La Miseria de la Miseria: Por qué Popper se Equivocó sobre el Historicismo

 ¿Es posible una ciencia de la historia? Para la filosofía del siglo XX, la respuesta de Karl Popper en 'La miseria del historicismo' fue un rotundo y elegante 'NO'. Su argumento, resumido en cinco proposiciones lógicas, se ha considerado durante décadas un golpe mortal a cualquier ambición científica de la historia. Hoy, sin embargo, quiero invitarlos a cuestionar esa elegancia. Quiero demostrarles que el golpe de Popper no fue mortal, sino que, como un boxeador que forcejea con su propia sombra, golpeó una caricatura de su propia creación.


En La miseria del historicismo Karl Popper argumenta que es imposible predecir el curso de la historia a largo plazo debido al papel impredecible del conocimiento humano. Cualquier intento de hacerlo (historicismo) es un error científico y conduce a políticas totalitarias. La alternativa es un enfoque gradual y democrático para resolver problemas sociales.

Es crucial entender que para Popper, el historicismo NO es el estudio de la historia o la importancia de los contextos históricos. En cambio, lo define como:

Una aproximación a las ciencias sociales que asume que la predicción histórica es su objetivo principal, y que este objetivo puede alcanzarse si se descubren los 'ritmos', 'patrones', 'leyes' o 'tendencias generales' que subyacen a la evolución de la historia.


El historicismo, en este sentido, cree que la historia se desarrolla de acuerdo con leyes inexorables hacia un fin determinado (como la sociedad sin clases en Marx o el Estado perfecto en Hegel).

Popper argumenta que el historicismo es una "miseria" por dos razones principales:

  • Es un método científico pobre y erróneo.
  • Tiene consecuencias políticas peligrosas, ya que puede llevar al totalitarismo al justificar sacrificios en el presente por un futuro "inevitable" y supuestamente mejor.


Popper busca desmontar el historicismo desde varios ángulos:

a) La Imposibilidad de la Predicción Histórica:

  • El curso de la historia humana está influenciado de forma decisiva por el crecimiento del conocimiento.
  • No podemos predecir racionalmente qué conocimiento científico descubriremos en el futuro (porque si pudiéramos predecirlo, ya lo conoceríamos).
  • Por lo tanto, no podemos predecir el futuro curso de la historia. Este es su argumento base.


b) Falta de Leyes Históricas de Evolución:

  • Las leyes científicas (como las de la física) son universales y atemporales.
  • Las "leyes" que proponen los historicistas (ej.: "todas las sociedades pasan por feudalismo, capitalismo y socialismo") no son leyes científicas, sino tendencias históricas concretas.
  • Confundir una tendencia (que depende de condiciones iniciales específicas y puede cambiar) con una ley universal es un error fatal. Las tendencias no sirven como base para predicciones a largo plazo.


c) El Holismo es Imposible:

  • El historicismo a menudo aboga por estudiar y transformar la sociedad "como un todo" (holismo).
  • Popper argumenta que esto es imposible en la práctica. No podemos comprender o controlar todas las complejas interacciones sociales a la vez. La ingeniería social a gran escala está condenada al fracaso por su incapacidad para prever todas las consecuencias.


d) Crítica a la Analogía con las Ciencias Naturales:

  • Los historicistas a menudo intentan imitar el método de las ciencias naturales, pero lo hacen mal.
  • Mientras que la física busca leyes universales, el historicismo busca leyes de sucesión o evolución, que Popper considera un mal entendimiento del método científico.


4. La Alternativa de Popper: la "Ingeniería Social Gradual"

Frente al historicismo, Popper propone:

  • Piecemeal Engineering (Ingeniería Social Gradual o Fragmentaria): En lugar de intentar rediseñar la sociedad por completo basándose en una utopía lejana, debemos abordar problemas sociales concretos y específicos (pobreza, desempleo, educación) con soluciones pequeñas, comprobables y reversibles.
  • Método Científico: Ensayo y Error: Aplicar el método de conjeturas y refutaciones a la política. Proponer una solución, implementarla a pequeña escala, evaluar sus resultados y corregirla o desecharla si falla. Esto permite un aprendizaje continuo y evita grandes desastres.


