jueves, 27 de noviembre de 2008

Sobre (sobre)naturalismo

Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que pueda imaginar tu filosofía -Hamlet

El universo no es solo más de lo que imaginamos, es más misterioso de lo que podemos imaginar -J.B.S Haldane

El naturalista, (...), acepta todo aquello que pueda ser detectable, e incluso puede aceptar entidades indetectables, si su existencia se sigue inevitablemente de las teorías que necesitamos para dar cuenta de lo que los experimentos nos dicen. Por cierto, que "aceptar" lo uso, claro está, no en el sentido de aquiescencia sumisa, sino con la provisionalidad propia de la ciencia, siempre abierta a la crítica

A mi juicio, la cuestión no es que debamos construir una ciencia naturalista sino que sólo podemos construir una ciencia consistente si es naturalista, esto es, sólo podemos construir un corpus de verdades o enunciados intersubjetivos sobre la realidad si este es naturalista.

Esto es así porque en la evolución quienes evolucionan son los llamados sistemas adaptativos complejos que, según Murray Gell-Mann,

adquieren información acerca tanto de su entorno como de la interacción entre el propio sistema y dicho entorno, identificando regularidades, condensándolas en una especie de esquema o modelo y actuando en el mundo real sobre la base de dicho esquema. En cada caso hay diversos esquemas en competencia y los resultados de la acción en el mundo real influyen de modo retroactivo en dicha competencia.

Es decir que, si nuestro lenguaje, nuestra mente y en general cualquier atributo nuestro es fruto de la evolución entonces estos atributos humanos, como todo producto de la evolución, se han configurado con el objetivo de resultar adaptativos, es decir, ser capaces de identificar regularidades en el entorno donde nos movemos creándose para describirlas las leyes naturales.

De este modo, el lenguaje está influido por cierta física sui generis interiorizada y eso explica el por qué en nuestras frases tendemos a describir la realidad en términos de movimientos, lugares y proyectiles. Como Pinker ha señalado, nuestro mentalés (el lenguaje del pensamiento) y nuestro lenguaje (que se construye sobre aquel) están diseñados de tal forma que se adapten a nuestro entorno macroscópico.

Si nuestro cerebro ha resultado ser un éxito evolutivo ha sido a resueltas de haberse convertido en un excelente detector de patrones y por tanto haberse especializado en identificar regularidades de un modo que entendemos como naturalista.

Sin embargo, esta configuración naturalista de nuestra mente está enfocada y especializada en identificar regularidades respecto al medio donde nos movemos pero no está encaminada a entender regularidades de otros entornos donde las leyes necesitadas para describir los fenómenos que allí se dan deban ser cualitativamente diferentes. Dicho de otro modo, es posible que existan fenómenos que por su irregularidad, o mejor dicho, por tener una regularidad distinta o inalcanzable a nuestros esquemas cognitivos innatamente incorporados nos resulten incomprensibles.

Más concretamente. Si nuestra cognición, tal y como sostiene la teoría computacional de la mente, se puede concebir como un sistema de procesamiento de la información estructuralmente idéntico a una máquina de Turing (o computadora digital) entonces todos aquellos fenómenos que no fueran computables -hasta ahora la ciencia no ha encontrado ningún fenómeno físico que cumpla tal condición- resultarían invisibles al ojo de la mente.

En tal caso tal vez podríamos hablar de la existencia de fenómenos sobrenaturales. No me refiero a milagros materializados por duendes y hadas sino a que ciertos axiomas irremisiblemente incorporados a nuestra cognición como el principio de identidad o de causalidad sí pueden ser sistemáticamente violados en otros entornos como el microscópico y de hecho, la mecánica cuántica da cuenta de numerosos hechos paradójicos que contradicen nuestras intuiciones naturales.

