miércoles, 15 de octubre de 2008

Biosfera 2

Si queréis creerme, bien. Ahora diré cómo es Octavia, ciudad telaraña. Hay un precipicio entre las dos montañas abruptas: la ciudad está en el vacío, atada por dos crestas por cuerdas y cadenas y pasarelas. Uno camina por los travesaños de madera, cuidando de no poner el pie en los instersticios, o se aferra a las mallas de una red de cáñamo. Abajo no hay nada en cientos y cientos de metros: pasa alguna nube; se entrevé más abajo el fondo del despeñadero.


Esta es la base de la cuidad: una red que sirve para pasar y para sostener. Todo lo demás, en vez de alzalrse encima, cuelga hacia abajo: escalas de cuerda, hamacas, casas en forma de bolsa, percheros, terrazas como navecillas, odres de agua, piqueras de gas, asadores, cestos colgados de cordeles, montacargas, duchas, trapecios y anillas para juegos, teleféricos, lámparas, tiestos con plantas de follaje colgante.


Suspendida en el abismo, la vida de los habitantes de Octavia es menos incierta que en otras ciudades. Saben que la resistencia de la red tiene un límite

Las ciudades sutiles, número 5, extraído del libro Las ciudades invisibles de Italo Calvino

La naturaleza nos tiene inscritos, so pena de ser eliminados, en una carrera hacia a ninguna parte llamada evolución donde nadie tiene asegurado siquiera un mísero premio de consolación. De todas formas no hay que llevar demasiado lejos la metáfora de la carrera pues nos puede transmitir la ilusoria creencia de que en nuestro transitar por la historia nos bastaríamos a nosotros mismos cuando también importa la trayectoria evolutiva de las restantes especies en la medida en que ellas acaban siempre convirtiéndose en garantes de evitar, o responsables de causar eventualidades en el medioambiente potencialmente letales para nuestra propia especie.

Se podría decir que la biosfera es un complejo teatro de marionetas donde cada hilo se sujeta gracias a la acción de otras marionetas y por tanto cada especie, incluida la humana, necesita para su supervivencia del concurso de otras especies que juntas forman ese complejo sistema holístico llamado ecosistema.

Ahora bien, el privilegio de una especie cualquiera de copertenecer a un determinado ecosistema viene concedido únicamente por el gradual e implacable proceder de la selección natural de quien podríamos decir, en un ejercicio de antropomorfización de la misma y tal y como hace Darwin en el Capítulo IV de El Origen de las Especies, que

está buscando cada día y cada hora por todo el mundo las más ligeras variaciones; rechazando las que son malas; conservando y sumando todas las que son buenas; trabajando silenciosa e insensiblemente, cuandoquiera y dondequiera que se ofrece la oportunidad, por el perfeccionamiento de cada ser orgánico en relación con sus condiciones orgánicas e inorgánicas de vida. Nada vemos de estos cambios lentos y progresivos hasta que la mano del tiempo ha marcado el transcurso de las edades; y entonces, tan imperfecta es nuestra visión de las remotas edades geológicas, que vemos sólo que las formas orgánicas son ahora diferentes de lo que fueron en otro tiempo.

Se hace evidente, pues, la necesidad de apoderarse del papel realizado por la selección natural para poder zafarnos así de ese continuo proceso de domesticación al que somos permanentemente expuestos pudiéndose asegurarse, sólo en tal caso, nuestra supervivencia y la de aquellas especies que la hacen posible.

Tales napeoleónicos sueños de conquista fueron ensayados de forma seria por primera vez a principios de la década de 1990 a través de un experimento llamado Biosfera 2. Edward Osborne Wilson relatará en el libro Consiliencia (pág. 407) la odisea que supuso aquel experimento.

