A la manera de aquel post que trataba de responder por qué no vivimos bajo una dictadura militar se podría preguntar por qué los euroasiáticos vienen dominando el mundo moderno desde Colón. La historia nos revela que nativos como los americanos han tenido que ver como los colonos europeos les arrebataban sus tierras así como ponían a su raza al borde de la extinción y aunque es cierto que otros pueblos como la gran mayoría de los africanos han sobrevivido a la hegemonía euroasiática, no menos cierto es que estos en cuanto a riqueza y poder siguen estando por debajo de Eurasia.
En un primer momento es fácil identificar las diferencias existentes entre las diversas civilizaciones que en el año 1500 dieron la oportunidad a los europeos de conquistar América y por tanto producir una expansión a ultramar del imperio occidental. Para entonces a un lado y al otro del Atlántico había desigualdades que se cifraban en una mayor tecnología así como en una más compleja organización política en el continente europeo que en el americano. Hay que anotar que gran parte de Eurasia vivía en la Edad de Hierro al igual que el norte de África en contraste con la América del imperio Inca y el imperio Azteca que aún utilizaban herramientas de piedra siendo justo en aquel momento cuando estaban empezando a experimentar con el bronce. Es cierto que se estaba desarrrollando paulatinamente tanto la agricultura y ganadería, como la metalurgia. Asimismo tenían una organización política más compleja que la tribal y, en algunos casos, incluso una escritura indígena. Progesos todos ellos, no obstante, aparecidos mucho antes en Eurasia. En Oceanía las desemejanzas eran aún más espantosas, si cabe, pues allí apenas vivían organizados en tribus.
Tal disparidad sociológica propició que los invasores europeos con sus espadas de acero, armas de fuego y caballos, pudieran conquistar, a veces exterminar, a todos aquellos pueblos indígenas que encontrasen a su paso pues estos apenas podían hacerles frente al no tener animales que poder montar y sólo armas de piedra como todo armamento. No sólo eso sino que ya que, como se dice en Hamlet, una desgracia va siempre pisando las ropas de otra: tan inmediatas caminan; tenemos que los invasores europeos trajeron consigo un arma aún más poderosa, y a la postre más letal, que aquella surgida gracias a su tecnología bélica: el germen. Viruela, sarampión, toda clase de enfermedades convertidas en epidemias y minando las poblaciones invadidas. Por contra los colonos no agarraron, en lo que sería una justa reciprocidad, ninguna enfermedad venida de los colonizados que acabase convirtiéndose en epidemia. De este modo, con unos cientos de españoles Cortés y Pizarro pudieron destruir los imperios azteca e inca aunque la población de unos y otros alcanzase decenas de millones. El Nuevo Mundo quedó bajo el yugo de los europeos.
Llegados a este punto hay que preguntarse por la razón de tal contraste. Recordemos que esa diferenciación se produjo en apenas (hablamos de civilizaciones) 13000 años. Desde el año 11000 a.c, donde todos los homo sapiens eran cazadores/recolectores que vivían en la Edad de Piedra, hasta el año 1500 d.c en el que aquella disparidad evolutiva se tornó aciaga para aquellos pueblos que se quedaron a la zaga.
Una tentadora hipótesis sería apelar al racismo. Esta hipótesis, aún obviando su potencial inmoralidad, acarrea dos problemas inmediatos. El primero es que realmente no explica nada sino que simplemente enfoca el problema en un punto, la raza, con la esperanza de, tal vez, encontrar allí la solución necesitándose para ello buscar la facultad que permitió a unos y no a otros desarrollar una mayor sofisticación en sus respectivas sociedades en sólo 13000 años que, encima, es demasiado poco tiempo para que aparezca una singularidad fenotipica tan crucial. Por otro lado, no explica la cuestión de las epidemias y el desequilibrio que hubo en el contagio; algo nada trivial puesto que en algunas poblaciones, sobre todo sudamericanas, este hecho supuso una tasa de mortalidad cercana al 90%.
Para resolver este gran enigma, Jared Diamond, geográfo y biólogo evolutivo, propone una explicación, recogida en su libro Armas, gérmenes y acero, donde se explica que toda divergencia entre unas y otras sociedades deviene (básicamente) de un factor crucial: el medioambiental.
