miércoles, 9 de septiembre de 2009

Reivindicación de la metafísica

[La deconstrucción]...es la búsqueda vigilante de esas aporías, puntos oscuros o momentos de autocontradicción donde un texto traiciona involuntariamente la tensión entre la retórica y la lógica, entre lo que quiere decir manifiestamente y lo que no obstante está obligado a decir

Norris citado por Carmen Gonzalez Marín en el prólogo de Márgenes de la Filosofía de Derrida



El conjunto de saberes acumulados por la ciencia -de una determinada pureza mineral que es la que certifica la metodología científica- conforman lo que podríamos denominar El libro de la Naturaleza.

Aunque considero que el hombre sí puede dar cuenta de conocimientos que no han de, más bien no pueden, aparecer en dicho libro; entiendo que todo pensar, que se pretenda transmisible y por tanto de validez intersubjetiva, se debe a la praxis científica, a la escritura del Libro de la Naturaleza.

Cabe preguntarse entonces, dónde queda la filosofía, si es algo más que una distracción cuando menos ociosa, cuando más, socialmente perniciosa. Pues bien, entiendo que la función contemporánea de la praxis filosófica en su vertiente metafísica sería distinguir -desde Kant, simplemente distinguir- aquello que el libro alcanza a inventariar sobre el mundo y aquello que el libro, más bien nuestra cognición, alcanza a inventar sobre el mundo con el objetivo de rellenar huecos que, una vez tapados, permitan continuar el inventariado.

Para llevar a cabo dicha distinción necesitamos de una sistémica visión de la naturaleza construida luego de haber cimentado previamente una neurofilosofía, epistemología, tal vez, aunque no debiéramos, una ontología.

El libro de la Naturaleza es un libro escrito -es muy importante entenderlo- sólo gracias a dos tipos de tecnologías extensoras de nuestra cognición, tales tecnologías son, las que tenemos normalmente por tales y cuya enumeración resultaría tedioso y cuya función sabemos de sobra que resulta capital y, segundamente, la escritura que permite la plasmación, por tanto comunicación, de nuestros pensamientos verbalizables y cuya potencia descriptiva se debe a su correspondencia con el lenguaje que constituye la herramienta cognitiva humana por excelencia pero a cuyas restricciones de efabilidad nos debemos.

1) Encontrar las limitaciones funcionales de dicha herramienta, por ejemplo, su necesidad de emular exclusivamente estructuras computables a razón de su naturaleza estructural; así como 2) encontrar sus arbitrarias imposiciones en su modus operandi, por ejemplo, el uso de la causalidad la cual hace ver mecanizadamente la estructura de lo escrutado por la misma; son dos vías que debieran ser emprendidas por todo aquel peregrino que quiera alcanzar la verdad; caminos, por cierto, que de ser transitados nos debieran hacer ver con ojo crítico nuestras teorizaciones sobre la naturaleza; caminos, por cierto, que cuando se transitan entiendo que se está ante un especular metafísico.

En ese sentido, jamás entendería la metafísica como una especulación sobre lo que la ciencia aún no sabe mientras que lo que se sabe, no se cuestiona; antes bien, es la metafísica, si acaso su sustituta, la neurofilosofía, la que establece previamente los criterios y herramientas interpretativas de lo que El libro de la Naturaleza, la ciencia, alcanza a describir objetivamente sobre lo real porque no existe una posición neutra, ametafísica, sobre dicha visión y algunas lecturas serán más ingenuas que otras.

A este respecto sería interesante recalcar que hay muchas características de la interpretación mainstream de la ciencia que son perfectamente discutibles desde como la creencia ontológica en unas leyes naturales trascendentales, ubicuas e indestructibles. Aún postulándolas como reales casualmente se ajustan como un guante a la cognición algorítmicamente comprimidora del postulador de dichas leyes.

Otro ítem. La creencia epistemológica de una Ciencia como cazadora de Verdades, no un instrumento metaheurístico, coherente con nuestra estructura cognitiva, para manejarnos por el mundo.

Otro ítem. La creencia neurofilosófica de que existen hechos puros para cuya percepción no necesitamos del concurso, por tanto del posible sesgo de, nuestra mente, nomás nos basta la evidencia empírica.

Otro ítem. Bueno, no hace falta ser exhaustivos, creo que me explico.

