jueves, 3 de septiembre de 2009

La razón de las revoluciones científicas

En el libro El legado filosófico y científico del s.XX nos encontramos esto, pág.322:

El segundo dogma neoempirista atacado por Quine es la suposición de que cada enunciado, considerado aisladamente respecto de sus compañeros, pueda ser en absoluto confirmado o desconfirmado. Mi contrasugerencia...es que nuestros enunciados sobre el mundo externo no comparecen ante el tribunal de la experiencia sensible individualmente, sino sólo en corporación.

La crítica de este segundo dogma es más brillante que la del primero, aunque su argumento original básico no es original de Quine, sino de Duhem, quien expuso a principios del siglo XX la tesis holista -palabra procedente del vocablo griego hólos ('todo'), a la que podemos considerar sinónima de "totalizadora" o "globalizadora"-, según la cuál no hay experimento crucial que enfrente una sola proposición física con la realidad pues esa proposición presupone muchas otras.

De acuerdo con esta tesis, Lakatos dirá que

dada la suficiente imaginación, cualquier teoría (consistente en una o un conjunto finito de proposiciones) puede ser salvada permanentemente de "refutación" por medio de algún ajuste adecuado en el contexto del conocimiento que la contiene.

Este hecho es crucial para entender cómo avanza la ciencia y es que como dije en cierta ocasión:

Yo no veo a la Ciencia seleccionando teorías Verdaderas como un ganadero selecciona al instante a los animales valiosos criados por él sino que veo a la metodología científica como una institución de criba de las ideas/teorías fallidas semejante al actuar de la selección natural con las especies de forma que podemos decir que, a la larga, sobrevivirán las especies más adaptadas al medio, las teorías más acopladas a lo real pero no que sólo estarán, en un momento dado, especies con todas las mutaciones aptas, teorías con todas las ideas reales.

De hecho el holismo confirmacional nos sirve para entender los cómos y por qués de los cambios de paradigma científicos señalados por Kuhn y lo hace sin caer ni en el relativismo epistémico ni en la ilusión de que la ciencia se mueve ideologizadamente en su selección de las teorías pues los cambios de paradigma no son como golpes de estados, ni permanecen porque tienen determinado apoyo social de carácter sectario sino que el problema radica en que no siempre puedes estar seguro de que los datos empíricos o, redundando en la metáfora, presiones selectivas, simplemente estén exigiendo a la especie/paradigma que mute/añada hipótesis ad hoc, sin que por ello cambie el paradigma, desaparezca la especie, -como le sucedió a la teoría gravitatoria cuando se encontró con el perihelio de Mercurio-; o bien, directamente se necesite encontrar a otra especie/teoría más adaptada al entorno -como le sucedió a la teoría gravitatoria cuando se encontró con el experimento de Michelson/Morley.

Viéndose así, dicho sea de paso y para terminar, que no hay tanta diferencia entre las especies/teorías viejas y nuevas pues aunque son cualitativamente distintas en su núcleo metafísico básicamente han aparecido/evolucionado en el mismo entorno por lo que generarán un fitness, un acierto empírico, sólo cuantitativamente diferente.

4 comentarios:

BGF dijo...

Me gustó la expresión "holismo confirmacional", y el artículo excelente.

Estoy de acuerdo en que no refutándose una teoría general por la incorrección de una proposición es como se cancela todo un paradigma. Si así fuera, el paradigma neoclásico estaría más que enterrado. Lo que sucede, como dices, es que cada una de las proposiciones está encadenada a las otras (tal vez sea por desconocmiento, pero verdaderamente no sé si hay otra ciencia, al menos social, en la que las proposiciones dependan tan estrechamente unas de otras). Entonces, si se quiere que la teoría general se tambalee, hay que hacer algo más que eso: hay que refutar, por ejemplo, todo un área. Así es como funcionó la síntesis de hicks, así es como se (¡casi literalmente!) se ensambló Keynes en la teoría neoclásica...

