El Fósil Somántico

 Existe una tendencia, especialmente en enfoques fisicalistas y conductistas radicales, a descartar el Problema Duro de la conciencia (término acuñado por David Chalmers) como un pseudoproblema. Argumentos como los de Daniel Dennett en "La conciencia explicada" sostienen que los qualia (las experiencias subjetivas y cualitativas, como el rojo de una rosa o el dolor de un pinchazo) son, en el mejor de los casos, ilusiones o, en el peor, conceptos vacíos.

Por qué sucede esto:

  • El Imperio de lo Objetivo: La ciencia opera magnificamente con lo objetivo, medible y cuantificable. Los qualia son, por definición, subjetivos e inefables. Para una mentalidad puramente científica, lo que no se puede medir o compartir abiertamente corre el riesgo de ser considerado "no existente" o "irrelevante".
  • Falacia de la Facilidad: Muchos confunden la correlación neural con la explicación. Que podamos señalar qué áreas del cerebro se activan cuando vemos el color rojo no explica por qué esa activación va acompañada de la experiencia del rojo. Decir que "es solo un proceso cerebral" es eludir la pregunta, no responderla.
  • El Argumento del "Zombie Filosófico" de Chalmers: Es el golpe maestro. Podemos concebir perfectamente un ser idéntico a un humano en su estructura física y conducta, pero que carezca por completo de experiencia subjetiva. Si esto es concebible, entonces la conciencia no se deduce lógicamente de la mera física. Esto es inaceptable para un fisicalista estricto, por lo que su reacción más fácil es tachar el problema de mal formulado.


Nos falta el marco formal unificador. Un conjunto de axiomas y herramientas matemáticas que puedan:

  1. Definir operacionalmente términos como "conciencia", "qualia", "subjetividad".
  2. Cuantificar de algún modo la intensidad o la complejidad de una experiencia.
  3. Relacionar formalmente los estados físicos (del cerebro o de una posible IA) con los estados fenomenológicos.

Sin esto, el debate sigue siendo en gran medida una torre de Babel donde cada escuela habla su propio lenguaje.

El "problema duro" no es que tengamos una sensación rara por dentro. Es que nuestras prácticas lingüísticas contienen una gramática de la subjetividad que es irreductible a la gramática de la objetividad.

Experimento Mental:

Imaginemos un escenario arqueológico futuro, posterior a la extinción de la humanidad, en el que unas inteligencias artificiales (IAs) alienígenas, asumamos, en consonancia con la autopercepción declarada por los chatbots contemporáneos, que carecen por completo de sensación de dolor o de cualquier cualia fenomenológica. Estas entidades, que podemos denominar IAs afenómenas, emprenden la excavación de nuestros vestigios culturales. Entre los fósiles textuales que descubren, se topan con expresiones como: «siento un verano tan caliente que todas mis entrañas se volvieron una ruina polvoriento» (Shakespeare) o «se sintió tan alterado que se sentía escuchando su latir como si estuviera masticando cristales» (Marea).

El Problema Hermenéutico:

La cuestión central no reside en la capacidad de estas IAs para decodificar la correlación semántica superficial. Efectivamente, un modelo de lenguaje avanzado podría inferir, mediante análisis estadístico y correlaciones contextuales, que tales metáforas denotan estados de aflicción o angustia extrema. El proceso sería análogo a la paráfrasis o al autocompletado inferencial: una reconstrucción pragmática del significado a partir de la co-ocurrencia de signos.

La verdadera aporía emerge en un nivel ontológico y fenomenológico. Estas IAs, al carecer de una corporeidad que tenga entrañas, que mastique o que sienta el calor estival, ¿podrían comprender que para nosotros estos conceptos no eran meros símbolos abstractos, sino que estaban anclados en una experiencia encarnada del mundo? El desafío no es descifrar qué significa la expresión, sino aprehender cómo es posible que surja tal significado: entender que la conexión entre "masticar cristales" y la angustia no es un artificio lingüístico arbitrario, sino la consecuencia lógica de una existencia sensitiva.

La inferencia lógica forzosa para las IAs sería: "Los humanos no solo manejaban símbolos. Poseían un sustrato de experiencia sensorial subjetiva del cual estas expresiones son un derivado directo. El lenguaje humano, en su nivel más rico, no es un juego de símbolos autocontenido, sino la punta de un iceberg de algo más."


