martes, 23 de marzo de 2010

Releyendo al Maestro

Bioy Casares, a-mi-go del divino Borges, en el prólogo del libro Antología de la literatura fantástica:
Borges ha creado un nuevo género literario, que participa del ensayo y de la ficción; son ejercicios de inteligencia y de imaginación feliz, carentes de languideces, de todo elemento humano, patético o sentimental, y destinados a lectores intelectuales, estudiosos de filosofía, casi especialistas en literatura
Borges en El Aleph
La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita. Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad; alguna vez, lo sé, mi vana devoción la había exasperado; muerta, yo podía consagrarme a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación.
Borges en Emma Zunz
Emma dejó caer el papel. Su primera impresión fue de malestar en el vientre y en las rodillas; luego de ciega culpa, de irrealidad, de frío, de temor; luego, quiso ya estar en el día siguiente. Acto contínuo comprendió que esa voluntad era inútil porque la muerte de su padre era lo único que había sucedido en el mundo, y seguiría sucediendo sin fin.
Borges en El Sur
Salieron, y si en Dahlmann no había esperanza, tampoco había temor. Sintió, al atravesar el umbral, que morir en una pelea a cuchillo, a cielo abierto y acometiendo, hubiera sido una liberación para él, una felicidad y una fiesta, en la primera noche del sanatorio, cuando le clavaron la aguja. Sintió que si él, entonces, hubiera podido elegir o soñar su muerte, ésta es la muerte que hubiera elegido o soñado.
Dahlmann empuña con firmeza el cuchillo, que acaso no sabrá manejar, y sale a la llanura.
Borges en La Biblioteca de Babel
No me parece ínverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total (3); ruego a los dioses ignorados que un hombre—¡uno solo, aunque sea, hace miles de años!—lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.
Borges en El Zahir
Por lo demás, Teodelina Villar se preocupaba menos de la belleza que de la perfección. Los hebreos y los chinos codificaron todas las circunstancias humanas; en la Mishnah se lee que, iniciando el crepúsculo del sábado, un sastre no debe salir a la calle con una aguja; en el Libro de los Ritos que un huésped, al recibir la primera copa, debe tomar aire grave y al recibir la segunda, un aire respetuoso y feliz. Análogo, pero más minucioso, era el rigor que se exigía Teodelina Villar. Buscaba, como el adepto de Confucio o el talmudista, la irreprochable corrección de cada acto, pero su empeño era más admirable y más duro, porque las normas de su credo no eran eternas, sino que se plegaban a los azares de París o de Hollywood. (...) el seis de junio, Teodelina Villar cometió el solecismo de morir en pleno Barrio Sur. ¿Confesaré que, movido por la más sincera de las pasiones argentinas, el esnobismo, yo estaba enamorado de ella y que su muerte me afectó hasta las lágrimas? Quizá ya lo haya sospechado el lector.
Borges en Delia Elena San Marco
Nos despedimos en una de las esquinas del Once. Desde la otra vereda volví a mirar; usted se había dado vuelta y me dijo adiós con la mano. Un río de vehículos y de gente corría entre nosotros; eran las cinco de una tarde cualquiera; cómo iba yo a saber que aquel río era el triste Aqueronte, el insuperable. Ya no nos vimos y un año después usted había muerto.(...)Decirse adiós es negar la separación, es decir: Hoy jugamos a separarnos pero nos veremos mañana. Los hombres inventaron el adiós porque se saben de algún modo inmortales, aunque se juzguen contingentes y efímeros. Delia: alguna vez anudaremos ¿junto a qué río? este diálogo incierto y nos preguntaremos si alguna vez, en una ciudad que se perdía en una llanura, fuimos Borges y Delia
Borges en El inmortal
Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal
Borges en El Hacedor
Yo, que tantos hombre he sido, no he sido nunca
aquel en cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach.

11 comentarios:

Joaquín dijo...

Sí, en el juicio crítico de Borges (y posiblemente de cualquier creador) se peca de simplismo. Pero en Borges el intelectualismo sofoca el sentimiento, que siempre está latente, casi en cualquier poema o cuento suyo.

Muy oportuno.

Sierra dijo...