"La miseria del historicismo" es, en esencia, una defensa de la sociedad abierta y la (en un acto de humilde bautismo) humildad intelectual. Popper nos advierte contra la arrogancia de creer que podemos conocer el destino de la humanidad y planificarlo todo. Al rechazar las profecías históricas, aboga por un futuro construido paso a paso, donde la libertad, la crítica y la corrección de errores sean los pilares del progreso social.

En realidad , la celebrada argumentación de Popper se me hace muy blanda. Toda ella, por cierto, lo ve capaz de resumir el propio autor, nada más comenzar el libro, en cinco proposiciones que cito de manera literal:


1. El curso de la historia humana está fuertemente influido por el crecimiento de los conocimientos humanos. (La verdad de esta premisa tiene que ser admitida aun por los que ven nuestras ideas, incluidas nuestras ideas científicas, como el subproducto de un desarrollo material de cualquier clase que sea.)

2. No podemos predecir, por métodos racionales o científicos, el crecimiento futuro de nuestros conocimientos científicos. (Esta aserción puede ser probada lógicamente por consideraciones esbozadas más abajo.)

3. No podemos, por tanto, predecir el curso futuro de la historia humana.

4. Esto significa que hemos de rechazar la posibilidad de una historia teórica; es decir, de una ciencia histórica y social de la misma naturaleza que la física teórica. No puede haber una teoría científica del desarrollo histórico que sirva de base para la predicción histórica.

5. La meta fundamental de los métodos historicistas (véanse las secciones 11 a 16 de este libro) está, por lo tanto, mal concebida; y el historicismo cae por su base.

El argumento no refuta, claro está, toda clase de predicción social.


1. La Refutación Lógica: El Fantasma de la Ciencia Terminal. (El argumento no es lógico, sino contingente).


Si se fija bien la lectura, todo la formalidad del argumento pierde su perennidad lógica en un escenario de Ciencia Terminal.

Brevemente y a modo de recordatorio: el concepto de "ciencia terminal" (o "ciencia madura") fue acuñado por el filósofo de la ciencia John Horgan en su libro "The End of Science" (1996).

Brevemente, la ciencia terminal es la idea de que la ciencia fundamental (sobre todo la física y la cosmología) ha llegado o está cerca de llegar a sus límites teóricos últimos.

En semejante escenario, el punto 2) del argumento se cae refutado.

Se podrá contrargumentar, ciertamente, que un escenario de Ciencia Terminal es controvertido que exista. Cierto. Pero el quid aquí es que el argumento de Popper no es una refutación lógica perenne del historicismo, sino una refutación condicional a la permanencia de un crecimiento científico abierto e impredecible.

Popper construye su defensa de la sociedad abierta sobre la base de la ignorancia futura necesaria. Si ese pilar (la imposibilidad de predecir el conocimiento) se suprime, como en el hipotético escenario de la Ciencia Terminal, el edificio popperiano se resquebraja. Esto no significa que el historicismo sea correcto, pero sí demuestra que la "miseria" que Popper le atribuye depende crucialmente de una visión específica (y quizá optimista) de la ciencia como una empresa eternamente inacabada y eternamente abierta a lo novedoso, o sea, sustentada en una premisa fáctica sobre el mundo (la naturaleza del crecimiento científico) que, aunque muy plausible, no es una verdad lógica necesaria que se siga de sus argumentos.


2. La Refutación Metodológica: El Efecto Edipo como Dato, no como Obstáculo. (La reflexividad se puede modelizar).


Popper argumenta que en las ciencias sociales existe un "efecto Edipo" o "profecía autocumplida/autodestructiva": el acto de hacer una predicción pública altera el sistema social, invalidando la predicción. Aunque él no usa la analogía del concurso de belleza keynesiano (donde no se vota por la concursante más bella, sino por la que crees que los demás votarán como la más bella) ésta viene a ser la plasmación de su idea sobre cómo la regresión infinita e inestabilidad queda introducida en ciertos sistemas donde hay predicciones.


