Mucho se discute si existe algo de lo que puede hablar la religión mas no la ciencia o sobre lo que esta puede criticar a aquella.
No han faltado quienes como Gould han defendido un principio llamado NOMA que se resume básicamente en afirmar que tanto la ciencia como la religión tienen ámbitos de jurisdicción o magisterios separados.
Pero no han faltado tampoco críticos con este principio, v.gr: Dawkins, críticos que han proclamado que ni los filósofos ni los teólogos pueden desplegar hipótesis que estén fuera del alcance de la ciencia y que a la par sean verdaderas.
Hoy día son legión quienes dicen que la ciencia no deja mucho lugar para Dios o los milagros. Tal vez quien haya sido más lapidario al respecto sea Steven Weinberg al considerar que las personas que esperan encontrar evidencias de una acción divina en la naturaleza, en el origen del universo o en las leyes que gobiernan la materia, probablemente acabarán desilusionándose ya que a medida que la ciencia avanza la religión se vuelve más prescindible a la hora de proporcionar una comprensión veraz del mundo.
En lo que parece coincidir todos es que a la religión más le vale tener una buena relación con la ciencia porque en caso de un traumático divorcio entre ellas, hay unanimidad en considerar más que posible que la custodia de la verdad acabe recabando en la ciencia.
Pero ¿qué puntos hacen peligrar dicho matrimonio? ¿Dónde chocan la religión y la ciencia? Creo que esta pregunta ha de responderse desde una postura reflexiva, serena pero sobre todo informada siendo en ese sentido muy interesante, por conocedor de ambos bandos, esto es, por científico y por cristiano, lo que dice Freeman Dyson en su magnífico libro Infinito en todas las direcciones a modo de conclusión en sus últimas páginas:
No han faltado quienes como Gould han defendido un principio llamado NOMA que se resume básicamente en afirmar que tanto la ciencia como la religión tienen ámbitos de jurisdicción o magisterios separados.
Pero no han faltado tampoco críticos con este principio, v.gr: Dawkins, críticos que han proclamado que ni los filósofos ni los teólogos pueden desplegar hipótesis que estén fuera del alcance de la ciencia y que a la par sean verdaderas.
Hoy día son legión quienes dicen que la ciencia no deja mucho lugar para Dios o los milagros. Tal vez quien haya sido más lapidario al respecto sea Steven Weinberg al considerar que las personas que esperan encontrar evidencias de una acción divina en la naturaleza, en el origen del universo o en las leyes que gobiernan la materia, probablemente acabarán desilusionándose ya que a medida que la ciencia avanza la religión se vuelve más prescindible a la hora de proporcionar una comprensión veraz del mundo.
En lo que parece coincidir todos es que a la religión más le vale tener una buena relación con la ciencia porque en caso de un traumático divorcio entre ellas, hay unanimidad en considerar más que posible que la custodia de la verdad acabe recabando en la ciencia.
Pero ¿qué puntos hacen peligrar dicho matrimonio? ¿Dónde chocan la religión y la ciencia? Creo que esta pregunta ha de responderse desde una postura reflexiva, serena pero sobre todo informada siendo en ese sentido muy interesante, por conocedor de ambos bandos, esto es, por científico y por cristiano, lo que dice Freeman Dyson en su magnífico libro Infinito en todas las direcciones a modo de conclusión en sus últimas páginas:
En esa tierra de nadie entre la ciencia y la teología, hay cinco puntos específicos en los cuales la fe y la razón parecieran chocar. Los cinco puntos son:
El origen de la vida,
La experiencia humana del libre albedrío,
La prohibición de las explicaciones teleológicas de la ciencia,
El argumento del designio como principio explicativo,
y
La cuestión de las metas finales.
La experiencia humana del libre albedrío,
La prohibición de las explicaciones teleológicas de la ciencia,
El argumento del designio como principio explicativo,
y
La cuestión de las metas finales.
Cada uno de estos puntos podría ser el tema de todo un capítulo, pero afortunadamente tengo sólo unas pocas páginas para todos ellos. Trataré cada uno de ellos lo mejor que pueda en unas pocas líneas.
Pues bien en los sucesivos días intentaré colgar y enlazar desde aquí sus interesantes opiniones, un post por cada tema, por cada problema, e intercalaré unos comentarios a sus palabras que espero no molesten ya que sólo pretenderán matizar, reescribir y a veces, mas rara vez, discutir las suyas.
2 comentarios:
Hola Héctor; interesante entrada, leo precisamente hoy en el periódico que más de la mitad de los británicos no acepta la teoría de la evolución de las especies; y uno de cada tres cree que el "mundo" lo creo Dios hace como 10000 años(?). Esperaré tus próximas las entradas que anuncias sobre tan interesantes cuestiones.
Bueno Indio John los encuestados de los que haces referencia son personas que han apostado por un divorcio entre religión y ciencia a la par que han considerado que la custodia de la verdad debe quedar para la religión. Estrategia osada.
En los posts siguientes que pienso colgar, la postura de Dyson será la de que entre ciencia y religión sí hay cabida a una relación feliz.
Bueno a ver que te parecen. Ya me contarás, espero.
Saludos
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