Contra la cerrazón social
Condición sine qua non de una por todos deseada sociedad abierta es la no existencia de perspectiva finalista alguna que arbitrariamente impóngase a toda la sociedad o, dicho en términos más castizos, no es aceptable que en nuestras sociedades contemporáneas exista una única moral y/o religión. Consecuentemente, hay que aceptar, o incluso aún más lejos: habilitar, el que algunos elijan otra actitud vital para su enfrentarse con el mundo, llegado el momento.
De este modo, puedo aceptar la idea de que, pongamos, la vida siempre merece la pena pero porque me parece la opción más deseable, la heurística vital que más sensatamente uno debiera acogerse apriorísticamente, que no axiomáticamente. También lo acepto, por sobre todo, ya que desde la mera teorización es muy fácil aceptar tamaña ensoñación pero que luego uno quién sabe dado que ahora cómo saber y en cualquier caso, ojalá no saber.
Y aclaro todo esto para justificar por qué no me parece en absoluto tolerable que no haya otras opciones para quien quiera adoptar cursos de acciones diferentes, no me parece en absoluto tolerable, por concretar, que alguien pueda mostrarse contrario a la eutanasia porque quien la defenestra seguro lo hará desde la intolerante convicción de que su modus vivendi debiera ser, coacción legal mediante, el modus vivendi de todo el mundo.
Pues bien, lo que precisamente debe caracterizar a una sociedad abierta es cerrarse a este tipo de intolerancias si no quiere que su apertura acabe colapsándola a la manera de un big crunch.
De este modo, puedo aceptar la idea de que, pongamos, la vida siempre merece la pena pero porque me parece la opción más deseable, la heurística vital que más sensatamente uno debiera acogerse apriorísticamente, que no axiomáticamente. También lo acepto, por sobre todo, ya que desde la mera teorización es muy fácil aceptar tamaña ensoñación pero que luego uno quién sabe dado que ahora cómo saber y en cualquier caso, ojalá no saber.
Y aclaro todo esto para justificar por qué no me parece en absoluto tolerable que no haya otras opciones para quien quiera adoptar cursos de acciones diferentes, no me parece en absoluto tolerable, por concretar, que alguien pueda mostrarse contrario a la eutanasia porque quien la defenestra seguro lo hará desde la intolerante convicción de que su modus vivendi debiera ser, coacción legal mediante, el modus vivendi de todo el mundo.
Pues bien, lo que precisamente debe caracterizar a una sociedad abierta es cerrarse a este tipo de intolerancias si no quiere que su apertura acabe colapsándola a la manera de un big crunch.
Comentarios
También es conflictivo, en la eutanacia, la idea del suicidio asistido; aunque creo que no tanto por las connotaciones legales, mera formalidad, como por las consecuencias morales para quienes la asistan.
Lo noto desaparecido, amigo mío. ¿Ocupado arreglando el verde pasto de la patria vasca?
En fin, en cuanto a su comentario, yo creo que si se justifica la cordura en el paciente cualquier petición suya voluntariamente ejecutada por terceros debiera ser legal y moralmente aceptable.
"yo creo que si se justifica la cordura en el paciente cualquier petición suya voluntariamente ejecutada por terceros debiera ser legal y moralmente aceptable"
Fíjese que esto que dice, no se lo discuto, pero no sea inocente al pensar que los demás no le consideren un amoral y un monstruo, además, tal afirmación contradice una cosa que dice en el texto:
"...puedo aceptar la idea de que, pongamos, la vida siempre merece la pena pero porque me parece la opción más deseable, la heurística vital que más sensatamente uno debiera acogerse apriorísticamente, que no axiomáticamente."
Entonces me responderá que de eso mismo estaba hablando, de la imposibilidad para achacarnos a una moral "categórica" (si se me premite la imprecisión), y de ahí que parezca que la heurística vital, esto es, que la vida siempre merece la pena, sea la opción "menos mala".
Ahora bien, en mi opinión, estas cuestiones sí pueden cuantificarse mediante abstracciones mentales (como la física), aún a sabiendas de que estas abstracciones no sean eficientes (como la física: si calculamos con ecuaciones físicas la trayectoria de un balón de fútbol, en realidad, no es seguro, sino probable, que el balón cumpla las condiciones estipuladas por el cálculo). Y la duda se debe al prejuicio del excesivo valor que se le da a la vida humana aún en cuestiones (como las abstracciones mentales) en las que no vale nada.
Mientras que en el comentario hacía uso de mi invididual y no vinculable entendimiento de la moral.
En realidad, yo no polemizo con la idea de que la moral sea una ciencia exacta pero asumo que una sociedad moderna debe considerar que una moral teleológica no es posible o, cuando menos, no debiera ser impuesta.
Desde luego, distan mucho los sentimientos de una teoría moral; pero son, al menos, una fuerte señal que no podemos ignorar.
Y, dicho sea de paso y a modo de anécdota y a modo de ejemplo y respondiendo a la pregunta, no tendría problema alguna en desenchufar a nadie si me lo pidiese y si se me permitiese.
No debemos confundir multiculturalidad con relativismo. España me parece un buen ejemplo: muchos inmigrantes, muchos códigos morales en mucho opuestos. Sin embargo, ciertas normas son, si no universales, generales; v. gr. no matar, no robar, etc. No busco, con este argumento, fundamentar dichas normas, sino más bien constatar que tienen realidad fuera de los libros y somos condicionados permanentemente por ellas en nuestro actuar.
Así, me parece extremadamente precipitado afirmar que no tendría problemas en desenchufar a alguien que se lo pidiera. Desenchufar un respirador no es desenchufar una aspiradora. Y si una persona sana le pidiera: «pégame un tiro, no quiero seguir viviendo pero no tengo el valor de hacerlo yo mismo», ¿sería igual de fácil? Sin embargo, las situaciones son analogables.
Insisto en que mi postura teórica es a favor de la eutanacia, pero que el problema rebasa los límites de la teoría.