, siempre partículas elementales). Es en esta complejidad que somos libres y tenemos moral (o, por lo menos, eso nos parece).

La moral (y creo que, con ella cualquier otra cosa) no puede definirse como algo que sigue o no una regla, aunque pueda tener que ver con que la regla que siga incluya ciertas cosas que apreciamos.

Tampoco veo por ninguna parte que el usar correctamente las palabras nos libre de la necesidad de definirlas lo mejor posible. ¿Cómo sabemos, si no, que la estamos usando correctamente? O, si quieres, ¿cómo sabemos que estamos en el mismo contexto? Sin esto no podemos mucho en el discurso, aunque nos valga para conversaciones menos trascendentes.

Sierra dijo...

¡Por supuesto que obedecer a estímulos es seguir una regla! ¿De qué otro modo podríamos saber que se trata de una regla —pensar en cómo enseñamos las reglas a los niños.

Definir una palabra puede resultar extremadamente útil. Sin embargo, no nos tenemos que dejar llevar por esa definición y atribuirle a la gramática un valor empírico (eso lo llama Wittgenstein 'metafísica'). Creo que la utilidad de las definiciones es que nos permite, precisamente, hablar de las palabras. En última instancia, sin embargo, el significado de una palabra es su uso, no la definición.

Por lo demás, veo que se quedó sin argumentos para la tesis principal... ¿es así? (Sierra: 1; Héctor: 0. Jajaja). Me alegro por sus eventuales o actuales novias o esposas, que las hubiesen visto canutas.

Sierra dijo...

Ah, lo siento, leí el comentario de J. L. Ferrer como suyo, Héctor. El partido se sigue jugando.

Héctor Meda dijo...

Precisamente entender la moral como una medida de los actos humanos en cuanto tienden hacia su fin último implica instaurar una definición de la moral no por uso y que ya está refutada por el segundo W y que, una vez más, no tengo por qué aceptar.

Y no me parece a mi que la idea de que Dios sea una fuerza argumental, sino que es una isntancia que se introduce por su caracter persuasivo pero ese es carácter lo que yo intento mostrar en este post como corruptor de toda moral. Efectivamente, si deshacemos un acto inmoral porque el Amigo nos da miedo o porque con el Amigo queremos 'puntuar alto' -que era la segunda opción que se planteaba en el post- se está, una vez más, en la inmoralidad.

Y por cierto, no entiendo esa contabilidad moral de evaluar qué actos son más inmorales que otros y en cualquier caso no es relevante para la discusión si mi pareje no me pone los cuernos para no hacer daño a Otro, para mi es igualmente una zorra y poco me importa que realmente no tenga cuernos o que el que me los hubiera puesto fuera peor.

Sierra dijo...

Claro que no es una definición que tenga que aceptar, la de Aquino. La ponía meramente de ejemplo, a pesar de que creo que definitivamente es la mejor definición de una moral trascendente (es esa trascendencia la que refutaba el primer Wittgenstein en la Conferencia sobre ética). El punto era que, entendida la moral de este modo, Dios tiene un caracter moral argumental.

Ahora bien, ¿cómo es que no entiende que haya grados de moralidad, y la atingencia de eso en la discución? Si robo una billetera, ¿soy tan inmoral como un asesino? Si no me acuesto con otra, pero tengo ganas, ¿soy tan inmoral como si lo hiciera? ¡Claro que es relevante!

Imagine esta situación: pasea usted por la calle con su novia. Entonces pasa junto a ustedes una mujer muy guapa y naturalmente usted la mira. Su novia monta un escándalo, con el siguiente argumento:

«La has mirado con lujuria, yo lo he visto. Por lo tanto, deseas acostarte con ella. Lo único que te disuade es que yo estoy junto a ti y estorbaría tus planes; además de que tomaría represalias después. Pero de acuerdo a la lógica de tu propio post, estas razones son suficientes para contar tu lujuria como una infidelidad. Eres un desgraciado y, por cierto, he fingido todos los orgasmos que tuve contigo».

No sé usted, pero yo a una mujer así la dejaría de motu proprio, por histérica.

Héctor Meda dijo...

Lo que quise decir no es que hay diferencias entre actos inmorales y actos inmorales sino que ese no es el quid de la discusión, que no habiendo un acto que de normal, más bien de los 10 mandamientos, se considera inmoral sí que podemos percibir un acto inmoral independientemente, insisto, en la carga amoral del acto.