Expliquemos, primero, el por qué de las epidemias. Dos circunstancias conviene tener en cuenta:
1)Para que se produzca una propagación masiva de una enfermedad y se convierte esta en una epidemia se ha de necesitar una gran densidad de población siendo los núcleos de población del Viejo Mundo tanto anteriores como más numerosos que los del Nuevo Mundo
2)Según los estudios de microbiología recientes las enfermedades epidémicas humanas surgieron de enfermedades similares que habían proliferado en lugares de Eurasia donde se concentraban animales domésticos. Así la gripe vino de una enfermedad del cerdo, el sarampión de la vaca, etcétera. Llegados a este punto habría que preguntarse, también, por qué era mucho mayor el número de especies animales domesticadas en Eurasia que las Américas
Pues bien, la genésis explicativa de este hecho explicará, también, los dos puntos recientemente señalados como relevantes en las expansiones epidemiológicas. Eurasia acabó teniendo la mayor cantidad de especies animales domesticadas, en parte, porque es la más extensa masa de tierra del mundo. Además, la mayoría de las especies de grandes mamíferos de América acabaron extinguidas seguramente exterminadas por los primeros indios en llegar al continente. En consecuencia los nativos americanos heredaron muchas menos especies de grandes mamífero salvajes que los euroasiáticos, y de entre ellos sólo la llama y la alpaca pudieron ser domesticadas. En cuanto a especies vegetales, las diferencias son cualitativamente similares.
Otra razón, acaso la más importante, que explica la mayor diversidad local tanto de plantas como de animales, es resultado de que el eje principal de Eurasia tiene dirección este-oeste en contraste al de las Américas cuyo eje principal es norte-sur. De esta forma, el eje este-oeste permitió que aquellas especies que habían sido domesticadas en una parte de Eurasia pudieran extenderse fácilmente miles de kilómetros dentro siempre de una misma latitud encontrándose, gracias a ello, el mismo clima así como la misma cantidad de horas de luz diurna a los que ya se había adaptado. Esto posibilitó que se extendieran las gallinas domesticadas en el Sureste asiático, los caballos en Ucrania, ovejas, cabras, etcétera. Al otro lado del Atlántico, el eje norte-sur americano, impidió que las especies domesticadas en una determinada área pudieran extenderse significativamente al encontrarse pronto con climas o números de horas de luz diurna para los que no estaban adaptados. Como casos históricos relevantes tendríamos el pavo nunca que pasó de Mejico, su lugar de domesticación, a los Andes; las llamas y alpacas que nunca pasaron de los Andes a Méjico, lo cuál significó una ausencia de rebaño en las civilizaciones indias tanto de América Central como de Norteamérica. En materia de domesticación de vegetales tenemos como ejemplo, entre otros, el maíz, desarrollado en el clima mejicano, que necesitó miles de años para modificarse y aclimatarse a la duración cambiante de los días según las estaciones de Norteamérica.
Ni que decir tiene que la existencia de especies vegetales y animales domesticadas fue crucial para Eurasia por diversas razones, además de la ya mencionada de permitir que los europeos desarrollasen microorganismos patógenos, tendríamos que:
- Las zonas donde dichas especies crecen y habitan producen muchas más calorías por hectárea que aquellos hábitat salvajes donde la mayoría de las especies no son comestibles para los seres humanos. El efecto que ello conlleva es el de posibilitar un aumento de la densidad de población de los agricultores y pastores que históricamente ha llegado a ser entre 10 y 100 veces mayor que la de los cazadores-recolectores.
- Los animales domesticados revolucionaron el transporte terrestre.
- Los animales domesticados revolucionaron, también, la agricultura pues con ellos se permitía al agricultor arar y abonar mucha más tierra de lo que un esfuerzo desasistido le hubiera permitido.
- Las sociedades cazadoras-recolectoras tienden a ser igualitarias y a no tener ningún tipo de organización política de nivel superior al del grupo o la tribu. Por contra, en las sociedades agrarias el almacenamiento de los excedentes de comida favorece la creación de sociedades estratificadas, políticamente centralizadas y gobernadas por una élite. Estos excedentes de alimentos aceleraron asimismo el desarrollo de la tecnología al permitir la división del trabajo manteniéndose así, por ejemplo, a artesanos que no producían sus propios alimentos pero que, a cambio, podían dedicarse plenamente a desarrollar la metalurgia, la escritura o la fabricación de armas. Posibilidad esta última nada trivial sino , como bien se ha dicho, de crucial importancia para otorgar la posibilidad (y la tentación) de mover ficha a una nación en el tablero geopolítico.