Bueno, veo un problema en la "adaptación a la realidad", en el caso de las ciencias sociales. Personalmente, recrimino al paradigma económico neoclásico cada vez que tengo ocasión su desprecio por la realidad, empezando por su metodología y acabando por sus prescripciones. Vale. Luego veo un problema a mi postura: en las ciencias sociales, más que en ningún otro ámbito, la realidad es social, esto es, es un constructo. Me explico:

Uno puede refutar cierta teoría con los hechos (por ejemplo, para refutar la idea del voto de clase, uno hace una encuesta cualitativa y empieza a jerarquizar los motivos según encuestas de autoposicionamiento, y con esa pluralidad de motivos es como que refuta la idea de unidireccionalidad del voto; o contrapone al modelo de voto de clase otros modelos explicativos del voto como por ejemplo el psicologista o el de la rational choice. O por ejemplo, para refutar limpiamente la idea del comercio injusto, uno estudia la relación entre crecimiento del PIB y el ratio de apertura comercial).

Sin embargo, como últimamente me he dado cuenta, y no sólo por la metodología empleada, los paradigmas en ciencias sociales son en muchas ocasiones imponderables. Si por ejemplo numerosos estudios indican numerosos fallos lógicos y empíricos en una teoría económica marxista, en general se aceptará que, dados todos esos fallos, esa teoría hace aguas. Es una especie de rechazo de la teoría por bombardeo de incongruencias. Pero, hago hincapié: incongruencias desde todos los frentes, sin ton ni son.
No obstante, si uno prefiere intentar refutar toda una teoría desde la A a la Z, o desde la Z a la A, llega un punto en que aparecen una especie de axiomas fundamentales que, en gran medida, se eligen. Para esos axiomas, uno siempre encontrará casos particulares a favor y en contra, y generalmente bastante igualados, por lo que habrá que rechazar el método de la falsación. Entonces, sólo nos queda la contraposición, frontal, sin más, entre esos axiomas y los del paradigma contrapuesto.
Un ejemplo burdo, para explicarme mejor, que comenté en otro lugar, es el de hombre bueno rousseauniano vs. hombre malo hobbesiano vs. hombre cultural inglehartiano. Eso, no puede ni negarse ni probarse absolutamente. Y elegir un hombre u otro para insertarlo en nuestra teoría depende más de la conveniencia, de la oportunidad y del deseo que del rigor empírico.

En definitiva, mi idea es que en las ciencia sociales no es limpia ni la falsación ni la sustitución de paradigmas, porque, si ello depende de cómo un paradigma respeta la realidad (uno dice: "a ver, esta teoría pasa por algo el hecho innegable de que..." "esta teoría es poco realista, la gente no hace eso..." "esta teoría no tiene en cuenta el razonamiento común que es que..."), justamente lo que son las ciencias sociales son constructos de esa realidad. Consecuencia todo ello de que ésta no se perciba en el vacío del observador imparcial sino que se filtra por teorías, ideas y axiomas previos, irrefutables en última instancia y arbitrarios.

De ahí, supongo, mi amor y mi poca fe con este tipo de ciencias bastardas.

Héctor Meda dijo...

Efectivamente, el cambio de paradigma no se realiza nunca de forma limpia.

Precisamente mientras hacía esta anotación tenía en mente a los paradigmas económicas. Creo que lo que pasa es que lo que más importa a la hora de valorar más positivamente a un paradigma es su progresividad empírica puesto que es la forma más efecitiva de asegurarse de que el paradigma es fértil pero dicha progresividad se da cuando la teoría tiene una dimensión predictiva cuantitativamente mesurable que ninguna ciencia histórica o narrativa -pensemos también en la evolución- es capaz de habilitar.

En cierto modo, los mismos problemas de impredictibilidad que tienen las ciencias narrativas lo tienen las físicas cuando manejan predicciones para los que no hay tecnología posible que permitan probarlas y ese es el drama que tiene la física hoy día con sus supercuerdistas, promotores de la gravedad cuántica y demás escuelas teóricas, podríamos decir, sobre el engarce entre la relatividad y la cuántica.

