jueves, 11 de septiembre de 2008

Sin Perdón

No lo perdonas por misericordia , Nafai, porque sólo su muerte será misericordiosa para la ciudad y la gente que amas, sólo su muerte mostrará misericordia al mundo. Lo perdonas por pura vanidad. Para mirarte las manos y verlas limpias de sangre. Te digo que si no matas a este hombre, la sangre de millones pesará sobre tu cabeza

Orson Scott Card en La Memoria de la Tierra (pág.351)

Al hilo de la excarcelación de Juana de Chaos se ha abierto, o al menos se ha amagado con abrir, un debate sobre la cadena perpetua y por extensión, los castigos irreversibles.

Un siempre interesante Savater afirma estar en contra de este tipo de penas porque:

identifican sin enmienda posible al criminal con su delito y niegan no ya la perfectibilidad moral de la persona que ha delinquido sino su elemental derecho a una segunda oportunidad en la sociedad, tras haber purgado la condena merecida. Esta disposición generosa no se debe a que menospreciemos la gravedad del delito sino a que valoramos al máximo la dignidad del ser humano, presente incluso en quienes de manera más oprobiosa la olvidan y pisotean. Poner un límite al castigo, tan alto como sea debido, indica la voluntad social de no exterminar al semejante, sean cuales fueren sus culpas

No obstante para que esta filosofía moral sea realista tendríamos que demostrar el hecho de que cualquier criminal, sea cual sea su naturaleza y sea cual sea su crimen, quiere y puede ser reincorporado a la sociedad. Esto es, tendríamos que demostrar que la naturaleza de cualquier individuo es siempre enderezable, que existe una perfectibilidad moral y que cualquier oveja descarriada puede reincorporarse al corral luego de purgar sus penas. Pero me temo que esto que he dicho es una colección de tópicos que se pueden desmontar poco a poco en base a evidencias reales.

Pensemos en casos concretos de criminales reincidentes como el pederasta de Astillero, criminal, de hecho, multireincidente, y al que por lo visto, al no imputarle una pena irreversible y preservarle así, en palabras de Savater, su dignidad moral, hemos permitido que nuevamente unos niños fueran víctimas de su enfermedad obviando que tal vez esté implícita la falta de empatía en su desorden mental y por tanto le sea imposible una regeneración moral.

Lo cuál no implica que en un futuro esto sea tal vez remediable pero sí implica que en la actualidad tenemos los medios que tenemos y que sólo con ellos se construyen políticas penales.

Otro tema a tener en cuenta, respecto a los castigos como la cadena perpetua o incluso la pena capital, es la estructura de incentivos que genera en los criminales (Sí, los criminales también tienen incentivos). Pensemos en Dexter y en gente de su misma naturaleza sicópata. Ahora tratemos de imaginar a Dexter como una persona real e inmerso en un contexto legislativo donde no hubiera penas severas para su vicio. Bien, ¿seguiría respetando el código de Harry a pesar de los deseos irrefrenables que tiene por infringirlo? ¿Cómo ayudar a desincentivar las inclinaciones sociópatas que tienen los criminales si a estos no les supone un coste severo el dejarse llevar por sus impulsos?

Como conclusión quisiera aclarar que no quiero ser categórico en este tema. Pero desde luego no tengo ninguna duda de que una respuesta a estas problemáticas sociales únicamente en términos abstractos de dignidad o perfectibilidad moral resulta insuficiente; necesitándose conceptos, como los aportados por las ciencias naturales, para crear la necesaria fricción con la realidad que toda teoría debe tener para resultar falsable, por tanto científica y práctica. Es decir, deberíamos trabajar en términos empíricos así como en base a hechos e ideas comprobables para poder crear políticas realmente acordes con la naturaleza humana.

Porque si se demuestra que hay seres cuya moral/sicología les impide, independientemente de los medios que se usen para con ellos, formar parte de la sociedad entonces que ésta se protega apartándose de aquellos, lejos de ser un desconsolado acto inhumano es el único modo de proteger a la gente inocente de un mal que no se merecen. Es el único modo, en definitiva, de que realmente haya justicia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Héctor,

Ya que escribí en el aterior post, lo haré también en éste.

Esto es ya más concreto: La excarcelación de De Juana Chaos.

Obviamente no estoy de acuerdo. 21 años de cárcel por 25 asesinatos no es proporcionado, aún en el siglo XXI.

No obstante, como Savater, no estoy de acuerdo con la cadena perpetua a priori, aunque sí a posteriori. Es decir, un hombre, p.ejp de 40 años de edad condenado sin reducción a 40 años de prisión, es una cadena perpetua de hecho. Sólo es cuestión de reformar el código penal. ¿Sólo? Me salió una solución demasiado fácil para ser verdad ¿no?

Yo sí creo en que hay que mantener la presunción de la perfectibilidad moral de las personas. Ahí diferimos. Obviamente hay casos de personas que parece evidente que esto no se va a dar nunca en ellas. Pero: ¿cómo distinguir en qué casos sí puede darse y en qué casos no? Tú hablas de la ciencia natural. Creo que crees demasiado en la ciencia. Hace falta la ciencia sí, pero también el sentido común de un juez, el equilibrio de la ley y unas determinadas expectativas sociales. Y aquí llegamos a una cuestión "madre": ¿dónde está esa sociedad? A lo mejor está(mos) descansando cómodamente en el sofá viendo las noticias por la tele ¿no?