Todas estas creencias, filosóficamente discutibles, configuran el alcance hermenéutico, que ha de haberlo, del libro de la Naturaleza.

Por todo ello, estoy plenamente convencido que desde la visión de la ciencia de ciertos escritores panfletarios autoproclamados como escépticos, ya legión e in crescendo, no se saca sino una intelectualmente acomodaticia pero artificiosa visión del mundo por esconderle fraudulentamente al lector, bajo la etiqueta de ciencia objetiva, entendida aquí y ahora como saber validado exclusivamente por observaciones empíricas, una epistemología, una neurofilosofía y a veces hasta una ontología, todos ellas, no obstante, logomaquias filosóficas, que para su fina construcción necesitamos de una humana empresa filosófica, no una maquinal recogida de datos eximidos de toda interpretación.

12 comentarios:

Sierra dijo...

Dios mio, Héctor, la entrada es muy interesante, pero si le falló la tecla del punto en el teclado puedo prestarle algunos. Che, ahí hay unos párrafos enormes sin un miserable y seguido. Al menos algunas rayas, lo que sea... ¡Piedad!, ¡piedad!, se me fríe el cerebro.

Se lo comento porque al parecer va a ser mi función comentarística centrarme en cuestiones de estilo, en este nuevo blog de arena. Ni una gota de mala leche, lo juro.

En cuanto al contenido, es una buena entrada, como siempre. Ahora no tengo el tiempo para comentarla, veré si vuelvo más rato.

Un saludo.

Héctor Meda dijo...

Me alegro, de veras, que se haya autoproclamado mi asesor estilístico pero no sólo me hable de la sintáxis, por favor, (que desde que le conozco, lo confieso, empiezo a dar una merecida importancia crucial) porque también existen otros items a tener en cuenta o que yo tengo en cuenta: la originalidad (o plasticidad) de las metáforas, el pathos logrado, el finale, no sé si ectétera.

Respecto a los puntos: bueno, en mi defensa diré, que sí, siempre me faltan puntos, mis frases agotan, supongo por cómo hago los textos pero, cuidado, a veces los busco deliberadamente. Es el cado en el párrafo que empieza En ese sentido, jamás entendería la metafísica como... donde sabía que el lector se quedará sin aliento porque mi objetivo es freírle el cerebro para así conseguir convencerle de que existen infinidad, tanta infinidad que a uno se le fríe el cerebro sólo de pensar en ellas, de proposiciones asumidas como científicas que en realidad son filosóficas.

Le espero también para un comentario sobre el continente, sé que ud., si no me equivoco, no entiendo por metafísica lo aquí defendido y sería interesante una visión contraria, si la hay, claro.

El Perpetrador dijo...

Muy de acuerdo en todo lo que creo haber entendido de esta densa compilación de ideas previas (o huelo yo que son previas).

Si tuviera que hacer una crítica me inclinaría también por el estilo. Ciertamente el párrafo "en ese sentido, jamás entendería la metafísica" es antológico por su espesura, algo así como una fusión entre la exhaustividad germana y el el gusto por el paladeo de las palabras de argentinos o franceses.

Sierra dijo...

Desde luego que puede buscarse agotar al lector con un 'periodo' larguísimo --entiendo por periodo, para dar una definición rápida, la duración entre una 'respiración' puntual y otra. Básicamente lo que hay entre un punto y otro, pero sin agotar la definición de periodo sólo por el signo del punto aunque en general así suceda.

Como decía, es perfectamente válido como recurso estilístico. Sin embargo faltan aquí condiciones para lograrlo con éxito. Esto lo digo a partir de mi experiencia, claro; pero le he dado muchas vueltas al tema. En primer lugar, creo que se tiene que producir un crecendo, un aumento de la intensidad de las ideas que abarca el periodo. Simultaneamente, tiene que producirse una simplificación de las ideas. Un párrafo como ese debió terminar con casi sólo palabras entre las comas. Al lector aún se le fríe el cerebro, pero ya no siente que ha dejado de entender porque no puede retener en la memoria las ideas anteriores.

En suma, si se conectan ilimitadamente muchas ideas mediante conectores, como las comas, se perderá comprensión porque el lector debe retener todas las ideas para comprender la conección entre ellas. Pero si las ideas se van simplificando e intensificando (también en el sentido de que se enfocan, entran más restringida e intensamente en el 'tema') el lector se hace una idea general dentro de la cual va cayendo cada vez más rápido.

