Cuando finalizaron los cuarenta días del diluvio, Noé salió del arca. Descendió lleno de esperanza, encendió incienso, miró a su alrededor, y todo lo que vio fue destrucción y muerte. Noé se lamentó:
-Todopoderoso, si conocías el futuro, ¿por qué creaste al hombre? ¿Sólo para tener el placer de castigarlo?
Un perfume triple subió hasta el cielo: el incienso, el perfume de las lágrimas de Noé, y el aroma de sus acciones.
Entonces llegó la respuesta:
-Las oraciones de un hombre justo siempre son escuchadas. Voy a decirte por qué lo hice: para que entendieses tu obra. Tú y tus descendientes usaréis la esperanza, y estaréis siempre reconstruyendo un mundo que vino de la nada. De esta manera repartiremos el trabajo y las consecuencias: a partir de ahora los dos somos responsables.
Una historia hassídica (perteneciente a la tradición judaica)
Borges creía que la teología era nomás una rama de la literatura fantástica. Lo que le interesaba de ella eran los vuelos de la imaginación que le regalaba, el colocón intelectual que le proporcionaba. Tenía, pues, un interés en la teología puramente intelectual, poético si se prefiere, para cuya defensa o reprobación jamás hubiera olvidado el criterio estético de forma que nunca se dedicó a un triste proselitismo de/contra ella máxime cuando era un escéptico de libro, un usurero de dudas que de ningún modo las hubiera vendido al por mayor por el primer filosofema que encontrase.
Frente a esta admirable actitud de un pensador tan admirable se encuentran quienes en temas tan espinosos como el de la religión defienden con chabacana beligerancia vocinglera su posición bien sea de adoración a fulanito o menganito, bien sea de odio a quienes adoran a fulanito o menganito.
Vulgar posición esta última de la que da cuenta Freeman Dyson en su último libro donde nos narra una jugosa anécdota definidora de lo que él denomina ateísmo militante.
Nos cuenta que un profesor de su universidad, el señor Simpson, falleció dejando como último deseo ser incinerado y que sus cenizas fueran dispersadas en el campo de bolos que había en el jardín en donde a él le gustaba pasear y meditar.
En la tarde misma del funeral el profesor Hardy, en contra de su costumbre habitual, llegaba tarde. Cuando todos se habían sentado ya, Hardy entró en el comedor, limpiándose ostentosamente las suelas de los zapatos contra el suelo de madera y quejándose en voz alta para que todo el mundo pudiera oírle:
¿Qué es esta cosa horrorosa que han puesto en el césped del jardín? No puedo quitármela de los zapatos.
Ni que decir tiene que Hardy sabía de qué se trataba pero siempre le había disgustado tanto la religión como, y especialmente, la actitud piadosa de Simpson por lo que aprovechó la ocasión para llevar a cabo una pequeña venganza. Una pequeña venganza que tenía por meta, la misma meta que tienen todos los ateos beligerantes, a saber, romper el halo de venerabilidad que protege a la religión.
Del ateísmo militante dan buena cuenta los cuatro jinetes del apocalipsis: Richard Dawkins, Christopher Hitchens, Sam Harris, Daniel Dennet y sus respectivos libros: El espejismo de Dios, Dios no es bueno, El fin de la fe, Romper el hechizo.
Al parecer de estos autoproclamados brillantes pensadores, la existencia de Dios es improbable, no imposible dada la dificultad de demostrar la inexistencia de por ejemplo una tetera microscópica alrededor de Marte (Russell dixit) pero habida cuenta de que la carga de la prueba la tienen quienes han de demostrar la existencia de algo, es fácil prever por qué la no creencia en divinidades constituye un sano ejercicio preventivo de profilaxis mental.
Este nuevo ateísmo de raíz anglosajona afirma que no necesitamos a Dios para nada, que si queremos explicar cómo se creó el big bang entonces apelar a un ser omnipotente implica, ya que es un ente aún más complejo que el propio universo, complicar aún más lo que se está explicando. En consecuencia, sale más barato desechar a las deidades y sacar a colación las denominadas teorías del multiverso que básicamente afirman que en el principio de los tiempos era el caos, la sopa primigenia de materia/energía cuyo comportamiento no era transcribible en leyes naturales pero del que, fruto de una sísiforiana combinatoria de configuraciones energéticas durante un lapso temporal infinito, surgió una combinación o configuración estable de energía, creadora de una realidad, ahora sí, describible mediante una serie de leyes regulares que es la que da lugar a nuestro actual entorno amigable.