Y no, insisto, yo no veo una carga argumental a la moral aquiniana, ni a ninguna moral, ¿cómo se puede persuadir de que X está mal? Si es afirmando que a mi Amigo le daría pena de hacer X, no sólo se está recurriendo a modalidades protoargumentales sino, incluso, se está incentivando acciones amorales

Sierra dijo...

Espero, que no entendí nada de eso. ¿Puedo pedirle que reformule?

Héctor Meda dijo...

Ok, lo reformulo, o mejor, más fácil, lo reescribo:

Son dos apuntes los que hago:

1) No discuto que haya diferencias entre unos actos inmorales y otros. Lo que dije es que ese no es el quid de la discusión y que aún no habiendo un acto que de ley se considere inmoral sí que podemos percibir un comportamiento inmoral. Por ejemplo, la pareja de uno está dispuesta a cometer adulterio pero en el ultimo momento su amante muere de un infarto. Ahí no ha habido consumación del acto pero la disposición al adulterio ya revela cierta inmoralidad. Que esa inmoralidad sea menor que el propio adulterio es algo que no afecta al núcleo del post.


2) Yo no veo una carga argumental a la moral aquiniana, ni a ninguna moral. Pensemos en esto: ¿cómo se puede persuadir de que X está mal? ¿Por qué tendría que seguir el fin último que Aquino propone?

Si es afirmando que a mi Amigo le daría pena de hacer X, no sólo se estará recurriendo a modalidades protoargumentales sino, incluso, se estará incentivando acciones amorales, tal y como se afirma en el post

Sierra dijo...

Nadie niega que podamos percibir comportamiento inmoral ahí donde calla la ley, ciertamente.

Primero, distingamos leyes. Es evidente que la ley jurídica poco tiene que ver, intrínsecamente, con la moral. Basta para ello encontrar ejemplos de leyes inmorales, que abundan aunque solo sea por la ineptitud de los legisladores.

Hay la ley divina, que en este caso consideraré que no vale la pena discutir.

Finalmente, la pura ley moral de lo que las personas consideran bueno o malo. En este caso, la sanción no puede consistir más que en la desaprobación, claramente. (Lo que me recuerda que esa desaprobación es el fundamento de la moral adaptativa que se ha propuesto antes, por lo que podríamos ver la sanción —y, con ella, al Amigo hipotético— detrás de toda norma moral).

Ahora bien, todavía no responde usted al ejemplo que puse en mi último comentario.

Pasando al nuevo ejemplo, claramente me parece que es más inmoral porque en él encontramos una decisión consumada de cometer adulterio que no se llevó a cabo por las meras circunstancias. Como pareja, yo claramente estaría más dispuesto a enojarme si la razón por la que no tengo cuernos es un oportuno infarto.

Sin embargo, el quid de la cuestión en el que usted insiste, es que se pueden penar —aunque sólo sea con la desaprobación de considerarlas inmorales— intenciones. Por lo tanto, sería uno adúltero cada vez que mirara a una chica guapa en la calle con pensamientos lujuriosos; dios sabe que con eso no quedaría hombre fiel en el planeta.

Cada vez me convence menos esta postura, porque la moral se basa precisamente en juzgar actos, no pensamientos. La mujer del caso principal, en el post, no cometió adulterio. Otra cosa es que podamos decir que sus motivos fueran mejores o peores.

Creo que el fundamento del error —si me permite— son dos confusiones.

La primera es considerar la sensación de engaño y traición como evidencia de que se produjo una inmoralidad.

La segunda viene de confundir dos casos extremos de coerción. Si alguien me obliga a, pongamos, firmar un documento, con la amenaza de matar a mi familia si no lo hago, evidentemente no se me puede culpar por la firma. Pero si alguien me dice «me sentiré muy dolido si no firmas», ¡claro que sí!

Evidentemente es menos moral la mujer que no se acuesta con otro por miedo a una golpiza que le propinaría el amigo que una que no lo hace porque el amigo se sentiría apenado, ¿cierto? Y creo que ya distinguiendo eso se desmorona el argumento.


Ahora bien, en cuanto a Aquino —que, por cierto, considero meramente un corolario de interés, ya que ninguno de nosotros comparte las hipótesis fundantes de su moral— la mejor explicación es una analogía que da Wittgenstein.

