******(Continuamos el diálogo empezado aquí)*******
Horacio: Pareciera que para ti todo está determinado y negarlo es poco más que una herejía. ¿Qué pasa con los procesos cuánticos?
Martin: Bueno yo no apuntaría a tanto como que todo está determinado, de hecho, lo que yo afirmo es que tanto una opción como la otra no posibilitan el libre albedrío. Ni determinismo, ni indeterminismo, vamos. Y en cuanto apostar por la cuántica pues es peligroso y equivocado. Peligroso porque que los procesos sean indeterministas es una interpretación más de las múltiples existentes y equivocado porque lo que vendría a decir la cuántica no es que estemos determinados para ir al cine o a la playa en cada ocasión, vale, pero sí que en un sesenta por ciento de las veces iremos al cine y en el restante porcentaje a la playa. Vamos, que seguimos igual de determinados porque en el fondo la cuántica no es indeterminista en un sentido filosóficamente estricto sino que simplemente necesita de una perspectiva más distanciada para predecir de forma exacta los resultados pero, ¡joder!, los predice porque, al final, cualquier micropartícula está sujeta a la ecuación de Schrödinger y dime tío, ¿dónde le queda la libertad a algo que obedece a una determinística ecuación matemática? Es que además apelar a la cuántica para defender el albedrío es increíblemente estúpido porque ¡no hay ciencia sin causalidad! Luego es una ingenuidad esperar que la ciencia dé pábulo algún día a fantasías animistas como la del libre albedrío.
Horacio: Insistes en convertir en una proposición ontológica un enfoque epistémico. Volvamos al caso de la moneda, más sencillo e igual de predecible ecuaciones matemáticas mediante: Yo no puedo predecir si saldrá cara o cruz. Correcto pero cada acto es espontáneo y aunque sí podrás decir, empero, que a la larga saldrán un cincuenta por ciento de veces cara, esa proposición no es una ley exacta, natural y por tanto inherente a la constitución del sistema sino una aproximación y prueba de ello es el hecho de que aunque haya tirado 99 veces la moneda y en todas ellas haya salido cara, en la centésima vez que tire la moneda no habrá ninguna ley que me determine que vaya a salir cruz. Si pensara que no, que tiene que salir cruz para que se cumpla la ley de probabilidades entonces estaría cometiendo la falacia del jugador. Así que tal vez la cuántica diga que voy a ir al cine un 60 % de las ocasiones pero cada decisión es única e indeterminada, en definitiva, soy libre de elegir so pena de caer sino en la falacia del jugador.
Martin: ¡Buff! ¿Ahora vamos a discutir la filosofía matemática de la estadística? ¡Qué es domingo por la tarde, por favor! Vamos a ver, la cuestión final que apunta todo esto es naturalismo sí, naturalismo no, ¿verdad? Podríamos formularlo algo así como ¿puede haber entidades proactivas cuyo comportamiento no esté reglado por ninguna ley natural? Lo que trato de demostrarte es que la respuesta es, al menos por el momento, e incluso desde la indeterminista física cuántica: Rotundamente no. Fíjate que no puedo predecir jamás un acto de elección concreto porque cada suceso aleatorio es un suceso independiente. Tienes toda la puta razón en ese sentido pero, ¡ah! siempre hay un pero, pero SÍ que puedo predecir que en un tiempo infinito TODOS los sucesos obedecerán la ley de probabilidades. Puede parecerte contraintuitivo. Bien, anótale otro ítem contraintuitivo más a la cuántica pero no tires de ella para deducir lo que precisamente la contradeciría, ¡por favor!, y con esto me estoy refiriendo a la creencia de que existen fenómenos no causados en la naturaleza que permiten el libre albedrío porque entonces has de responder cómo dicha libertad obedece a un patrón matemático. En el caso de la moneda es fácil. ¿Coincidiremos verdad?: Es un proceso determinista pero en el cuál se dan tan cantidad de microprocesos participantes en el fenómeno que en la práctica se hace imposible predecir el resultado. ¿Correcto? Lo que tú no acabas de entender es que si a la larga son predecibles los resultados de la tirada usando la estadística es porque es un proceso que se deja matematizar, reglar, naturalizar o como quieras llamarlo pero no es algo en lo que puede pasar cualquier cosa como SÍ significaría si la moneda decidiera de motu propio caerse de cara, de canto o de culo. Otro tanto pasa con la cuántica. Si las partículas obedecen a una probabilidad exacta es porque es un proceso naturalizable independientemente de que no se puede naturalizar más. Esa es la cuestión. Otra cosa es que en la cuántica, por decirlo de algún modo, la infinidad de detalles ya no es tal vez un problema meramente práctico sino teórico pero eso no viene el caso; la cuestión es que, insisto, si las partículas fueran azar puro, si dijeran los electrones hago lo que me da la santa puta gana con mi jodido espín entonces, por definición, no habría modo de predecir qué coño harán ni en una tirada ni en cien mil ni en infinitas como no puedes cazar los decimales de un puto número irracional por mucha jodida estadística que le pongas de cebo.