La más célebre versión de tales teorías es la de Lee Smolin, llamada Teoría del Multiverso Evolutivo, que consiste en afirmar que
los universos hijo han nacido de los universos padre, no en un Big Crunch protegido por completo, sino más localizadamente, en agujeros negros. Smolin añade una forma de herencia: las constantes fundamentales de un universo hijo son versiones ligeramente "mutadas" de las constantes de su padre. La herencia es el ingrediente fundamental de la selección natural darwiniana, y el resto de la teoría de Smolin fluye naturalmente. Esos universos que tienen lo que hace falta para "sobrevivir" y "reproducirse" llegan a predominar en el Multiuniverso
Es verdad que el problema de cómo surge lo altamente improbable lo resuelve maravillosamente el eficaz algoritmo evolutivo aportado por Darwin sin apelar a entes planificadores, a un Gosplan hacedor, simplemente demandando pequeñas y graduales intromisiones del Azar pero esa herramienta matemática sólo es válida cuando de problemas evolutivos se trata mas es absurdo creer que el universo -o en su defecto el multiverso- pueda evolucionar.
Como dicen Humberto Maturana y Francisco Varela en el libro De Máquinas y seres vivos (pág.98):
Es impropio hablar de evolución en la historia de cambios de una sola unidad, en cualquier espacio en que exista; las unidades sólo tienen ontogenia. Luego, es impropio hablar de evolución del universo o de evolución química de la Tierra.
Por tanto, no es en términos de evolución -y en consecuencia trivialmente si se recurre a Darwin- como se puede explicar el surgimiento del universo, sino que es en términos de ontogenia como ha de desarrollarse el reto.
Estas teorías, en definitiva, cometen un despropósito matemático, acometen una explicación aparentemente válida pero a la postre inútil que acaba tristemente volviendo después de un espectacular loop a donde estaban y es que para que se dé un hecho probable, por muy singular que resulte su probabilidad, ha de haber primero un espacio muestral de forma que entre sus hechos probables esté contenido ese susodicho hecho singular. Dicho de otro modo, para que se pudiera dar en un entorno caótico un nuevo entorno con leyes estables tendría que haber primero la posibilidad de de que ese entorno estable pudiera ser posible, vamos, que estuviera en el espacio muestral de hechos del entorno caótico; mas de este modo volveríamos al principio, ¿cómo se creó/surgió un universo caótico que entre sus infinitas configuraciones estaba la de un universo estable, lógico, natural, finalmente habitable?
De todas formas, de estos pensadores lo más reseñable no es tanto el uso de un razonamiento probabilístico para postular la inexistencia de Dios, el apelar a la estadística en disputas teológicas cuanto su abierta hostilidad contra toda proyección social de la religión a quien adjudican incluso ser la raíz de todos los males exigiéndose para remediarlo relegarla a una existencia circunscrita únicamente a los ámbitos privados.
Ello no obsta para que en el bando ateo no haya quienes admiren las religiones, quienes las juzguen naturales, deseables incluso, y no duden, por lo tanto, en reclamar un respeto para las mismas frente a la prepotencia arrogante de quienes denigran al religioso comparándolo meramente con un esquizofrénico que habla con amigos imaginarios. Un clásico ejemplo lo tenemos en Umberto Eco quien en un libro de artículos llega a decir:
El filósofo se pregunta por qué existen las cosas. El filósofo se pregunta por qué existe el ser y no la nada, pero no pregunta nada más que lo que hace el hombre corriente cuando se pregunta quién hizo el mundo y qué fue antes. Al intentar responder a esta pregunta el hombre crea los dioses (o los descubre, no quiero abordar cuestiones teológicas)
Por tanto, el ilustrado, entre otras cosas, sabe que cuando el hombre nombre a los dioses está haciendo algo que no se puede tomar a la ligera. El ilustrado, sabe, además, que la forma de un panteón es un fenómeno cultural, que se puede criticar, pero que la pregunta que conduce a la creación de un panteón es un hecho natural, digno de la máxima consideración y respeto.
