jueves, 15 de julio de 2010

Disputatio theologica

A los mongoles les gustaban las competiciones de todo tipo por lo que incluso organizaban debates entre religiones rivales análogos a los combates de lucha.

En cierta ocasión, y aprovechando la llegada de unos misioneros cristianos, Mongke Khan ordenó celebrar una discusión ante tres jueces (uno cristiano, uno musulmán, uno budista) que sólo tendría una norma limítrofe: Prohibido pronunciar palabras destempladas.

Los debatientes, so pena de ser castigados con la muerte, deberían competir basándose exclusivamenten en sus ideas sin usar ni las armas, ni las amenazas, ni las palabras de nadie a modo de matonil respaldo. Silogimos, pruebas, razonamientos por toda persuasión de ideas.

El mal frente al bien, el alma frente a la muerte, Dios frente al diablo, lo divino frente a lo humano: esas cosas refirió, tal vez, la disputa.

Pero sucedió que como en los combates de lucha, entre una ronda y otra, los atletas mongoles bebían leche de yegua fermentada; en imitación venerable a este proceder, después de cada ronda del debate, los eruditos hicieron paréntesis desde donde beber tranquilamente mientras se preparaban para el siguiente duelo.

Y como pasado el tiempo ningún bando convencía a alguien de algo y como los efectos del alcohol empezaron a hacerse más presentes y cómo no podían violentarse, ni violentar a nadie: los cristianos, frustrados, dejaron de intentar convencer a base de palabrería y recurrieron al canto; los musulmanes, en respuesta, empezaron a recitar en voz alta el Corán; y los budistas, en venganza, retirarónse a una meditación silenciosa. Finalmente, demasiados borrachos como para sostenerse en pie, acabaron todos por quedarse dormidos.

Se cuenta que, luego de ver el resultado de la discusión, el cómo había derivado en un sucesión de cánticos, luego de ver a los debatientes acurrucados, mansos, durmiendo por el influjo del alcohol, del calor del debate; Mongke Kan preguntó con sarcasmo si, después de todo, a eso se reducía toda la sofisticada teología religiosa: a un par de nanas para bebés.

5 comentarios:

Héctor Meda dijo...

El comentario de Mongke Khan es apócrifo pero los demás hechos aquí narrados son históricamente ciertos.

Rafael dijo...

A mi modo de ver, la disputa es poner, sea ésta la que fuere, algo que sea sometible al diálogo -en definitiva una materia o tema del cual nutrirse y hablar: y que los anglófonos dirían: What's the matter?. Pero cuando lo que interesa, que etimológicamente quiere sifnificar lo que está entre los seres, es algo inasible, o bien desechamos el tema por ser pura entelequia, o bien nos autotransformamos en esa misma entelequia. No hay sujeto sin objeto, y hablar de la divinidad, o del bien y del mal, nos aboca a alcanzar la misma materialidad que Peter Pan pero a base de pastillas y vino de garrafa. En definitiva, las ideas se tienen, en las creencias se está.

Sierra dijo...

Pues, la verdad, yo nunca he visto a nadie convencer a otro mediante argumentos. Los argumentos en realidad solo son útiles a quien ya confía anticipadamente en su conclusión.

Héctor Meda dijo...

Rafael,

Sí, cierto y añadiría que no hay un firme criterio de demarcación entre ideas y creencias sino que sólo hay una larga colección de objetos con algunos de los cuáles somos más (o menos reacios) a considerar la posibilidad de que dejen de amueblar nuestra vida

Sierra,

Yo siempre digo que el discutir nos obliga y nos consigue hacernos más convicentes las razones que sostienen nuestro pensar.

Sierra dijo...

Estoy de acuerdo: discutir tiene muchas ventajas y es muy sano para el intelecto; pero nunca un silogismo ha convencido a nadie y lo más que consigue un buen argumento es, si acaso, callar por un rato al interlocutor. Que se convenza o no depende de otros factores; entre ellos, creo que uno de los más importantes es estético.