lunes, 5 de abril de 2010

Contra la cerrazón social

Condición sine qua non de una por todos deseada sociedad abierta es la no existencia de perspectiva finalista alguna que arbitrariamente impóngase a toda la sociedad o, dicho en términos más castizos, no es aceptable que en nuestras sociedades contemporáneas exista una única moral y/o religión. Consecuentemente, hay que aceptar, o incluso aún más lejos: habilitar, el que algunos elijan otra actitud vital para su enfrentarse con el mundo, llegado el momento.

De este modo, puedo aceptar la idea de que, pongamos, la vida siempre merece la pena pero porque me parece la opción más deseable, la heurística vital que más sensatamente uno debiera acogerse apriorísticamente, que no axiomáticamente. También lo acepto, por sobre todo, ya que desde la mera teorización es muy fácil aceptar tamaña ensoñación pero que luego uno quién sabe dado que ahora cómo saber y en cualquier caso, ojalá no saber.

Y aclaro todo esto para justificar por qué no me parece en absoluto tolerable que no haya otras opciones para quien quiera adoptar cursos de acciones diferentes, no me parece en absoluto tolerable, por concretar, que alguien pueda mostrarse contrario a la eutanasia porque quien la defenestra seguro lo hará desde la intolerante convicción de que su modus vivendi debiera ser, coacción legal mediante, el modus vivendi de todo el mundo.

Pues bien, lo que precisamente debe caracterizar a una sociedad abierta es cerrarse a este tipo de intolerancias si no quiere que su apertura acabe colapsándola a la manera de un big crunch.

10 comentarios:

Sierra dijo...

Creo que el punto conflictivo de la eutanacia es decidir sobre los pacientes que no están en condiciones de elegir morir por sí mismos.

También es conflictivo, en la eutanacia, la idea del suicidio asistido; aunque creo que no tanto por las connotaciones legales, mera formalidad, como por las consecuencias morales para quienes la asistan.

Lo noto desaparecido, amigo mío. ¿Ocupado arreglando el verde pasto de la patria vasca?

Héctor Meda dijo...

Pues sí llevo de vacaciones toda la semana santa y la verdad es que tengo ideas para posts pero no de temática metafísica y entonces no sé qué tono darles y esto, para mi como bien sabrá, me parece lo más interesante del escribir por aquí. Este, por ejemplo, pretendía ser árido y frío como si lo que se quisiera decir surgiera de un pensamiento estrictamente racional pero resulta aburrido leerlo y ya no le digo escribirlo.

En fin, en cuanto a su comentario, yo creo que si se justifica la cordura en el paciente cualquier petición suya voluntariamente ejecutada por terceros debiera ser legal y moralmente aceptable.

Matzerath dijo...

Éste es un tema que trato mucho en mis pajas mentales.

"yo creo que si se justifica la cordura en el paciente cualquier petición suya voluntariamente ejecutada por terceros debiera ser legal y moralmente aceptable"

Fíjese que esto que dice, no se lo discuto, pero no sea inocente al pensar que los demás no le consideren un amoral y un monstruo, además, tal afirmación contradice una cosa que dice en el texto:

"...puedo aceptar la idea de que, pongamos, la vida siempre merece la pena pero porque me parece la opción más deseable, la heurística vital que más sensatamente uno debiera acogerse apriorísticamente, que no axiomáticamente."

Entonces me responderá que de eso mismo estaba hablando, de la imposibilidad para achacarnos a una moral "categórica" (si se me premite la imprecisión), y de ahí que parezca que la heurística vital, esto es, que la vida siempre merece la pena, sea la opción "menos mala".

Ahora bien, en mi opinión, estas cuestiones sí pueden cuantificarse mediante abstracciones mentales (como la física), aún a sabiendas de que estas abstracciones no sean eficientes (como la física: si calculamos con ecuaciones físicas la trayectoria de un balón de fútbol, en realidad, no es seguro, sino probable, que el balón cumpla las condiciones estipuladas por el cálculo). Y la duda se debe al prejuicio del excesivo valor que se le da a la vida humana aún en cuestiones (como las abstracciones mentales) en las que no vale nada.

Héctor Meda dijo...

Es que cuando hablaba de la moral en el post, hablaba de la moral social que no debe ser impuesta con la ley.

Mientras que en el comentario hacía uso de mi invididual y no vinculable entendimiento de la moral.

En realidad, yo no polemizo con la idea de que la moral sea una ciencia exacta pero asumo que una sociedad moderna debe considerar que una moral teleológica no es posible o, cuando menos, no debiera ser impuesta.

Sierra dijo...

Sí, pero una cosa es que algo sea legal y racionalmente moral; otra cosa es el sentimiento de moral que todo ser humano tiene. A mí también me parece moral ejecutar la intención del paciente cuerdo —se considera al ejecutante como mero agente de las intenciones de otro [aunque en una moral más estricta, como la tomista, decir una cosa así es bárbaro]—; pero me pregunto cuáles serían mis sentimientos al respecto si, por ejemplo, mi padre quisiera que yo le diera "buena muerte".

Desde luego, distan mucho los sentimientos de una teoría moral; pero son, al menos, una fuerte señal que no podemos ignorar.

Sierra dijo...

¡Oye!, el blog ya tiene 44 seguidores... Héctor M. ya es todo un ídolo popular... ¿Habrá regalías para los socios antiguos?

Matzerath dijo...

Sierra, ¿pero hasta qué punto esos sentimientos están condicionados por la cultura?

Sierra dijo...

¿Eso qué importa? Probablemente lo están por completo; pero que sea una ideosincracia cultural no hace más que fortalecer el sentimiento y darle, incluso, una realidad objetiva.

Héctor Meda dijo...

Pero si hay un elemento cultural en nuestros juicios morales entonces este ya invalida de facto la aspiración normativa buscada dado que una sociedad moderna se caracteriza por su multiculturalidad

Y, dicho sea de paso y a modo de anécdota y a modo de ejemplo y respondiendo a la pregunta, no tendría problema alguna en desenchufar a nadie si me lo pidiese y si se me permitiese.

Sierra dijo...

No creo que el elemento cultural de la moral invalide una doctrina moral normativa. Más bien al contrario, creo que los sistemas morales postulados que contravienen o ingnoran el modo de vida de la cultura son inviables desde el origen ——y, en caso de realizarse, el único resultado esperable es el desastre (véase: marxismo). Creo que la teoría moral debe redondear las asperezas del código de la cultura y darle alguna coherencia interna. Buscar un fundamento para la moral que trascienda a la cultura me parece, de suyo, vano (además, es una idea muy rara: la moral es el sistema mediante el cual los individuos se relacionan armónicamente).

No debemos confundir multiculturalidad con relativismo. España me parece un buen ejemplo: muchos inmigrantes, muchos códigos morales en mucho opuestos. Sin embargo, ciertas normas son, si no universales, generales; v. gr. no matar, no robar, etc. No busco, con este argumento, fundamentar dichas normas, sino más bien constatar que tienen realidad fuera de los libros y somos condicionados permanentemente por ellas en nuestro actuar.

Así, me parece extremadamente precipitado afirmar que no tendría problemas en desenchufar a alguien que se lo pidiera. Desenchufar un respirador no es desenchufar una aspiradora. Y si una persona sana le pidiera: «pégame un tiro, no quiero seguir viviendo pero no tengo el valor de hacerlo yo mismo», ¿sería igual de fácil? Sin embargo, las situaciones son analogables.

Insisto en que mi postura teórica es a favor de la eutanacia, pero que el problema rebasa los límites de la teoría.