martes, 16 de septiembre de 2008

Estatismo metodológico

Una función clara, de entre otras, que yo veo a la filosofía dentro de la ciencia es la de construir un cauce sólo a través del cual caben plantearse las hipótesis y que fuera del mismo cualquier otro planteamiento quede vedado.

Un caso aclaratorio. Sólo desde el funcionalismo fisicalista fuerte se ha podido plantear hipótesis y desarrollar programas de investigación sobre la conciencia que redunden tanto en evidencias empíricas como en predicciones acertadas. Así que el fisicalismo se ha impuesto y se sigue imponiendo en las teorías sobre la conciencia porque ha sido el único paradigma del cúal han salido ideas que hayan posibilitado expandir el conocimiento sobre la realidad cognitiva de forma que aquello que no forme parte de esta filosofía, siempre y cuando esta fuente no se haya agotado, no se atenderá en virtud de que sólo desde la asunción de que el objeto de estudio es idéntico al paradigma propuesto se producen avances en la investigación.

Por lo tanto, hay que apuntar que la filosofía sirve de mina sobre la cuál extraer las hipótesis científicas coligiéndose con ello que en ciencia el ejercicio de filosofar no es meramente algo lúdico sino que su construcción se asemejaría más bien a un proceso de ahorro, esto es, a la acumulación del capital que previamente hay que tener realizado para comenzar cualquier construcción, en este caso científica, cuyo alcance también estaría limitado por él. La filosofía en consecuencia no crea ningún conocimiento sino que lo que hace es crear, lo que se ha dado en llamar, una información negativa que sirve como un marco que señala cuáles son los hechos relevantes para la investigación.

Ahor bien, dado que cualquier filosofía, en principio, podría valer como paradigma siempre y cuando fuera una buena fuente de aprovisionamiento de hipótesis, que no resulten estériles desde un punto de vista empírico, entonces se podría pensar que también cualquier metodología de trabajo podría resultar válida. Estaríamos en el anarquismo metodológico de Feyerabend cuyo consigna era: Anything goes (“Todo vale”). Aceptar ese lema, sin embargo, implicaría aceptar la entrada en la academia a las llamadas seudociencias (astrología, alquimia, numerología, etc...), implicaría, por tanto, no hacer distinción alguna entre lo que es un conocimiento científico, siendo ciencia el estudio que lo cultiva, y lo que no lo es.

Para tener unos criterios metodológicos no impuestos de forma coactiva podríamos apelar a una epistemología contractualista la cuál afirma que
el proceso de constitución del conocimiento científico mantiene que la racionalidad de la ciencia se basa en la existencia de un conjunto de normas metodológicas, pero niega que dichas normas puedan (ni deban) ser descubiertas mediante un análisis lógico de la noción de conocimiento científico, o mediante un estudio apriorístico de ningún tipo. Más bien las normas vigentes en la ciencia serán las que los propios científicos se hayan dado a sí mismos, de acuerdo con sus propios intereses. Ahora bien, en la medida en que el principal de estos intereses sea la búsqueda de reconocimiento, el proceso de investigación sólo será posible si las normas son imparciales y se respetan regularmente.
Tenemos entonces que, aunque las reglas metodológicas surgieran espontáneamente, tendríamos la obligación de, una vez propuestas, fijar su estricto cumplimiento utilizando para ello un criterio de demarcación que como una suerte de policía del pensamiento permita el desarrollo de las metodologías válidas ya sancionadas a la par que cercena otras en virtud de que, como bien se dice en el propio texto citado, el proceso de investigación sólo será posible si las normas son imparciales y se respetan regularmente.

Es curioso que Feyerabend apelara al anarquismo sólo en lo metodólogico, no en lo político, porque precisamente la necesidad de un criterio de demarcación, tal y como exige Popper y los popperianos en una perspectiva que podríamos denominar, por contraste, de estatismo metodológico; es tan válida como la del estado y tiene su misma defensa que en su momento ya esbocé.

A saber, y repitiendo la analogía con el sistema inmunológico, la comunidad científica al instaurar una metodología y en aras de que no aparezcan pensamientos cancerígenos que pudieran socavar los procedimientos emanados del mismo, que son los que fundamentan y permiten el desarrollo del conocimiento científico, han de instaurar un criterio de demarcación que funcione a modo de criba con todas aquellas ideas que no cumplan con ese criterio. Y al igual que los seres vivos pluricelulares que han sobrevivido han sido sólo aquellos que tuvieron un sistema inmunológico letal con las células disidentes, sólo las ciencias realizadas con una rigurosa metodología (v.gr: con elementos falsables) han sobrevivido, es decir han resultado predictivas, al haber sido capaces de eliminar las hipótesis cancerígenas que pretendieron entablar programas de investigación paralelos a una metodología y por ello paralelos al control, modificación y validación de los mismos por parte del cuerpo de la comunidad científica.

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