En un marco formal moderno, una predicción no es una fuerza metafísica, sino un flujo de información que se integra en el sistema. Lejos de invalidar cualquier modelización, este fenómeno de reflexividad define el propio objeto de estudio de una ciencia social avanzada.

La cuestión no es que la predicción imposibilite el modelo, sino que el modelo debe ser lo suficientemente complejo como para incluir la capacidad de los agentes para procesar información sobre el estado macro del sistema y actuar en consecuencia. El problema popperiano no anula la sociología; simplemente exige que sus modelos abandonen el supuesto de agentes pasivos o aislados de la información global.


Popper presenta el caso de una revolución que se predice: si la predicción asusta al gobierno, podría suprimirla; si envalentona a los revolucionarios, podría acelerarla. Para Popper, esta ambivalencia demuestra la imposibilidad de predecir. Sin embargo, este es precisamente el tipo de dinámica que los modelos formales contemporáneos están diseñados para capturar.

Los modelos de agente y los modelos de umbral demuestran formalmente cómo la creencia compartida en el éxito futuro de una acción colectiva—diseminada precisamente por una predicción o un relato—puede alinear los incentivos de los agentes y llevar al sistema a superar un punto de inflexión crítico. En estos modelos, la "profecía" no es un elemento ajeno que rompe la simulación, sino la variable clave que activa el mecanismo causal. La predicción deja de ser el fin de la explicación científica para convertirse en su punto de partida.


Popper opera con una noción implícita de que los únicos modelos científicos válidos son aquellos análogos a una cadena de Markov sin memoria, donde el estado futuro depende únicamente del estado presente. Al demostrar que los sistemas sociales tienen "memoria" y son reflexivos (su estado futuro depende de sus expectativas sobre el futuro), concluye que no pueden ser modelizados.

Esta conclusión es un non sequitur. La incapacidad de un tipo de modelo simple (la cadena de Markov sin memoria) para capturar una dinámica no invalida la empresa de la modelización en su conjunto. Solo exige herramientas más sofisticadas. La teoría de sistemas complejos, los modelos basados en agentes y la economía conductual proporcionan precisamente esos marcos, donde la reflexividad, las expectativas y la influencia de la información global son componentes centrales y formalizables del modelo, no anomalías externas.


3. La Refutación del Estándar: La Falacia de la Profecía vs. la Predicción. (Popper exige un estándar que ni la cosmología cumple).


Mirémoslo más de cerca con la climatología.

Cualquier persona puede "predecir" con total exactitud el clima que hizo el 1 de enero de 1924. Esta es una reconstrucción factual de un evento pasado. Del mismo modo, un historiador puede explicar con gran detalle las causas de la Revolución Francesa. La capacidad de analizar el pasado con precisión demuestra que los fenómenos complejos (climáticos o históricos) sí están sujetos a un análisis causal riguroso.

La verdadera prueba de una ciencia no es predecir el futuro con certeza, sino hacer predicciones condicionales. Un climatólogo no dice "lloverá en Madrid el 15 de octubre de 2124". En su lugar, formula: "Si las emisiones de CO2 continúan en la trayectoria RCP 8.5, la probabilidad de que la temperatura media global aumente +2.5°C para 2100 es del 95%". Esta es una predicción científica robusta, a pesar de estar sujeta a la acción humana futura (nuestro "porvenir histórico").

Si aplicáramos el veto popperiano a la climatología, tendríamos que concluir que el cambio climático es una "estafa" porque no puede predecir un estado meteorológico concreto en una fecha lejana. Esta conclusión es, evidentemente, absurda y peligrosa.


La crítica de Popper se vuelve contra sí misma cuando observamos que el "efecto Edipo" no invalida la ciencia climática; por el contrario, es la base de su relevancia y urgencia.

La predicción del modelo climático ( "si seguimos así, habrá una catástrofe") es precisamente el estímulo informativo diseñado para alterar el comportamiento humano (reducir emisiones) y así evitar que la predicción más catastrófica se cumpla. La predicción exitosa es aquella que logra autodestruirse.

Esto no demuestra la debilidad de la modelización, sino su poder. Un modelo climático que no influyera en la política y la economía sería un fracaso. Su capacidad para cambiar el futuro que predice es la prueba máxima de su validez causal.