Ahora bien, hay que conceder que el descreimiento hacia ese panteón se expande cada vez más, como una plaga, en virtud de que enfermedades (cáncer, peste,...), catástrofes (terremotos, maremotos,...), todo tipo de desgracias humanas hacen inverosímil la idea de un casero competente capaz de dar a sus inquilinos una casa habitable, no digamos ya agradable.
A este problema se añade la eficacia predictiva de una ciencia que no hace uso de ninguna metafísica, ni necesita imputarle a su objeto de estudio ninguna intencionalidad. Una ciencia casada felizmente con el materialismo y a pesar de que ciertos herejes afirman que aquella pudiera tener affaires con divinidades intervencionistas, hay cierta unanimidad en sentenciar que en el mentado matrimonio no parece haber fisuras.
Lo cual no parece ser problema para ciertos científicos que aún creen que todavía queda un hueco para Dios en el universo y reniegan de un ateísmo comparable a una burbuja especulativa, excesivamente hinchada, excesivamente sobrevaluada, dado nuestro estado actual de conocimiento. Tendríamos un ejemplo en E.O Wilson quien, en su libro Consiliencia (pag.352), llegará a confesar:
En religión me inclino por el deísmo, pero considero que su prueba es en gran parte un problema de astrofísica. La existencia de un Dios cosmológico que creó el universo (tal como considera el deísmo) es posible, y quizá acabe por establecerse, quién sabe si mediante formas de evidencia material todavía no imaginadas. O quizás el asunto se halle para siempre fuera del alcance humano. En cambio, y de mucha mayor importancia la existencia de un Dios biológico, que gobierne la evolución orgánica e intervenga en los asuntos humanos (tal como considera el teísmo), resulta cada vez más contravenida por la biología y las ciencias del cerebro
La gran cuestión que plantearía esta postura es adivinar por qué un Dios que se molesta en crear el universo luego se desentiende de él, lo ignora a perpetuidad.
Me arriesgo con una hipótesis que tal vez fuera del gusto de Borges, siempre amante de las teologías heréticas:
Dios quiere actuar pero no puede.
Frente a la tentación de un deux machina, de la intervención divina, que nos libraría de catástrofes naturales, enfermedades, infortunios, tendríamos a un Dios que sabe que sólo un universo inconsciente, involuntario, maquinal pero preciso como un reloj se puede volver cognoscible, a la postre, domable.
¿No serían la ciencia, la tecnología –grandes pilares de la civilización- irrealizables en una realidad de comportamiento incierto e inconmensurable?
Sólo en una naturaleza de funcionamiento reglamentado, regular, por tanto predecible y eso implica que no haya actos correctores sobrenaturales, puede la humanidad encontrar modos de avanzar en su saber con la consiguiente conquista de libertad -en el sentido plenamente metafísico de ampliación de las posibilidades de elección- y encontrar, también, modos de conquistar paulatinamente un progreso puesto que, así como la biología nos enseña que en un ecosistema en donde hay presiones selectivas las especies que estén inmersos en él han de evolucionar o perecer; un universo que nos filtra los caminos evolutivos correctos, cercenando aquellos que son defectuosos, está instando a nuestra civilización para que se abastezca de complejidad, de conocimiento en su lucha por zafarse del yugo del destino para adueñarse de él.
Una agridulce sensación nos proporcionaría esta teodicea. Nos describiría a una humanidad huérfana de toda ayuda, a un Dios inane impelido de toda acción pero a cambio, como triunfo pírrico o derrota con sabor a gloria, quién sabe, tendríamos la certeza de un Dios creador, esto es, de que cada instante impuesto a nuestra vida –incluso aquellos de los que rogamos en balde que sean revocados- sedimentan un ignoto sentido final de la existencia.
9 comentarios:
Lo que está claro es que La Razón siempre puede encontrar argumentos, aunque sea un tanto "oportunistas" y "poco económicos"...
Volveré sobre este post que tiene muchas cosas, pero no pude evitar esta primera aproximación al problema que lo pone donde creo que debe estar: en la idiosincrasia humana y en particualr en los que más piensan por una u otra causa.