Horacio: Pero es que olvidas que lo que tu llamas concordancia no es más que hacer consistentes, estructurar, la multiplicidad de nuestras percepciones empíricas con nuestras descripciones lingüísticas, nuestras estructuras lingüísticas; olvidas, por lo tanto, que nuestro proceso de aprehensión del mundo exterior, nuestro alumbrar el mundo, es un proceso de naturalización de lo percibido siendo el producto de nuestro pensar lingüístico -sede del yo- nomás que una estructura acoplada a, nomás que un traje hilado en torno a, los informes provenientes de los sentidos pero que este actuar no es más que una estrategia epistémica inherente a nuestra cognición que nos impone dicho esquema para poder sumergirnos en la realidad pero, como la suciedad en unas gafas, no tenemos por qué pensar que forma parte de lo que vemos lo que es simplemente algo inherente a la visión por lo que...
Martin: ¿Así? ¿Y por qué la ciencia es tan obediente ella al principio de causalidad? ¿Eh? ¿Por qué es tan efectiva en su descripción del mundo? Fíjate que yo no diría que es una falla de mi visión el creer en la gravedad y seguro que tú cuando estás en un balcón de un quinto piso piensas lo mismo, colega.
Horacio Déjame terminar y te lo diré.
Martin: Vale, perdona tío.
Horacio: No pasa nada. Bien, como te iba diciendo, efectivamente, nuestra cognición no descansa en el vacío sino que, sin ver o representar de ella nada, es capaz de acoplarse estructuralmente al exterior por lo que se generan los mismos, mejor dichos, parecidos resultados en nuestro pensar y actuar que si fuéramos capaces de ver realmente EL mundo objetivo. Esto lo ilustra perfectamente la metáfora, que tú ya conoces, del submarino de Maturana en donde el ciego operar de poleas y palancas dentro del submarino, que es a lo que nosotros llamamos representar o estructurar el mundo, genera COMO EFECTO COLATERAL un actuar acoplado al exterior pero, insisto, que nuestro operar dentro del submarino, nuestra visión es parecida, no idéntica a la real, en otras palabras, que nuestra inmersión en lo real no es completa, se demuestra en el hecho de que inevitablemente en nuestro pensar sobre el mundo dejamos elementos sin explicación, como si tuviéramos siempre puntos ciegos en nuestra visión que variasen su posición según variase la nuestra pero que apareciesen siempre, como si cada vez que pensáramos sucediera lo mismo que cuando apuntamos con una linterna a una zona semioscura apareciéndosenos parcialmente figuras y contornos de forma prístina en la zona iluminada que no podemos imaginar en su totalidad porque hemos oscurecido el resto de las zonas. Por ejemplo, no puedes explicarme de dónde salen las inviolables y trascendentales leyes naturales; bueno, ni tú ni nadie porque tal ceguera es inherente a nuestro modo de pensar, a nuestro hilar lingüístico, pero todo el mundo se escandaliza cuando a nuestro proceso cognoscente le adjudicamos voliciones igualmente incausadas pero entonces en vez de pensar que esos huecos en las respuestas surgen de las limitaciones inherentes a nuestro pensar se prefiere la sencillez de considerar que la pregunta por la causa de las leyes es una mala pregunta y pensar en la no-causa de nuestras voliciones como metafísica, en el sentido peyorativo del término.
Martin: Vamos a ver, tú mismo al hablar de acoplamientos estructurales presupones la existencia de estructuras tanto en el observador como en el observado.
Horacio: No necesariamente..
Martin: ¡Hey! Ahora soy yo el que no puede terminar..
Horacio: Vale, perdona
Martin: Pues bien, las estructuras no son sino el objeto de estudio de las matemáticas que precisamente necesitan de la causalidad para su existencia.
Horacio: Bien. Como te quería decir antes: no necesariamente. Nuestra cognición está obligada por su propia naturaleza a pensar en términos naturales, en describir toda interacción con el exterior en términos estructurales, en lenguaje matematizable, luego en creer que la causalidad es real pero el hecho es que nada exterior a nuestras inclinaciones cognitivas nos demuestra que el principio de causalidad es real, nada nos demuestra que el mundo es racional, en el débil o particular sentido humano, salvo el hecho de que no podemos sino pensarlo así y salvo el hecho, aún más importante sí cabe, de que el pensarlo así nos es útil pero el ver que el comportamiento de la materia es, en su estado más profundo, indeterminable, el ver que la materia está misteriosamente viva, el ver sobre todo que nuestra cognición no es capaz de aprehender in totum toda la realidad nos da una pista de que no todo es racional, o si se prefiere, humanamente cognoscible, aunque lo parezca y que por tanto lo meramente natural o causal, el determinismo, en suma, no vertebra todo lo real aunque tal enfoque, como toda esquematización, nos sea útil e impuesto, claro, e impuesto.