Se trataba de un ecosistema cerrado que alcanzaba hasta los 12.800 metros cuadrados. Estaba construido en el terreno desértico de Oracle, Arizona y constaba de una bóveda de cristal dotada de suelo, agua, plantas y finalmente animales; todo ello con la misión de emular el funcionalismo ecológico de la Tierra. Se trataba, pues, de construir, a la manera de las Matrioskas, una Tierra dentro de la Tierra, siendo ambas independientes. Independencia que tuvo dos lógicas excepciones: la primera es que sí hubo una conexión con el mundo exterior en forma de comunicación para poder mantener así el contacto con quienes entrasen allí y la segunda es que desde el exterior se suministró energía eléctrica.

Diseño y construcción costaron 200 millones de dólares. El éxito del experimento se cifraba en poder probar que la vida humana podía sobrevivir en una burbuja hermética en cualquier lugar del sistema solar independientemente del calor y la radiación que hubiera.

Ocho biosferanos voluntarios entraron en el recinto el día 26 de septiembre de 1991. Al principio todo parecía ir bien pero pasados cinco meses la concentración de oxígeno había disminuido desde el 21% original hasta el 14% siendo esta cantidad, que se encontraría normalmente a altitudes de 5300 metros, demasiado baja para la salud. Durante el mismo periodo los niveles de de óxido nitroso habían aumentado hasta niveles peligrosos para el tejido cerebral así como las concentraciones dióxido de carbono cuya importancia todos conocemos.

Las especies que acompañaban a los biosferanos se vieron drásticamente afectadas por los súbitos cambios. Algunas se extinguieron abruptamente, diecinueve de los veinticinco vertebrados y todos los animales polinizadores desaparecieron, por contra; unas cuantas especies de cucarachas, chicharras y hormigas se multiplicaron en número de una manera inaudita. En el caso de algunas especies vegetales, como las ipomeas, pasionarias y otras trepadoras, que se habían plantado para que actuaran como sumideros de carbono, su crecimiento resultó tan exuberante que empezó a constituir una amenaza para las otras especies de plantas, incluidas las de los cultivos que, ni que decir tiene, eran estrategicamente vitales.

A pesar de todo, los biosferanos fueron capaces de superar estos obstáculos llegando a permanecer dentro del recinto los dos años enteros que originalmente se habían planeado.

Dicho esto, hay que dejar claro que Biosfera 2, como ensayo, no fue en absoluto un fracaso. Al contrario, nos legó un buen puñado de lecciones de las que la más importante es que aquellos parámetros que configuran un determinado ecosistema sólo pueden pasearse por unos determinados valores, en un delicado ejercicio de funanbulismo, si se pretende conservar de este el carácter hospitalario que tiene con la especie humana; siendo sólo posible ese milagroso ejercicio de equilibrismo gracias a una división de trabajo ecológica cuya complejidad organizacional y funcional es fruto de una paulatina acumulación de ensayo/error realizada durante millones de años y que a todas luces resulta, por tanto, inalcanzable a cualquier ingeniería humana.

A propósito de este experimento tanto Joel E.Cohen, de la Universidad Rockefeller, como de David Tilman, de la Universidad de Minnesota, afirmarán que:

Nadie sabe todavía cómo manipular sistemas que proporcionan a los seres humanos los servicios de soporte de vida que los ecosistemas naturales producen gratutitamente(...)[y]a pesar de sus misterios y peligros, la Tierra sigue siendo el único hogar conocido que puede sustentar la vida.

No se puede, por tanto, pretender trascender u obviar a la madre Naturaleza y si la humanidad persistiera en su menosprecio a la misma entonces ¿no se estaría comportando, en cierto modo, como un adolescente malcriado que tuviera ridículos (e imposibles) sueños de emancipación? En ese sentido considero que las conclusiones de E.O Wilson son lo suficientemente elocuentes como para cederle las últimas palabras del post:

Avanzar como si el genio científico y empresarial haya de resolver todas y cada una de las crisis que vayan surgiendo, implica que la degradación de la biosfera global puede gestionarse de igual manera. Quizá esto sea posible en décadas futuras (siglos parece más probable), pero en la actualidad todavía no se atisban los medios necesarios para ello. El mundo vivo es demasiado complicado para que pueda ser mantenido como un jardín en un planeta que se ha convertido en una cápsula espacial artificial. No se conoce ningún homeostato biológico que pueda ser activado por la humanidad. Creer otras cosa es arriesgarse a reducir la Tierra a un yermo, y la humanidad a una especie amenazada.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

“Ahora bien, el privilegio de una especie cualquiera de copertenecer a un determinado ecosistema viene concedido únicamente por el gradual e implacable proceder de la selección natural”

Eso se aplica a la mayoría de las especies…¡pero no a la nuestra! Nacimos como especie en un ecosistema muy determinado, la sabana africana y presuntamente adaptados a ella, pero con tanta flexibilidad mental y cultural que sin evolucionar biológicamente hemos podido colonizar ecosistemas tan dispares como la tundra o el desierto.

Pero, ¿quién sabe si alguna vez llegará la especie humana a la colonización de mundos todavía más inhóspitos. Biosfera 2 es solo un experimento. ¿Desde cuando el espíritu humano fracasa ya con el primer experimento? Hacen falta centenares para saber si una idea es viable o una quimera. Tal vez algún día se pueda establecer una base semiautónoma en la Luna o en Marte. Es demasiado pronto para adelantar un veredicto.

Podemos pensar que la ecología es tan compleja que un ecosistema artificial nunca funcionará, pero no olvidemos que nosotros vivimos en un ecosistema artificial. No olvidemos que las ciudades, los extensos campos de cereales, las granjas de animales estabulados, las extensiones de plástico bajo las que se cultivan todo tipo de frutas y hortalizas, nada de esto existía en la naturaleza cuando nuestra especie salió de África.

Hemos talado bosques, destruido ecosistemas y alterado el paisaje allí donde nos asentamos hasta dejarlo irreconocible. La revolución agrícola es el mayor experimento jamás realizado de ingeniería ecológica, por su extensión temporal (diez mil años) y su escala planetaria. No sólo no se ha autodestruido la humanidad con este experimento, sino que es lo que ha permitido su multiplicación hasta extremos nunca vistos.

“No se puede, por tanto, pretender trascender u obviar a la madre Naturaleza y si la humanidad persistiera en su menosprecio a la misma entonces ¿no se estaría comportando, en cierto modo, como un adolescente malcriado que tuviera ridículos (e imposibles) sueños de emancipación?”

Por lo dicho anteriormente me parece obvio que utilizamos y transformamos la Naturaleza a nuestro antojo. Hace tiempo que nos hemos emancipado de la condición de cazadores-recolectores en la sabana en la que nos situó en su momento la madre Naturaleza.

Como especie hemos salido de la infancia y tenemos responsabilidades de adultos. Vemos que tenemos capacidad para utilizar la Naturaleza y transformarla en nuestro beneficio y para proporcionarnos un mayor bienestar. Pero una mala manipulación puede tener consecuencias y matar la gallina de los huevos de oro. Así, como adultos, tenemos que ser conscientes y responsables de nuestras acciones.

Esta responsabilidad no tiene nada que ver con la infantil postura ecologista radical según la cual no tenemos derecho a tocar la Naturaleza y toda manipulación está abocada al desastre y la extinción. Esa postura es pura fachada, porque ni el más radical está dispuesto a abandonar la agricultura y volver a la caza y la recolección.

Héctor Meda dijo...

Hola gulliver,

Dices:
Eso se aplica a la mayoría de las especies…¡pero no a la nuestra!

No. Siguen importando las demás especies por aquello de la cadena alimenticia donde hasta los insectos son importantes.

Además hay ciertas condiciones medioambientales (oxígeno, temperatura, etc..)necesarias para nuestra supervivencia que han sido y son creadas gracias a las otras especies.