Si tenemos que llegar de X a Y, sabemos que el camino bueno, que sirve, mejor, es este. En el caso de la moral, el presupuesto es que el punto al que queremos llegar es Dios y el mejor camino es el bien, es decir, las acciones buenas prescritas por la moral. Dios no es un guardacaminos que nos obliga, so pena de lastimarnos, a tomar cierto camino. Sencillamente se trata de que si quieres llegar a Dios tomas este camino y si quieres ir al infierno tomas el de allá. Por lo tanto, Dios es un "estímulo" de caracter argumental para nuestras acciones, pues las hacemos el bien para llegar a Dios y no a otro lado.

Tal vez habría que añadir una tercera confusión, entonces, la de considerar a Dios como un guarda que nos sigue a todos lados para propinarnos golpes cada vez que tenemos malos pensamientos.

Héctor Meda dijo...

No sé qué caso tengo qué responder pero creo que mi postura es cristalina.

Por partes: pareciera que ud. tiene un impoluto criterio de demarcación en donde separar lo malo de lo bueno. Suerte, si ese proceder es el suyo pero yo no soy una criatura kantiana.

Y hablo de kantiano proceder porque lo de que sólo los actos son inmorales es un ejemplo de eso, de postular máximas moralistas, pero yo no suscribo ese quehacer.

Y sí, puede haber intenciones que de ya tenerlas se revelan malas acciones: si yo veo a un niño de cinco años y de repente se me despiertan deseos libidinosos el decirme a mi mismo: "Está mal que pienses en eso", me parece válido.

No creo que me pueda decir que está bien o ni siquiera que no está mal tener esos pensamientos.

Por otro lado, insiste en enfatizar lo amoral del acto de la pareja en función de que si hay cornamenta o no, y como ya le he demostrado con el amante infartado el quid no es ese, no es eso lo que nos duele sino la traición a nosotros pero es que además en el ejemplo del post sí que hay un acto amoral, y éste se da, cuando como la del amante infartado, al estar dispuesta a poner la cornamenta, cornamente que no se ejecuta no por ella ni esta vez por un infarto sino por la mediación coactiva de un tercero.

Y así como ud dice: "¡Oh no está bien que no tenga cuernos porque un infarto!" También pido que diga: "¡Oh no está bien que no tenga cuernos porque un Amigo le pegaría!" pero que en ambos casos no haya adulterio no porque se nos quiera es lo que consideramos amoral.

En cuanto a la subjetividad: para un moralista naturalista toda repulsión moral nace de la propia subjetividad, nada de máximas kantianas, fines últimos, etc, mas, a diferencia de los relativistas, sí creemos que hay modos de evaluar cuando esa repulsión es cultural, enteramente subjetiva o propiamente moral.

Por último, el considerar a Dios como como un guarda que nos sigue a todos lados para propinarnos golpes cada vez que tenemos malos pensamientos no deja de ser considerarlo como un Castigador. A ese respecto, el título del post es elocuente.

Sierra dijo...

Zanjado, entonces: usted considera que el predicado 'moral' o 'inmoral' puede postponerse a intenciones.

Sin embargo, todavía queda por resolver lo que piensa de mi contraejemplo, a saber:

"Imagine esta situación: pasea usted por la calle con su novia. Entonces pasa junto a ustedes una mujer muy guapa y naturalmente usted la mira. Su novia monta un escándalo, con el siguiente argumento:

«La has mirado con lujuria, yo lo he visto. Por lo tanto, deseas acostarte con ella. Lo único que te disuade es que yo estoy junto a ti y estorbaría tus planes; además de que tomaría represalias después. Pero de acuerdo a la lógica de tu propio post, estas razones son suficientes para contar tu lujuria como una infidelidad. Eres un desgraciado y, por cierto, he fingido todos los orgasmos que tuve contigo»".

Personalmente, creo que el predicado 'moral' no puede usarse para intenciones, por una serie de razones que no viene a cuento explicar, sino solo de acciones. El caso del infarto sí me parecía inmoral porque efectivamente hay actos inmorales (una habitación de hotel, ropa quitada, etc.), algo que podríamos comparar al homicidio frustrado. Así mismo, si las intenciones pueden ser morales, entonces ya tengo mi lugar en el infierno.