Por lo tanto, el análisis de Jared Diamond consiste en empezar por identificar una serie de causas próximas (armas de fuego, gérmenes, etcétera) en la conquista de las Américas llevada a cabo por los europeos para señalar, a continuación, que todos estos factores inmediatos están mayormente originados en la superior cantidad de plantas domesticadas, en el aún mucho mayor número de animales domesticados y en el eje-oeste del Viejo Mundo. Siendo estos argumentos extrapolables, sin apenas modificaciones, para explicar el retraso del resto de los continentes respecto a Eurasia.
Este teoría, de ser cierta, nos provee un par de revelaciones interesantes. Nos revela, que un análisis materialista de la historia, sobre todo (o tal vez únicamente) cuando se trata de espacios temporales largos, puede resultar muy eficaz. Y nos revela, también, que para que una sociedad tenga un progreso continuado es necesario que sea abierta, por usar la terminología de Popper, donde las innovaciones tecnológicas así como la afluencia de capital no se encuentre con barreras, de forma que las limitaciones fácticas (medioambientales, históricas, ...) inherentes a cualquier territorio puedan ser trascendidas o, cuando menos, difuminadas.
En un primer momento es fácil identificar las diferencias existentes entre las diversas civilizaciones que en el año 1500 dieron la oportunidad a los europeos de conquistar América y por tanto producir una expansión a ultramar del imperio occidental. Para entonces a un lado y al otro del Atlántico había desigualdades que se cifraban en una mayor tecnología así como en una más compleja organización política en el continente europeo que en el americano. Hay que anotar que gran parte de Eurasia vivía en la Edad de Hierro al igual que el norte de África en contraste con la América del imperio Inca y el imperio Azteca que aún utilizaban herramientas de piedra siendo justo en aquel momento cuando estaban empezando a experimentar con el bronce. Es cierto que se estaba desarrrollando paulatinamente tanto la agricultura y ganadería, como la metalurgia. Asimismo tenían una organización política más compleja que la tribal y, en algunos casos, incluso una escritura indígena. Progesos todos ellos, no obstante, aparecidos mucho antes en Eurasia. En Oceanía las desemejanzas eran aún más espantosas, si cabe, pues allí apenas vivían organizados en tribus.
Tal disparidad sociológica propició que los invasores europeos con sus espadas de acero, armas de fuego y caballos, pudieran conquistar, a veces exterminar, a todos aquellos pueblos indígenas que encontrasen a su paso pues estos apenas podían hacerles frente al no tener animales que poder montar y sólo armas de piedra como todo armamento. No sólo eso sino que ya que, como se dice en Hamlet, una desgracia va siempre pisando las ropas de otra: tan inmediatas caminan; tenemos que los invasores europeos trajeron consigo un arma aún más poderosa, y a la postre más letal, que aquella surgida gracias a su tecnología bélica: el germen. Viruela, sarampión, toda clase de enfermedades convertidas en epidemias y minando las poblaciones invadidas. Por contra los colonos no agarraron, en lo que sería una justa reciprocidad, ninguna enfermedad venida de los colonizados que acabase convirtiéndose en epidemia. De este modo, con unos cientos de españoles Cortés y Pizarro pudieron destruir los imperios azteca e inca aunque la población de unos y otros alcanzase decenas de millones. El Nuevo Mundo quedó bajo el yugo de los europeos.
Llegados a este punto hay que preguntarse por la razón de tal contraste. Recordemos que esa diferenciación se produjo en apenas (hablamos de civilizaciones) 13000 años. Desde el año 11000 a.c, donde todos los homo sapiens eran cazadores/recolectores que vivían en la Edad de Piedra, hasta el año 1500 d.c en el que aquella disparidad evolutiva se tornó aciaga para aquellos pueblos que se quedaron a la zaga.