Y no nos creamos tan ecoversátiles porque, según se dice en el libro Una breve historia de casi todo, el 99,5 (el nº me parece exageradamente alto pero me vale como indicativo) del espacio habitable del mundo queda fuera del alcance de nuestros límites. No podemos vivir ni en el mar, ni a cierta altura (máximo unos 5000? metros), ni en ciertos lugares con ciertas temperaturas extremas, etc...

Biosfera 2 es solo un experimento. ¿Desde cuando el espíritu humano fracasa ya con el primer experimento?
Ante todo es una cura de humildad que nos recuerda que AHORA mismo no podemos hacernos cargo de los deberes de la naturaleza lo cual, efectivamente, no implica que sí podamos en un futuro. Pero mientras tanto habrá que actuar de acuerdo a las opciones reales que tenemos y una opción real no es que podamos crear ecosistemas artificiales.

Por lo dicho anteriormente me parece obvio que utilizamos y transformamos la Naturaleza a nuestro antojo

Bueno como dije una vez:
todo proceso neguentropico (Schördinger dixit), para mantener su organicidad, debe recoger el orden del entorno y dejarlo, por tanto, en un estado más desordenado, más entrópico. Aplicado a un sistema complejo como la sociedad y en román paladino significa que todo proceso económico debe explotar la naturaleza y por tanto incidir en su biodiversidad.

También los animales -pensemos en los castores porque es una caso más gráfico, no porque sea especial- manipulan y modifican el entorno. Pero con lo que no estoy de acuerdo es con lo de manejar la naturaleza a nuestro antojo porque eso puede generar consecuencias catastróficas. Es decir hay que establecer criterios sensatos y racionales de explotación.

Con el próximo post que voy a colgar igual dejo más claro por qué es importante el medioambiente.

Saludos

Héctor Meda dijo...

Con el próximo post que voy a colgar igual dejo más claro por qué es importante el medioambiente

Pues aquí tienes:

http://hector1564.blogspot.com/2008/10/ecologa-de-mercado.html

Francisco dijo...

Héctor, es un post bastante interesante. Concuerdo completamente contigo.

En realidad se trata de una ecuación simple: todos los organismos están compuestos de materia. Todos los organismos vivos necesitan energía y materia para realizar sus funciones vitales. Luego entonces, los organismos dependen de su medio para obtener las sustancias que los forman y los mantienen vivos. Por supuesto que esto incluye al ser humano.

Por este motivo existe un flujo de materia y energía. El flujo de la energía es unidireccional porque la energía proviene del Sol, pasa las plantas, luego a los animales herbívoros y finalmente a los carnívoros. En cambio el flujo de la materia es cíclico, pues pasa del ambiente a los seres vivos y viceversa. Pero la materia y la energía no fluyen en una sola línea sino en varias líneas interconectadas, constituyendo una red alimentaria o red tròfica.

Sin embargo,los seres vivos no sólo se interrelacionan para alimentarse, sino también para reproducirse y realizar otras funciones vitales. De la interacción entre seres vivos y seres abióticos surgen los ecosistemas.

Los ecosistemas son sistemas abiertos (incluyen diversos subsistemas) o unidades ecológicas “vivas” porque funcionan como un organismo. La biosfera es el suprasistema o único sistema cerrado. Por eso "Biosfera 2" fracaso, porque todo sistema en el planeta se debe a un sistema mayor. La biosfera es el único sistema ecológico autosuficiente.

¿Has escuchado de la Teoría de la Gaia de James Lovelock? La concepción de gaia sustenta teóricamente y de una magnífica manera tu punto.

Héctor Meda dijo...

Hola Francisco,

Has hecho un interesante comentario.

Simplemente añadaría una varible más a tener en cuenta en los ecosistemas: la entropía.

El problema medioambiental realmente se reduce no a que generamos, sino que generamos más desorden del que el resto del ecosistema puede tragar.

Respecto a Lovelock: he leído explicaciones de sus teorías pero nunca le he leído de primera mano.
En principio, me parece que su hipótesis es totalmente cierta, incluso en su versión fuerte.