El analfabetismo no es inevitable. Con esta máxima tan sencilla, tan contundente, Amnistía Internacional ha iniciado una campaña, Exige dignidad, que intenta que millones de personas en el mundo (y no precisamente en el tercero) puedan aprender a leer, mientras los 1.500 millones que habitamos en el más avanzado de los mundos posibles leemos impunemente tebeos.
Me he leído con indignada tristeza el contenido de la iniciativa y lo que me ha derrumbado más es que los desastres que denuncia la campaña -que pretende presionar a Gobiernos para se preocupen por sus ciudadanos y éstos aprendan a leer- no sólo suceden en esos lugares pobres de veras y olvidados del mundo, como África, que algunos dan ya por perdidos. Vean, si no, estos dos ejemplos.
En EE UU, aparecen al día más de dos mujeres que resulta que no saben leer. La mitad de esas analfabetas se podrían enmendar si la educación fuera accesible y de calidad para todas las mujeres del país. El año pasado, para que los Juegos Olímpicos de China refulgieran, Pekín destinó 40.000 millones a un ambicioso plan de embellecimiento de los colegios. Para lograrlo, fueron desalojados hasta 1,5 millones alumnos, que aún no tienen donde estudiar y que vagabundean. Los institutos no podían contener elementos incivilizados, dijeron.
Y ahora, si pueden, lean tebeos.
(Nota del autor para la SGAE: Toda coincidencia con este texto es de-li-be-ra-da)
1 comentario:
Entiende mal porque no la ha leído y comparado el texto linkado al final
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