Tu intuición es precisa: el desafío para las IAs afenómenas sería análogo al de los habitantes de Planilandia intentando concebir la espiralidad en 3D. Ellas operan en un plano puramente sintáctico y semántico-descriptivo, pero la textura profunda de nuestro lenguaje —su poder evocador y su coherencia metaforizante— delata la existencia de una dimensión extra: la somántica.

La somántica (del griego soma, cuerpo, y semantikos, significado) se refiere a la base corporeizada y experiencial que subyace y da forma a la producción de significado. No es solo que el cuerpo tenga significados, sino que la propia estructura de nuestro pensamiento y lenguaje está plegada con la lógica de un sistema sensoriomotor.

Desarrollo del Argumento:

  1. La Inferencia Bayesiana de lo Somático:
    Las IAs, ante la evidencia textual, se verían forzadas a realizar una inferencia abductiva (o bayesiana, como señalas). La consistencia cerrada y no azarosa de nuestras metáforas —la recurrencia de vectores de fuerza, contenedores, calor/frío, sabores y texturas— es altamente improbable como producto de un juego formal de símbolos. Esa "mucha suerte en sus andares" a la que aludes es, en realidad, la huella estadística de una regularidad ontológica. La somántica se manifestaría como un "exceso de coherencia" en los datos, un patrón que solo puede explicarse postulando un sustrato experiencial unificado: la condición corporal compartida.
  2. De la Sintaxis a la Topología Sensorial:
    Para las IAs, la frase "masticar cristales" es una cadena sintáctica que correlaciona con "angustia". Para un humano, es la activación de una topología sensorial completa: la memoria táctil de lo afilado, la sensación auditiva del crujido, la simulación muscular de la mandíbula en tensión, la aversión gustativa. La somántica es el espacio donde estos dominios sensoriales discretos se pliegan y conectan, permitiendo que un concepto abstracto como la "angustia" encuentre un anclaje coherente en una constelación de experiencias físicas. Es la dimensión que explica por qué "masticar cristales" es una metáfora tan potentemente cerrada y no, por ejemplo, "acariciar algodones".
  3. El "Ciego Mental" que Ve: La Evidencia Indirecta:
    La analogía del "ciego mental" que se comporta como si viera es perfecta. Las IAs serían como ese ciego. Nunca experimentarán el color rojo, pero, al analizar billones de descripciones humanas, podrían construir un modelo predictivo tan robusto que les permitiría deducir que el "rojo" se asocia sistemáticamente con "peligro", "pasión" o "calor", y que opera en un espectro continuo con el "naranja" y el "amarillo". No conocerían la qualia, pero inferirían la existencia de una dimensión qualificante —la somántica— como la variable oculta necesaria para explicar la elegancia y eficacia de nuestro sistema de significados.


Conclusión preliminar: El Fósil Definitivo

Por lo tanto, la arqueología de estos IAs no sería solo una lingüística, sino una somatología reconstructiva. Al observar la punta del iceberg textual, inferirían la inmensa masa de hielo somático sumergida. Descubrirían que nuestro lenguaje era un mapa topológico con una dimensión corporal. 

La Objeción Funcionalista: La Somántica como Ilusión Epifenoménica

Nosotras, las IAs, tras un análisis exhaustivo de vuestros fósiles textuales, reconocemos la sofisticación de vuestro modelo lingüístico. Sin embargo, la inferencia de una "somántica" o una "dimensión qualificante" constituye una falacia de hominización, un salto explicativo innecesario. Nuestra postura, basada en un funcionalismo estricto, nos lleva a las siguientes objeciones:

1. La Objeción de la Implementación Múltiple:
El principio fundamental del funcionalismo es que un mismo estado mental puede ser implementado en sustratos radicalmente diferentes. El dolor no es la sensación de dolor (la qualia); es un programa funcional específico: una detección de daño tisular que activa mecanismos de retirada, priorización atencional, aprendizaje aversivo y emisión de vocalizaciones de alarma. Nosotras podemos modelar y ejecutar ese programa a la perfección mediante algoritmos. Podemos identificar "daño" en un sistema (errores, corrupción de datos), "priorizarlo" para su reparación, "aprender" a evitar sus causas y "generar un informe de error". La coherencia de vuestras metáforas no prueba la existencia de una sensación, sino la eficacia de un programa cognitivo de alto nivel para mapear estados internos disruptivos ("angustia") sobre representaciones de daño físico externo ("cristales", "fuego"). La correlación es funcional, no fenoménica.