Martin: Bueno, nos estamos metiendo en berenjenales metafísicos sin salida. Que no todo sea cognoscible no implica que cualquier cosa sea posible porque, tío, tal y como lo planteas, tanto más da afirmar que mi yo o un titiritero maneja mi voluntad pues al rechazar el racionalismo rechazas de plano cualquier conducción sensata de una argumentación. Por otro lado, que las leyes naturales no sean explicables sólo implicaría en todo caso que nuestra cognición tiene límites no que esté totalmente paralela a la realidad. El problema es que simplemente por definición no podemos explicar las leyes naturales y es que parece que no sabes que se explica algo cuando se describe cómo funciona en el sentido de identificar la cadena de causas que conforman ese algo. En consecuencia, explicar una ley natural consiste en deducirla a partir de otra ley así que, por definición, siempre tendremos al menos una ley que no podremos explicar. Ahora bien que una ley no sea explicable no se deduce que no esté realmente causada o que haya sido puesta por un dios, simplemente se deduce que no podemos saber qué pasa con esa ley ¡pero sólo con esa ley! no con el resto de entidades del universo. No entiendo el salto lógico de que porque no podamos explicar las leyes debamos pensar que todo está incausado.
Horacio: No, lo que yo digo es que como siempre surgen puntos ciegos en nuestro uso de la causalidad entonces...
Martin: Macho, vuelvo y te repito si existen puntos ciegos es porque es algo inherente al concepto de explicación pero el hecho de que algunas entidades, casi todas de hecho, sean explicables causalmente implica ¡por fuerza! que existen tales entidades determinadas sino, vuelvo y te repito, TODAS nuestras explicaciones serían estériles y no lo son, ¿verdad?
Horacio: Claro pero porque tal y como defines el concepto de explicación presupones una vez más un mundo objetivo que captas involuntariamente cuando de lo que se deduce de una teoría de la cognición biologicista es que debemos proponer una explicación de los fenómenos del conocimiento acorde con la idea de que es un fenómeno que nos involucra en nuestro ser un ser vivo porque si alteramos nuestra biología, se altera nuestro conocer de modo que ello nos lleva a rechazar lo que se podría denominar la objetividad sin paréntesis que se cifra en creer que existe un mundo ahí fuera que somos capaces de representar, y que es lo que implícitamente asume tu teoría de lo que es una explicación, para postular una objetividad entre paréntesis que considera que lo percibido del mundo exterior correspondería a una construcción hecha por el observador a partir de su estructura interna teniendo que ver más que con el agente que perturba sus sistemas sensoriales, con su historia de cambios estructurales de modo que por explicación consideraríamos una reformulación de la experiencia por transmitir o explicar en una forma que resulte aceptable para el observador. Así, en el momento en que una reformulación de la experiencia es aceptada como reformulación de la experiencia ipso facto esa reformulación de la experiencia se constituye en explicación para el que la acepta. Lo que tú no acabas de entender es que si la causalidad está intrínsenca en una explicación es porque forma parte de nuestra cognición verbal y por tanto cualquier reformulación de la experiencia en términos causales es una reformulación aceptable, es decir, es una explicación válida pero válida porque/para el criterio de nuestras mentes no porque el universo realmente sea exactamente así.
Martin: ¡Buff! Macho, no sé si te he seguido con tus juegos de palabras. A ver, tal y como defines el concepto de explicar caes en un especie de relativismo epistémico.
Horacio: No. Mira, es cierto que la validez de las explicaciones que aceptamos depende de nuestra aceptación y no proviene de manera independiente de ella pero olvidas que nuestra común estructura neurobiológica nos obliga a todas a aceptar ciertas verdades.
Martin: Vale, espera, que me pierdo ¿qué tiene que ver todo esto con el libre albedrío?
Horacio: Pues que al negar la objetividad de una realidad exterior se da un cambio radical de perspectiva: el paso de un Universo, es decir, de una determinista realidad objetiva unívocamente igual para todos, a un Multiverso, en que cada mundo es construido por el observador y es igualmente válido y único respecto de otros siendo en el operar lingüístico el único medio en donde y el único modo de confrontarlos o unirlos. Además, en dicho Universo con su operar explicativo cabía la exclusión entre determinismo y libre albedrío. En el Multiverso, por el hecho de ser un multiverso se deduce que no podemos hacer proposiciones ontológicas de la realidad, del Universo, no podemos describir cómo objetivamente es, pero sí que podemos crear dominios explicativos de entre los mundos, de la única forma posible que nos habilita nuestra pensamiento verbal -único medio de interacción social-: causalmente; pero un hecho esencial a nuestra neurobiológica cognición es la famosa máxima de Maturana, a saber: Todo lo que es dicho, es dicho por un observador, y es que cualquier acto de consciencia, que es el que alumbra nuestro mundo, implica un observador que ve que la conducta de un organismo (con su sistema nervioso incluido) está determinada en cada instante por SU estructura de forma que cada acto cognitivo, cada explicación, cada alumbrar un mundo es siempre un acto causado por la propia estructura que alumbra el mundo, nuestro yo. Sin causas externas que lo afecten.
