Hipercognición

 No faltan, eso sí, quienes consideran un derroche energético la "emergencia" del yo. Peter Watts en su novela Visión Ciega hace de ese terreno la plataforma de lanzamiento de sus ideas imaginaciones futuristas.

Ahora bien, ¿de verás pueden ser más eficientes los Scramblers imaginados por Peter Watts o nuestra escatología apunta a una hipercognición autoconsciente como la propuesta --y profetizada-- por Ray Kurzweil donde nuestro cerebelo sería complementado por hardware en la nube? La existencia de una somántica se explica no en función de una confrontación polar u alternativa epistemológica a las Ideas sino en base a un truncamiento epistemológico similar al que para eventos mundanos nos hace escoger a Newton sobre Einstein. El cerebro humano es un truco evolutivo para equilibrar precisión y eficiencia. Resolver ecuaciones diferenciales para (por ejemplo) caminar consumiría más energía que la que el cuerpo obtiene de los alimentos (un problema similar al de los robots dinámicos, que requieren enormes recursos computacionales para emular la fluidez humana). Para articular entonces su cualidad movimentaria (en el sentido amplio del término), los seres vivos han desarrollado una latencia menor que les permite re-calcular y en-redar movimientos y sensaciones en su propia zona de perturbación al precio de a-tajar el paso enletecido por la consciencia. Ray Kurzweil imagina la singularidad como una fusión de estructuras cognitivas humanas y artificiales, donde la distinción se difumina. Pero mi pregunta sería: ¿es necesario? Aún más, ¿es cualitativamente novedoso? La singularidad no será un momento místico, sino la culminación de una tendencia histórica: delegar lo rutinario en capas cada vez más eficientes de heurísticas. Dice Ray Kurzweil en La singularidad está más cerca: Cuando nos fusionamos con la IA Estas aciones simples del cerebelo, que rastrean los estímulos sensoriales y los traducen en movimientos musculares, equivaldrían a la idea matemática de una «función base»; y son lo que nos permite atrapar la bola sin resolver ninguna ecuación diferencial En ese sentido se parecería al método mecánico de Arquímedes, el cual, combinaba geometría con estática, usando palancas y centros de gravedad para calcular áreas y volúmenes. Anticipó el cálculo integral al considerar infinitas secciones. Fue clave para hallar, por ejemplo, el área de un segmento parabólico. Continúa Kurzweil: Las personas que carecen de un cerebelo plenamente funcional debido a un traumatismo o una enfermedad pueden ordenar acciones voluntarias a través del neocórtex, pero este proceso requiere un esfuerzo muy concentrado, y, además, existe la posibilidad de que también padezcan un problema de coordinación conocido como «ataxia». En el fondo esto funciona a base de leyes potenciales --como la de Pareto (80/20)-- las cuales describen distribuciones donde unos pocos elementos concentran la mayor influencia. Son comunes en economía, redes y fenómenos naturales, donde la desigualdad es inherente. Casos de: distribución de riqueza, tamaños de ciudades o frecuencia de palabras. Estas leyes nos permiten cercar y a-cercar una solución a base de pequeñas acciones y modificaciones simples. Estas heurísticas, en definitiva, nos capacitan una consciencia inconsciente o truncada que nos libra de tener que realizar una acción cabal a plena consciencia sino por reemplazo. La idea central es que la inteligencia (biológica o artificial) depende de jerarquías de heurísticas, donde capas inconscientes (o algoritmos) manejan lo rutinario, permitiendo a capas superiores (conciencia/IA avanzada) enfocarse en lo complejo. La singularidad, al decir deKurzweil, el punto donde estas heurísticas se vuelvan tan fluidas que la distinción entre humano y máquina desaparezca. ¿Pero es posible (o necesario) caminar calculando al milímetro cada paso? El cerebro consume el 20% de nuestra energía aunque pesa solo el 2% del cuerpo. Si tuviéramos que resolver ecuaciones diferenciales para caminar, el costo cognitivo sería insostenible. La señal nerviosa tarda unos 100 ms en llegar del pie al cerebro. Si dependiéramos del neocórtex para ajustar cada milímetro, tropezaríamos constantemente. En realidad, la IA actual (el caso de los modelos de lenguaje) no "calcula" cada palabra, antes al contrario, usa patrones estadísticos aprendidos (leyes de potencia, como Pareto). Es análogo al cerebelo: aproxima en lugar de resolver. Caminar calculando cada milímetro sería como escribir un libro eligiendo cada palabra por su frecuencia en el corpus idiomático: técnicamente posible, pero también: antinatural, derroche inútil.  