Popper consideraba que la "reflexividad" (el hecho de que una predicción social altere el sistema) era un veneno exclusivo de las ciencias sociales. Ya hemos visto que esto mismo pasa en la climatología como ilustra el cambio climático. De la misma manera, el hecho de que los agentes históricos actúen sobre la base de su conocimiento (o predicciones) no es un veto a la ciencia de la historia; es simplemente una variable fundamental que cualquier modelo serio debe incluir, tal como los modelos de agente ya lo hacen.Trasladar esta lógica a la historia desactiva la crítica de Popper:Un científico social no pretende predecir que "la revolución estallará el 15 de mayo de 2030". Al igual que el climatólogo, formula predicciones condicionales: "Dadas unas condiciones estructurales de desigualdad X, un nivel de represión Y y la existencia de un canal de comunicación Z, la difusión de la creencia en el éxito de una revolución incrementa la probabilidad de su estallido por encima de un umbral P%".Esta predicción, una vez hecha pública, se integra en el sistema. Puede llevar al gobierno a reformarse (autodestruyendo la profecía) o a los ciudadanos a coordinarse (autocumpliéndola). En ambos casos, el modelo no se ha invalidado; ha demostrado su precisión al capturar la dinámica reflexiva del sistema. El "efecto Edipo" no es un virus para la ciencia social, es su síntoma más característico.

Él confundió la imposibilidad de la profecía determinista (que ninguna ciencia sería practica) con la imposibilidad de la predicción condicional y probabilística (que es el núcleo de muchas ciencias respetadas).

Afirmar que la historia no puede ser científica por estar sujeta a un "porvenir histórico" incierto es tan falaz como afirmar que la climatología es una estafa porque el clima futuro depende de las decisiones humanas. Ambas disciplinas comparten la misma naturaleza: son ciencias de sistemas complejos y reflexivos, cuya mayor achievement no es predecir un futuro inevitable, sino iluminar los posibles futuros que nuestras acciones pueden crear o evitar. La crítica popperiana, en última instancia, no logra destruir el historicismo; solo logra definir con mayor claridad cómo una ciencia de la historia debe y puede funcionar.


La cosmología no sabe con certeza si el universo terminará en un Big Crunch, un Big Freeze o otra fase cosmológica. Esta ignorancia sobre el estado final no invalida en lo más mínimo su estatus científico. Por el contrario, es el motor de su progreso. Los cosmólogos:

  • Definen modelos rivales (basados en la densidad crítica, la energía oscura, etc.) que predicen destinos diferentes.
  • Derivan consecuencias comprobables de cada modelo. Por ejemplo, qué tipo de observaciones sobre la tasa de expansión acelerada apoyarían uno u otro escenario.
  • Utilizan datos empíricos (como los del telescopio James Webb) para contrastar y falsar versiones específicas de estos modelos, refinando progresivamente nuestra comprensión.


La ciencia no exige conocer el "final de la película". Exige la capacidad de formular marcos explicativos cuyas implicaciones sean contrastables con la realidad observada. La incertidumbre sobre el fin último no es un fracaso; es la condición natural de la investigación científica frente a problemas complejos.

La cosmología hace predicciones espectacularmente exitosas y comprobables sin necesitar predecir el fin del universo. Predijo la existencia del Fondo Cósmico de Microondas, la abundancia de elementos ligeros primordiales (nucleosíntesis) y el corrimiento al rojo de la luz de galaxias lejanas.

Del mismo modo, una ciencia social madura no necesita predecir el "fin de la historia" o el estado exacto de una sociedad en una fecha futura lejana. Le basta con:

  • Identificar patrones causales (ej.: la correlación entre desigualdad extrema y inestabilidad política).
  • Formular modelos de mecanismos (ej.: cómo se difunden las creencias en una red social).
  • Hacer predicciones de tendencia (ej.: si la concentración de poder económico aumenta sin mecanismos redistributivos, la probabilidad de conflicto sistémico se incrementa en un rango X-Y%).