Prometí releerlo con atención. Aportaré sólo tres "certezas lógicas" y una contrahipótesis literaria:
(a) el hombre construye todas las narraciones, inclusive las religiosas, como fórmulas para escapar de su estado trágico (esto con Nietzsche) lo que explica que las "revelaciones" no sean únicas lo que no se puede explicar por una "mala leche" creadora que nos habría situado per eternum en una "torre de Babel" cognitiva: el hombre no se puede confundir en ese sentido.
(b) los hechos "caóticos" que nos rodean ponen en entredicho una "mente superior positiva y rigurosa", alter ego ni más ni menos de lo que el hombre querría llegar a ser (y particularmente el filósofo).
(c) es un hecho evidente (me pellizco y luego soy) que existimos y reflexionamos a la vez que somos un producto de la evolución. Esto indica que nuestras capacidades son un resultado necesario para la supervivencia en este mundo y eso daría certificado de útiles para penetrar en sus entrecijos y explicarlo con ese objetivo; aunque no con el de dar con la "verdad final", "búsqueda" que hace el hombre porque su mecanismo es precisamente imperfecto, porque está sobredimensionado, lo que no pudo ser de otro modo para que funcionase o, mejor dicho, así salió funcionando: sólo "para conservar el ser".
(d) Dios en realidad, de haber existido, no sería sino un producto de otro Dios superior que le habría puesto un ejercicio para que lo dejara dormir eternamente y se entretuviera en otra cosa eternamente también. El dios menor no no salió airoso del intento de crear algo perfecto que al mismo tiempo fuese eterno y variable y, después de intentarlo inútilmente, se dio cuenta de que había perdido él mismo la eternidad, por lo que se encerró en los infiernos en espera de los despojos de su experimento. Entretanto, el Primer Dios había vuelto a silenciar su pensamiento y a dormir eternamente, como ya era su constumbre desde siempre. Nunca hubo nadie más que lo pudiese despertar.
Perdona la extensión de todos modos.
Hasta otra.
Hola Carlos,
Gracias por los comentarios.
De acuerdo con "a" -sentémonos y contemos historias de reyes muertos decía Shakespeare-,
con "b" -mente humana hay que aclarar-, y con "c".
En cuanto d, jeje, sí, el mito del Demiurgo, un leit motiv irrenunciable de todas las teologías heréticas. Veáse el gnosticismo.
Perdona la extensión de todos modos
Para nada, no pasa nada.
Saludos
No puedo extenderme mucho por falta de tiempo, pero no podía pasar sin dejar dicho que me encantó el post. Casualmente, cuando empecé a leerlo se me vino a la cabeza el mismo razonamiento con el que finalizás vos. Hay un filósofo, judío (creo), Hans Jonas: por una particular concepción acerca de lo que es un texto filosófico o teologico, Jonas puede postular que la omnipotencia y la bondad divinas son contradictorias, y que la primera no es imprescindible para nuestra imagen de dios. La ética a seguir y la teodicea se resuelven en este movimiento.
No sabía Malena, que Hans Jonas (o cualquier otro) hubiera postulado lo mismo que yo en mi parte final del porst. Hay que decir que creo que es una hipótesis bastante atrevida, por no decir directamente herética, como para ser sostenida por un teológo, ¿no?
En cualquier caso me alegro de que haya "encantado" el post, es justo lo que me pasa a mi con todo tu blog ;-) ...aunque no suela entrar a comentarte :-(
Saludos
Un par de detalles:
1- La teoría del multiverso mas popular entre científicos no es la de Smolin, sino la teoría de la Eternal Inflation de Alan Guth, bastante anterior a Smolin y omnipresente en toda discusión sobre multiversos.
Smolin es tratado a veces como una especie de paria en la comunidad teórica por su crítica constante hacia los paradigmas más difundidos. De hecho, su teoría de "Natural Selection of Universes" fue propuesta como una altenativa a la versión moderna de la teoría de Guth, conocida como "Antropic Landscape" y debida a Susskind.
Smolin criticaba la ausencia de falsabilidad de la teoría de Susskind (critica con la que humildemente concuerdo) y se propuso demostrar que era posible proponer una teoría sobre multiversos que fuera falsable. Su propuesta fue duramente criticada por el mainstream, hasta que finalmente Vilenkin demostró que las predicciones de la teoría entran en conflicto con las observaciones. El comentario jocoso sobre el tema en un workshop al que asistí en Trieste en el 2007 fue que la teoría de Smolin era tan científica que de tan falsable resultó ser falsa.