Si las IAs van acercándose a nosotros, muy seguramente acaben también atajando por las mismas inconsciencias sománticas. Ray Kurzweil mismo lo comenta a propósito de las redes neuronales, donde la idea básica consistía en crear un modelo informatizado que estuviera, inspirado en el funcionamiento de las redes neuronales humanas, siendo que funcionan a base de establecer aleatoriamente el cableado de la red neuronal y las fuerzas sinápticas, de modo que las respuestas producidas por esta red neuronal, que aún no está entrenada, también sean aleatorias de manera que con el tiempo, la red neuronal se organiza por sí misma para po-der ofrecer respuestas correctas sin entrenamiento pero asimismo han llegado a convertirse en un grave problema, ya que los usuarios querrán tener la posibilidad de ver el razonamiento que hay detrás de decisiones con una gran trascendencia, como un tratamiento médico, la aplicación de una ley, una gestión de riesgos o una solución epidemiológica. Por este motivo, muchos expertos en IA están trabajando en el desarrollo de mejores sistemas de «transparencia» (o «interpretabilidad mecánica») sobre las decisiones basadas en el aprendizaje automático." Queda por ver hasta qué punto esa transparencia será efectiva cuando el aprendizaje profundo se vuelva más potente y complejo Puesto que las IAs ni saben por qué han llegado a ciertas conclusiones como cuando vemos una pelota acercarse sorpresivamente a nuestra cara y levantamos la mano del susto y la atrapamos. La memoria muscular consiste en: Unos movimientos que en el pasado requerían un pensamiento y una atención conscientes empiezan a sentirse como si fueran automáticos. En esencia, este proceso representa un cambio del control motor, que pasa del córtex al cerebelo. Al tratar de chutar un balón, resolver el cubo de Rubik o tocar el piano, cuanto menos esfuerzo mental consciente sea necesario para poder ejecutar la tarea, mejor suele ser la calidad de la ejecución. Las acciones serán más rápidas y armoniosas, y entonces será posible centrar la atención en otros aspectos fundamentales para el éxito. Cuando los músicos logran ese dominio del instrumento, pueden producir cualquier nota de una manera tan natural e intuitiva como una persona normal reproduce las notas de Cumpleaños feliz con la voz. Si te preguntara cómo consigues que las cuerdas vocales produzcan la nota correcta en lugar de otra, lo más probable es que seas incapaz de describir con palabras el proceso. Eso es lo que los psicólogos y coaches denominan «competencia inconsciente», porque la habilidad se desarrolla básicamente en un nivel subyacente a la propia conciencia. La Singularidad podría ser simplemente la sofisticación máxima de lo inconsciente, no un salto cualitativo. E, igualmente, nuestra somántica no sería tanto una modalidad complementaria, cualitativamente distinto acceso a la realidad, cuanto un truncamiento, atajo termodinámicamente exitoso para acceder a lo real. Es decir, en última instancia, la Singularidad no sería tanto un evento escatológico como la continuación, si se quiere culminación, de una tendencia histórica y natural de externalizar la cognición, aún más, puede que al hacerlo, nos volvamos aún más opacos a nosotros mismos incluso en actos de consciencia deliberada como lo son ahora con nosotros nuestros propios cerebelos cuando nos echamos a andar por la vida. En ese sentido, Peter Watts, después de todo: biólogo marino, no anda desencaminado cuando advierte de que entidades vivas inconscientes podrían ser más evolutivamente exitosas que seres hiper-conscientes, al fin y al cabo, por su propio peso, masa biológica medida a peso, no somos los humanos quienes más peso tenemos en el mundo. Dicho de otro modo, ¿por qué más consciencia nos haría la vida más vívida y no más bien más derrochadores de energía? Ahora bien, justamente en la medida que podamos procesar bits de información a un menor costo --vía eludir la materialidad biológica y acudir al silicio-- entonces la alternativa hiperconsciente de Kurzweil se vuelve disruptivamente tentadora y exitosa: el silicio rompe el tradeoff que hizo de la consciencia biológica un lujo dosificado con cuentagotas. Si lo miramos en detalle, de hecho, la tecnología --suplementos de nuestra mente extendida-- es la que explica por qué nuestro camino, ni aún llegando a la Singularidad, es evolutivamente más exitoso que los zerzanianos Scramblers: mientras estos siguieron la frágil senda de la eficiencia pura, nicho evolutivo, nosotros jugamos poder amoldarnos en (prácticamente) cualquier escenario natural, al precio, eso sí, de jugar a ser Dioses dentro de un Castillo de naipes: la consciencia sería el precio energético por el arrendamiento de semejante catedral de conocimientos que es nuestra Civilización. En resumen: la consciencia no surgió para "hacer la vida más vívida", sino como una conquista de sistemas neurales complejos avalado por la posibilidad de no tener que truncar nuestro acceso a lo real y poder ser más precisos en nuestro acceder a lo real.

Más precisos, si bien al precio de externalizar nuestra cognición y por tanto, des-somatizar parte de ella.

El valor adaptativo de lo Consciente (que tanto preocupa a Peter Watts) estaría en permitir modelos generativos de realidad (simular futuros, mentir, crear ficciones compartidas: teoría de la Mente). Los Scramblers de Watts, por el contrario, son nicho eficientes pero están encapsulados en un presente perpetuo que no tiene extensión cognitiva posible: actúan sobre un único escenario. Los humanos, con nuestro derroche energético, ganamos la capacidad de maniobrar creativamente la realidad, por ende manipular el futuro. La Singularidad no sería un destino ex nihilo, sino la culminación de esta misma tendencia: delegar a lo tecnológico y externo lo que por lo biológico (o arquitectura tecno-cognitiva) no puede escalarse. El riesgo no es la opacidad, sino la dependencia crítica de una infraestructura energética que, en última instancia, es una Espada de Damocles termodinámica.

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