martes, 2 de febrero de 2010

La ilusión del yo

Epiménides fue un legendario poeta filósofo del siglo VI a. C. a quien se le atribuye haber estado dormido durante cincuenta y siete años aunque Plutarco afirma que sólo fueron cincuenta.

Se atribuye a Epiménides haber afirmado:

Todos los cretenses son unos mentirosos.

Sabiendo que él mismo era cretense, ¿decía Epiménides la verdad?

La paradoja de Epiménides, también puede sintetizarse en "Miento. Hablo."

Leído aquí

Una de las demostraciones más espectaculares de la ilusión del yo unificado es la de los neurocientíficos Michael Gazzaniga y Roger Sperry, que demostraron que cuando los cirujanos cortan el cuerpo calloso que une los hemisferios cerebrales, literalmente parten el yo en dos, y cada hemisferio puede actuar libremente, sin el consejo ni el consentimiento del otro. Y lo que es aún más desconcertante, el hemisferio izquierdo teje constantemente una explicación coherente pero falsa de la conducta escogida sin que lo sepa el derecho.
(...)
Lo espeluznante es que no tenemos razones para pensar que el generador de tonterías del hemisferio izquierdo del paciente se comporte de modo alguno de forma distinta a los nuestros cuando nosotros interpretamos las inclinaciones que emanan del resto de nuestro cerebro. La mente consciente – el yo o el alma – es un creador y manipulador de opinión, no el comandante en jefe

Leido aquí

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto parece encajar dentro de la condición de aparato lógico del cerebro (si lo es). No es deber de la lógica distinguir entre la verdad y la mentira. Estas son cualidades de las proposiciones que están circunscritas a ella.

Santiago dijo...

Jajaja.

Muy bien visto Héctor. Si el yo está escindido, ¿quién es el que miente en la paradoja? ¿Cuándo hablamos de los cretenses, hablamos de sus dos hemisferios? A lo mejor sólo mienten sus hemisferios izquierdos y ellos creen que dicen la verdad... ¿mienten entonces? Escindir el yo abre una enorme cantidad de posibilidades al engaño... Partes del cerebro que se conjuran para engañar a otras mientras que otras lo saben pero no hacen nada...

Por cierto y cambiando de tema y volviendo a viejas conversaciones. He estado pensando en el teatro cartesiano de Dennett. Me parece un gran argumento, difícil de rebatir. Sin embargo, no todas las evidencias neurológicas le dan la razón. Mira esta:

http://vonneumannmachine.wordpress.com/2009/03/14/la-pantalla-interna-de-nuestro-cerebro/

Héctor Meda dijo...

Matzerath,

A mi parecer, tal vez algo bruto, hay una solución alejandrina al gordiano problema de este tipo de paradojas, a saber: a tomar por culo el tercio excluso.

Santiago,

Me duele decirlo, ya que me gustaría anotarme el tanto, pero la ingeniosa interpretación que das al diálogo intertextual no era mi primera intención.

En cuanto al teatro cartesiano: bueno, Dennett considerará que se debe verificar a nivel filosófico, en el sentido de afirmar que no es lógicamente posible construir un programa de investigación neurocientífico que haga uso de él sin que se autocontradiga o, a la postre, no explique nada. No obstante, no es imposible que, como ya ha pasado otras veces, la observancia empírica de lugar a soluciones no contempladas en el papel pero también hay que decir que aún sigo estando con Dennett: el hacer uso de esas creencias acabará en callejones sin salida.

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

Por una vez estoy totalmente de acuerdo con lo que dices.
.
El yo... como prácticamente todos los conceptos de la psicología (incluyendo a la constructivista) son meras ficciones; o sea, no hay nada en el mundo (ni en la mente) que se corresponda con ello. En cambio, la existencia de las neuronas, como la de las costillas, es mucho más segura que la de cualquiera de las entidades de las que habla la ciencia (y la filosofía) cognitiva (creencias, deseos, sensaciones, fenómenos, experiencia, autopoiesis, etc.).

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

seguimiento

Héctor Meda dijo...

Justo pienso lo contrario Jesús así que o bien estás siendo irónico -¡esos emoticonos, por favor!- o bien has sacado una interpretación del texto que no veo y que quisiera ver y esto último te lo digo de veras y por favor.

Básicamente mi idea se cifra en que si yo digo que mi yo es una ilusión estaré replicando la paradoja de Epiménides

Jesús P. Zamora Bonilla dijo...

¿Algo como "yo pienso que no existe el yo"?
Efectivamente, es una paradoja. Pero no es más seria que cuando decimos "Copérnico descubrió el 15 de abril de 1540, cuando se ponía el sol, que el sol estaba quieto".
Simplemente ocurre que nuestro sistema cognitivo está programado para hacernos pensar en algunas hipótesis que son falsas, sobre todo cuando se expresan en lenguaje coloquial. Así que por eso es necesario someter las afirmaciones de la ciencia a tests experimentales, que garanticen que no nos dejamos llevar por nuestras ilusiones cognitivas instintivas, y también por eso conviene NO TOMARSE AL PIE DE LA LETRA lo que afirmamos al hablar de la mente, sino añadir siempre la coletilla (no X, sino "la realidad es de tal manera, que en estas circunstancias nos sentimos compelidos a pensar X"; y seguramente ese "cómo es la realidad" sea científicamente mucho mejor cntrstble y verificable que X).

Lino Moinelo dijo...

Me parece que utilizar la famosa paradoja circular de los mentirosos de creta, no es muy acertado, ya que lo primero que se evidencia es que una cosa no se puede definir a si misma, o no ne puede emplear en la propia definición o proposición, aquello a lo que nos referimos.

Es decir, esta paradoja evidencia los límites de la lógica, tal y como Goedel demostró siglos más tarde. Y como el mismo demostró también, se evidencia que para ser conscientes de algunos conceptos, es necesario trascender del concepto de yo.

Nosotros no podemos decir lo que es el yo. El yo no es demostrable o definible por nosotros, pero si por alguna entidad o nivel superior a nuestros «yos» individuales. Es decir, no significa que no exista tal cosa, es solo que no lo podemos definir. Nos es imposible definirlo.

Toma ya.

Héctor Meda dijo...

Lino, no apuntaba tanto a la (in)definibilidad del yo cuanto al hecho de no tener sentido afirmar su imposible existencia desde esa misma atalaya.

En suma, el decir que el yo es una ilusión me parece que es caer en una paradoja autorreferencial.

Lino Moinelo dijo...

Yo sin embargo lo veo de otra forma, aunque en el fondo sea tal vez similar la conclusión.

Los que afirman o defienden la ilusión del yo o la no existencia del mismo, por el hecho de no poder señalarlo o no poder ubicarlo adecuadamente, obedece más a un fallo intrínseco de los sistemas lógicos y no a la ilusión de su existencia.

Héctor Meda dijo...

Bueno pero esa idea, la idea de que toda práctica lingüística dejará invetiblamente inefables residuos deícticos como el "yo", también la defendí yo en su momento :-P

Lino Moinelo dijo...

¡Ah! buen, pues perdone Vd, Sr. Meda.

Es que todavía no me he leído todos sus interesantísimos artículos. (esto último sin coñas)

Saludos