Razones ateas para celebrar una navidad
Intente, Carlo María Martini [el cardenal jesuíta a quien se dirigía], por el bien de la discusión y del parangón en el que cree, aceptar aunque no sea más que por un instante la hipótesis de que Dios no existe, de que el hombre aparece sobre la Tierra por un error de una torpe casualidad, no sólo entregado a su condición de mortal, sino condenado a ser consciente de ello y a ser, por lo tanto, imperfectísimo entre todos los animales. Este hombre, para hallar el coraje de aguardar la muerte, se convertiría necesariamente en un animal religioso y aspiraría a elaborar narraciones capaces de proporcionarle una explicación y un modelo, una imagen ejemplar. Y entre las muchas que es capaz de imaginar, algunas fulgurantes, algunas terribles, otras patéticamente consoladoras, al llegar a la plenitud de los tiempos tiene un determinado momento la fuerza, religiosa, moral y poética, de concebir el modelo de Cristo, del amor universal, del perdón de los enemigos, de la vida ofrecida en holocausto para la salvación de los demás. Si yo fuera un viajero proveniente de lejanas galaxias y me topara con una especie que ha sido capaz de proponerse tal modelo, admiraría subyugado tamaña energía teogónica y consideraría a esta especie miserable e infame, que tantos errores ha cometido, redimida sólo por el hecho de haber sido capaz de desear y creer que todo eso fuera la Verdad.
Abandone ahora si lo desea la hipótesis y déjela a otros, pero admita que aunque Cristo no fuera más que el sujeto de una gran leyenda, el hecho de que esta leyenda haya podido ser imaginada y querida por estos bípedos sin plumas que sólo saben que nada saben, sería tan milagroso (milagrosamente misterioso) como el hecho de que el hijo de un Dios real fuera verdaderamente encarnado. Este misterio natural y terreno no cesaría de turbar y hacer mejor el corazón de quien no cree.
Comentarios
El párrafo que citas aquí lo he leído y releído muchas veces; probablemente es la cumbre de ese libro. Sin embargo, no puedo dejar de pensar que considerar admirable ese hipotético Cristo legendario, es, en cierto modo, admitir ya que es más que una leyenda. Y que el deseemos y creamos que todo esto sea la Verdad está señalándonos que lo es.
Feliz Navidad
Y feliz Navidad, claro.
Sin duda a Umberto Eco se le pueden adjudicar muchas virtudes y una de ellas es su enorme erudición y en consecuencia lo bien que conoce a la religión católica haciéndole enfocar el tema religioso, aún siendo ateo, desde una perspectiva menos ignorante y por tanto más respetuosa.
Feliz Navidad
El problema que veo a la "post-fe" (y lo digo sin ánimo de perturbar a nadie estas fiestas consumistas y casi paganas que ya poco tienen de honorable) es que toda la buena obra que genera es válida en tanto que la fe no ha sido violada. Es decir, que una vez perdida esa suerte de "virginidad" intelectual, el resultado espiritual no puede estar a la altura. En otras palabras, si bien lo que dice Umberto Eco lo vemos algunos como cierto y hermoso, difícilmente muchos sostendrán un espíritu cristiano a la sombra de un simulacro de piedad muerta. Al pasar ese magno deseo del inconsciente al consciente, estamos condenándonos a actuar sin tanto convencimiento, y por tanto descenderá la calidad de nuestra generosidad.
Estoy convencido de que está cercano a lo imposible el que encontremos en un futuro una música comparable en todos sus aspectos a la de Bach o Palestrina, no sólo porque nuestro modelo educativo no lo promociona sino porque los más grandes resultados sólo se hacen desde la pureza y no al abrazo desesperado de las astillas de una Cruz en la que no se cree, o en la que se cree junto a otras muchas cosas, frecuentemente contradictorias entre sí. El sacrificio institucionalizado desapareció con la secularización de la sociedad; ahora sólo podemos optar a una mediocre pax egoísta, que no es poco (o eso dirán algunos).
En todo caso, feliz Navidad y que os traigan muchas cosas los Reyes. Nada de Papá Noel, ese advenedizo promotor de malos hábitos alimentarios. Yo no pongo árbol ni Belén, pero puede que vaya este año a la misa del Gallo; nunca es mala la introspección en un templo centenario.
Gracias por el linkeo.
En cuanto se me pase el empacho de polvorones, me paso por tu garito
Saludos
Es Dionisos quien sobrevive tars la máscara vergonzosa de la resignación.
Y... ¡felices fiestas y que se salven los que se sienten a la mesa!
Buen apunte. Si al final nos juntamos todos en paz en la mesa ¿por qué quejarnos?
Anibal gracias.
A ti y a todos ¡Feliz Navidad y próspero año nuevo!
El amor cristiano muchas veces resulta impracticable. Al menos para mi..
Menos mal que siempre nos queda Papá Noel como compensación XDDD