Es lo que sucede con cualquier artista que alcance algo así como la perfección en un terreno particular: que se tiende a reducir toda su obra a ese terreno. Por eso, amigo mío, los únicos verdaderos Maestros, con mayúscula, son Shakespeare y Beethoven, porque su terreno de particular perfección alcanza todo lo humano.

Eso no obsta, evidentemente, a los malos críticos y a la estupidez de las generalizaciones incautas. Y decir que Borges escribió solo para estudiantes de filosofía... vamos.

Héctor Meda dijo...

Yo voy más lejos: desde Shakespeare no ha habido -salvo tal vez Proust- un escritor tan excelente en la descripción de lo patético, sentimental o trágico y la particular forma en que el argentino lo consiguió -que daría para muchos posts, a ver si algún día- es lo que verdaderamente hace única su obra y no su alabada equidistancia filosófica que de por sí no es meritoria.

Leandro dijo...

Y todo esto sin nombrar sus poesías, que tienen todo lo que la prosa sólo esboza. Por qué no:

Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
ni la privanza de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña,
ni la sucesión de tu vida situándose en palabras o acallamiento
serán favor tan persuasivo de ideas
como el mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis ávidos brazos.
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha en la selección del recuerdo,
me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes,
Arrojado a la quietud
divisaré esa playa última de tu ser
y te veré por vez primera quizás como Dios ha de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo
sin el amor, sin mí.

Héctor Meda dijo...

Oh, sí a puntito estuve de poner poemas suyos ("Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche") pero no quise hacer parecer que hacía trampas sino mostrar cómo, en el núcleo mismo de los cuentos más filosóficos, se esconde un nudo dramático.

Malena dijo...

Yo también noté con sorpresa ese párrafo de Bioy cuando leí el libro. Indudablemente se trata de una frase poco acertada. Pero podríamos esbozar una defensa del buen Bioy (a quien, según el mito, le debemos "Lost")
Creo recordar que en el prólogo a la segunda edición Bioy se arrepiente del primero y comenta la facilidad de escribir sandeces en los prólogos. Dice que no sabía en qué estaba pensando al momento de escribirlo (creo que particularmente se refiere a su intento de darle lecciones de literatura a Kipling).
No me cabe duda de que hay, efectivamente, momentos drmáticos y sensibles en Borges, a veces rayando lo melodramático. Pero a veces muchos de esos momentos parecen forzados y hasta incómodos. La escena de sexo de "Ulrika" puede ser el mejor ejemplo. Borges no nos convence de que efectivamente se haya acostado con Ulrika; todo lo más, habrá fantaseado con ella con algún texto de Virgilio en la mano.

Por último, no creo que Borges evite las emociones en sus relatos, pero sí es cierto que el género "fantasía metafísica" no las requiere. Gran parte del talento de Borges es usar al personaje Borges constantemente, mezclarlo en la acción y darnos un retrato (que a veces parece ficcional y a veces no) de sí mismo (Como queda clarísimo en 'Borges y yo'). Pero también es cierto que 'Funes el memorioso', para citar un ejemplo, podría aun cumplir su cometido si omitimos las referencias a la enfermedad del padre del Borges-protagonista y las consecuencias que tiene en las acciones de éste (no tengo el texto a mano, pero creo recordar que dice que por esforzarse en mostrar su dolor y entereza al pueblo se olvidó de sentir tristeza). Obviamente, sin ello, el texto sería peor. Pero funcionaría.

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Pobre Bioy. Se puede intentar defenderlo, pero sigue siendo una frase espantosa. El mismo Borges la retruca en una linda entrevista que le di-creo- a la televisión española. Cuando se le pregunta qué opina de que se lo considere un escritor frío, intelectual, responde que en realidad se considera una persona sensible; tan sensible, que esconde sus sentimientos en forma de laberintos intelectuales y metáforas matemáticas.

Héctor Meda dijo...

Bueno a ver si hacemos una bonita polémica ;-)

Antes que nada, desagraviemos al pobre Bioy: Sí, en el prólogo de la segunda edición se lamenta de la boutade perpetrada en el prólogo de la primera pero, bueno, simplemente lo ponía de ejemplo paradigmático de una visión de lo borgiana centrada en lo intelectual que bien se ejemplifica en la entrevista de Soler que mentas.