Cirac, sin ir más lejos, da en esta entrevista ejemplos de ello

Si uno coge un solo átomo con un solo electrón, y lo tira o lo bombardea a un blanco parece que ese átomo o ese electrón haya pasado por dos lugares a la vez. La vida de ese átomo se desdobla y es como si viviese en dos universos paralelos en los que en uno pasa por un sitio y en otro pasa por el otro. Y el hecho es que no hay forma de describir estos fenómenos a menos que le haya pasado esto tan extraordinario al átomo. Es un ejemplo

Si los objetos reales no se comportan así en la vida real es gracias a que como dice Brian Greene en el libro El Universo Elegante (pág.174)

Las matemáticas asociadas a la mecánica cuántica demuestran que cuanto mayor es la barrera de energía, menor es la probabilidad de que esta contabilidad microscópica [metáfora que usa para describir el singular comportamiento de las partículas en el llamado efecto túnel] tan creativa pueda llevarse a cabo.(...)A medida que los objetos que estudiamos se vuelven más y más complicados, porque están compuestos por cada vez más partículas, este efecto túnel puede seguir produciéndose, pero se vuelve muy improbable ya que todas y cada una de las partículas tienen que tener la suerte de poder abrirse camino juntas

De forma que lo sobrenatural o si se prefiere, todo fenómeno que viola aquellos innatos principios que son parte de nuestro sentido común, es real pero nos resulta extraño porque su carácter improbable ha hecho innecesaria su asimilación evolutiva.

Tales fenómenos serían como familiares lejanos con los que nuestro corazón no se molesta en sentir afecto o mejor, podríamos decir que nuestra cognición sería como un ojo acostumbrado a una determinada iluminación que no es capaz de percibir, porque resultaría trivial, un fugaz incremento espontáneo de luminosidad.

¿Habrá, según vamos avanzando en nuestro conocimiento de la realidad, mayor número de fenómenos sobrenaturales? A decir verdad, concedo que sería pura retórica demagógica afirmar que todo fenómeno contraintuitivo pero asequible para la empresa científica es sobrenatural puesto que en la medida en que es describible de algún modo, aunque sea estadístico, y se pueda, por tanto, hacer ciencia de ello -etiquetarlo, encontrarle regularidades, anexionarlo con otros fenómenos -, se podrá considerar como un fenómeno natural aunque de difícil entendimiento fuera del amparo de las matemáticas.

No obstante, no debemos olvidar que podemos avanzar en el conocimiento de lo microscópico y en definitiva, encontrar regularidades a tales fenómenos gracias a las herramientas matemáticas, las cuáles, al combinarlas con

las operaciones internas de un órgano biológico experto en extraer patrones del ruido sensorial (...) nos posibilitan realizar acciones, que en principio estaban fuera del alcance humano, pero que por la vía de fragmentarlas en pequeñas -y, ahora sí, realizables- microoperaciones y ejecutarlas secuencialmente se logra alcanzar los objetivos previamente inaccesibles.

Ahora bien, resultaría crucial saber, en aras de poder aseverar si la realidad es regida en última instancia por leyes naturales o no, si las herramientas matemáticas y por extensión las tecnológicas simplemente extienden o bien redefinen completamente nuestra cognición.

Porque si es lo primero entonces es hipotéticamente posible que llegue un momento en el que, digamos, el capital intelectual de las matemáticas se agote y ser naturalista o materialista seguirá siendo la única opción humanamente posible de hacer ciencia, sí, pero nos pareceremos al borracho que busca sus llaves bajo una farola y no porque no sepa que no las ha perdido por allí sino porque ese es el único lugar en donde hay luz.

5 comentarios:

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Cualquier patrón puede ser descrito mediante una fórmula matemática. Esto es una verdad trivial.
Lo malo es que nosotros no somos capaces de entender todas las fórmulas matemáticas, ni todas las demostraciones.
Es decir, puede haber patrones matemáticos, y por lo tanto, fenómenos físicos que sólo podrían ser descritos con aquellos patrones, que no seamos capaces de comprender.
Pero sí que podemos operar matemáticamente con esos patrones (bueno, con muchos de ellos), con ayuda de ordenadores, de modo que éstos hagan las predicciones empíricas por nosotros. (Lo que ocurre es que, en este caso, nos tenemos que "fiar" de que el ordenador funciona bien).

