La Paradoja de la Auto-aplicación: Cómo la Negación de lo Analítico por Quine Conduce a su Propia Verdad Necessaria.
Vamos a demostrar que DEBEN existir verdades analíticas.
1. (Tesis de Quine): Quine afirma: No hay distinción verdadera analítico/sintético. Todas las creencias son revisables ante la experiencia.
2. (Presupuesto de Coherencia): Para que (1) sea coherente, debe presuponer que va a haber experiencia (el "devenir" o Axioma 2 de Kolmogorov: <<la la probabilidad del espacio muestral (de que algo ocurra) es 1 >> o también: P(Ω)=1). Es la condición de posibilidad de su propia tesis.
3. (Escenario de Auto-aplicación Radical): Imaginemos que Quine logra demostrar la negación de esa presuposición, es decir, que vivimos en un universo SinAX (Sin Axioma 2), un universo donde no "pasan cosas" en el sentido que entendemos.
4. (Paradoja de Inmunización): La paradoja: Esa demostración misma, la tesis "Vivimos en SinAX", se convertiría en una verdad inmune a la experiencia. ¿Por qué? Porque en un universo SinAX, no puede haber nueva experiencia empírica que la refute. La experiencia, como flujo de datos, se ha acabado.
5. (Conclusión por Elección Forzada): Quine, al intentar demostrar su punto más radical, se vería forzado a establecer al menos una verdad de carácter analítico: la descripción del estado final y absoluto del universo (o SinAX es cierto o SinAX es falso, es más, si quisiera afirmarlas ambas: tendría que decir que el Principio de Contradicción es verdadero. Sería una verdad que, una vez establecida, sería necesaria y no empíricamente revisable.
- Opción A: Si el devenir existe (¬SinAX), entonces la creencia en el devenir funciona como una verdad analítica, pues es la condición de posibilidad de toda revisión y no puede ser negada coherentemente.
- Opción B: Si el devenir no existe (SinAX), entonces la tesis SinAX se convierte de facto en una verdad analítica, inmune a la refutación.
En ambos casos, hay al menos una verdad que no es revisable empíricamente.
Obvio decir, no estoy afirmando que SinAX sea un estado real o inteligible. Lo estoy utilizando como un artefacto lógico para demostrar la estructura de la teoría de Quine. El punto no es que podamos creer en SinAX, sino que la lógica interna del sistema de Quine conduce a esta paradoja cuando se auto-aplica de manera consistente.
Esto revela que la tesis de la "revisabilidad universal" tiene un límite lógico. Para ser coherente, la teoría debe exceptuar de la revisión al menos los principios que permiten que la revisión misma sea un concepto significativo.
Quine podría intentar una última jugada: afirmar que incluso estos principios son revisables, pero que simplemente no nos sale a cuenta revisarlos. Pero: si se revisan, el propio concepto de "revisión" pierde su significado. La revisión del principio de no-contradicción, por ejemplo, haría que la noción de "evidencia contraria" fuera ininteligible. Esa revisión sería imperformativamente realizable. No es que no nos “sale a cuenta” revisarlo, hablemos con propiedad: es que no podemos coherentemente realizar la revisión de esos principios sin presuponerlos de igual modo que no se puede conjurar un silencio a viva voz.
Quine logra disolver la distinción analítico/sintético como una dicotomía rígida y fundamental, pero a cambio se ve obligado a aceptar una jerarquía pragmática donde ciertas creencias son tan fundamentales que su estatus es funcionalmente equivalente al de las verdades analíticas. Su intento de radical coherencia lo lleva a redescubrir, por la puerta trasera del holismo, la necesidad de un marco trascendental para la experiencia.
Es una ironía filosófica.
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