Pero ahora urge no elevarlo demasiado a los altares, quiero decir, espero que Lost, esto es, que lo que pasa en la isla sea algo más que...bueno, no vamos a destripar la invención de Morel pero no da para una serie de seis temporadas (psst: Yo creo que ni para una novela. Sí, para un magnífica cuento borgiano)

Y sí, Ulrike es forzoso pero ese es el estilo que no sabía manejar Borges y que quiso probar cuando ya ciego y en decadencia (en lo que se refiere a prosa).

En fin, me gustaría encontrar palabras para demostrarlo pero yo insisto tercamente que la excelencia borgiana no usa tam-bi-én de lo dramático sino que es, ante todo, lo dramático, es decir, que se caracteriza por rebajar -aunque a decir verdad, habría que decir elevar- lo abstracto filosófico a lo dramático y el caso de Funes es también paradigmático, paradigmático de cómo se puede recoger un agrio, áspero y enrevesado debate escolástico -nominalistas vs realistas- para convertirlo en un drama kafkiano que es, y con todo lujo de detalles hecho vívido al lector, la insomne vida del inane Funes.

Sierra dijo...

Ese es un punto interesante: ¿utiliza el drama —en sentido general— para expresar ideas «filosóficas», por llamarlas de algún modo; o al contrario, de una idea filosófica nace un drama en Borges?

De entrada me parece una mala pregunta, como separar forma y contenido. Pero, reformulándola un poco, ¿dónde se encuentran las causas últimas de lo dramático en Borges? Me atrevería a señalar que en algunos cuentos la causa última es filosófica; pero ahora mismo tengo la impresión de que en la mayoría de los que se me vienen a la mente, drama y «contenido filosófico» corren por separado. De ahí que sea tan fácil citar a Borges como a un ensayista.

Sobre esto, la perfección es, naturalmente, el Edipo dey.

Leandro dijo...

Bioy suscribiría a la paternidad de "Lost", como había ya hecho con "L'année dernière à Marienbad", pese a las negaciones constantes de
Alain Robbe-Grillet, y la constatación de que nada o casi nada en la película de Resnais apoya la tesis.

Héctor Meda dijo...

Leandro,

Desde luego, a falta de que termine Perdidos, lo único indudable es que los propios creadores de la serie han apuntado a Bioy como referencia.

Sierra,

Yo suscribiría la idea de que de una idea filosófica nace un drama en Borges.

Piénsese en las ucronías, piénsese en cómo especulando qué hubiera pasado si (me invento) la URRSS hubiera ganado la guerra fría se puede mostrar así el cómo la economía o política conforma gran parte de nuestra vida social.

Pues bien de forma análoga pero con la filosofía trabaja Borges, esto es, mostrando cómo incide 1) en nuestra sociedad y aún 2) en nuestras vidas las ideas filosóficas que pensamos sólo tienen razón de ser en el plano teórico (qué es el tiempo, qué es la eternidad, qué es el infinito) pero en ningún sitio más.

De lo segundo vale el cuento ya mentado de Funes o, por añadir otro, El inmortal, que nos habla de cómo la idea muerte, no como el cese de nuestras funciones vitales sino como la permanencia de una identidad, condiciona nuestro existir.

De lo primero valdría como ejemplo el cuento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius en donde se nos da muestra magnífica de cómo en todas nuestras prácticas sociales asumimos como cierta la metafísica realista y si de hecho tuviéramos por auténtico el idealismo, todo el entretejido de nuestra red social cambiaría radicalmente, más concretamente, sería tan radicalmente diferente como lo es la sociedad de Tlön (y concedo que este sea uno de los cuentos menos dramáticos del Maestro).

Joaquín dijo...

Sobre el problema de la identidad personal, y de la supervivencia postmortem (asunto muy borgiano, incluso más propio suyo que de Unamuno), me parece fundamental el cuento "Los teólogos", que gira sobre una disciplina teorética (la teología), que en principio parecería poco prometedora para plantear argumentos dramáticos o patéticos. Eso es Borges.