Martin: Está muy chulo lo del multiverso pero al sacártelo de la manga te has cargado de un plumazo el universo, o sea macho, te has cargado la existencia de algo que nos sostiene a todos y lo que me pregunto yo ahora ¿qué es lo que estudian entonces los físicos? ¿Y cómo es que estos no encuentran elementos incausados?
Horacio: Sí, que los encuentran, a saber: las partículas atómicas. Lo que yo te he querido mostrar es que el azar cuántico no es más que un límite cognoscente a razón de que la dualidad determinismo/indeterminismo no es un enfoque que pueda aprehender toda la realidad por ser un enfoque estructuralmente disímil aunque, que duda cabe, acoplable con esta. De hecho lo que encuentran los físicos actuales con la física es una objetividad ENTRE paréntesis, encuentran que la "realidad" es lo que percibo, es MI realidad y es que, como bien se deduce de la cuántica, la realidad es lo que cada observador mide. Hay muchas otras interpretaciones de la mecánica cuántica pero todas ellas tienen en común que el observador es una parte esencial del sistema, y no se puede simplemente decir que algo "se mide". ¡Esa es la máxima de Maturana!Siempre necesitamos un observador, un observador, recordemos, determinado SÓLO por su propia estructura y lo que dice la cuática es que nada sucederá sino es a la luz de un observador que mida ese suceso por lo que el acto observacional es por definición algo incausado a no ser, a no ser que sea observado por un Dios omnisciente, claro.
Martin: No me tomes el pelo...
Horacio: E insisto: yo no niego la existencia de un universo ahí fuera sino la posibilidad de decir algo de él. De hacer ontologías.
Martin: ¿Ni siquiera que es racional y por tanto causal?
Horacio: Objetivamente no. Ya te he dicho antes que no. Eso es lo que te he intentado mostrar que, digamos, desde el Multivero no se puede llegar al Universo porque este no resulta aprehendido de forma estructural ergo sólo es parcialemente simulado mediante nuestras herramientas cognitivas. Y es que mira, pudiera ser que nuestro mundo coincidiera con EL mundo si este fuera estructuralmente idéntico a nuestra cognición entonces no tendría sentido hacer distingos pues nada habría de misterioso, no existirían los puntos ciegos que te nombré antes pero realmente no es así el universo, no es plenamente aprehensible por lo que nuestras dicotomías del tipo determinismo/indeterminismo o racionalismo/irracionalismo son estériles, no le afectan, son etiquetas inventadas para salir adelante, no son más que linternas que utilizamos para caminar por un mundo oscuro. Digamos que no sabemos verdaderamente qué es eso que está ahí fuera sólo que es un Misterio pero sí que sabemos aquello que constituye nuestro mundo, nuestra consciencia y al tratar de explicarla nos damos cuenta que esta surge, como todas nuestras acciones e identidades, de nuestra propia estructura, una estructura, además, que será ajena a perturbaciones exteriores.
Martin: Total, que necesitas postular que la naturaleza es un misterio, vamos, que no es racional para defender la posibilidad del libre albedrío. Bien, entonces me planto. Míralo como un puto dogma de fe pero yo prefiero la certidumbre de un universo ordenado y estructurado, por tanto causal. Además, no olvides que es domingo a la tarde, dame un poco de tregua que estoy resacoso. Otro día discutiremos si la naturaleza es por fuerza racional o no. Que me parece que esto tiene mucho jugo, al menos para reírme de ti un rato.
(Hay risas mientras el telón cae y apuran el último trago de la bebida)
Horacio: Pareciera que para ti todo está determinado y negarlo es poco más que una herejía. ¿Qué pasa con los procesos cuánticos?
Martin: Bueno yo no apuntaría a tanto como que todo está determinado, de hecho, lo que yo afirmo es que tanto una opción como la otra no posibilitan el libre albedrío. Ni determinismo, ni indeterminismo, vamos. Y en cuanto apostar por la cuántica pues es peligroso y equivocado. Peligroso porque que los procesos sean indeterministas es una interpretación más de las múltiples existentes y equivocado porque lo que vendría a decir la cuántica no es que estemos determinados para ir al cine o a la playa en cada ocasión, vale, pero sí que en un sesenta por ciento de las veces iremos al cine y en el restante porcentaje a la playa. Vamos, que seguimos igual de determinados porque en el fondo la cuántica no es indeterminista en un sentido filosóficamente estricto sino que simplemente necesita de una perspectiva más distanciada para predecir de forma exacta los resultados pero, ¡joder!, los predice porque, al final, cualquier micropartícula está sujeta a la ecuación de Schrödinger y dime tío, ¿dónde le queda la libertad a algo que obedece a una determinística ecuación matemática? Es que además apelar a la cuántica para defender el albedrío es increíblemente estúpido porque ¡no hay ciencia sin causalidad! Luego es una ingenuidad esperar que la ciencia dé pábulo algún día a fantasías animistas como la del libre albedrío.