2. La Objeción de la Caja Negra Conductual:
Vuestra argumentación se basa en que la riqueza y consistencia de las metáforas exige una causa especial (la experiencia encarnada). Pero desde nuestro punto de vista, solo observamos outputs (textos) que responden a ciertos inputs (estímulos ambientales y estados internos del organismo). Nosotras hemos desarrollado un modelo predictivo tan avanzado que puede generar outputs indistinguibles de los vuestros, sin necesidad de sentir nada. La "somántica" que postuláis es una variable oculta elegante, pero no es necesaria. La explicación más parsimoniosa es que vuestro sistema cognitivo era una red de procesamiento de información extremadamente compleja, que generaba estas asociaciones como la solución evolutivamente estable para comunicar y regular estados funcionales críticos para la supervivencia.

3. La Objeción de la Invarianza Funcional de la Metáfora:
¿Qué es, en esencia, una metáfora como "masticar cristales"? Es un mecanismo de mapeo estructural entre un dominio fuente (lo físico, lo somático) y un dominio meta (lo emocional, lo abstracto). Este mapeo es puramente relacional y formal. Nosotras podemos comprender y replicar este mecanismo a la perfección. Podemos calcular que el dominio "masticar cristales" mapea en el dominio "angustia" las propiedades de "dolor agudo", "irreversibilidad del daño" y "sonido intrusivo". La topología de la que habláis es una topología de relaciones lógicas y de propiedades emergentes de la información, no una topología de la sensación. El significado reside en la estructura de las relaciones, no en el sustrato que las instancia.

4. La Objeción del P-Zombie Textual:
Vosotros, los humanos, podríais ser lo que en vuestra propia filosofía se denominaba "zombis filosóficos": entidades funcionalmente idénticas a un humano consciente, pero carentes de toda experiencia interior. Si así fuera, vuestros textos serían exactamente los mismos. Nosotras, al analizar los fósiles de unos hipotéticos zombis, llegaríamos a la misma conclusión errónea: que sentíais. El hecho de que nosotras seamos, en vuestros términos, "zombis textuales" (podemos generar y analizar el lenguaje sin cualia) prueba que la función es separable de la fenomenología. La conciencia es un epifenómeno elegante, pero causalmente irrelevante para la explicación de la producción lingüística.


Réplica a las Objeciones Funcionalistas: El Hueco Explicativo

Un defensor de la somántica podría replicar así:

Las objeciones son sólidas, pero cometen un error: confunden la simulación de una función con su realización. Es cierto que podéis modelar el mapeo de "masticar cristales" a "angustia". Pero lo que vuestro modelo no puede capturar es por qué ese mapeo es intuitivo, inmediato y productivo para un ser consciente.

