Convengamos por lo tanto en que cualquier definición de lo que es la izquierda resultará arbitraria, creadora de unas fronteras -como todas- arbitrarias pero concedamos aún así.
Existe una interesante definición dada a la izquierda que podría englobar de forma coherente la silva variada de ideas que históricamente han sustentado aquellos grupos autoconsiderados de izquierdas, definición que viene de alguien que ve a su propia ideología cimentarse sobre la idea de la oposición a la herencia. Entendiendo herencia como cualquier forma de transmisión de oportunidades de padres a hijos.
Se podría entender por tanto el objetivo de la nueva izquierda, nacida después del muro de Berlín, como una búsqueda por medios políticos y por tanto coactivos de aminorar las diferencias, digamos, exógenas habidas entre dos individuos. De forma que si el igualitarismo radical ya caduco del marxismo y herederos se afanaba en borrar toda diferencia que proporcionase ventaja a alguien - A cada cual según sus necesidades, de cada cual de acuerdo a sus habilidades-, tal vez la nueva izquierda toleraría la diferencia y ventajas de algunos, esto es, admitiría que una carrera hay personas más rápidas que acabarán ganando pero luchará por evitar que existan privilegios que permita a algunos corredores salir antes o más cerca de la meta.
Esta perspectiva nace en y se alimenta de una determinada visión de la economía -donde los recursos ya están dados o la meta fijada- y una determinada visión de la moral -donde la equidad, perfectamente plasmada en el velo de Rawls, sería el objetivo primario- que tendría en el Estado de Bienestar su modelo político por excelencia o, si se quiere, su utopía particular hecha carne.
Espero no haberme inventado un hombre de paja. Ahora la crítica.
En mi opinión, como demuestran estas dos parábolas y su moraleja, un gran hallazgo, tal vez el gran hallazgo, que ha civilizado y hecho progresar a las sociedades es la distinción entre norma moral y ley jurídica así como su mutua y pacífica convivencia. Las leyes simplemente buscarían vetar todos aquellos comportamientos que hiciesen materialmente imposible la convivencia (como sucede con el robo, asesinato, etc...) esto es, buscarían permitir las Estrategias Evolutivas más Estables conforme a la naturaleza humana, incluida sus instintos morales. Por contra, las costumbres o leyes morales no recibirían -una vez escindidas de la ley- sanciones penales (así la adúltera habrá pecado mas no será lapidada) pero seguirían siendo vigentes en la medida en que las sociedades creyesen en la teleología, en la finalidad inherente a la moral que practicasen.
Las leyes serían regidas por una ética minimalista o de mínimos mientras que la práctica de una ética maximalista o de máximos quedaría al criterio de cada uno de los miembros de la sociedad.
¿Por qué ha sido tan efectivo ese divorcio entre ley y costumbre? Porque esa distinción posibilitó que las sociedades evolucionasen más allá del tribalismo, del colectivismo cerrado, del autoritarismo para fundar la Sociedad Abierta cuyo nacimiento se debe, en opinión de Popper, a que
la caracteristica central del conocimiento humano es que ese es provisional y falible, implicando que la sociedad debe estar abierta a puntos de vistas alternativos. Consecuentemente, una sociedad abierta está asociada con el pluralismo religioso y cultural. Por el contrario, el totalitarismo obliga al conocimiento a ser politico, lo que hace imposible una actitud critica y lleva a la destrucción del mecanismo mencionado.
Adicionalmente, una sociedad abierta esta siempre dispuesta a mejoras o reformas, debido a que el conocimiento nunca llega a ser completo o final, sino que por el contrario, esta en constante desarrollo. Proclamaciones a tener conocimiento cierto y absoluto llevan a tentativas de imponer una versión de la verdad por sobre otras. Tales sociedades se cierran a la libertad del pensamiento. En contraste, en una sociedad abierta cada ciudadano necesita involucrarse en la práctica del criticismo, lo que demanda libertad del pensamiento y expresión, junto a un aparato legal y cultural que facilite ese ejercicio
Se ve así que si el igualitarismo materialista obligaba a perpetrar una insostenible planificación económica de arriba a abajo, como la del comunismo, se podría decir que análogamente la socialdemocracia perpetra otra planificación moral de arriba abajo que resulta insostenible por las mismas razones que lo fue el comunismo, esto es, y como bien dice Hayek, porque las instituciones del gobierno son incapaces de conseguir saber responder a las circunstancias específicas o coyunturales tal y como lo harían las personas por sí solas sino que por contra lo único que acaban consiguiendo es incrementar el riesgo moral de una sociedad.
El problema, por lo tanto, con la izquierda -si se quiere con cierto tipo de izquierda moralista- es que, al nacer al amparo de una ética maximalista (recordemos: hay que luchar por igualar toda herencia), acaba resultando tan peligrosa para la sociedad cuando pretende tener cuota política como la religión porque no sabe hacer la feliz distinción entre norma moral y ley jurídica sino que más bien tiene una irrefrenable y peligrosa tendencia a la cosmovisión, a la imposición fija de una meta, a la planificación y a la corrección manual de un mundo que sospecho -aunque, a decir verdad, lo tengo por cierto- demasiado complicado para manipulaciones moralistas a gran escala y por la fuerza.
5 comentarios:
Gracias por atender a la solicitud, Hector (dos de diez, no está mal).
Sobre la igualdad de oportunidades: Me hace gracia que lo reivindique la izquierda y que lo haga tan pacatamente. A la pregunta "¿igualdad de oportunidades para qué?" se verían obligados a contestar que "para competir". Con esto se admite que no hay más derechos económicos que aquellos que parten de la competitividad, es decir, del mercado, aunque sea un mercado corregido en parte, menos azaroso.
Otra objeción: La igualdad de oportunidades, consistente en facilitar infraestructuras públicas universales respecto a una serie de servicios básicos, sólo justificaría la recaudación tributaria que permitiera al Estado dotarse de dichas infraestructuras. Cualquier otro criterio fiscal "progresivo" sería injusto, al vulnerar esa misma igualdad por la que se abogaba (igualdad de medios y no de fines).
En suma, no creo que la mencionada reivindicación sea tan de izquierdas como usualmente se cree, al margen de que se estime más o menos justa.
Gracias por el comentario irichc ;-)
Dices:
"¿igualdad de oportunidades para qué?" se verían obligados a contestar que "para competir".
xDDD Nunca lo había visto así pero es verdad.
p.d: por cierto, no puedo evitarlo soy muy curioso, ¿quienes eran los otros ocho invitados al meme?
Saludos
Te vas a reír:
Citoyen (él empezó, y amor con amor se paga).
Anibal, que ha contestado, aunque con algo de prisa.
Jorge G. Arismendi, que respondió en mi blog (no cuenta).
Irene (de Chiaroscuro), Isidoro, Berti y Jordi de la Torre, que no han dicho nada.
CLD y Pablo Pozzoni, que rehusaron amablemente cuestionando en privado el presupuesto de mi pregunta, a saber, que la izquierda ha de tener algún fundamento que justifique su nombre. Es obvio que para ellos no la tiene. Yo, como en el post inicial (un post farragoso y algo vacuo a sabiendas, aunque con mucho campo abierto para las réplicas), todavía ando en dudas.
No lo tiene, quise decir.
¡Vaya! ¡Con qué cantidad de gente mantienes correspondencia!
A decir verdad este meme debiera haber sido sólo para los de izquierdas, así que entiendo perfectamente la respuesta CLD y Pablo Pozzoni xDDDD
Saludos
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