Horacio: Insistes en convertir en una proposición ontológica un enfoque epistémico. Volvamos al caso de la moneda, más sencillo e igual de predecible ecuaciones matemáticas mediante: Yo no puedo predecir si saldrá cara o cruz. Correcto pero cada acto es espontáneo y aunque sí podrás decir, empero, que a la larga saldrán un cincuenta por ciento de veces cara, esa proposición no es una ley exacta, natural y por tanto inherente a la constitución del sistema sino una aproximación y prueba de ello es el hecho de que aunque haya tirado 99 veces la moneda y en todas ellas haya salido cara, en la centésima vez que tire la moneda no habrá ninguna ley que me determine que vaya a salir cruz. Si pensara que no, que tiene que salir cruz para que se cumpla la ley de probabilidades entonces estaría cometiendo la falacia del jugador. Así que tal vez la cuántica diga que voy a ir al cine un 60 % de las ocasiones pero cada decisión es única e indeterminada, en definitiva, soy libre de elegir so pena de caer sino en la falacia del jugador.
Martin: ¡Buff! ¿Ahora vamos a discutir la filosofía matemática de la estadística? ¡Qué es domingo por la tarde, por favor! Vamos a ver, la cuestión final que apunta todo esto es naturalismo sí, naturalismo no, ¿verdad? Podríamos formularlo algo así como ¿puede haber entidades proactivas cuyo comportamiento no esté reglado por ninguna ley natural? Lo que trato de demostrarte es que la respuesta es, al menos por el momento, e incluso desde la indeterminista física cuántica: Rotundamente no. Fíjate que no puedo predecir jamás un acto de elección concreto porque cada suceso aleatorio es un suceso independiente. Tienes toda la puta razón en ese sentido pero, ¡ah! siempre hay un pero, pero SÍ que puedo predecir que en un tiempo infinito TODOS los sucesos obedecerán la ley de probabilidades. Puede parecerte contraintuitivo. Bien, anótale otro ítem contraintuitivo más a la cuántica pero no tires de ella para deducir lo que precisamente la contradeciría, ¡por favor!, y con esto me estoy refiriendo a la creencia de que existen fenómenos no causados en la naturaleza que permiten el libre albedrío porque entonces has de responder cómo dicha libertad obedece a un patrón matemático. En el caso de la moneda es fácil. ¿Coincidiremos verdad?: Es un proceso determinista pero en el cuál se dan tan cantidad de microprocesos participantes en el fenómeno que en la práctica se hace imposible predecir el resultado. ¿Correcto? Lo que tú no acabas de entender es que si a la larga son predecibles los resultados de la tirada usando la estadística es porque es un proceso que se deja matematizar, reglar, naturalizar o como quieras llamarlo pero no es algo en lo que puede pasar cualquier cosa como SÍ significaría si la moneda decidiera de motu propio caerse de cara, de canto o de culo. Otro tanto pasa con la cuántica. Si las partículas obedecen a una probabilidad exacta es porque es un proceso naturalizable independientemente de que no se puede naturalizar más. Esa es la cuestión. Otra cosa es que en la cuántica, por decirlo de algún modo, la infinidad de detalles ya no es tal vez un problema meramente práctico sino teórico pero eso no viene el caso; la cuestión es que, insisto, si las partículas fueran azar puro, si dijeran los electrones hago lo que me da la santa puta gana con mi jodido espín entonces, por definición, no habría modo de predecir qué coño harán ni en una tirada ni en cien mil ni en infinitas como no puedes cazar los decimales de un puto número irracional por mucha jodida estadística que le pongas de cebo.
Horacio: Pero es que olvidas que lo que tu llamas concordancia no es más que hacer consistentes, estructurar, la multiplicidad de nuestras percepciones empíricas con nuestras descripciones lingüísticas, nuestras estructuras lingüísticas; olvidas, por lo tanto, que nuestro proceso de aprehensión del mundo exterior, nuestro alumbrar el mundo, es un proceso de naturalización de lo percibido siendo el producto de nuestro pensar lingüístico -sede del yo- nomás que una estructura acoplada a, nomás que un traje hilado en torno a, los informes provenientes de los sentidos pero que este actuar no es más que una estrategia epistémica inherente a nuestra cognición que nos impone dicho esquema para poder sumergirnos en la realidad pero, como la suciedad en unas gafas, no tenemos por qué pensar que forma parte de lo que vemos lo que es simplemente algo inherente a la visión por lo que...
