martes, 15 de diciembre de 2009

Comprender una obra artística

Recién leí un ensayo de Arturo Sierra sobre estética a propósito de qué significa comprender una obra de arte.

La tesis, si no soy pésimo lector, enfatiza el carácter holístico de toda comprensión, arte incluido.

Una casi anécdota hallada en el ensayo motiva esta anotación y tal vez sirva de resumen a lo leído.

Mi vagancia es enorme así que no releeré la anécdota mas mi memoria es embustera así que tampoco esperes que sea enteramente veraz.

Cuenta Gould en una entrevista cómo Schubert siempre le pareció un compositor menor, cómo sus armonías simples, cómo artificialmente ornamentadas, cómo definitivamente frío lo dejaba.

Hete aquí que oye a Sviatoslav Richter interpretando al insigne compositor y, como si de una revelación mística se tratase, súbitamente comprende el por qué equilibradas sus voces, el por qué orgánicos sus ornamentos, el por qué, en suma, grande Schubert.

Si nos preguntásemos si hasta entonces un experto oyente como Gould había comprendido al austríaco, un servidor respondería que no, que lo había subsumido en una suerte de diccionario en donde la relación de los términos así como su propia naturaleza estaban bien definidos, porque tal es lo que implica una comprensión técnica de una obra musical, por extensión artística, pero nada más.

No obstante, será Richter quien verdaderamente le muestre el camino de la comprensión plena, averbal, holística de la obra pues a partir de aquella interpretación el canadiense logrará emocionarse con la obra del austriaco por esta vez comprenderla pero ya no en su siempre reduccionista significado técnico, gramatical, lingüístico, como de definición de diccionario, sino por comprenderla en su uso, en un uso para lo que sí, se necesitan reglas previas pero que en el lenguaje artístico no son sólo socialmente aprendidas, tal que en el lenguaje ordinario, sino creadas sensibilidad mediante por el autor para luego ser descubiertas, recreadas por el oyente, una vez más, vía sensibilidad.

En mi opinión, será precisamente el concurso salvífico de la sensibilidad en la comprensión de algo lo que diría caracteriza a una obra artística en tanto que artística.

Una sensibilidad, por cierto, que sospecho no se deja descubrir con ninguna guía, con ningún preciso mapa; una sensibilidad entonces que habrá que apresar con tácito tacto, modulando nuestros patrones cognitivos a la manera en que en una radio se caza manualmente una determinada sintonía ya que todo lo demás es ruido blanco, fría técnica pero nulo significado.

3 comentarios:

EL INDIO JOHN dijo...

Una sensibilidad, por cierto, que sospecho no se deja descubrir con ninguna guía, y que añado, comienza por destruir y liquidar todo lo aprendido hasta la fecha en una determinación de derribo que de otra forma nuestras suposiciones aprendidas desvirtuaran nuestra sensibilidad. "Un desarreglo completo de los sentidos" que dijo el otro que por cierto se piró a Abisinia el muy incoherente.
Saludos

Sierra dijo...

Oh... No puedo sino agradecerle esta inesperada y muy halagadora reseña. A decir verdad, no tengo nada de mi cosecha que añadir a su lectura. Pero me alegra mucho que le gustara.

Héctor Meda dijo...

Indio John,

La verdad es que nunca había encontrado sentido a la célebre máxima de Rimbaud pero gracias a tu contextualización de repente se me hizo grata la idea.

Sierra,

Nada, parafraseando un refrán, es de buenos lectores ser buenos reseñadores.