Si aplicáramos el criterio de Popper con consistencia, no solo tendríamos que rechazar la historicidad de la historia, sino también la cientificidad de la cosmología, la meteorología a largo plazo y partes de la geología. Su definición de ciencia es arbitrariamente estrecha y está desmentida por la práctica de ciencias naturales maduras que lidian con sistemas complejos, únicos y de evolución irreversible.

La incapacidad de predecir el destino final del universo no convierte a la cosmología en una "estafa". La incapacidad de predecir el "estado final" de la historia o el efecto exacto de una predicción social, tampoco convierte a la historia en una no-ciencia. Ambas son ciencias que tratan con sistemas complejos, y su rigor no se mide por la certeza de sus profecías finales, sino por la solidez de sus modelos, la contrastación de sus hipótesis intermedias y su capacidad para iluminar las dinámicas causales que gobiernan su objeto de estudio. Popper, al exigir a la historia un estándar que su propia disciplina de referencia (la física) no puede cumplir en sus fronteras más complejas, comete una petición de principio que invalida su propia crítica.



4. La Refutación Holística: Del Relato al "Gran Juego". (Popper confunde la naturaleza de su objeto de estudio).


Pero el error más grave y lamentable de Popper, en mi opinión, radica en la concepción errónea de su objeto de estudio. Popper opera bajo la premisa de que la historia es una totalidad narrativa indivisible—un "relato en marcha"—y, al comprobar que este relato no se puede matematizar o predecir en su totalidad, declara la imposibilidad de una ciencia de la historia. 


Este planteamiento es un error categorial que confunde la naturaleza real de la explicación histórica.El error fundamental de Karl Popper no es que ignore la complejidad, sino que rechaza el marco holístico necesario para comprenderla. Su visión de la historia, heredada de la tradición humanística narrativa, se centra en la secuencia causal lineal de eventos —el "relato"— y, al encontrar esta secuencia impredecible, declara la imposibilidad de una ciencia de la historia. Sin embargo, es precisamente la perspectiva holística —la visión del "Gran Juego"— la que permite un análisis científico riguroso, al enfocarse en las relaciones sistémicas entre las jugadas y los jugadores.

Popper concibe la historia como una serie discreta de eventos narrativos. Para él, predecir es adivinar el próximo capítulo del relato. Al ver que este capítulo puede alterarse porque los actores lo leen, concluye que la predicción es imposible.

  • Pero la historia como "Gran Juego" es holística por naturaleza: Una jugada (como la invasión de Ucrania) no es solo un evento en una secuencia, sino un elemento que redefine todo el sistema de relaciones. Su significado no reside en sí misma, sino en cómo altera el tablero global: las alianzas, los equilibrios de poder, los cálculos de otros jugadores.
  • Popper, obsesionado con la pureza del relato lineal, no puede aceptar este holismo. Para él, la "contaminación" de la predicción rompe el experimento. Para un teórico de sistemas, esa "contaminación" es el dato más importante, porque confirma que el sistema es un todo interactivo donde la información es una variable estructural.


Una jugada solo es "racional" o "irracional" en relación con la totalidad del juego. Mover un peón en ajedrez no es bueno o malo en abstracto; lo es en función de la estructura completa del tablero y las estrategias en pugna.

  • Popper, al aferrarse al relato atomizado, no puede ver que la predictibilidad no reside en adivinar la próxima jugada, sino en comprender las presiones estructurales que el sistema ejerce sobre los jugadores. El holismo nos permite modelizar por qué, dadas ciertas condiciones globales (económicas, geopolíticas, tecnológicas), el abanico de jugadas racionales para un actor se estrecha drásticamente.
  • Que un jugador pueda sorprender con una jugada "irracional" (como Hitler atacando la URSS) no invalida el modelo. Al contrario: el holismo permite entender que esa irracionalidad, al insertarse en el sistema, genera una reconfiguración predecible del mismo: la formación de la alianza antifascista. La jugada irracional no rompe el modelo; se convierte en su input más crucial.


Popper asume erróneamente que la ciencia debe ser reduccionista y atomista. Pero las ciencias de sistemas complejos —desde la ecología hasta la ciencia de redes— son profundamente holistas. Su poder predictivo no viene de aislar variables en un laboratorio, sino de modelizar las relaciones y emergencias del todo.