Martin: ¿Así? ¿Y por qué la ciencia es tan obediente ella al principio de causalidad? ¿Eh? ¿Por qué es tan efectiva en su descripción del mundo? Fíjate que yo no diría que es una falla de mi visión el creer en la gravedad y seguro que tú cuando estás en un balcón de un quinto piso piensas lo mismo, colega.
Horacio Déjame terminar y te lo diré.
Martin: Vale, perdona tío.
Horacio: No pasa nada. Bien, como te iba diciendo, efectivamente, nuestra cognición no descansa en el vacío sino que, sin ver o representar de ella nada, es capaz de acoplarse estructuralmente al exterior por lo que se generan los mismos, mejor dichos, parecidos resultados en nuestro pensar y actuar que si fuéramos capaces de ver realmente EL mundo objetivo. Esto lo ilustra perfectamente la metáfora, que tú ya conoces, del submarino de Maturana en donde el ciego operar de poleas y palancas dentro del submarino, que es a lo que nosotros llamamos representar o estructurar el mundo, genera COMO EFECTO COLATERAL un actuar acoplado al exterior pero, insisto, que nuestro operar dentro del submarino, nuestra visión es parecida, no idéntica a la real, en otras palabras, que nuestra inmersión en lo real no es completa, se demuestra en el hecho de que inevitablemente en nuestro pensar sobre el mundo dejamos elementos sin explicación, como si tuviéramos siempre puntos ciegos en nuestra visión que variasen su posición según variase la nuestra pero que apareciesen siempre, como si cada vez que pensáramos sucediera lo mismo que cuando apuntamos con una linterna a una zona semioscura apareciéndosenos parcialmente figuras y contornos de forma prístina en la zona iluminada que no podemos imaginar en su totalidad porque hemos oscurecido el resto de las zonas. Por ejemplo, no puedes explicarme de dónde salen las inviolables y trascendentales leyes naturales; bueno, ni tú ni nadie porque tal ceguera es inherente a nuestro modo de pensar, a nuestro hilar lingüístico, pero todo el mundo se escandaliza cuando a nuestro proceso cognoscente le adjudicamos voliciones igualmente incausadas pero entonces en vez de pensar que esos huecos en las respuestas surgen de las limitaciones inherentes a nuestro pensar se prefiere la sencillez de considerar que la pregunta por la causa de las leyes es una mala pregunta y pensar en la no-causa de nuestras voliciones como metafísica, en el sentido peyorativo del término.
Martin: Vamos a ver, tú mismo al hablar de acoplamientos estructurales presupones la existencia de estructuras tanto en el observador como en el observado.
Horacio: No necesariamente..
Martin: ¡Hey! Ahora soy yo el que no puede terminar..
Horacio: Vale, perdona
Martin: Pues bien, las estructuras no son sino el objeto de estudio de las matemáticas que precisamente necesitan de la causalidad para su existencia.
Horacio: Bien. Como te quería decir antes: no necesariamente. Nuestra cognición está obligada por su propia naturaleza a pensar en términos naturales, en describir toda interacción con el exterior en términos estructurales, en lenguaje matematizable, luego en creer que la causalidad es real pero el hecho es que nada exterior a nuestras inclinaciones cognitivas nos demuestra que el principio de causalidad es real, nada nos demuestra que el mundo es racional, en el débil o particular sentido humano, salvo el hecho de que no podemos sino pensarlo así y salvo el hecho, aún más importante sí cabe, de que el pensarlo así nos es útil pero el ver que el comportamiento de la materia es, en su estado más profundo, indeterminable, el ver que la materia está misteriosamente viva, el ver sobre todo que nuestra cognición no es capaz de aprehender in totum toda la realidad nos da una pista de que no todo es racional, o si se prefiere, humanamente cognoscible, aunque lo parezca y que por tanto lo meramente natural o causal, el determinismo, en suma, no vertebra todo lo real aunque tal enfoque, como toda esquematización, nos sea útil e impuesto, claro, e impuesto.
Martin: Bueno, nos estamos metiendo en berenjenales metafísicos sin salida. Que no todo sea cognoscible no implica que cualquier cosa sea posible porque, tío, tal y como lo planteas, tanto más da afirmar que mi yo o un titiritero maneja mi voluntad pues al rechazar el racionalismo rechazas de plano cualquier conducción sensata de una argumentación. Por otro lado, que las leyes naturales no sean explicables sólo implicaría en todo caso que nuestra cognición tiene límites no que esté totalmente paralela a la realidad. El problema es que simplemente por definición no podemos explicar las leyes naturales y es que parece que no sabes que se explica algo cuando se describe cómo funciona en el sentido de identificar la cadena de causas que conforman ese algo. En consecuencia, explicar una ley natural consiste en deducirla a partir de otra ley así que, por definición, siempre tendremos al menos una ley que no podremos explicar. Ahora bien que una ley no sea explicable no se deduce que no esté realmente causada o que haya sido puesta por un dios, simplemente se deduce que no podemos saber qué pasa con esa ley ¡pero sólo con esa ley! no con el resto de entidades del universo. No entiendo el salto lógico de que porque no podamos explicar las leyes debamos pensar que todo está incausado.