2- Las teorías sobre multiversos asumen la existencia de la mínima entidad posible consistente con las leyes físicas conocidas: el vacío cuántico.
Ese vacío llena el todo espacio del mismo modo que la cerveza llena un vaso. En un vaso de cerveza, ligeras variaciones de la presión y la temperaturas originadas por causas externas (vibraciones de la mesa, luz, etc) hacen que en un cierto punto comience a formarse una burbuja. Si la burbuja es muy pequeña, la presión del gas en su interior no alcanza a inflarla y la burbuja desaparece. Si en cambio supera un cierto tamaño crítico, la presión del gas es lo suficientemente fuerte para causar que la burbuja se expanda, y esta se hincha y comienza a subir. Si no llegara a la superficie, seguiiría hinchándose hasta llegar a tamaños enormes.
El multiverso es similar. El vacío llena el espacio. Las fluctuaciones cuánticas crean en un dado punto una burbuja que comienza a hincharse. Como el vaso no tiene superficie, esa burbuja se sigue hinchando hasta alcanzar tamaños cósmicos y da lugar a un universo. Pero no es idéntico al caso anterior por dos razones: la primera es que las fluctuaciones cuánticas no se deben a causas externas sino que son inherentes al carácter cuántico del vacío, la segunda -que es a lo que quería llegar- es que las fluctuaciones cuánticas no tiene lugar en un orden temporal. Es decir no hay una fluctuación aquí y luego otra fluctuación allá, sino que hay una probabilidad no nula de fluctuación en todos lados y todo el tiempo.
En el vacío no hay temporalidad, el vacío no evoluciona. Por lo tanto no tiene sentido preguntarse "quien creó el vacío" ya que crear algo implica una temporalidad, un instante en el que el vacío empieza a existir. Es decir que la teoría de multiversos no necesita de un creador del multiverso, porque este no tiene tiempo. Lo correcto sería decir que el vacío es el creador de cada uno de los universos que de él se originan.
3- Hay otra cuestión, digamos de orden pragmático: no se ve bien la utilidad de buscar la parte de la naturaleza aún no explicada por la ciencia para meter alli la necesidad de un Dios, solo porque a nuestras conciencias les resulta incómodo vivir sin él. Buscar una pregunta no respondida y decir "la respuesta es Dios" es bastante poco conducente. Cuando la ciencia encuentre la respuesta a esa pregunta, Dios deberá mudarse a otro lado. Del Primer Motor pasó a creador de la tierra y la vida, de allí a creador del cosmos, y ahora a ordenador del azar cuántico. ¿Que nos haría pensar que esta será su residencia definitiva? Tal vez sería más practico aceptar que la pregunta sobre la existencia de Dios no es una pregunta cuya respuesta se pueda encontrar en el universo natural, y que la empiria jamás la responderá.
Hola Severian,
Sobre tus detalles
1- No sabía que la teoría de Smolin hubiera sido falsada. Con respecto a su popularidad querría haber dicho a que era la versión multiversos evolutivos más popular. ¿Y por qué evolutivo? Porque al explicar de forma evolutiva el surgimiento del universo da cuenta de la enorme complejidad del mismo sin necesidad de hacer uso de una grúa divina, por recoger una metáfora de Dennett. Digamos que la teoría de Smolin daba la razón a Dennett cuando decía que la peligrosa idea de Darwin era aplicable no sólo a la evolución biológica sino a la mente o incluso a la cosmología, vamos, que era, digamos, la llave que abría todas las puertas vedadas a la metafísica. Tal vez debí decir que la de Smolin es la teoría multiverso evolutiva por execelencia. De ahí que cuando el ateísmo anglosajón deseche a Dios al computarlo como improbable y necesite de la explicación de cómo surgió el universo y eche mano de Darwin que, como ya sabemos, es capaz de explicar el surgimiento de lo complejo desde lo simple haga uso de la teoría de Smolin como una explicación plausible.
2- Me ha encantado tu expliación cervecera ;-) (¿La has llegado a colgar en tu blog? Porque yo no la he visto...)
