lunes, 19 de julio de 2010

La metamorfosis, según Chuang Zu, según José de la Colina

Franz Kafka soñó que era Gregorio Samsa y no sabía al despertar si era un escarabajo que había soñado ser un literato o un literato que había soñado ser un escarabajo.

10 comentarios:

Héctor Meda dijo...

Éste es un micro homenaje/plagio (¿quién es el impertinente/adulador que pone el cascabel?) a otro aún más brillante (nobleza obliga) de José de la Colina. Léase (en especial el de Hamlet que es como el de Pascal pero aún más brillantemente planteado)

Rafael dijo...

Creo que en la pintura se dan innumerables ejemplos de análisis-sintesis -o sea, fusion entre sujeto y objeto- entre el hacedor y el hecho, entre el observador y lo observado. Sin ir más lejos, Velázquez en "Las Meninas", Rembrandt, autopintándose a lo largo de su vida toda, la "perversión" de los modelos pictóricos a lo largo del siglo XX, en los cuales se cuela de rondón la presencia en el lienzo de la subjetividad del pintor. En fin, Escher y la mano que pintan a otra mano.

Rafael

Héctor Meda dijo...

La autorreferencia tiene muchas y variadas y frecuentes apariciones en toda la amplia gama del arte, al punto que yo no sabría si otorgarles a todas una misma causa pero...humm... he de confesar que yo no tenía intención alguno de introducir la autorreferencia al micro

Leandro dijo...

Es que "escarabajo" y "escritor Franz Kafka" hoy día son casi sinónimos. Esto pese a las biografías, que invariablemente devuelven un Kafka feliz, de buen y agudo humor, afable, de buena figura, enamoradizo. Pero su literatura es más fuerte, y eventualmente hace la metamorfosis por él, lo vuelve un bicho: un escritor es, a la larga, la suma de sus escritos. Por eso Shakespeare habrá quedado en un enigma permanente: lo poco que se sabe de la persona real y lo plural de sus invenciones no permiten asirlo a la imagen de un solo sueño.

Sierra dijo...

Kafka, pobrecito, lo que era es abogado. Un abogado que soñó poder ser cualquier cosa, como todos los abogados que sueñan —cual elefantes saint-säensianos— ser mariposas que soñaron, en una pesadilla, haber estudiado derecho.

Héctor Meda dijo...

Yo más que una preocupación por la felicidad o una búsqueda de una profesión alternativa a la abogacía cifraría la escritura de Kafka como una actividad sustitutiva pero en esencia idéntica a la lectura de la Torah, hablamos, pues, de la búsqueda de un sentido a la vida

Rafael dijo...

En Borges aparece en su "Libro de los Sueños" el relato de Chuang Tzu, quien contaba las dificultades para distinguir al despertar si era Tzu que había soñado ser mariposa o mariposa que había soñado ser Tzu. Y también Monterroso, en su obra "La oveja negra y demás fábulas": Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka... Aunque parezca increible todos somos capaces de distinguir sueño de vigilia. En el sueño se da un fenómeno más cercano a la psicosis, ya que en durante la fase de sueño todos los objetos que en él aparecen son objetos del soñante... pero sin que pueda tener control sobre los mismos. Más que soñar todos tenemos la impresión- pasajera, eso sí- de más que soñar ser soñados. Incluso más todavía, de no estar soñando y que ésta es la realidad y que en el fondo es la misma experiencia de no control de los psicóticos profundos cuando dicen aseverar con todo fundamento ver voces y oir pensamientos. Las imágenes todas son producidas sin control por el soñante. Y raras veces aparecen diálogos (en la mayoría de las ocasiones los diálogos que se dan por hecho haberlos producido son en el fondo invenciones a posteriori cuando el sujeto narra -inevitablemente con el discurso verbal- lo acontecido durante el sueño. En esas fases de sueño buena parte del cerebro, fundamentalmente el neocortex, que es el responsable de buena parte del desarollo verbal, queda sin actividad, quedando el resto del cerebro con cierto funcionamiento, y que, además, es el responsable de la actividad analógica; esto es, el de la imágenes. De todo esto se colige que el sueño sea una actividad netamente simbólica y que por tanto interpretable ad infinitum. Afortunadamente despertamos, la labor correctora y represora del Yo limita y perturba el recuerdo del sueño y queda en la mayoría de las ocasiones pequeños trozos de la película soñada, a modo de trozos de celuloide casi inconexos entre sí. La verdad es que todos tenemos una barrera diacrítica que nos posibilita diferenciar sueño y vigilia. Realidad y fantasía – o imaginación.