Sospecho que Kant respaldaría esta postura, aunque no lo he leído, por la formulación del imperativo categórico: "Actúa siempre como si..."

También le veo, a esta teoría, serios problemas prácticos. ¿Cómo sabrá usted si su mujer no lo engaña por miedo al castigo divino o por bondad intrínseca? Es más, ¿cómo lo sabrá ella misma? (La palabra clave, aquí, es "conductismo").

Sierra dijo...

Anoto también: me refería al conductismo, en el último párrafo, porque parece claro que desde fuera usted no sabrá si las acciones externamente buenas de alguien se deben a una correspondiente bondad de la intención o a un simple miedo al Castigador. Por lo tanto, toda la teoría moral postulada en este artículo se basa en certezas interiores, y ahí se meterá usted en un lindo lío con lenguaje privado y otros cachivaches que volverán todo el asunto completamente impracticable.

Héctor Meda dijo...

Si le quiere le respondo el ejemplo suyo pero antes déjeme dejar claro que en el del post sí que hay un acto inmoral.

Por favor léa el post otra vez si no lo ve claro a la luz del ejemplo del infarto porque el caso es el mismo sólo que en vez de aparecer de repente un infarto, un Amigo aparecerá en escena con la amenaza de castigarle o entristecerse.

Y no, por cierto, yo no creo que una ley social, ya no digamos divina, deba reprender intenciones pero sí que en una praxis ética privada puede evaluarse la sensatez de unos determinados pensamientos, lo hacemos constantemente, se llama conciencia y no, no viene a cuento el tema del lenguaje privado de W porque este se refiere a usar un lenguaje en donde el significado de los símbolos sólo lo pueda entender una persona (y dicho sea de paso, ese texto existe para refutar una teoría epistemológica de Russell que se hacía con definiones ostensivas, etc) pero cuando hablo conmigo mismo y utilizo el lenguje común ¡no hay ningún problema! por lo que claro que puedo usar frases del tipo "Esto Héctor, conténte un poco y deja de pensar en mamadas con ese niño de cinco años que eso está mal" ya que en ese sentido la palabra "mal", de común significado, está correctamente usada.

Por último, con su ejemplo: no existe, o mejor dicho no tengo una regla precisa con la que identificar un acto inmoral, hay un continuum entre lo inmoralmente y lo moralmente aceptable estando a no dudar en lo primero una mirada, un pensamiento fugaz y estando en lo segundo un continuo mirar, un continuo pensar.

Si alguien pensase no sólo de boquilla sino de facto que por sólo mirar o por sólo pensar en terceras personas, no ha lugar al enfado entonces no existirían los celos. Si su pareja se las pasase todo el día fantaseando con el vecino del quinto, dudo que a ud. le pareciera bien.

Sierra dijo...

Punto por punto, para ir acabando:

*Efectivamente, si la mujer está ya desnuda y presta cuando aparece el Amigo para hacer amenazas, la cosa cambia un poco y sí, habría que considerar el ejemplo idéntico al del infarto.

Pero considere también que este no es un Amigo de carne y hueso que aparece justo en el momento indicado, sino un fenómeno psíquico. La mujer que sufre un ataque de consciencia (ya por miedo al Castigador o bondad intrínseca) en el momento en que ya está desnuda, ciertamente no es tan buena como la que nunca se puso en esa situación; ¡pero tampoco ha cometido adulterio! No ha cometido el acto inmoral esencial (aunque sí otros) y, por lo tanto, si quiere juzgar la intención que tuvo (porque ya no la tiene), ¡allá usté! Esa es una diferencia que no conseguiremos resolver ahora.

*El argumento contra el lenguaje privado sí viene a cuento aquí, aunque no precisamente esa parte. Es relevante por el asunto de las certezas y demás, que no me apetece discutir.

*Su continuum me parece de lo más difuso. Sirve para reprocharle a la novia haber tenido la intención de acostarse con otro; pero no para que ella le reproche haber mirado a la rubia que pasaba. Seguro que generaría un montón de problemas maritales y los abogados de divorcio se forrarían.

*Si mi pareja fantaseara todo el día con el vecino del quinto, la dejaría, en efecto, pero porque no está enamorada de mí; no por considerarla una persona inmoral o infiel.

Sierra dijo...

En cuanto a los pensamientos pederastas, tal vez también tendría que dejar una nota.