  • La Guerra Fría no puede entenderse como el "relato de la rivalidad EEUU-URSS". Se entiende como un sistema holístico de disuasión mutua, donde la jugada de cada actor (un nuevo misil, una intervención proxy) solo tiene sentido en relación con la jugada del otro y con la estructura bipolar global.
  • Un modelo de agente, por ejemplo, es inherentemente holista: el comportamiento de cada agente emerge de su interacción con el sistema total que él mismo ayuda a crear. La "mano invisible" del mercado es un concepto holista. Popper, al rechazar el holismo historicista, tira al bebé con el agua de la bañera, rechazando también las herramientas que permiten una ciencia formal de los sistemas sociales complejos.


La obsesión de Popper con el "relato" —una herencia de las humanidades— le impide ver que la historia es primordialmente una estructura, no una narración. Al rechazar el holismo metodológico, se vuelve ciego a la naturaleza del "Gran Juego": un sistema donde las jugadas solo existen en relación dialéctica con el todo.

Una ciencia de la historia no pretende predecir el próximo evento del relato. Aspira a modelizar la lógica del sistema en el que todas las jugadas ocurren. Es este marco holístico —que Popper rechaza por su asociación con el historicismo teleológico— el que permite trascender la mera narrativa y acceder a una comprensión científica, formal y rigurosa de la dinámica histórica. Su crítica, por tanto, no refuta una ciencia de la historia; solo refuta una caricatura de ella, una que está prisionera de la misma visión narrativa que él, inconscientemente, perpetúa.


De ahí que el argumento de que "si se pudiera predecir la rueda, ya se habría inventado" —encarnado por Taleb pero de espíritu popperiano— constituye una falacia que confunde la predicción científica con la adivinación. Esta postura ignora que la innovación no es un destello aislado de genio, sino la solución estratégica a un problema emergente dentro de un sistema de restricciones y recursos. Predecir un invento no es predecir un relámpago, sino predecir la tormenta que lo hará inevitable.

La falacia de la rueda asume que predecir un invento es nombrarlo antes de tiempo. Pero la predicción científica seria opera a un nivel superior: identifica las presiones sistémicas que harán que una solución tecnológica se vuelva necesaria y viable.

  • La máquina de vapor no era "impredecible". Fue concebida en la antigüedad (Herón de Alejandría) y reinventada múltiples veces. Su adopción masiva no fue predicha como un evento singular, pero era predecible como solución una vez que el sistema económico inglés enfrentó una aguda escasez de mano de obra y la necesidad de una potencia mecánica que superara los límites de la energía hidráulica y muscular.


  • La no-adopción es tan predecible como la adopción. El rechazo proto-ludista bajo Isabel I no fue un capricho, sino una respuesta racional dentro de un sistema donde la tecnología amenazaba el orden socioeconómico establecido. Un modelo que incorporara las variables de estabilidad social y coste de oportunidad podría haber "predicho" el rechazo.


Un invento es una "jugada" dentro del Gran Juego entre actores que compiten por recursos, poder y autonomía. Su aparición y éxito no son aleatorios, sino que responden a la lógica estratégica del tablero global.

  • Energías Verdes en China: No fue una casualidad. Era una jugada predecible y de hecho prevista por analistas geopolíticos. Dada la variable "dependencia energética de hidrocarburos importados" —una vulnerabilidad estratégica crítica—, la jugada óptima para China era invertir masivamente en una tecnología que mitigara esa vulnerabilidad. La predicción no era "inventarán el panel solar", sino "la necesidad estratégica los llevará a dominar y desplegar masivamente las tecnologías de energía renovable".
  • Hidrógeno en Japón: Es la jugada simétrica. Ante la variable "dependencia de tierras raras chinas" —otra vulnerabilidad estratégica—, la jugada racional para Japón es explorar vías tecnológicas alternativas que sorteasen esa dependencia. El hidrógeno es una respuesta lógica y, por tanto, en cierto modo predecible.
  • Uranio vs. Torio en la Guerra Fría: La elección del uranio no fue técnica, sino estratégica. El uranio permitía producir plutonio para armamento, un objetivo central en la lógica de disuasión nuclear del Gran Juego. El torio, más seguro pero menos útil para bombas, era una jugada inferior en ese tablero específico. Cualquier modelo de la carrera tecnológica de la Guerra Fría que incluyera la variable "producción de material fisionable para armamento" habría "predicho" la elección del uranio.