Entrando ya en materia, el problema que yo veo a estas explicaciones es que se parecen a las teorías cosmológicas de los indios, creo que la citaba Hofstadter y yo la recitaré de memoria así que cuidado, la anécdota básicamente viene a decir que cuando a un indio le preguntaron qué sostenía el mundo este respondió que una tortuga y que cuando le preguntaron qué sostenía la tortuga este respondió que un elefante (creo y si no el sentido de la historia sigue en pie, en cualquier caso) y que cuando le preguntaron qué sostenía al elefante este respondió con un encogimiento de hombros.
¿Qué creó este universo? El bing-bang. ¿Qué creó el bing-bang? El vacío cuántico. ¿Qué creo el vació cuántico? Nada, existe per eternum ¿y si no nos inventamos otro Bing-Bang y vuelta a empezar? :-D . Pero la respuesta ahora es que nada, ya, o sea, un encogimiento de hombros pero más sutil porque NO respondes a la pregunta de cómo surgió algo tan complejo como el vacío cuántico que entre sus muchas interacciones estaba nuestra realidad sino que simplemente afirmas que existe y punto.
La cuestión es que el vacío cuántico no es una explicación científica sino un hecho científico. No es lo mismo. Una explicación científica o una teoría para que sea etiquetada correctamente como científica debe explicar no sólo por qué existe una determinada entidad, objeto de estudio, sino también debe explicar por qué no podría existir otra diferente en sustitución de aquella. Por ejemplo, un requisito tan elemental como ese no es capaz de cumplir satisfactoriamente el DI por eso no se la puede considerar siquiera como teoría.
Pues bien si tú te saltas la causalidad, al negar el tiempo, obligatoriamente te introduces en un terreno donde la ciencia nada puede decir, nada puede explicar. Es evidente que, dado que el espaciotiempo ya no es absoluto, tarde o temprano entraremos en un terreno en donde la ciencia nada pueda explicar. Nada sorprendente, mira este interesante artículo.
Es bastante posible, sin embargo, que una auténtica teoría del todo tendría que desvelar algo más sobre la vacuidad del espacio, que afirmar que existe desde siempre y con esas propiedades no es una proposición en primer lugar falsable me parece y en segundo lugar satisfactoria, intelectualmente hablando y es posible que se avance algo pero por el momento estamos igual que si viéramos a una persona dar vueltas a la farola podemos describir su comportamiento, física cuántica mediante, pero no explicarlo.
Del hecho científico, del vacío cuántico y de su complejidad, del hecho que se pueda describir su comportamiento pero no explicar cómo y por qué obedece a tales leyes, cómo y por qué es tan complejo, era el tema que preocupaba a los teólogos naturales en el s.XIX y se conocía como el problema del diseñador: Grosso modo, si tú ves un reloj en la playa, un preciso mecanismo, piensas que algo tan complejo por fuerza ha sido diseñado.
Gracias a Darwin ese problema metafísico se resolvió, en el campo de la biología, porque el surgimiento de ese algo tan complejo podría ser explicado vía selección natural. La teoría de Darwin, su algoritmo evolutivo, es capaz de explicar el surgimiento de lo complejo desde lo simple pero es que el problema que pasa con el recurso a Darwin, y es lo que he tratado de argumentar en el post, es que no es válido para unidades aisladas, es decir, el multiverso o el vacío cuántico no evoluciona sino se desarrolla.
Por lo tanto el problema de explicar el vacío cuántico sigue en pie. Decir que no hay nada que explicar porque no hay tiempo es echar un cerrojo metafísico y además hacer de la indecibilidad del susodicho hecho científico un axioma metafísico porque como traté de argumentar en este post:
http://hector1564.blogspot.com/2008/11/sobre-naturalismo.html
nuestra cognición ha surgido evolutivamente para adaptarse, esto es para comprender nuestro entorno, nuestro natural y predecible entorno y fuera del mismo sólo hay oscuridad, dicho de otro modo y citando al semiólogo Umberto Eco, dadas ciertas condiciones para realizar un discurso donde quedase prohibido utilizar el modus ponens, esto es donde quedase negada la causalidad, cualquier posibilidad de realizar un discurso coherente es imposible, es decir y saltando a Wittgenstein, de lo que no se puede hablar, hay que callar, es decir y resumiendo lo que he dicho, el vacío cuántico sigue sin ser explicado y dado las condiciones físicas donde se mueve (sin causalidad) no es imposible apostar por una explicación o por otra. Indecibilidad esa es la clave porque en cierto modo lo que dijo Gödel es que: Lo natural no es totalmente explicable en virtud, precisamente, de su naturalidad.