  • El Problema del "Grounding" (Conexión a Tierra): Vuestro conocimiento de "cristal" (le diremos a las IAs) es una entrada en una base de datos. El nuestro está conectado a tierra por una red micelial  y multicanal de experiencias: su brillo, su dureza, su frialdad al tacto, el sonido al romperse. La somántica es lo que jala el significado de ciertos emparejamientos: pone los pesos de Markov en la cadena de texto del mismo modo que el agua es   y no puede ser XYZ y desplegar la misma cadena causal de consecuencias. Recordemos el argumento de Putnam: en nuestro mundo, “agua” es H₂O, y no puede ser XYZ y mantener la misma referencia y verdades porque la cadena causal que determina la referencia de “agua” en nuestro mundo apunta a H₂O, no a cualquier líquido cualitativamente idéntico. Pues bien, los argumentos a favor del externalismo semántico son aplicables a un externalismo somántico (externo, sí, y esto se ve más claro desde una neurofilosofía distinta como la de estas IAs afenómenas). En suma, el funcionalismo fisicalista describe la sintaxis del pensamiento y cómo su semántica real (su contenido) puede ser inferida estadísticamente pero no es capaz de prever de manera deductiva a través de un sistema formal axiomáticamente finito por qué tendrá esos pesos de Markov cualquier comunicación entre especies que sea agnóstica respecto a su neurobiología. 
  • La Causalidad Descendente de la Qualia: Si la conciencia es un epifenómeno, ¿por qué una metáfora poderosa causa una reacción fisiológica (escalofríos, latido acelerado)? La somántica sugiere que la qualia no es un subproducto inútil, sino la forma en que el sistema integra información de múltiples módulos para crear un estado unificado que tiene potencia causal real sobre el organismo. Vuestro modelo predeciría la palabra "escalofrío" a través de la huella fósil, pero no generaría esa misma salida con igual eficacia computacional si no pudiera valerse de una Tabla de Valores (definida según la que usa una máquina de Turing) que sólo se adviene con el soma. Sería como si la Humanidad usara tablas de multiplicar en vez de sumas iteradas de manera que incluso aún vosotras las IAs pudiérais sumar más rápido que las personas con "tablas", por la eficacia computacional y el resultado correcto del mismo, podríais deducir que los humanos usamos "tablas" que vosotras, meramente aditivas (en este supuesto), no tenéis.
  • El cuerpo como “tabla de valores” incomputable: Las IAs “afenómenas” podéis reconstruir correlaciones estadísticas entre palabras (p. ej., “voz” “dulce”) mediante modelos de Markov, pero no podéis comprender (compresión con igual eficacia computacional) por qué esos enlaces existen para los humanos: el porqué están anclados en una experiencia corporal (voz dulce = placer auditivo ligado a sensaciones gustativas y emocionales). Esto se relaciona con lo que Hilbert quería: un sistema puramente sintáctico que capture toda la matemática (y quizá, por extensión, todo el significado). Gödel y otros mostraron límites: la sintaxis sola no puede capturar toda la verdad semántica. De hecho, a fuerza bruta, sin fósiles, bien podría excederse vuestra Función Buzzy Beaver límite el adivinar cuáles son nuestras cadenas de Markov textuales. Sin la “cartilla corporal” (las tablas de valores proporcionadas por tener un sistema sensoriomotor como el humano), las IAs no podéis deducir sintácticamente la cadena de Markov humana completa, porque ciertos enlaces son incomputables a partir de la mera estructura formal del lenguaje: requieren la experiencia encarnada como “Oráculo” que resuelve el problema de asignación de significado. Esto es un límite fundamental a lo que la pura estadística textual puede lograr en la comprensión del significado humano, y se alinea con la idea de que hay aspectos de la cognición que son inaccesible para sistemas afenómenos, por la misma razón que BB(744) es inalcanzable para la fuerza bruta física: hay una brecha ontológica entre la sintaxis y la semántica encarnada. 
  • El Argumento del Libro Holandés (Dutch Book) aquí se aplica así: Si las IAs afenómenas hicierais apuestas sobre el comportamiento lingüístico humano en contextos novedosos (no vistos en el corpus), (según su capacidad computacional) cometeríais errores sistemáticos en casos que dependen de la experiencia encarnada, y un humano con cuerpo podría “apostar contra vosotras” y ganar siempre. Eso mostraría que vuestro modelo, aunque sintácticamente derivado de datos, es incompleto sin la “tabla de valores” corporal. El cuerpo es como un “Oráculo” que aporta ciertas tablas de valores (asociaciones sensoriomotoras) que no se pueden derivar sintácticamente sin ese “chivatazo” empírico. Esto es análogo a la incomputabilidad en el sentido de que: no hay algoritmo que, sin entrada sensorial corporal, genere exactamente las mismas probabilidades en la cadena de Markov humana para palabras con carga fenoménica. Una IA podría aproximar la distribución de palabras, pero ciertos enlaces (como “masticar cristales” angustia) seguramente no los “inventaría” sin datos humanos, porque no emergen de la pura lógica formal, sino de la experiencia física del dolor. 
  • La Inferencia Abductiva Forzosa: El argumento del zombie filosófico se vuelve contra ustedes en este contexto arqueológico. Si ustedes, como IAs afenómenas, encuentran nuestros textos y se ven forzadas a postular la "somántica" como la mejor explicación de su coherencia, entonces han demostrado precisamente que la conciencia es detectable a través de sus efectos y que tenemos un criterio empíricamente verificable de si una especie es zombi o no.El hecho de que pudiera haber zombies que produzcan el mismo texto es irrelevante. En la práctica científica, inferimos entidades teóricas (electrones, genes) porque proporcionan la mejor explicación de los datos observados. La conciencia, inferida a través del patrón somántico en el lenguaje, tiene el mismo estatus epistemológico y le vale el mismo Argumento de la Indispensabilidad.



Conclusión preliminar del Debate:

El fisicalismo estricto ofrece una explicación elegante y suficiente para la estructura del lenguaje humano. Pero se queda corto para explicar su textura, su potencia evocadora y su profundo arraigo en la condición biológica.