Una tentadora hipótesis sería apelar al racismo. Esta hipótesis, aún obviando su potencial inmoralidad, acarrea dos problemas inmediatos. El primero es que realmente no explica nada sino que simplemente enfoca el problema en un punto, la raza, con la esperanza de, tal vez, encontrar allí la solución necesitándose para ello buscar la facultad que permitió a unos y no a otros desarrollar una mayor sofisticación en sus respectivas sociedades en sólo 13000 años que, encima, es demasiado poco tiempo para que aparezca una singularidad fenotipica tan crucial. Por otro lado, no explica la cuestión de las epidemias y el desequilibrio que hubo en el contagio; algo nada trivial puesto que en algunas poblaciones, sobre todo sudamericanas, este hecho supuso una tasa de mortalidad cercana al 90%.
Para resolver este gran enigma, Jared Diamond, geográfo y biólogo evolutivo, propone una explicación, recogida en su libro Armas, gérmenes y acero, donde se explica que toda divergencia entre unas y otras sociedades deviene (básicamente) de un factor crucial: el medioambiental.
Expliquemos, primero, el por qué de las epidemias. Dos circunstancias conviene tener en cuenta:
1)Para que se produzca una propagación masiva de una enfermedad y se convierte esta en una epidemia se ha de necesitar una gran densidad de población siendo los núcleos de población del Viejo Mundo tanto anteriores como más numerosos que los del Nuevo Mundo
2)Según los estudios de microbiología recientes las enfermedades epidémicas humanas surgieron de enfermedades similares que habían proliferado en lugares de Eurasia donde se concentraban animales domésticos. Así la gripe vino de una enfermedad del cerdo, el sarampión de la vaca, etcétera. Llegados a este punto habría que preguntarse, también, por qué era mucho mayor el número de especies animales domesticadas en Eurasia que las Américas
Pues bien, la genésis explicativa de este hecho explicará, también, los dos puntos recientemente señalados como relevantes en las expansiones epidemiológicas. Eurasia acabó teniendo la mayor cantidad de especies animales domesticadas, en parte, porque es la más extensa masa de tierra del mundo. Además, la mayoría de las especies de grandes mamíferos de América acabaron extinguidas seguramente exterminadas por los primeros indios en llegar al continente. En consecuencia los nativos americanos heredaron muchas menos especies de grandes mamífero salvajes que los euroasiáticos, y de entre ellos sólo la llama y la alpaca pudieron ser domesticadas. En cuanto a especies vegetales, las diferencias son cualitativamente similares.
Otra razón, acaso la más importante, que explica la mayor diversidad local tanto de plantas como de animales, es resultado de que el eje principal de Eurasia tiene dirección este-oeste en contraste al de las Américas cuyo eje principal es norte-sur. De esta forma, el eje este-oeste permitió que aquellas especies que habían sido domesticadas en una parte de Eurasia pudieran extenderse fácilmente miles de kilómetros dentro siempre de una misma latitud encontrándose, gracias a ello, el mismo clima así como la misma cantidad de horas de luz diurna a los que ya se había adaptado. Esto posibilitó que se extendieran las gallinas domesticadas en el Sureste asiático, los caballos en Ucrania, ovejas, cabras, etcétera. Al otro lado del Atlántico, el eje norte-sur americano, impidió que las especies domesticadas en una determinada área pudieran extenderse significativamente al encontrarse pronto con climas o números de horas de luz diurna para los que no estaban adaptados. Como casos históricos relevantes tendríamos el pavo nunca que pasó de Mejico, su lugar de domesticación, a los Andes; las llamas y alpacas que nunca pasaron de los Andes a Méjico, lo cuál significó una ausencia de rebaño en las civilizaciones indias tanto de América Central como de Norteamérica. En materia de domesticación de vegetales tenemos como ejemplo, entre otros, el maíz, desarrollado en el clima mejicano, que necesitó miles de años para modificarse y aclimatarse a la duración cambiante de los días según las estaciones de Norteamérica.
Ni que decir tiene que la existencia de especies vegetales y animales domesticadas fue crucial para Eurasia por diversas razones, además de la ya mencionada de permitir que los europeos desarrollasen microorganismos patógenos, tendríamos que:
- Las zonas donde dichas especies crecen y habitan producen muchas más calorías por hectárea que aquellos hábitat salvajes donde la mayoría de las especies no son comestibles para los seres humanos. El efecto que ello conlleva es el de posibilitar un aumento de la densidad de población de los agricultores y pastores que históricamente ha llegado a ser entre 10 y 100 veces mayor que la de los cazadores-recolectores.