En fin, que opinen otros también.

Saludos,

Héctor Meda dijo...

Hola Fernando,

Dices:
Ya que escribí en el aterior post, lo haré también en éste

Hey! Parece que pides permiso para comentar. ¡Todo lo contrario! estoy encantado de que lo hagas

Yo sí creo en que hay que mantener la presunción de la perfectibilidad moral de las personas. Ahí diferimos

Bueno yo también podría aceptar esa presunción simplemente digo que no hay aceptarla como dogma. Es decir, que cabe la posibilidad de comprobar que en un sujeto concreto no hay posibilidad de regeneración.

Hace falta la ciencia sí, pero también el sentido común de un juez, el equilibrio de la ley y unas determinadas expectativas sociales

Totalmente de acuerdo, de verdad.
Mira con un ejemplo algo tosco te voy a mostrar lo que pretendo apelando a la ciencia:

Yo puedo decir genéricamente que una persona puede después de un año superar su marca personal de los 100 metros. Pero gracias a la ciencia podremos saber que un joven veinteañero está más capacitado para conseguir ese logro que un octogenario y no sólo eso sino que podemos afirmar taxativamente que una persona inválida no lo va a conseguir.

Y si nos fijamos en lo que nos va revelando, por ejemplo, las neurociencias sobre los pederastas y cómo estos tienen malfuncionando su sistema emocional entonces llegamos a la conclusión de que tal vez (al menos algunos) pederastas no tengan posibilidad de enmienda a no ser que se les cure.

Saludos

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Ayer escribí esto en otra parte, lo que traigo a colación por si resulta de interés:

Si tras un delito de sangre no hay arrepentimiento, no debe haber perdón de ninguna clase. La pena tiene que ser proporcional, comprendiendo la vida entera del reo, ya sea suprimiéndola, ya privándola de la libertad que le es connatural, con lo que se reduce al delincuente a la condición de bestia (y así debe ser tratado todo aquel que sale voluntariamente del círculo de los intereses comunes). Ahora bien, si hubiera arrepentimiento y perdón, podrían buscarse otros medios de resarcir a las víctimas, como indemnizaciones económicas vitalicias y similares, además de la pena de rigor para que el criminal escarmentase.

En resumen, quien no se reconcilia con la sociedad es su enemigo perpetuo, su vida no vale absolutamente nada, es nuestro esclavo en todos los sentidos y no haríamos algo malo si nos lo comiéramos crudo. Es por prudencia procesal que no soy partidario de convertir la medida en ley, pero eso no significa que la considere injusta.

En mi blog se han hecho algunos esfuerzos para definir al hombre según el concepto de vergüenza, sentimiento que lo distinguiría del resto de animales, como estigma de su racionalidad paradójica y de su infinitud castrada. Un asesino es por definición un ser carente de vergüenza -estando en plenas facultades para padecerla- y, por tanto, no humano. Por definición, digo, porque es juzgado por sus actos, aunque quepa la enmienda que comentaba más arriba. Humanidad no es sólo un concepto biológico, también lo es social y obedece a las expectativas de quienes lo otorgan. Todo hombre merece ser mantenido con vida mientras siga siendo hombre y siga estando vivo.

Anónimo dijo...

Héctor:

El ejemplo que me pones arriba en el que apelas a la ciencia, yo lo llamaría mejor sentido común. Sigo pensando que tienes un concepto un tanto idealizado de lo que es la ciencia en realidad.

¡Pero me dejo de filigranas! Por supuesto que te entiendo y estoy además completamente de acuerdo contigo. Una solución práctica a lo que planteas podría ser cargar las tintas seriamente en el código penal al tratar el tema de las reincidencias. Reincidir en un delito, aunque sólo sea una vez, debería agravar bastante en cantidad y cualidad las penas y reincidir en una segunda ocasción, debería poder llevarnos a penas prácticamente definitivas. Sobre todo en casos como la pederastia o el asesinato. ¿No te parece? Si te fueras a dedicar al final a la política, lleva este tema en tu programa y te votaré gustoso ;-)


irichc:

Te sales del marco cristiano. ¿Quo Vadis? No puedo estar de acuerdo contigo, aunque respeto tu opinión. Esos caminos que dibujas ya han sido transitados antes en muchas ocasiones y siempre han conducido a un callejón sin salida.

No puedes excluir de la humanidad a nadie, piensa que alguien podría excluirte también a ti. Lo que es humano no lo debe determinar la sociedad, eso ya se hizo en los tiempos de la esclavitud en la era moderna, no hace tanto tiempo. Tampoco pienso que los criterios que deben definir la humanidad sean los puramente biológicos. Moralmente, éticamente inculso, dentro del gran contenedor de nuestras raíces cristianas, todos somos hijos de Dios e iguales y distintos por esa medida. Hitler también era humano, por ponerte un ejemplo concreto de lo que quiero decir y por ese rasero hay que juzgarlo, aunque sea un juicio severísimo.