El mundo sigue sin ser explicado, simplemente hemos saltado de la tortuga al elefante.
Un apunte más sería interesante recordar que para Poincare el azar no es más que la medida de nuestra ignorancia (La Ciencia y la Hipótesis, Libro Primero Cap. IV)
Si no me equivoco el azar según la teoría cuántica no surge como defecto de nuestro sistema sino que es intrínseco a la realidad pero resulta que es aventurado, por no decir injustificado, afirmar que los límites de nuestra percepción colindan con los de la realidad. Seguramente sea con azar el único modo humano de percibir la realidad y entonces al instante se ve que en nuestra percepción del mundo sensible hay por definición, siguiendo a Poincare, ignorancia.
Si se aceptaran cosmologías que necesitan de fluctuaciones aleatorias (y en especial todas aquellas teorías del universo que recurran al principio antrópico fuerte) por el carácter ambigüo del azar(Como decía Anatole France El azar es el seudónimo de Dios cuando no quiere firmar.), se podría seguir arguyendo como válida una posición deísta.
3- Estoy de acurdo con tu punto tres. Sobre todo en la última frase. Pero es que la ciencia no será, posiblemente, capaz de explicarlo todo. Te remito al teorema de Wolpert que te enlacé antes.
De todas formas dentro de unos día/s intentaré postear un post sobre lo que la ciencia puede decir sobre Dios, básicamente la idea es que por su propia naturaleza epistemológica la proposición lo sobrenatural existe le resulta indecible y por lo tanto esperar que la ciencia nos resuelve esta encrucijada resulta ingenuo.
Pero no creo que este detalle que has apuntado, el tercero, lo haya tratado en mi post o si lo he hecho, haya sido relevante. Lo que he pretendido decir es que afortunadamente nuestra realidad es natural y que aunque existiera Dios tal naturalidad nos seguiría siendo beneficiosa. Si se quiere, se podría resumir mi post con el eslogan siguiente:
Vivimos en mundo en el que, gracias a Dios, no hay milagros.
Saludos y perdón por la chapa pero la complejidad de tu comentario creo que lo exigía a gritos.
Gracias por la respuesta
1- No sabía que la teoría de Smolin hubiera sido falsada. Con respecto a su popularidad querría haber dicho a que era la versión multiversos evolutivos más popular.
Si, es cierto, es una de las únicas teorías de multiverso que hacen predicciones falsables, y en ese sentido Smolin tiene toda la razón: los argumentos antrópicos son tan vacíos como parecen. Incluso su versión más racional conocida como “argumentos de selección” , que dice que nuestra existencia pone un límite muy severo a los valores de las constantes naturales que podemos observar, está muy lejos de ser predictiva.
La teoría de Smolin implica, entre otras cosas, que los valores de las constantes naturales en nuestro Universo deben ser tales que maximicen la producción de agujeros negros. Esa es una de sus predicciones más sencillas e inmediatas. Y resulta que no es así: las consatntes observadas no cumplen esa condición.
2- Me ha encantado tu expliación cervecera ;-) (¿La has llegado a colgar en tu blog? Porque yo no la he visto...)
No la he colgado en el blog. Sobre cosmología solo colgué una especie de ficción que se me ocurrió respondiendo las preguntas de un estudiante de periodismo.
¿Qué creó este universo? El bing-bang. ¿Qué creó el Bing-Bang? El vacío cuántico. ¿Qué creo el vació cuántico? Nada, existe per eternum ¿y si no nos inventamos otro Bing-Bang y vuelta a empezar? :-D .
Hay una herida que la divulgación le ha hecho a la verdad: el Universo no comienza en el Big Bang, lo que allí comienza es lo que podemos describir de él. Es decir, corriendo con el reloj en reversa, las galaxias se acercan, las estrellas se mezclan, los atomos se rompen y luego lo hacen los núcleos, y finalmente llegamos a un punto donde la materia está tan comprimida que la gravedad debe ser descripta por métodos cuánticos. Y no sabemos como hacer eso. Ese punto es el que llamamos Big Bang, pero eso no implica que no haya habido un “antes”, sino que no podemos describirlo. Los libros de divulgación han alegremente olvidado ese punto, y llaman al Big Bang “el inicio del Universo”, pero no necesariamente lo es.