Horacio: No, lo que yo digo es que como siempre surgen puntos ciegos en nuestro uso de la causalidad entonces...
Martin: Macho, vuelvo y te repito si existen puntos ciegos es porque es algo inherente al concepto de explicación pero el hecho de que algunas entidades, casi todas de hecho, sean explicables causalmente implica ¡por fuerza! que existen tales entidades determinadas sino, vuelvo y te repito, TODAS nuestras explicaciones serían estériles y no lo son, ¿verdad?
Horacio: Claro pero porque tal y como defines el concepto de explicación presupones una vez más un mundo objetivo que captas involuntariamente cuando de lo que se deduce de una teoría de la cognición biologicista es que debemos proponer una explicación de los fenómenos del conocimiento acorde con la idea de que es un fenómeno que nos involucra en nuestro ser un ser vivo porque si alteramos nuestra biología, se altera nuestro conocer de modo que ello nos lleva a rechazar lo que se podría denominar la objetividad sin paréntesis que se cifra en creer que existe un mundo ahí fuera que somos capaces de representar, y que es lo que implícitamente asume tu teoría de lo que es una explicación, para postular una objetividad entre paréntesis que considera que lo percibido del mundo exterior correspondería a una construcción hecha por el observador a partir de su estructura interna teniendo que ver más que con el agente que perturba sus sistemas sensoriales, con su historia de cambios estructurales de modo que por explicación consideraríamos una reformulación de la experiencia por transmitir o explicar en una forma que resulte aceptable para el observador. Así, en el momento en que una reformulación de la experiencia es aceptada como reformulación de la experiencia ipso facto esa reformulación de la experiencia se constituye en explicación para el que la acepta. Lo que tú no acabas de entender es que si la causalidad está intrínsenca en una explicación es porque forma parte de nuestra cognición verbal y por tanto cualquier reformulación de la experiencia en términos causales es una reformulación aceptable, es decir, es una explicación válida pero válida porque/para el criterio de nuestras mentes no porque el universo realmente sea exactamente así.
Martin: ¡Buff! Macho, no sé si te he seguido con tus juegos de palabras. A ver, tal y como defines el concepto de explicar caes en un especie de relativismo epistémico.
Horacio: No. Mira, es cierto que la validez de las explicaciones que aceptamos depende de nuestra aceptación y no proviene de manera independiente de ella pero olvidas que nuestra común estructura neurobiológica nos obliga a todas a aceptar ciertas verdades.
Martin: Vale, espera, que me pierdo ¿qué tiene que ver todo esto con el libre albedrío?
Horacio: Pues que al negar la objetividad de una realidad exterior se da un cambio radical de perspectiva: el paso de un Universo, es decir, de una determinista realidad objetiva unívocamente igual para todos, a un Multiverso, en que cada mundo es construido por el observador y es igualmente válido y único respecto de otros siendo en el operar lingüístico el único medio en donde y el único modo de confrontarlos o unirlos. Además, en dicho Universo con su operar explicativo cabía la exclusión entre determinismo y libre albedrío. En el Multiverso, por el hecho de ser un multiverso se deduce que no podemos hacer proposiciones ontológicas de la realidad, del Universo, no podemos describir cómo objetivamente es, pero sí que podemos crear dominios explicativos de entre los mundos, de la única forma posible que nos habilita nuestra pensamiento verbal -único medio de interacción social-: causalmente; pero un hecho esencial a nuestra neurobiológica cognición es la famosa máxima de Maturana, a saber: Todo lo que es dicho, es dicho por un observador, y es que cualquier acto de consciencia, que es el que alumbra nuestro mundo, implica un observador que ve que la conducta de un organismo (con su sistema nervioso incluido) está determinada en cada instante por SU estructura de forma que cada acto cognitivo, cada explicación, cada alumbrar un mundo es siempre un acto causado por la propia estructura que alumbra el mundo, nuestro yo. Sin causas externas que lo afecten.
Martin: Está muy chulo lo del multiverso pero al sacártelo de la manga te has cargado de un plumazo el universo, o sea macho, te has cargado la existencia de algo que nos sostiene a todos y lo que me pregunto yo ahora ¿qué es lo que estudian entonces los físicos? ¿Y cómo es que estos no encuentran elementos incausados?