Decir que la rueda era "inventable" significa que existía una demanda latente (la necesidad de transporte eficiente de cargas) y una oferta potencial (la existencia de materiales y técnicas para tallar madera o piedra). La conjunción de oferta y demanda en un contexto es lo que la teoría de sistemas identifica como un "nicho de innovación" que, tarde o temprano, será ocupado.

La predictibilidad histórica no es sobre nombrar la rueda el 4 de julio del 3.500 a.C. Es sobre identificar que, en una sociedad con agricultura excedentaria, comercio a distancia y planes de construcción monumental, la presión del sistema hacia la invención de un dispositivo de transporte rodado se volvería abrumadora. La invención concreta es el síntoma, no la enfermedad. La "enfermedad" es la presión estructural del Gran Juego.

Por lo tanto, la falacia de la rueda de Taleb/Popper es profundamente ahistórica. Reduce la complejidad de la innovación a un acto de genialidad individual, ignorando su naturaleza de respuesta estratégica a presiones sistémicas.

Una ciencia de la historia robusta no pretende ser una máquina del tiempo para nombrar inventos. Es un marco para analizar las dinámicas del Gran Juego: identificar vulnerabilidades estratégicas, recursos disponibles, incentivos de los actores y las soluciones tecnológicas o sociales que el sistema hace no solo posibles, sino casi obligatorias. Que una solución se materialice en 1700 o en 1750 es un detalle. Que el sistema la hiciera inevitable —y por qué razones estructurales— es el verdadero objeto de una ciencia predictiva de la historia. La rueda no se inventó porque alguien la predijera; se inventó porque el Juego lo exigía. Y predecir las exigencias del Juego es perfectamente posible.


5.Conclusión


La célebre refutación de Karl Popper al historicismo, a pesar de su influencia, se revela a la luz de este análisis como un castillo de naipes construido sobre premisas endebles. Su argumento central—que la impredecibilidad del conocimiento futuro hace imposible una ciencia de la historia—no es la lógica perenne que aspiraba a ser, sino una contingencia que depende de una visión específica y quizá ingenua del progreso científico como un río eternamente abierto e impredecible. Al confundir la imposibilidad de la profecía determinista con la imposibilidad de la modelización científica, Popper cometió un error categorial que lo llevó a aplicar un estándar de certidumbre que ni siquiera las ciencias naturales más respetadas pueden cumplir.

La verdadera miseria no reside en el historicismo, sino en una concepción de la ciencia que es demasiado estrecha para abarcar la complejidad de su objeto de estudio. Al demonizar el holismo y la reflexividad como venenos para la predicción, Popper se cegó ante la verdadera naturaleza de la historia: no es una secuencia narrativa de eventos, sino un "Gran Juego" estructural donde las jugadas individuales solo adquieren sentido dentro de una totalidad sistémica. Lejos de ser un obstáculo, la capacidad de los actores para procesar información y alterar el curso de los acontecimientos es la variable clave que una ciencia social madura debe integrar en sus modelos, tal como ya lo hace la climatología al predecir y, a la vez, intentar modificar el futuro del planeta.

En definitiva, la crítica de Popper no logra aniquilar la posibilidad de una ciencia de la historia. Por el contrario, al señalar sus desafíos de forma tan extrema, termina definiendo con mayor claridad su auténtico camino: no como la búsqueda quimérica de un destino final preescrito, sino como la empresa rigurosa de modelizar las dinámicas de sistemas complejos, identificar patrones causales y formular predicciones condicionales que nos permitan navegar el flujo de la historia, comprendiendo las presiones estructurales que hacen que ciertos futuros sean más probables que otros. El legado de Popper, por tanto, no es la tumba de la historia científica, sino la losa sobre la cual puede construirse una disciplina más humilde, más sofisticada y, en última instancia, más útil para iluminar las opciones que tenemos por delante.

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