Correlacionismo antrópico
¿Y qué hay del correlacionismo antrópico?
Quentin Meillassoux me parece forjó adecuados argumentos y se le puede seguir sus andanzas hasta que, más por convicción que por razón, de manera convicta toma la huida de la metafísica "dogmática" y se puso a imaginar un cuento de horror cósmico.
Vamos a hacer nosotros la filosofía. Todos los Caminos llevan a Roma: escojamos el nuestro para no acabar en el reino de Azathoth.
El pensar de Kant, y correlacionistas suceroes, es que nuestro conocimiento está amonedado en un cara-cruz de yo-mundo indivisible. Esta aleación indivisible además es congruente con el carácter teleonómico y contingente de la evolución natural, por extensión nuestra neurobiología.
Tal vez el mito filosófico que mejor lo haya a-símil-izado ha sido ideado por Maturana y Varela en <<El Árbol del Conocimiento>>:
Imagina un submarino equipado con sensores (sonar, cámaras, etc.) que le permiten interactuar con el entorno, pero nunca puede salir a la superficie para ver el mundo "tal como es".
Me gusta añadirle a este plato ideado por ellos el regulador centrífugo de James Watt donde dos bolas metálicas giraban accionadas por el motor: si la velocidad aumentaba, la fuerza centrífuga las elevaba, cerrando una válvula que reducía el flujo de vapor (y viceversa). ¡Alucinante! Fue el primer sistema feedback negativo aplicado industrialmente, obvio precursor de la cibernética moderna.
De esta manera, podemos imaginarnos al submarino autopoiético como una máquina habitación china que no necesita de ningún teatro cartesiano para acoplarse con un exterior.
Con el submarino, si carece de todo abrirse al exterior, lo que, desde nuestro privilegiado ojo de dios serían rocas, arrecifes, olas o icebergs, para unos hipotéticos tripulantes ya en su interior serían sónares, cámaras, pitidos, engranajes y válvulas.
Lo que dirán Kant --y secuaces-- del submarino es que llames como llames a estas válvulas o arrecifes, rocas o sónares, no lo estarás haciendo materialmente con "rocas, olas, icebergs" sino con "válvulas, sónar, motores".
Es decir, la conducta nuestra es expresable en términos de "válvulas, sónar, motores" porque la ciega evolución (no es teleológica, no es lamarckiana: no "ve" a donde copiar o tirar) no nos ha hecho asimilar en nuestro Ser "rocas, olas, icebergs" sino estructuras perceptivas mediatizantes: "válvulas, sónar, motores".
Hay mucha gente que se agobia con la Crítica de la Razón Pura por su denso follaje de inexpugnable sintaxis alemana cuando en verdad es fácil de dejar aparcado todo su volumen un solo tuit:
<<Para el que tiene un martillo todo son clavos>>.
¡Piénsalo! del hecho de que nuestro conocimiento está amonedado en un yo-mundo absoluta e inevitablemente emulsionado, todo lo que se pueda percibir, no será nunca el "mundo" indiviso sino que como sombra arrojada por cada rayo de luz, nuestro "yo" ensombrece todo conocimiento esquinándole oscuridades en donde yacerá el noumeno.
Esto viene a decir el prusiano.
No se puede nombrar la realidad tal cual es del mismo modo que no se puede atornillar con un martillo: cuando decimos machaconamente "rocas, olas, icebergs" en realidad estamos martilleando nuestra única tonalidad conocida: "válvulas, sónar, motores".
Pero si los humanos en vez de así y asá evolucionados hubiéramos llegado por el camino de la evolución pasando por acá y acullá, ¿nuestras estructuras mediáticas hubieran medrado de manera isomorfa a las nuestras o en este mundo nuevo las mediaciones son tan otras diferentes aunque (por fuerza) igualmente eficaces?
¿Los neardenthales hubieran pensado en términos de "válvulas, sónar, motores" o de "periscopios, sónar, manubrios"?
¿Y si no hubiera caído aquel aciago meteorito los hoy reptilianos --sin duda a la cabeza de esta nueva civilización-- pensarían el mundo otra vez en términos de "válvulas, sónar, motores" o de "émbolos, embudos, pistones"?
¿Cuántas herramientas considerará Kant que pueden re-llenar un submarino navegable?
Porque si hay números para contarlos, entonces toda la cacareada tragedia de la "moneda" del conocimiento en verdad no es más que un caso de traducción con no más dolo que aquel de "traduttore, traditore": nada radicalmente incomensurable acontecería en el encontrarse un "mundo" en mi "yo".
¿Mas cómo podría ser que la panoplia de "válvulas, sónar, motores" pudiera ser renovada infinitamente y siempre hacerse a la mar de "rocas, olas, icebergs"?
Si la realidad le encontrara acomodo a cualesquiera infinitas maneras de estructuras perceptivas, sería como si infinitos puntos esféricos establecieran una idéntica distancia a un mismo centro radiante: todos los Caminos llevan a Roma.
Volvamos a la Ventanilla metafísica para entender esto: si yo tengo un submarino navegable en donde mis "rocas, olas, icebergs" no son rocas, olas, icebergs auténticamente reales sino aquello que está clavado en mi impresión a fuer de martillearme semejante percepción con mis "válvulas, sónar, motores", ¿a qué la diferencia? Si yo estoy desde la perspectiva del ojo de Dios --hipotéticamente-- y veo lo auténticamente real del mundo (que supongamos es (1) "asteroides, éter, nebulosas" (que no (2) "rocas, olas, icebergs") y veo lo real del submarinismo humano (3) "periscopios, embolos, manubrios" (que no (4) "válvulas, sónar, motores"), ¿qué es lo auténticamente real? ¿(1), (2), (3), o (4)?
Desde el Ojo de Dios, todas las cuatro tienen que ser reales, ¿o es que cuando pensamos en (2) "rocas, olas, icebergs" con nuestros (4) "válvulas, sónar, motores" estamos pensando algo absolutamente inexistente a propósito de algo absolutamente inexistente?
A lo más, (2) "rocas, olas, icebergs" será un (3) "periscopios, embolos, manubrios" inconsistente que no puedo reemplazarlo pero que si está en mi cabeza, por fuerza debe ser, ¿o es que puedo imaginarme que me estoy imaginando algo que no es imaginable en absoluto?
Sí, el principio de no contradicción afirma que hay cosas que no pueden existir: justo aquellas que no puedo pensar porque el hacerlo sería como señalar un silencio a voz en grito: es performativamente ir-real-izable.
Pero allí donde no estoy haciéndome mentís sino que al contrario estoy articulándolo en conducta, sea pensamiento o hacerlo manual, sin duda eso es real y existe no pudiendo ser que no lo estemos haciendo en el mismo momento en que lo hacemos.
Por lo tanto, la moneda yo/mundo no es más que un pleonasmo metarreferencial, no tiene mayor comercio: de ningún modo puede comprarme ser capaz de hacer existir una realidad inexistente. Sea (1), (2), (3), o (4).
Esto tiene un corolario metafísico (que parafrasea Phillip K. Dick): Todo lo que es ineludiblemente pensable, es necesariamente real.
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