miércoles, 7 de enero de 2009

Contra el vicio de pedir...

Un texto extraído del libro Creadores de Paul Johnson:
Wagner le podría haber enseñado a [Dylan] Thomas mucho sobre el ruego. Aquí, por ejemplo, el compositor le escribe al barón Von Hornstein: << He oído que usted se ha hecho rico.[...]Para librarme de las opresoras obligaciones, preocupaciones y necesidades, que roban mi tranquilidad mental, solicito un préstamo de diez mil francos.>>

Al ciego Theodor Apel le escribió: <<¡Vivo en una miseria desesperante y usted debe ayudarme! Es probable que usted se sienta resentido, pero, ¡por Dios!, ¿por qué me veo impelido a ignorar su resentimiento? Porque por un año entero he estado viviendo aquí con mi esposa en absoluta pobreza, sin un céntimo que me pertenezca.>>

Wagner solía usar a su esposa hambrienta en sus cartas de ruego. A Eduard Avenarius le escribió: << Mi esposa le suplica humildemente que le dé al portador de esta nota 10.000 francos para ella.>>

Liszt, uno de los destinatarios de las cartas de ruego de Wagner, sufría con el método de la esposa: << ¡Por Dios! Cuán arduamente intento siempre no llorar [por los fondos necesarios]. Mi pobre esposa...>>

O: << Puedo suplicar. ¡Podría robar para llevarle la felicidad a mi esposa!>>

A Liszt también le suplicó que rogara por él. De esta manera: <<¡Escuche, Franz [Liszt]! ¡Tuve una inspiración divina! Debe conseguirme un piano de cola Erhard! Escríbale a la viuda [de Erhard] y dígale que usted me visita tres veces al año y que definitivamente requiero uno mejor que mi viejo y derrengado piano. […] Actúe con brillante impertinencia. ¡Debo tener un Erhard!>>

Lo cierto es que Wagner nunca vivió en la pobreza. Necesitaba y pedía dinero en efectivo [...] [porque] lo que necesitaba para escribir El anillo, y luego componerla, era absolutamente simple: un lujo abrumador

8 comentarios:

El Perpetrador dijo...

¡Qué tío! Con eso de que trabajaba en la Gesamtkunstwerk creía natural que sus cuentas fueran en proporción y tener así la "cuenta bancaria total". Y por si fuera poco tenía a Luis II que le prestaba palacios.

Que Liszt le abasteciera es normal, que para eso era su suegro. Sospecho que fue la gorronería de su yerno lo que le llevó a la pobreza franciscana. ¡Al menos alguien en la familia debía mantener las virtudes!

Me alegro de que se inaugure por aquí la sección de música, especialmente con nombres de semejantes genios.

J dijo...

"Consider also Wagner's emotional inclination for certain habits of luxury and unmanliness. (Nordau even ludicrously concludes: "Richard Wagner is in himself alone charged with a greater abundance of degeneracy than all the degenerates put together.") Consider those mysterious imported perfumes from Paris, those ermine gowns and brocaded roses, his lace shirts and satin street clothes.
With the projection theory in mind, we are not in the least surprised to find his works consistently exalting nordic Spartanism and damning the luxurious and effeminate decadence of the French. Demanding the annihilation of "luxury-cravers" in life or music, he thunders that "the luxury of the upper classes feeds only on the strangulation of the lower, labouring classes". As usual, he is really condemning and projecting his own self."

Peter Viereck, "Metapolitics"

Héctor Meda dijo...

Bueno está claro que Wagner era todo un personaje, posiblemente es el artista romántico por excelencia. En lo bueno y en lo malo.

El hecho es que todavía no acabo de entender como se pasó en apenas un par de décadas de obligar a los músicos a comer con la servidumbre (Haydn) a ponerse de rodillas frente ellos para rogarles que le toquen algo (Beethoven).

Wagner, al fin y al cabo, no es más que la lógica consecuencia de una época que elevó a los artistas al rango de aristócratas con sus correspondientes derechos a ser manutendidos.

Carlos Suchowolski dijo...

"El hecho es que todavía no acabo de entender como se pasó en apenas un par de décadas de obligar a los músicos a comer con la servidumbre (Haydn) a ponerse de rodillas frente ellos para rogarles que le toquen algo (Beethoven)."

¡Hombre, Héctor, el Renacimiento empezó con intelectuales suplicantes y quemados en la hoguera y hoy los "mejores" son "especialistas" privilegiados! Lo cierto en que en unas artes y en otras ciencias se ha seguido un camino irregular lleno de frenazos y aceleraciones...! Lo que no ha sucedido de verdad es que los sueños de Repúblicas de Sabios y el Paraíso de miel y bella música placentera y elevada nos arrulle. Una pena sin duda tener que trabajar y actuar en lugar de crear y contemplar. Pero esto es otra cosa, je... un poco sin duda a cuento pero más del mío (sorry). En cuanto a Wagner... ¿lo sabría Nietzsche?; imagino que eso también lo tuvo en cuenta para ponerlo "a caldo".