Sigo sin tiempo, pero había previsto que esa podía ser su respuesta y le estaba dando vueltas a la respuesta, de modo que aquí está.

Sierra dijo...

"Un párrafo como ese debió terminar con casi sólo palabras entre las comas". Palabras solas, quería decir, naturalmente. O con artículos. En cualquier caso, ideas simplícimas. El efecto es casi como una enumeración.

Sierra dijo...

Uff, vengo a desdecirme.

Sí, también se pueden encadenar fraces ilimitadamente largas dentro de un mismo periodo puntual. Una coma, una laaaarga frase, una coma, otra laaaarga frase. Sin crecendo ni simplificación de las ideas. Esta es la cadencia larga por antonomacia, y por lo general es terriblemente pesada ('pesada' como una música pesada).

Sin embargo, para lograr este efecto las ideas individuales del periodo puntual (sub-periodos) deben tener una cierta vida independiente. Cada frase entre comas debe funcionar por sí misma, pero seguirse de la anterior. Como si uno no se cansara de decir "por lo tanto, tal cosa; y por tanto, tal otra cosa". Pero si estos sub-periodos se hacen referencias entre sí, particularmente con palabras como "esta(e) (cosa a la que nos referíamos antes)", el lector pierde la capacidad de seguir la cadencia porque ha olvidado la relación gramátical entre "esta" y a lo que se quiere referir. Ya no sabe a qué se refiere la frase cuando dice "esta".

Esto sí que ha quedado poco claro. Prometo volver a organizar el caos cuando haga el comentario definitivo del post. Entre tanto, comienzo a ponerme nervioso.

Héctor Meda dijo...

Bien, me está sorprendiendo aunque gustando la deriva que se está dando en los comentarios.

Ciertamente El Perpetrador acierta porque gran parte del texto de esta anotación (creo que salvo los párrafos 5 y 6) está sacado de comentarios míos en otros blogs, en concreto uno de Hugo que linko en el párrafo espeso por antonomasia sobre el cuál pretendí construir el resto del post pero, hay que confesar, que tal proceder de ordinario lo hago y las costuras no suelen notarse tanto.

Para solucionarlo, os invito a dejar los manuales de escritura a un lado y ponernos a jugar de verdad, os invito, pues, a rehacer el párrafo En ese sentido, jamás entendería la metafísica como... de un modo inteligible y que conste que no os convoco a un concurso sino a una instrucción o cuando menos a un divertimento. No seáis apocados, lo único que os exigo, eso sí, es transmitir la misma información que desde allí se irradia.

Empiezo yo, a ver si ahora sí:

En ese sentido, jamás entendería la metafísica como una especulación sobre lo que la ciencia aún no sabe mientras que lo que se sabe, no se cuestiona; antes bien, es la metafísica, si acaso su sustituta, la neurofilosofía, la que establece previamente los criterios y herramientas interpretativas de lo que El libro de la Naturaleza, la ciencia, alcanza a describir objetivamente sobre lo real porque no existe una posición neutra, ametafísica, sobre dicha visión y algunas lecturas serán más ingenuas que otras.

A este respecto sería interesante recalcar que hay muchas características de la interpretación mainstream de la ciencia que son perfectamente discutibles como la creencia ontológica en unas leyes naturales trascendentales, ubicuas e indestructibles que, aún postulándolas como reales, casualmente se ajustan como un guante a la cognición algorítmicamente comprimidora del postulador de dichas leyes.

Otro ítem. La creencia epistemológica de una Ciencia cazadora de Verdades, no un instrumento metaheurístico, coherente con nuestra estructura cognitiva, para manejarnos por el mundo.

Otro ítem. La creencia neurofilosófica de que existen hechos puros para cuya percepción no necesitamos del concurso, por tanto del posible sesgo de, nuestra mente, nomás nos basta la evidencia empírica.

Otro ítem. Bueno, no hace falta ser exhaustivos, creo que me explico
.

¿Qué tal?

El Perpetrador dijo...

No voy a meterme en estos jardines, sólo diré que tu nueva propuesta es válida. Yo sustituiría esos "puntos y comas" por puntos a secas.