No obstante, los físicos, tarde o temprano, serán capaces de encontrar una tecnología que dirima las disputas habidas entre ellos pero para con las ciencias narrativas no creo que existirá tal privilegio y en ese sentido habría que diseñar una, digamos, política de paradigmas, de cómo se deben sustituir unos paradigmas por otros, habida cuenta de que no hay posibilidad de utilizar para ello la progresividad empírica. En ese sentido, me temo que las ciencias sociales, a día de hoy, están condenadas a los enfrentamientos ideo/epistemo-lógicos.

Lo que sí se puede decir es que el paradigma neoclásico está más preocupado de encontrar esa dimensión predictiva cuantitativamente mesurable y esa actitud la echo de menos en los austríacos aunque luego sus axiomas me parezcan de lo más razonables.

Anónimo dijo...

Muy interesante ver la evolución de la ciencia desde un paradigma evolucionista. Si lo he entendido, defiendes más bien una postura gradualista ("con todas las mutaciones aptas") que saltacionista -la intervención cuasidivina que hace que de la cabeza del genio nazca completa una teoría superior.

Ahora bien, dicho esto: en la naturaleza no hay un equivalente del ámbito político y religioso con el que convive la ciencia, y que pueden imponer determinados sesgos de lógica extracientífica, suprimiendo teorías más adaptativas. Por ejemplo, el propio darwinismo fue largo tiempo condenado en la URSS por su evidentísimo carácter burgués a favor del espurio "lysenkismo".

Tampoco existen traspiés causados por elaborados fraudes científicos como el famoso traspiés del Dr Hwang o el hombre de Piltdown, que irremediablemente pueden favorecer a paradigmas erróneos (o "menos acertados").

Las presiones adaptativas a las que está sometida una teoría científica, por tanto, no tienen por qué ser sólo de carácter científico, y ahí es donde fallaría un poco la comparación. Donde acertaría es en que, probablemente, a largo plazo acabaría imponiéndose la más adaptativa desde un punto de vista exclusivamente científico.

Y, como señala Berti, las "ciencias" sociales son otra historia.

Héctor Meda dijo...

Pues no soy gradualista XDD aunque esto pueda contradecir mi post, en principio no veo por qué.

Pensemos en el caso de Einstein el cuál resulta claramente saltacionista, si bien es cierto que las presiones selectivas que propiciaron la aparición de la nueva especie/teoría proviene de un experimento, el de Michelson/Morley, que suelen surgir de forma gradual a lo largo de la historia.

No obstante, el tema del gradualismo/saltacionismo en la historia entendiendo esto último como la existencia de personas que resulten desestabilizadores, me parece algo que no soy capaz de zanjar, necesitaría ser más detallista en mis observaciones históricas. Estoy abierto al debate.

Respecto al resto del comentario, decir que lo que yo he querido hacer, ahora lo veo, es una descripción de la metodología científica entendiéndola como una instiución social y viéndola a la manera hayekiana, a saber, como un multitudinario proceso descentralizado de ensayo/error que organiza/genera pautas de comportamiento/comprensión sin necesidad de ser teleologizada, políticamente guiada para conseguir el objetivo de, en este caso, describir el mundo.

Pero, obviamente, dicha institución puede ser asaltada, los liberales lo sabemos bien, y así en el pasado, todos los sabemos, no hay más que ver el célebre de caso de Galileo, eso sucedía ordinariamente con la Iglesia y posteriormente, en algunos momentos de la historia, como cuando el comunismo pero, a día de hoy, eso no es la norma en la ciencia occidental y no lo ha sido desde ¿la Ilustración?

Respecto a los fraudes como el hombre de Piltdow, quiero recalcar que lo reseñable es cómo maneja la comunidad científica el material que recibe y cuáles y por qué son sus respuestas conductuales y que otro tema será la veracidad del material llegado pero, como tú mismo apuntas, a la larga, por decirlo mesiánicamente, la Verdad se abrirá camino.

Por cierto esa idea de que en la naturaleza no hay un equivalente del ámbito político y religioso con el que convive la ciencia no sé si lo firmaría un ecologista. Piensa en los perros.