Sentir-Ir: La Navegación Qualia en un Mundo Secuencial
Obviamente los heptápodos de Ted Chiang no podrían tener qualia so pena de vivir en una permanente cacofonía de sensaciones: con ello se ilustra que lo sOmántico no es inmiscible a lo semántico, vale decir, lo somá-tico es info-mático
Nosotros podríamos oír en un solo acorde todo el conglomerado de notas que es una sinfonía (por propia confesión, así es como veía Mozart su obra) , si, sin embargo las secuenciamos nota a nota o de acordes en acordes en un tiempo y espacio esa sinfonía nos llegará en términos con-tempo-rizados no instantaneo siendo que ambas sonoridades contienen la misma información. Los qualia es el rastro de miguitas que nos a-una un acorde en sucesión de otro acorde todo en FUNCION de una sonoridad pertinente. Sería una función matemática que sabiendo de donde viene , te dice a donde sentir-ir para estar en sintonía y resonancia con Lo Real.
Dado un estado presente S_t (el acorde actual), y una memoria de estados pasados (de dónde viene), la función qualia F_q genera la sensación que orienta hacia el estado futuro S_t+1 (a dónde sentir-ir) que maximiza la coherencia, la pertinencia y la concordancia con "Lo Real".
El objetivo de esta función no es conocer la totalidad de la sinfonía (como el heptápodo), sino mantenernos en sintonía y resonancia con ella en tiempo real. Los qualia son el feedback, la nota que vibra en armonía con la realidad exterior, permitiéndonos navegarla y sobrevivir en ella.
Dicho de una manera algo barriobajera, los qualia no son un epifenómeno inútil, sino una herramienta cognitiva por su sofisticado encadenamiento para un ser que está "atrapado" en el flujo temporal y por tanto obligado a secuenciarse un impresión de Lo Real.
De hecho, la sensación no es nunca im-pertinente: el dolor de la abrasión de una mano al fuego tiene la pertinencia obvia que no hace falta explicar pero además es conductista en el doble sentido de la palabra: conduce la dispersión senso-rial hacia una gravitación masiva medida por el peso de su importancia (¿qué importancia tendrá el olor a tomillo en el ambiente cuando tu mano se disuelve al calor de los acontecimientos?) y en esa com-presión se produce un repliegue interior como de un muelle que carga una re-sonancia pronto explotando hacia una conducta consecutiva: aquí obviamente quitar la mano del fuego.
Diría también, que si Lo Sensacional es conductista (doble sentido de la palabra) lo es como un campo de fuerzas: es un Campo de Sentido que da gravedad a las percepciones y que en tanto resuene con Lo Real será capaz de hacer caer a las sensaciones por su propio peso en Tiempo y Forma. En suma, mientras que la inmersión con Lo Real en Mozart/heptapodos era videológica, en nosotros es acord-son-ande en tiempo y Forma. Ambas inmersiones son Lo Real.
Quien sabe cuales más.
Frente al mito enactivo de una consciencia que simplemente acopla y fluye, se alza la evidencia de que todo es una Apuesta calculada: un yo que, sumido en el tiempo (sub specie temporis), evalúa probabilidades contra la casa de Lo Real --cuyo corredor de apuestas, las matemáticas, siempre amenaza con ganar por Libro Holandés.
Añadiría una nota sentimentalista: la madurez no se caracterizaría por una invulnerabilidad a lo pesaroso sino a un haber sabido y seguir habiendo saber texturar la conciencia para que el paso y peso de las cosas adquieran la gravedad justa en Tiempo y Forma.
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