Horacio: Sí, que los encuentran, a saber: las partículas atómicas. Lo que yo te he querido mostrar es que el azar cuántico no es más que un límite cognoscente a razón de que la dualidad determinismo/indeterminismo no es un enfoque que pueda aprehender toda la realidad por ser un enfoque estructuralmente disímil aunque, que duda cabe, acoplable con esta. De hecho lo que encuentran los físicos actuales con la física es una objetividad ENTRE paréntesis, encuentran que la "realidad" es lo que percibo, es MI realidad y es que, como bien se deduce de la cuántica, la realidad es lo que cada observador mide. Hay muchas otras interpretaciones de la mecánica cuántica pero todas ellas tienen en común que el observador es una parte esencial del sistema, y no se puede simplemente decir que algo "se mide". ¡Esa es la máxima de Maturana!Siempre necesitamos un observador, un observador, recordemos, determinado SÓLO por su propia estructura y lo que dice la cuática es que nada sucederá sino es a la luz de un observador que mida ese suceso por lo que el acto observacional es por definición algo incausado a no ser, a no ser que sea observado por un Dios omnisciente, claro.
Martin: No me tomes el pelo...
Horacio: E insisto: yo no niego la existencia de un universo ahí fuera sino la posibilidad de decir algo de él. De hacer ontologías.
Martin: ¿Ni siquiera que es racional y por tanto causal?
Horacio: Objetivamente no. Ya te he dicho antes que no. Eso es lo que te he intentado mostrar que, digamos, desde el Multivero no se puede llegar al Universo porque este no resulta aprehendido de forma estructural ergo sólo es parcialemente simulado mediante nuestras herramientas cognitivas. Y es que mira, pudiera ser que nuestro mundo coincidiera con EL mundo si este fuera estructuralmente idéntico a nuestra cognición entonces no tendría sentido hacer distingos pues nada habría de misterioso, no existirían los puntos ciegos que te nombré antes pero realmente no es así el universo, no es plenamente aprehensible por lo que nuestras dicotomías del tipo determinismo/indeterminismo o racionalismo/irracionalismo son estériles, no le afectan, son etiquetas inventadas para salir adelante, no son más que linternas que utilizamos para caminar por un mundo oscuro. Digamos que no sabemos verdaderamente qué es eso que está ahí fuera sólo que es un Misterio pero sí que sabemos aquello que constituye nuestro mundo, nuestra consciencia y al tratar de explicarla nos damos cuenta que esta surge, como todas nuestras acciones e identidades, de nuestra propia estructura, una estructura, además, que será ajena a perturbaciones exteriores.
Martin: Total, que necesitas postular que la naturaleza es un misterio, vamos, que no es racional para defender la posibilidad del libre albedrío. Bien, entonces me planto. Míralo como un puto dogma de fe pero yo prefiero la certidumbre de un universo ordenado y estructurado, por tanto causal. Además, no olvides que es domingo a la tarde, dame un poco de tregua que estoy resacoso. Otro día discutiremos si la naturaleza es por fuerza racional o no. Que me parece que esto tiene mucho jugo, al menos para reírme de ti un rato.
(Hay risas mientras el telón cae y apuran el último trago de la bebida)
2 comentarios:
Le falta que Martin y Horacio hubiesen llegado a las manos.
_Ahora te voy a dar argumentos
Yo diría, a la luz de la ciencia actual y de "mi lámpara", que el "libre albedrío" no es sino el espacio de las acciones realizables por el hombre que sin duda tiene un cierto número de decisiones que puede tomar sin dejar de ser lo que es, o sea, manteniendo su idiosincrasia concreta. Las cosas por las que "podría" optar "en teoría" o "especulativamente", como "volar" o "atavesar un muro" o "dirigir una revolución democrático-ideal-que-no.devenga-burocrática" entre otros miles de ejemplos sacados de la imaginación o de los sueños, son muchas (ni siquiera estas son infinitas ya que están limitadas por "LO -humanamente- IMAGINABLE") y las realizables son un subconjunto de ellas. Si no hablamos en abstracto y respondemos a la necesidad de ser "operativos" (incidir en la realidad con la "fuerza de la especie" y "de la vida", y no simplemente añadiendo o creando "oscuridad" o "confusión"), debemos concluir que los actos en los que se manifiesta ese "libre albedrío" (que es lo que LO EVIDENCIA) son un DERIVADO de la "voluntad de adaptar las cosas o el entorno" para asegurar la supervivencia propia -se haga "bien" o se yerre-, lo que se origina en un IMPULSO instintivo más o menos mediado... por lo que... el "libre albedrío" sería algo "compulsivo" y "determinado" por las características inapelables e inmodificables (al respecto) del sujeto, un sujeto que es objeto de la evolución, un resultado de ella.
En todo caso lo sigo en mi blog con algo más de detalle.
Un saludo.
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