Héctor Meda dijo...

Hola Jesús,

Bueno, si un patrón puede ser operado matemáticamente mediante un ordenador entonces ese patrón es necesariamente computable, esto es, es recursivamente enumerable pero existen patrones que no son computables, por ejemplo, los de teselación.

Al final todo está relacionado con el problema de las teorías del Todo, si una TOE que explicase TODO es imposible, por las mismas razones por las que Gödel sentenció la imposibilidad de fundamentar las matemáticas (Barrow al final del libro Teorías del Todo sentencia:"No hay fórmula que pueda proveer toda la verdad, toda la armonía, toda la simplicidad. Ninguna TOE podrá proveer nunca una penetración total"); entonces veríamos que una descripción naturalista de la realidad es insuficiente porque la realidad real es no natural, o si se prefiere, no es describible mediante leyes naturales.

Otra cosa, insisto, es que nuestra mente sólo pueda operar de forma naturalista a la hora de generar un conocimiento articulable y por tanto transmisible.

Carlos Suchowolski dijo...

Muy bueno! Ya te contesté de hecho en el post anterior por lo que no vale matizar más aquí.
Hasta pronto.

Anónimo dijo...

Creo que lo que la ciencia nos dice del mundo es algo muy parcial. Estábamos muy condicionados inicialmente por nuestro sistema perceptivo, y lo hemos potenciado gracias a aparatos que nos permiten ver en otras longitudes de onda, escuchar ultrasonidos, etc. Estábamos muy condicionados por nuestro sistema cognitivo, y lo hemos potenciado con las matemáticas y los ordenadores. Pero esta potenciación tiene límites: como bien apuntas en tu post, hay, como mínimo, procesos no computables.

Y, además, la ciencia pone de por sí limitaciones metodológicas: su primer mandamiento es admitir sólo explicaciones naturales. Creo que el error del materialismo (o, más precisamente, naturalismo) está en confundir esa limitación metodológica con una carencia de la realidad; trasponer lo que es una regla del juego que nos hemos autoimpuesto en una afirmación metafísica (esa es la idea de la Red de Eddington).

Claro que, leyendo tu post, me asalta la cuestión de que habría que definir con cuidado que se entiende como naturalismo… porque quizá lo que defiendes, si lo entiendo bien, podría considerarse como un naturalismo ampliado, en el que caben entidades muy alejadas de lo que admite nuestra intuición “física” pero que siguen siendo “naturales” en el sentido de…y esto es lo que habría que precisar. Se me ocurre como uno de los rasgos básicos emplear sólo causas eficientes (y no finales), pero probablemente habría que añadir más, como proscribir de alguna manera lo mental como algo con entidad propia…Por mi parte, este naturalismo ampliado me parecería todavía insatisfactorio, aunque me parezca muy defendible en términos filosóficos.

Héctor Meda dijo...

Sí, desde luego que promuevo un naturalismo ampliado en el que caben entidades muy alejadas de lo que admite nuestra intuición “física” pero que siguen siendo “naturales” en el sentido de sean identificables regularidades en su comportamiento aunque sea de forma estadística.

En cualquier caso también creo que este naturalismo resulta insatisfactorio pero es por ello por lo que no creo que la ciencia agote, digamos, todo el espectro "espiritual" humano.

Por lo demás esto que dices, resume practicamente todo mi post, a saber:

Creo que el error del materialismo (o, más precisamente, naturalismo) está en confundir esa limitación metodológica con una carencia de la realidad; trasponer lo que es una regla del juego que nos hemos autoimpuesto en una afirmación metafísica

Solo añadiría: Pero no hay otro modo de hacer ciencia puesto que sospecho que esa limitación metodológica es, antetodo, cognitiva.

Gracias por el comentario Pseudopodo ;-)