La Partitura contra el Materialismo y Misticismo del Cuerpo

 Ya en Marx y en muchos materialistas, existe la convicción de que lo mental, por ende las ideas, supervienen a la materia, son creaciones de esta última.


En el siglo veinte, en consecuencia, empezará la fetichización del cuerpo y el hechizo de su hacer como algo inaprahensible a lo mental: ¿acaso puedes aprender a nadar sentado en un despacho mientras lees su manual de instrucciones?

Conocimiento tácito, el cuerpo se encarna, yada yada yada.

En el fondo, esto no deja de ser un intento de hipostasiar el cuerpo, de darle una trascendencia tal que lo escinda de Lo Real. No es casualidad que dicho movimiento intelectual semillara con el correlacionismo y brotará sin tregua y en plaga desde el siglo veinte cuando el pensar de los Místicos de Muelenburg ha alcanzado el estatus de pensamiento por defecto o Folk Philosophy.


Como siempre, estas confusiones pasan por quedarse en un ventanilla, no profundizar y confudir el a la vista con lo visuablizable pero no queremos ver qué cosas pasan sino qué da paso a las cosas. El materialismo antepone el carro a los buyes lo cual pinta una escena visualmente verosímil (¿acaso no ves que se ha abierto la cabeza y eso no le da qué pensar?) con lo holísticamente realidad: ves la manzana caer pero no ves qué la fuerza a caer.


¿Acaso la abeja cuando artesana su colmena no hace uso de un conocimiento tácito de un modo tal que su celdilla acabe cogiendo la forma hexagonal sin mapa ni cincel?

Mas esa forma tan bien encajada no se despliega por labranza de abajo a arriba sino que tiene un porqué plenamente justificado desde las Matemáticas: un hexágono encierra más área (y por tanto, más volumen) que un cuadrado o un triángulo, esto significa que para un mismo perímetro (y por tanto, similar gasto de cera en las paredes), es preferible dicha forma geométrica. 

La Conjetura del Panal: Durante siglos, los matemáticos conjeturaron que el hexágono era la forma que minimizaba el perímetro total para dividir el plano en áreas iguales. No fue hasta 1999 que el matemático Thomas C. Hales publicó una demostración rigurosa, confirmando que la abeja había "encontrado" este problema de optimización millones de años antes que los humanos.

Las abejas no "resuelven" nada. "Encuentran". Encuentran a como sea que cómo sea y si es posible ese encuentro es porque previamente había algo que saldría al encuentro. ¿Dónde está la creación estrictamente material aquí?

Vemos alguien borracho tirado en el suelo y nos preguntamos cómo se puede haber caído tan bajo. Literal. Lo podemos recordar ahí haciendo comentarios ingeniosos y de repente, un poco de etanol en las venas, y no es capaz de siquiera coordinar unas piernas, acción que hasta un niño ya es capaz de hacer: ¿cómo desmaterializar nuestra menta si tan a-pega-dada está a la materia cerebral?


Una vez más. Ponemos el carro por delante de los bueyes.


¿Acaso una orquesta donde la sección de vientos entra a destiempo y desbarata una música inteligible está creando de la nada la partitura de la que está haciendo materia sonora? ¿Cómo podría ser que midiéramos el malfuncionamiento de nuestro cuerpo si es que no lo remitimos a un indicador abstracto que nos cante la desviación? ¿Cómo podría saber si "Hoy estoy espeso. A ver si con el café me espabilo" de no tener un benchmark (aquí estrictamente computacional) que me indicara que estoy pensando por debajo de unas posibilidades potenciales? Y quien dice capacidad de atención o rapidez de cálculo, dice inspiración o elocuencia o lo que sea. ¿Quién diría que está inspirado si su "output" cognitivo no fuera cualitativamente distinto al estándar cotidiano suyo?

Cuando decimos que nuestro cuerpo está así o asó, lo decimos porque la música cognitiva que está madejando no termina de batutarse a como la partitura sentimos que debería resonarnos.


<<Esa "partitura que debería resonarnos" es el eco material de la historia de nuestro cerebro funcionando bien>>, me podrás objetar, <<Es la huella que ha dejado en sí mismo su propio óptimo. La mente no está desmaterializada, sino que es la experiencia subjetiva de un proceso material que es lo suficientemente complejo como para tener una historia, un estándar y la capacidad de fallarlo>>.


