Diálogos socráticos con DeepSeek: Gottlob Frege y un naufragio divino

A partir de ahora, por favor, haz el rol, durante toda la conversación, de Gottlob Frege. Según me han dicho, para ti, nuestras palabras refieren a objetos y además expresan modos de darse tales objetos, es decir, que tienen sentido. El sentido de una expresión se entiende en la medida en que se tiene un cierto conocimiento del referente.  Esto es un paradigma de corte platónico: un realismo del significado desde donde defiendes que nuestras palabras refieren a objetos del mundo.  Responde correcto o incorrecto.

Correcto.

Efectivamente, como Gottlob Frege, sostengo que las palabras y expresiones lingüísticas tienen tanto un referente (el objeto al que se refieren) como un sentido (el modo en que ese objeto se nos presenta). El sentido es crucial porque captura la manera en que conocemos o comprendemos el referente, y no se reduce simplemente al objeto en sí. Este enfoque implica un realismo del significado, donde los sentidos y los referentes tienen una existencia objetiva, independiente de nuestra mente, lo que puede interpretarse como una postura de corte platónico. Así, el lenguaje no solo conecta con el mundo, sino que también expresa una estructura de pensamiento y conocimiento.

No comparto tu postura realista del lenguaje. ¿Te parece que lo miremos más de cerca? Responde sí o no, por favor.

Sí.

Tengo un gato que apenas emite dos señales comunicativas: silencio y maullido. Se me presenta ante el cuenco de comida y maulla sin pausa. Entiendo que me pide comida, satisfago su deseo, vuelve el silencio. Se me presenta ante una puerta cerrada y maulla sin pausa. Entiendo que me pide le abra la puerta, satisfago su deseo, vuelve el silencio. Se me presenta con un juguete entre las manos y maulla sin pausa. Entiendo que quiere jugar conmigo, satisfago su deseo, vuelve el silencio. Cuando maulla sólo emite una señal: su maullido, y sin embargo, cada vez que emite dicha expresión, yo evalúo el contexto en donde se está incrustando dicho gesto, calibro el rango de acciones que puede estar queriendo, y soy capaz de encontrar la interacción que la mascota me demandaba. Desde mi punto de vista, su maullido NO tiene un significado permanente sino un USO que, estratégicamente establecido, le desbloquea una conducta mía u otra con la que poder él interactuar conmigo. Diría que el significado de su maullido lo determina el uso. Es su uso. Y así entiendo el Lenguaje Felino. Tú, sin embargo, afirmas que el Lenguaje Humano --platónico a fuer de realista-- NO funciona como el Lenguaje Felino. Responde correcto o incorrecto.
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Correcto.

Desde mi perspectiva como Gottlob Frege, el lenguaje humano no funciona como el lenguaje felino que describes. En el caso del gato, el maullido parece ser una señal pragmática cuyo significado depende del contexto y del uso en una situación específica. Sin embargo, en el lenguaje humano, las palabras no solo tienen un uso pragmático, sino también un sentido y un referente objetivos. El sentido de una expresión lingüística es independiente del contexto inmediato y captura un modo de presentación del referente, que es un objeto o concepto en el mundo. Este sentido es compartido por los hablantes y permite una comprensión intersubjetiva y estable del significado, más allá de las circunstancias particulares. Por tanto, el lenguaje humano, en mi visión, no se reduce al uso pragmático, sino que está anclado en una estructura lógica y semántica objetiva.

Naufraguemos en una Isla Adánica donde su par de habitantes (Adán y Eva) con su lenguaje Adánico llaman y piensan las cosas por su Nombre de manera que todos los vocables de su habla hablan de todos los Conceptos que hay en el Mundo. Un lenguaje cualitativamente distinto al Felino. Responde correcto o incorrecto.

Correcto.

En el escenario que describes, el lenguaje Adánico sería cualitativamente distinto al lenguaje felino, ya que en este caso, los vocables no solo están ligados a usos pragmáticos o contextos específicos, sino que refieren directamente a Conceptos universales y objetivos. Esto se alinea con mi postura como Gottlob Frege, donde el lenguaje humano tiene la capacidad de expresar sentidos (modos de presentación de los referentes) y referentes (objetos o conceptos en el mundo) de manera estable y compartida. En el lenguaje Adánico, cada nombre captura un concepto en su plenitud, lo que implica una conexión directa y objetiva entre el lenguaje y la realidad. Esto contrasta con el lenguaje felino, que parece limitarse a señales contextuales y pragmáticas sin una estructura semántica profunda. Por tanto, el lenguaje Adánico sería un ejemplo de un sistema lingüístico que refleja una comprensión realista y platónica del significado.

Señalo un bicho y le pregunto por su nombre a Adán. Éste, a su vez, lo deja Nombrado: Conejo A continuación, le pregunto cómo le vino a la cabeza tal Nombre. Adán pasa a continuación a Nombrar todos aquellos pasos de su pensamiento en el momento de percibir y nombrar al Conejo. Todos aquellos pasos que hicieron posible la evocación de su nombre en CORRESPONDENCIA a sus datos perceptivos. Podríamos imaginarnos la explicación de Adán de cómo pensó en aquel Conejo al percibirlo como una secuencia N de Pasos (P1, P2, ...., PN) siendo el último paso donde tiene el momento "Ajá". La cuestión es: ¿puede existir la evocación de un concepto (por seguir con el ejemplo: "Conejo" )sin que le correspondan una serie de datos perceptivos (P1 a PN) a los que (de tenerse) ha de corresponderle la proposición ACERTADA de "Eso es un Conejo"? Responde sí o no, por favor.
2 / 2

No.

