sábado, 1 de noviembre de 2008

Alianza de religiones

Recojo una anécdota del libro Genghis Khan y el inicio del mundo moderno. Estamos en el seno del imperio mongol y en el año 1254
A los mongoles les gustaban las competiciones de todo tipo, y organizaban debates entre las religiones rivales del mismo modo que organizaban combates de lucha. El debate dio comienzo en una fecha concreta con un tribunal de jueces encargado de supervisarlo. En este caso, Mongke Khan les ordenó celebrar la discusión ante tres jueces: uno cristiano, uno musulmán y otro budista. Se congregó una gran muchedumbre para contemplar el espectáculo, que comenzó con una gran seriedad y formalidad. Un funcionario expuso las severas normas que, según el kan, debían regir el debate: so pena de muerte, “nadie osará pronunciar palabras destempladas”.

Guillermo de Rubruck [monje franciscano envíado como embajador por el rey de Francia] y los demás cristianos formaron un equipo con los musulmanes, deseosos todos de refutar las doctrinas budistas, Al reunirse aquellos hombres ataviados con sus túnicas y adornos en las tiendas plantadas en las polvorientas llanuras de Mongolia, hicieron algo que no había hecho nunca en la historia ningún otro grupo de sabios y teólogos. Es dudoso que los representantes de tantos tipos de cristianismo coincidieran con anterioridad en una misma asamblea, y desde luego no habían debatido nunca en pie de igualdad con representantes de las diversas confesiones musulmanas y budistas. Los especialistas en materia religiosa debían competir basándose en sus ideas y creencias, sin usar las armas ni la autoridad de ningún príncipe ni ningún ejército que los respaldara. Sólo podían emplear las palabras y la lógica para demostrar la persuasión de sus ideas.

En la primera ronda, Guillermo se enfrentó a un budista del norte de China que empezó preguntando cómo había sido creado el mundo y qué le pasaba al alma después de la muerte. Guillermo respondió que el monje budista se equivocaba al plantear esas preguntas; la primera cuestión debía versar sobre Dios, del que derivan todas las cosas. Los árbitros concedieron los primeros puntos al franciscano.
El debate versó sobre los temas del mal frente al bien, sobre la naturaleza de Dios, sobre lo que les sucede a las almas de los animales, sobre la existencia de la reencarnanción, y sobre si Dios había creado o no el mal. A medida que avanzaba el debate, los clérigos fueron formando coaliciones cambiantes entre las diversas religiones, según el tema tratado en cada momento. En los combates de lucha, entre una ronda y otra los atletas mongoles bebían leche de yegua fermentada; en consonancia con esta tradición, después de cada ronda del debate, los eruditos hacían una pausa para beber tranquilamente mientras se preparaban para el siguiente duelo.

Parece que ningún bando convencía de nada a su adversario. Por último, cuando los efectos del alcohol se hicieron más evidentes, los cristianos dejaron de intentar persuadir a sus oponentes utilizando argumentos lógicos y recurrieron al canto. Los musulmanes, que no cantaban, reaccionaron poniéndose a recitar en voz alta el Corán, y los budistas se retiraron a una meditación silenciosa. Al final del debate, incapaces de convencer ni de matar a sus adversarios, los participantes en el reto acabaron como solían acabar las celebraciones mongolas, es decir todo el mundo demasiado borracho para tenerse en pie.

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