lunes, 1 de septiembre de 2008

A vueltas con el pensamiento mágico

Con el reciente caso de Bibiana, haciendo uso del neotérmino miembra, se ha vuelto a reeditar, la nunca desaparecida del todo, neolengua. Término con el que se designa a un lenguaje de nuevo cuño, la más de las veces impuesto de arriba a abajo, que no utilizaría palabras que pudieran ser ofensivas.

Se debería ver con cierto recelo (pero también, como se verá y dada su inutilidad, con cierto cinismo) la imposición de cualquier modificación a la lengua porque el hecho es que, cada vez que ha aflorado en una sociedad un movimiento fascista este realiza su metastásis por medio de la invasión de aquellas instituciones que cimentan la sociedad; no siendo el lenguaje una excepción.

Así podemos ver que en la Italia de los treinta se intentó imponer ciertas palabras, imposición que resulto estéril. Y es que la lengua, como cualquier otra institución social, al ser construida de abajo-arriba es una construcción eminentemente social y no puede ser teledirigida desde instancias superiores.

Sin embargo, tenemos ahora una nueva moda de puritanismo verbal que pretende obligar a utilizar ciertos términos y no otros, no porque estos provengan de otras culturas, fobia constante en todo movimiento fascista, sino porque pueden resultar denigrantes para ciertos colectivos así como continuadores de ese proceso de denigración.

Nos hemos empantanado en una corriente de neologismos con los que se pretende evitar toda esquina hiriente, obviando cualquier otro criterio para su construcción como, por ejemplo, el sentido común y además buscando con ellos esconder o reconstruir ciertas realidades sociales.

Umberto Eco recoge en un libro esas propuestas que pretenden sustituir: técnico ecológico por barrendero; invidente por ciego; persona verticalmente desfavorecida por persona baja; personas con capacidades diferentes por minusválido; desocupado de larga duración por parado; transición programada entre cambios de carrera por parado; socialmente separado por encarcelado; funcionario del control bovino por cowboy; corrección geológica por terremoto; residencialmente flexible por vagabundo; ereccionalmente limitado por impotente; mujer horizoltalmente accesible por mujer de mala vida; regresión folicular por calvicie; carente de melamina por blanco. Etc.

Cuáles de esta nueva reformulaciones vienen de propuestas con fines serios y cuáles tienen un sentido paródico es difícil de aseverar y muestra el carácter irreal que este movimiento ha alcanzado. Internet está lleno de traducciones a lo políticamente correcto de textos clásicos como Caperucita Roja o Blancanieves. Me quedo con la historia del bombero que apoyó la escalera en el árbol, subió y rescató al gato. Traducido a la neolengua implicaría que el bombero habrá de ser vigilante de fuego aclarándose en cualquier caso que era un hombre pero bien podría haber sido una mujer, que actúa en contra de la libertad del gato, pues este tenía todo el derecho de ir donde quisiera, y además dando por hecho que el felino era propiedad de sus dueños y por si no fuero poco, al poner la escalera bien pudo poner en peligro la salud del árbol así como al subir con facilidad por ella pudo haber ofendido la sensibilidad de aquellas personas que son discapacitadas.

Como conclusión quiero hacer notar, y siempre teniendo presente que en la medida de lo posible lo civilizado es evitar cualquier ofensa al prójimo, que el tipo de relación entre dos indivuos viene constreñida por una tupida red de diversos nodos entre los que se incluyen desde factores psicoafectivos hasta sociobiológicos, desde factores historico-políticos hasta culturales; de este modo, pretender que el producto de la misma, así como la correspondencia entre dominancia/sumisión, que tanto preocupa a las feministas, se vea mejorada simplemente por algo tan circunstancial como la forma en que etiquetamos la realidad me parece que es un pensamiento tan supersticioso como el de aquellos que creen que un simple conjuro mágico puede encarrilar la realidad poniéndola al dictado de nuestros deseos.

5 comentarios:

Malena dijo...

¡Bien, negro! Así se habla. Ya estamos hartos de los mogólicos que nos quieren limitar a la hora de decir lo que se nos cante el ojete.

Héctor Meda dijo...

Me alegro de que estés de acuerdo Malena. ;-)

Saludos

Iñigo Azcorra dijo...

Mal que nos pese el uso hace el lenguaje, los linguistos de la RAE ya tubieron que admitir un par de Chikitadas.

Héctor Meda dijo...

Iñigo tienes razón. Por eso hay que dejar claro que un uso determinado del lenguaje no va a mejorar a la sociedad y evitar, así, preocuparse (excesivamente) las palabramas que usemos.

Gracias por comentar
;-)

Anónimo dijo...

Pues sí, la verdad es que lo de Eco viene muy al pelo para describir el Boletín Informativo Municipal...