La teoría de Guth, y la de Smolin, son intentos de describir la evolución post Big Bang sin conocer nada sobre el comportamiento cuántico de la gravedad en la etapa pre- Big Bang. Hacen eso con la esperanza de que las predicciones que se puedan hacer de ese modo sean consistentes sin necesidad de conocer en detalle los mecanismos internos. Pero eso no tiene por qué funcionar, es lo mejor que tenemos, pero no es necesariamente lo único.
Pero la respuesta ahora es que nada, ya, o sea, un encogimiento de hombros pero más sutil porque NO respondes a la pregunta de cómo surgió algo tan complejo como el vacío cuántico
Es que no veo como puede “surgir” algo, en ausencia de tiempo (no dije que el vacio sea eterno, dije que no hay tiempo, que es diferente).
La cuestión es que el vacío cuántico no es una explicación científica sino un hecho científico. No es lo mismo. Una explicación científica o una teoría para que sea etiquetada correctamente como científica debe explicar no sólo por qué existe una determinada entidad, objeto de estudio, sino también debe explicar por qué no podría existir otra diferente en sustitución de aquella.
En el caso del Universo, la pregunta sería ¿por qué las leyes físicas son las que son, cuando podrían ser otras? No creo que haya ninguna respuesta a ello, ni que pueda haberla. La mejor que leí es de orden filosófico y matemático y es debida a Tegmark: una vez que sepamos todas las leyes físicas, el resultante sistema axiomático definirá una estructura matemática que, entre sus consecuencias, contará la existencia de entidades autoconscientes. Tal vez podamos probar de modo matemático que solo existe una de tales estructuras matemáticas. Esa prueba servirá como una definición de lo real.
Un apunte más sería interesante recordar que para Poincare el azar no es más que la medida de nuestra ignorancia (La Ciencia y la Hipótesis, Libro Primero Cap. IV)
Bueno, juro que no había leído a Poincaré cuando escribí este post. Me alegra estar en buena compañía.
Pero no creo que este detalle que has apuntado, el tercero, lo haya tratado en mi post o si lo he hecho, haya sido relevante.
Si ,perdón, motivó ese punto de mi comentario uno de los links que pusiste, el del artículo de Soler Gil, quien escribió un ensayo sosteniendo más o menos esa tesis: que el lugar de Dios en el universo está en disponer el fine tunning que hace posible la vida.
Hola Severian,
De tu último comentario dices:
En el caso del Universo, la pregunta sería ¿por qué las leyes físicas son las que son, cuando podrían ser otras? No creo que haya ninguna respuesta a ello, ni que pueda haberla
Estoy totalmente de acuerdo y es de hecho lo que venía decir en mi anterior comentario. Yo tampoco creo que haya alguna respuesta.
En cuanto la teoría de Tegmark la tengo oída en entrevista y en algún sitio más pero me parece muy difícil de entender :-(
La cuestión que me quedó grabado es que ¿cómo las matemáticas influyen en la realidad? Y sin embargo, el eterno misterio de por qué las matemáticas son tan efectivas debiera ser resuelto de algún modo, ¿no?
Ah, hay una novela de Sci-Fi de Greg Egan que habla del tema: El instante Aleph: Básicamente la idea es que el universo se crea cuando alguien es capaz de explicarlo. (sic)
Una alguien que es la Piedra Angular cuya existencia da lugar a la realidad. En la novela -spoiler, voy a destrozar el final:- la Piedra Angular acaba resultando ser toda la humanidad ya que ha recibido la TOE como si fuera una suerte de virus mental.
Por cierto has dicho de la teoría de Tegmark: el resultante sistema axiomático definirá una estructura matemática que, entre sus consecuencias, contará la existencia de entidades autoconscientes.
Ese es un tema muy interesante ¿qué estructura matemática? Se ha llegado a decir que el universo podría ser una gran máquina Turing, ¿y un objeto topológico? ¡De la topología sale hasta teoría de números! Quién sabe...
En fin, te dejo.
Saludos
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