Y acotaría algunas comas, quedando, por ejemplo, el siguiente párrafo del modo siguiente:

A este respecto sería interesante recalcar que hay muchas características de la interpretación mainstream de la ciencia que son perfectamente discutibles como la creencia ontológica en unas leyes naturales trascendentales, ubicuas e indestructibles. Aún postulándolas como reales, casualmente se ajustan como un guante a la cognición algorítmicamente comprimidora del postulador de dichas leyes.

De todas formas yo también soy propenso a las longanizas oracionales, así que no seré yo quien tire la primera piedra (eso ya lo ha hecho Sierra, yo fui con la segunda).

Héctor Meda dijo...

Gracias Perpetrador, recogo tu recomendación y reescribo el texto, no sin antes consignar el viejo a modo de enseñanza moral de lo que no se debe hacer:

En ese sentido, jamás entendería la metafísica como una especulación sobre lo que la ciencia aún no sabe mientras que lo que se sabe, no se cuestiona; antes bien, es la metafísica, si acaso su sustituta, la neurofilosofía, la que establece previamente los criterios y herramientas interpretativas de lo que El libro de la Naturaleza, la ciencia, alcanza a describir objetivamente sobre lo real porque no existe una posición neutra, ametafísica, sobre dicha visión y algunas lecturas serán más ingenuas que otras, y es que recalcemos que hay muchas características de la interpretación mainstream de la ciencia que son perfectamente discutibles desde, y sin ánimo de ser exhaustivos, la creencia ontológica en unas leyes naturales trascendentales, ubicuas e indestructibles que aún postulándolas como reales casualmente se ajustan como un guante a la cognición algorítmicamente comprimidora del postulador de dichas leyes; hasta la creencia epistemológica de una Ciencia como cazadora de Verdades, no un instrumento metaheurístico, coherente con nuestra estructura cognitiva, para manejarnos por el mundo; pasando por la creencia neurofilosófica de que existen hechos puros para cuya percepción no necesitamos del concurso, por tanto del posible sesgo de, nuestra mente, nomás nos basta la evidencia empírica.
.

Por cierto, no sé si queda claro la referencia a la deconstrucción y cómo entiendo la metafísica, esto es, como un acto no destructivo de la ciencia sino de(con)structivo para con ciertas construcciones ad hoc que se pretenden ciencia pero que son filosóficas.

En cierto modo, podríamos entender a la metafísica como una boicoteadora de toda torre de Babel sobre la que conseguir una visión de Todo y lo es, no por ser temerosa de una hipotética ira divina, sino por ser consciente de una limitada naturaleza humana.

De hecho, podría poner este texto al final del post, ¿no? XDDD

Saludos

Sierra dijo...

Llego tarde pero, non the less, llego.

A saber:

En ese sentido, jamás entendería la metafísica como una especulación sobre lo que la ciencia aún no sabe mientras que lo que se sabe, no se cuestiona; antes bien, es la metafísica, si acaso su sustituta, la neurofilosofía, la que establece previamente los criterios y herramientas interpretativas de lo que El libro de la Naturaleza, la ciencia, alcanza a describir objetivamente sobre lo real porque no existe una posición neutra, ametafísica, sobre dicha visión y algunas lecturas serán más ingenuas que otras.

En:

En ese sentido, jamás entendería la metafísica como especulación sobre lo que la ciencia no sabe, dejando sin cuestionar lo que en efecto sabe. Antes bien, es la metafísica —si acaso la neurofisiología, su sustituta— la que establece previamente los criterios y herramientas interpretativas de los que El libro de la Naturaleza, la ciencia, se valdrá para describir objetivamente lo real; pues no existe una posición neutra, ametafísica, desde la que contemplar el mundo: hay, también, lecturas más ingenuas que otras.

Creo que así hubiese quedado bien. Notará que la sintaxis es más compleja, pero la lectura mucho más sencilla.

Héctor Meda dijo...

Humm... Sí, me gusta aunque ya me da pereza cambiarlo porque la última versión ya no es (creo) tan insufrible.

Un apunte: no es neurofisiología, sino neurofilosofía :-P

Para terminar: el post último, el del miedo, espero que le guste.

Sierra dijo...

¿"Neurofilosofía"? Carajo, Héctor, se apropia usted de términos con un descaro...

De todos modos, a mí me parecía que neurofisiología no quedaba mal...