Héctor Meda dijo...

Una pena sin duda tener que trabajar y actuar en lugar de crear y contemplar

Sí, y ese era el drama de un Mozart, por ejemplo, que vivió en la miseria (aunque hay que admitir que era bastante manirroto)pero no el de Beethoven quien a partir de 1800, sin ir más lejos, empezó a cobrar una pensión anual de 600 florines del príncipe Linchowsky y en 1808 el príncipe Lobkowitz, el príncipe Kinsky y el archiduque Rodolfo llegaron a un acuerdo para garantizarle al músico una pensión anual de 4000 florines. Etc.

Al final de su vida, el divino sordo, aún siendo infinitamente menos prolífico que Mozart, dejó una sobria herencia de 10000 florines.

Y grande como era (JeJe) ni siquiera respetaba a la nobleza (Veáse el incidente de Teplitz)

Lo que quiero decir es que las pretensiones de un Wagner o un Beethoven no son muy diferentes a las de un Mozart (que gustosamente hubiera vivido también en el lujo); la diferencia es que este último vivió 10 años antes (+ o -) de que la recepción sociológica de estas pretensiones -por alguna razón que se me escapa- cambiaran radicalmente.

El Perpetrador dijo...

Se me ocurren varios motivos para esa entronización del músico y en general del artista en el romanticismo:

1) En primer lugar, es algo consubstancial al romanticismo e implícito en su estética. Si el artista se considera especial, sufridor y digno de laudas, sin demasiada dificultad puede trasladar esa sensación al público.

2) La Revolución había dignificado ciertos oficios, probablemente el de abogado y, con toda seguridad, el de artista. Sus especiales cualidades abstractas hicieron siempre a la música susceptible de ser "el lenguaje de los dioses", cosa sumamente sugerente para los románticos, especialmente en Alemania (intuyo que en tiempos de Beethoven los músicos españoles o franceses no gozaban ni de la centésima parte de su poder, con permiso de Farinelli tiempo atrás). Herder, Hoffmann, Novalis, Schelling, Schopenhauer fueron dando prestigio y poetizando paulatinamente al arte de los sonidos. Hicieron de ello algo sagrado, una alquimia para tiempos en los que la religión empezaba a hacer aguas. Los músicos y demás artistas fueron los nuevos popes.

3) Figuras tan carismáticas como la de Beethoven no había habido en casi ningún arte. Si Miguel Ángel dignificó la pintura, la escultura y la arquitectura, Beethoven sin duda hizo lo propio con la música. Su carácter rebelde influyó en muchas generaciones de compositores posteriores hasta el punto de que se huele su estela hasta hoy día (habría que añadir: con cierto tufo). De Teplitz a la estupidez hay sólo un paso.

Héctor Meda dijo...

Bien. Es cierto. Las razones que esgrimes son convicentes aunque, eso sí, tal vez merecen ser matizadas.

1) De acuerdo. Sin matices.

2) Estaría también de acuerdo y añadiría que otras de las razones que hace a la música susceptible de ser el lenguaje de los dioses (y entronizándose así con el primer punto) es que, como apunta Steiner en un libro suyo sobre Dostoiesvki y Tolstoi, el sentimiento trágico de la vida, tan bien representado en la tragedia griega y luego en el drama isabelino, encontró su avatar en el s.XIX en la música romántica y no en la literatura... hasta Dostoievski.

3) Esta razón sí que no me parece especialmente relevante y me remito a mi anterior comenteraio.

Pues si es cierto que sólo la singular personalidad de Beethoven fue capaz de crear al primer músico sin necesidad de mecenas, al primer músico freelance; ello no impide que hubiera podido ser ignorado como lo fue el propio Miguel Angel, tan o más soberbio, tan o más deseoso de independencia pero que tuvo que lidiar con un Papa y un mecenazgo condescendiente.

Es decir tuvo que vivir en una sociedad que seguía sin querer reificar sino a los de sangre azul o vestimenta púrpura. No lo recuerdo muy bien pero ¿no se reían de Miguel Angel por estar siempre empapado del mármol blanco con el que trabajaba? ¿y no tenía de hecho un apodo que ahora mismo no recuerdo?

Y es que aunque ambos, efectivamente, dignificaron su arte; eso no impidió que a uno le mancillaran su obra (veáse a la capilla sixtina sin desnudos) y a otro lo deificasen en vida.

En ese sentido me parecen más interesantes los dos primeros puntos.

Sierra dijo...

Quisiera señalar que el incidente de Teplitz es falso. Lo inventó una muchachita, cuyo nombre ahora no recuerdo, y a la que hubiese encantado irse a la cama con cualquiera de los dos o con ambos al mismo tiempo. Afortunadamente, hasta Goethe le hizo ascos.

Sin embargo, que la sociedad de la época lo tomara por cierto sí es muy significativo.