- Los animales domesticados revolucionaron el transporte terrestre.
- Los animales domesticados revolucionaron, también, la agricultura pues con ellos se permitía al agricultor arar y abonar mucha más tierra de lo que un esfuerzo desasistido le hubiera permitido.
- Las sociedades cazadoras-recolectoras tienden a ser igualitarias y a no tener ningún tipo de organización política de nivel superior al del grupo o la tribu. Por contra, en las sociedades agrarias el almacenamiento de los excedentes de comida favorece la creación de sociedades estratificadas, políticamente centralizadas y gobernadas por una élite. Estos excedentes de alimentos aceleraron asimismo el desarrollo de la tecnología al permitir la división del trabajo manteniéndose así, por ejemplo, a artesanos que no producían sus propios alimentos pero que, a cambio, podían dedicarse plenamente a desarrollar la metalurgia, la escritura o la fabricación de armas. Posibilidad esta última nada trivial sino , como bien se ha dicho, de crucial importancia para otorgar la posibilidad (y la tentación) de mover ficha a una nación en el tablero geopolítico.
Por lo tanto, el análisis de Jared Diamond consiste en empezar por identificar una serie de causas próximas (armas de fuego, gérmenes, etcétera) en la conquista de las Américas llevada a cabo por los europeos para señalar, a continuación, que todos estos factores inmediatos están mayormente originados en la superior cantidad de plantas domesticadas, en el aún mucho mayor número de animales domesticados y en el eje-oeste del Viejo Mundo. Siendo estos argumentos extrapolables, sin apenas modificaciones, para explicar el retraso del resto de los continentes respecto a Eurasia.
Este teoría, de ser cierta, nos provee un par de revelaciones interesantes. Nos revela, que un análisis materialista de la historia, sobre todo (o tal vez únicamente) cuando se trata de espacios temporales largos, puede resultar muy eficaz. Y nos revela, también, que para que una sociedad tenga un progreso continuado es necesario que sea abierta, por usar la terminología de Popper, donde las innovaciones tecnológicas así como la afluencia de capital no se encuentre con barreras, de forma que las limitaciones fácticas (medioambientales, históricas, ...) inherentes a cualquier territorio puedan ser trascendidas o, cuando menos, difuminadas.
5 comentarios:
La pregunta y la respuesta de Diamond tiene un corolario:
¿Por qué Europa y no China?
Diamond apela al "arraigado compromiso europeo con la desunión". Si una región se quedaba atrás otra la relevaba y si un gobernante tomaba decisiones estúpidas otro se aprovechaba.
La deriva cultural (el drift) es mayor en China.
un saludo
Gracias por la addenda Ruso Docouto ;-)
Muy buen resumen; prácticamente exime de leerse el libro a los que no interese la domesticación de la batata, XD.
En cierta manera me ha parecido complementario del de Hayek (La fatal arrogancia). Diamond entra en los detalles y en lo práctico, Hayek permanece en lo teórico.
¿Un defecto? La simplificación (probablemente necesaria si se quiere abarcar 13000 años de historia, pero en cambio se expande sobre otros temas o incluso repite explicaciones con demasiada frecuencia). Y algunos errores de bulto, como hablar en el siglo XIV de "visigodos" en España.
Sin embargo, la idea subyacente me sigue pareciendo poderosamente simple, casi una obviedad: faltaba que alguien lo hubiese estudiado con tanto detalle.
Un saludo y gracias por la ayuda en la lucha contras las hordas del nudismo mental.
Tienes razón en lo que dices respecto a Hayek. Verdaderamentese adelantó a mucho y a muchos (por ejemplo en la idea del darwinismo neuronal) aunque me suele molestar, sin embargo, su tono moralista ("los socialistas son unos arrogantes intelectuales") lo cual ha facilitado la existencia en el liberalismo de clones descerebrados que sólo repiten consignas machaconamente. Y sí, estoy pensando en (¿el grueso de?) Red Liberal
Por lo demás, he pensado que tal vez un certero epígrafe a estos análisis de imperios medidos en siglos sería el siguiente haiku de Borges:
¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?
Por algun lado encontré que la diferencia entre Europa y otros imperios de similar desarrollo social y tecnológico de siglo XV (China, Arabia) era que la primera tenía bancos. Esa innovación había sido el motor de la conquista de América y luego del resto del mundo.
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