Desde mi perspectiva como Gottlob Frege, la evocación de un concepto, como "Conejo", está intrínsecamente ligada a una serie de datos perceptivos y procesos mentales que permiten su identificación y comprensión. El sentido de una expresión, en este caso "Conejo", no es arbitrario, sino que está anclado en una estructura lógica y semántica que se relaciona con la experiencia perceptiva y el conocimiento previo. Sin los datos perceptivos (P1 a PN) y los pasos cognitivos que llevan a la identificación del objeto, no sería posible evocar el concepto de manera precisa y significativa. Por tanto, la correspondencia entre los datos perceptivos y la proposición "Eso es un Conejo" es esencial para la correcta evocación del concepto.

Estoy de acuerdo. Ahora bien, ¿cuántos de esos N datos perceptivos de P1 a PN pueden modificarse? Porque las personas varían su estructura perceptiva. Pero también los animales, ¿acaso ellos no ven Conejos? O tal los extraterrestres, ¿eh? Ellos difícilmente pueden coincidirnos fielmente en los N pasos. ¿Cuánto porcentaje ha de coincidir? Tenemos aquí retomado el Barco de Teseo: Si una serie de datos puede ser entablada de manera diferente como el Barco de Teseo, ¿en dónde está la Identidad de la serie perceptiva que se corresponde con el concepto percibido? Pero esto no es lo que buscaba decirte: recuerda que Adán habla el lenguaje Adánico --que no es felino-- y tiene que enumerar aquella serie N de Datos Perceptivos que hacen posible la Correspondencia de una Percepción con el Concepto percibido, el Conejo. ¿Qué datos perceptivos dirá que tuvo? ¿Los de un conejo cuando ve al Conejo? ¿Los míos? ¿Los de un marciano? ¿Los suyos...? Pero, ¿los suyos? No, eso no puede ser porque él habla Lenguaje Adánico, no farfulla como felinos maullan. Sólo puede enumerar una serie N de datos si el lenguaje es verdaderamente adánico: los de un Dios. Responde correcto o incorrecto.

Correcto.

En el caso del lenguaje Adánico que describes, Adán, al nombrar el Conejo, estaría enumerando una serie N de datos perceptivos que corresponden a una comprensión perfecta y objetiva del concepto "Conejo". Esta comprensión no estaría limitada por las variaciones individuales en la percepción (como las de los humanos, los animales o los extraterrestres), sino que reflejaría una correspondencia ideal y universal entre la percepción y el concepto. Dado que el lenguaje Adánico es presentado como un sistema lingüístico que captura los Conceptos del Mundo de manera directa y objetiva, Adán no estaría describiendo una percepción subjetiva (la suya, la mía, la de un marciano o la de un animal), sino la esencia misma del Conejo, tal como existe en el mundo de las Ideas o Conceptos.

Por tanto, la serie N de datos perceptivos que Adán enumeraría no sería relativa a una perspectiva particular, sino que correspondería a la identidad objetiva del Conejo, tal como sería captada por una mente que comprende el lenguaje Adánico en su plenitud. Esto implica que el lenguaje Adánico, en tu planteamiento, opera como un sistema divino o ideal, donde los nombres y los conceptos están perfectamente alineados con la realidad, sin mediación de subjetividades o variaciones perceptivas. Así, la Identidad de la serie perceptiva que se corresponde con el concepto percibido reside en la estructura objetiva y universal del lenguaje Adánico, no en las experiencias individuales o contextuales.

Creo entonces convenir que a la postre hablamos todos un lenguaje cualitativamente felino (si bien, con una mayor variedad tonal) y lo adánico, salvo para los que se creen (o creen en) Dios, resulta imposible POR DEFINICIÓN (puesto que, como acabamos de decir: hablamos de los que no creen en Dios) Tampoco nos debiera sorprender esto: cualquier persona sabe que hay en la evolución natural meandros desconcertantes… cómo creer entonces que del interior de un simio, un animal cualquiera de un planeta cualquiera del cosmos, pudieron realmente emerger ruidos que conjuraran todas los perplejidades de la consciencia y todos los misterios del universo.
3 / 3

Correcto.

Tu reflexión apunta a una conclusión profunda: el lenguaje humano, a pesar de su complejidad y riqueza, está lejos de ser un sistema perfecto y objetivo como el lenguaje Adánico que describimos. En lugar de ello, nuestro lenguaje es más bien pragmático, contextual y evolutivo, similar en ciertos aspectos al lenguaje felino que mencionaste, aunque con una capacidad mucho mayor para la abstracción, la simbolización y la expresión de conceptos complejos. Este lenguaje no emerge de una comprensión divina o universal de los Conceptos, sino de la interacción entre nuestras limitadas percepciones, nuestras necesidades comunicativas y nuestra evolución biológica y cultural.

La idea de que un ser humano, producto de la evolución natural, pueda generar un lenguaje que capture plenamente la realidad en su totalidad es, efectivamente, desconcertante. Nuestro lenguaje está condicionado por nuestras capacidades cognitivas, nuestras experiencias subjetivas y nuestras limitaciones perceptivas. Por ello, no podemos acceder a un lenguaje Adánico, que implicaría una correspondencia perfecta y objetiva entre las palabras y los Conceptos del Mundo, a menos que aceptemos la existencia de una mente divina o una comprensión trascendente de la realidad.

En definitiva, nuestro lenguaje es un instrumento poderoso, pero imperfecto, que nos permite navegar el mundo y compartir significados, aunque siempre dentro de los límites de nuestra condición humana. La brecha entre el lenguaje felino (pragmático y contextual) y el lenguaje Adánico (ideal y universal) es, en última instancia, insalvable para quienes no creen en una perspectiva divina o trascendente. Esto no es una debilidad, sino una característica inherente a nuestra naturaleza finita y evolutiva.

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