Un "eco material",  un "eco material"...humm.. ¿cómo podría un eco material materializarse sin idea-liza-ciones? Podríamos pensar en una máquina Rube Goldberg que a pasos va dando pasos a diferentes procesos encadenados. Ahora bien, una vez más: la imagen del carro por delante de bueyes, que por tanto no se mueve: ¿cómo podrías de-terminar que dicha asociación termina en un recuerdo de-terminado correcto? Me explico: yo recuerdo andar con fluidez y ahora no doy pie con bola, ¿por qué andar a tientas no es andar como buenamente se pueda?

Si durante años, mi cerebro ha construido un modelo interno altamente eficiente de cómo es caminar, entonces, por definición, mi cerebro trabaja hacia modelos (como la abeja hexagonaria) y por ende necesita de una dimensión de lo real trascendente, o sea, no meramente horizontal, Rube Goldberg.


Si el cerebro construye y se mide contra un modelo, por muy material que sea, entonces está operando con una dimensión vertical de sentido: la de la representación, la referencia, la normatividad. Un proceso puramente horizontal, un proceso Rube Goldberg, es una secuencia de causas y efectos A -> B -> C. No hay "modelo", solo hay colisiones. Pero un sistema que aprende, que compara su estado actual con un estado óptimo o esperado, está haciendo algo radicalmente distinto. Está introduciendo un dispositivo asidero (un "para qué") en el flujo material coercitivo.


La corporalidad ha sido la piedra de toque del Misticismo de la Miscibilidad durante el siglo veinte. No en vano, todo un crítico de la IA (digo y diré "IA" como metonimia de la investigación de la IA en aquellos contextos donde así se puede deducir con un mínimo de caridad hermenéutica), Hubert Dreyfus, fundamenta su escepticismo en una filosofía de la mente que privilegia la encarnación, el contexto y el conocimiento tácito sobre la manipulación lógica de símbolos, argumentando que esto último es una condición necesaria pero de ninguna manera suficiente para lograr una inteligencia artificial a la altura de la humana.

Su pensamiento no es solo una crítica de carácter ludita: es, antes que nada, un ataque frontal a toda una tradición filosófica occidental que, según él, comienza con Platón y cuyo valor la investigación en lA heredó y amonedó en silicio.

Dreyfus identifica en Platón mismo el origen de lo que él llama el "supuesto epistemológico" erróneo: la idea de que todo conocimiento genuino debe ser explícito, formalizable y basado en reglas.

En puridad, se podría rastrear esta idea hasta al mismo Sócrates para quién "la virtud es conocimiento" y que si uno sabe lo que es correcto, actuará correctamente. Esto implica que todo comportamiento inteligente puede ser reducido a un conocimiento proposicional, un "saber-qué" y así también, la lA  supone que para actuar de forma inteligente, un sistema solo necesita tener el "manual de instrucciones" correcto (el programa) y la base de datos adecuada. Dreyfus argumenta que esto ignora por completo el "saber-cómo" (know-how), que es un conocimiento corporal, intuitivo y no reflexivo que no puede ser reducido a un conjunto de proposiciones: Martin Heidegger y su concepto de "ser-en-el-mundo": no nos relacionamos con el mundo como sujetos que contemplan objetos sino que estamos sumergidos en él: usamos herramientas de forma transparente ("estar-listos-a-la-mano") sin una representación mental consciente.


Para Dreyfus, la lA fuerte solo podrá avanzar cuando abandone el paradigma platónico y se enfrente al hecho desordenado, contextual, encarnado de la existencia humana.


Se suele afirmar que Gödel vino a demostrar esto mismo, el cómo la matemática no era reducible a la lógica, vale decir, a una serie de reglas simbólicas y de hecho, y desde entonces, se ha buscado una suerte de intuición "para-sintáctica" para explicar por qué nosotros tenemos un acceso "semántico", que no meramente "norminativo", de las matemáticas en particular, de Lo Real en su totalidad.


En realidad, un decreto así de genérico posiblemente exceda la competencia de aquellos teoremas de incompletitud como espero mostrarte en breve.

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