Masgüel dijo...

"Aunque parezca increible todos somos capaces de distinguir sueño de vigilia."

No. Durante el sueño, a no ser que sea lúcido, uno está convencido de estar despierto.

"durante la fase de sueño todos los objetos que en él aparecen son objetos del soñante... pero sin que pueda tener control sobre los mismos."

De nuevo, a no ser que el sueño sea lúcido, en cuyo caso el control depende de la experiencia, voluntad y atención del soñador.

"raras veces aparecen diálogos (en la mayoría de las ocasiones los diálogos que se dan por hecho haberlos producido son en el fondo invenciones a posteriori cuando el sujeto narra -inevitablemente con el discurso verbal- lo acontecido durante el sueño."

No estoy de acuerdo. No solo recuerdo diálogos entablados en sueños ordinarios. Yo he hablado durante el sueño lúcido con personajes oníricos sobre su propia condición. Su respuesta me resulta muy interesante. Dicen que no aprecian la menor diferencia. Lo curioso es que los personajes oníricos en los sueños lúcidos, salvo que les ordenes hacer algo en voz alta y tono autoritario (algo que no me gusta), se comportan como personas independientes en todos los sentidos.

"En esas fases de sueño buena parte del cerebro, fundamentalmente el neocortex, que es el responsable de buena parte del desarollo verbal, queda sin actividad"

De nuevo, eso no se corresponde con lo que sabemos de la fisiología del sueño. Durante el sueño REM el cerebro muestra el mismo comportamiento que durante la vigilia. Los hemisferios cerebrales se desincronizan y el encefalograma muestra ondas cortas y rápidas. El cerebelo desconcecta el control de los músculos voluntarios del cuello para abajo (parálisis del sueño). Los ojos se mueven porque siguen el contenido onírico. La única zona del neocortex que queda sin actividad es una pequeña zona del lóbulo prefontal relacionado con la memoria proyectiva. Es por eso que no somos capaces de reconocer que estamos soñando salvo que, de nuevo, el sueño sea lúcido, en cuyo caso esa zona vuelve a aparecer activa en el scanner. Ejercitar la memoria proyectiva (proponerse examinar toda experiencia como si fuera un sueño) es la clave para después, darse cuenta de estar soñando. La acetilcolina también parece tener un papel importante en el proceso, porque los soñadores lúcidos conseguimos mejores resultados tomando precursores o un inhibidor de la encima que destruye ese neurotransmisor.

"Afortunadamente despertamos"

Desafortunadamente, siempre demasiado pronto.

"el recuerdo del sueño y queda en la mayoría de las ocasiones pequeños trozos de la película soñada, a modo de trozos de celuloide casi inconexos entre sí."

Un ejercicio sencillo para recordar sueños: Cada vez que despiertes, no muevas un músculo ni abras los ojos (eso es muy importante). Tira de la hebra del recuerdo en el orden inverso a como has soñado. Primero lo último, después lo anterior y así hasta que no de más de sí. Entonces te levantas y lo escribes. Recordarás mucho mejor tus sueños si aprendes a difrutar haciéndolo.

"diferenciar sueño y vigilia. Realidad y fantasía – o imaginación."

La realidad del sueño, a veces, es más nítida, detallada, colorida y tangible que la de la vigilia (hiperreal).

http://www.youtube.com/watch?v=wYTgTxSoITY

Anónimo dijo...

Sobre la diferencia entre soñar y vivir tengo un post que deja muy clara mi postura: en breve: no es posible en el mismo instante de la experiencia distinguir lo ilusorio de lo durable (por buscar un eufemismo para la desgastada palabra "real")

No obstante, yo aquí utilizaba el verbo "soñar" en el sentido que le daban los barrocos, o sea, como transunto de nuestra identidad.

Héctor M.

Masgüel dijo...

"ninguna experiencia por sí misma tiene la garantía de auténtica por lo que nuestra idea de autenticidad, de estar ante lo auténticamente real, se cimenta no en algún metafísico fundamento transubjetivo que pueda ser consultado, sino en un yo entretejido con el resto de experiencias vividas y presto, por qué no, a ser desgarrado."

Literalmente. Una de las "pruebas de realidad" más comunes es traspasar la palama de la mano con un dedo de la otra. En mi caso, casi siempre, consiste en dar un pequeño salto. Si asciendo como un aerostato, estoy soñando. Nunca falla. Lo malo es que cuando lo haces durante la vigilia, te miran como si te faltase un tornillo.