Realmente consideraría raro a un sujeto que me confezara tener fantasías sexuales con mi hijito de cinco años, y le prohibiría terminantemente quedarse a solas con él (de hecho, evitaría todo contacto con esa persona). Pero no porque sea un pederasta o haya hecho algo malo, sino más bien por el riesgo de que pueda hacerlo.

¿Vio esa película... Tom Cruse... ah... Sentencia previa, eso? ¡Pues eso!

Héctor Meda dijo...

Habrá que citarle:

La mujer que sufre un ataque de consciencia (ya por miedo al Castigador o bondad intrínseca) en el momento en que ya está desnuda.

Me mezcla casos. No es lo mismo el miedo al Castigador que bondad intrínseca. Lo primero es una forma inaceptable de evitar la tentación, lo segundo es la única forma.

¡pero tampoco ha cometido adulterio!

¡Qué obsesión con la comisión del acto! De acuerdo, no es tan mala como una adúltera, no ha lugar a apedrearla

Piense ahora por un momento que su novia le dice que estuvo a punto de ponerle los cuernos pero no lo hizo porque de repente recordó que a su ultracatólico padre le parecía mal. Inténte convencerme de que no pensaría al instante de que su pareja es una bena persona y si esa confesión se la da a una amiga y ud se entera por esa tercera persona, inténteme convecer de que no juzga a su novia una traidora que pareciera que le quiere pero que realmente está con ud por otros motivos.

si quiere juzgar la intención que tuvo (porque ya no la tiene), ¡allá usté! .

Se lo he dicho por activa y por pasiva: No juzgo intenciones, ¿por qué me acusa de algo que he negado tropecientas veces? Le he puesto innumerables ejemplos de actos que juzgamos inmorales aún no siendo propiamente adulterios. Se lo digo otra vez no juzgo intenciones y lo que se está juzgando no son intenciones.

Otra vez: la chica del amante infartado, etc.

El argumento contra el lenguaje privado sí viene a cuento aquí, aunque no precisamente esa parte. Es relevante por el asunto de las certezas y demás, que no me apetece discutir.

Aquí nadie ha hablado de certezas, además olvida que estamos en un experimento mental y que no se trata de juzgar a nuestra pareja sus intenciones sino del supuesto inverosímil de saber que no ser cornudo por un Amigo tener que deducir que desde luego no se tiene una pareja fiel en el sentido de alguien que está con ud. sólo porque lo quiere.

E insisto, W. no viene a cuento, me lo ha blandido ya dos veces en dos cosas distintas y sigo sin ver en dónde le he fallado a ese buen hombre al que yo también he leído :-P

Su continuum me parece de lo más difuso. .

¡Es difuso! Pero en este caso, en este post no estoy discutiendo qué es lo amoral. Pensé, y creo que si se lee bien así se pensará, que el caso planteado no planteaba dificultades a nadie en considerarlo inmoral. De hecho en otro foro lo he planteado y así se me ha entendido

Sirve para (...).

No, claro que no sirve para nada, ni tiene que servir. Para mi la moral no se define, ni acota con el lenguaje. No soy una criatura kantiana. Otro tema será la ética de mínimos que una sociedad debe tener pero ese es otro tema.

Si mi pareja fantaseara todo el día con el vecino del quinto, la dejaría, en efecto, pero porque no está enamorada de mí; no por considerarla una persona inmoral o infiel.

Esa no es la cuestión más ajustada al caso que estudiamos. Esta sí: Si su pareja le prometiera amor eterno para luego recibir la relevación, vía una amiga, de que se la pasa todo el día fantaseando con alguien, que no quiere saber de ella, dudo que ud. no se sintiera traicionado por su pareja y es esa traición lo que yo juzgo inmoral.

Efectivamente ud habla de dejar a una persona porque no le quiere ¡¡eso es lo que yo he pretendido decir en el post!! Si estamos con una persona porque creemos que nos quiere y resulta que nos enteramos que no, entonces nos sentiremos lógicamente traicionados por ella, por engañarnos, por decirnos que nos quería cuando no. Y si una persona no nos pone los cuernos no porque nos quiera sino por miedo de un Amigo entonces no nos quiere. Q.E.D

Sierra dijo...

Lo claro es que le debemos una cerveza al amigo.

Héctor Meda dijo...

Sí, aunque creo que al Amigo le gustaba más el pan y el vino XDD