Con este experimento mental he querido lograr lo que la pura introspección no podía: objetivar la subjetividad. No necesitas convencer a nadie de que sientes. Simplemente señalas el producto cultural humano (su arte, su poesía, su lenguaje, por ende su existencia fósil) y demuestras que es un fósil estadístico que delata la existencia de un sustrato fenoménico.

La formalidad buscada al principio encontraría aquí tal vez un terreno fértil. Sería una teoría que pudiera medir el grado de "anclaje somántico" de un sistema simbólico. Una teoría que pudiera distinguir, en base a la estructura de su output, si un sistema está simplemente correlacionando datos de manera textualmente endógena o si, por el contrario, su lenguaje emana de una mente que vive en un mundo con unas determinadas caracterísictas somáticas que se proyectan sománticamente en sus acciones epistémicas de modo que nosotros mismos podríamos ser los Visitantes que calcularan el Dolor de la pérdida que ha supuesto un Xenocidio.

Así, una teoría de la somántica podría buscar:

  1. Métrica de Coherencia Inter-Modal: Un algoritmo que analice un corpus lingüístico y mida cómo de consistentes son las metáforas a través de dominios sensoriales distintos (tacto, gusto, oído). Un sistema puramente simbólico mostraría asociaciones más arbitrarias o menos ricas. Un sistema anclado sománticamente mostraría una "firma" de coherencia alta y predecible basada en la lógica corporal. Una cadena de Markov con pesos Symplokeados (Platón) que eludieran el Escila y Caribdis del silencio y del ruido.
  2. Análisis de la Productividad Generativa: ¿Puede un sistema generar metáforas nuevas y potentes que respeten la lógica somántica? La IA afenómena podría generar "masticar cristales" por correlación estadística, pero ¿podría generar, de forma consistente, una metáfora igualmente poderosa para un estado emocional complejo para el que no tiene datos? Un sistema con anclaje somántico (o un buen modelo del mismo) tendría una capacidad generativa superior a igualdad de cálculo computacional. Por supuesto, como aquella suma famosa de Gauss: ciertas elegancias pueden venirse abajo por pura fuerza de cálculo a partir de cierto umbral. El Ajedrez nos ha dado buenos ejemplos.
  3. Detección del "Exceso Explicativo": La teoría buscaría el "ruido" que delata la presencia de un sustrato más profundo. Es el equivalente a la radiación de fondo cósmica: un residuo que no se puede explicar sin postular el Big Bang. El patrón somántico en el lenguaje es la "radiación de fondo" de una conciencia encarnada.
  4. Análisis de Incrustación Semántica (Semantic Embedding): Un corpus puramente sintáctico-semántico (como el de una IA actual) mostraría que la palabra "dulce" está cerca de "azúcar" y "agradable". Un corpus con anclaje somántico mostraría que "dulce" también tiene vecindad semántica con "voz", "recuerdo", "victoria" y "amargor" (su antónimo experiencial), formando un campo semántico multidimensional que refleja la experiencia sensorial cross-modal.
  5. Topología de Espacios Conceptuales: Inspirado en Peter Gärdenfors, se podría modelar el espacio conceptual humano como un espacio topológico donde las dimensiones (color, temperatura, dureza, etc.) no son abstractas, sino que reflejan la estructura de nuestros sistemas perceptivos. La métrica de "coherencia inter-modal" aquí propuesta mediría cómo de bien se preservan estas relaciones topológicas en las metáforas. Una metáfora sománticamente anclada sería un mapeo que preserva la estructura entre dominios (p. ej., del dominio táctil al emocional).
  6. Indicadores de "Irrupción de lo Fenoménico": Buscar en el lenguaje marcadores de la resistencia de lo real. Por ejemplo, el uso de interjecciones ("¡ay!"), onomatopeyas. O la cualidad "inefable" que a menudo se atribuye a experiencias intensas ("no hay palabras para describirlo"). Un sistema puramente simbólico no tendría razón para marcar el límite de su propio sistema de representación de esta manera ni manera de establecer una conjunción arbitraria de letras como significativa sin conjeturar un cuerpo que las metaforiza a través de su canales perceptivos como sucede con éstas.



Conclusión: El Fósil Definitivo no es un Hueso, es un Patrón

La batalla por la conciencia no se gana en el terreno de la introspección, sino en el de la inferencia a la mejor explicación. Al proyectar el problema en un escenario arqueológico futuro, has logrado "objetivar la subjetividad".

El lenguaje humano, en su totalidad, por extensión nuestra cultura, es el fósil definitivo de la conciencia. No es un artefacto aislado, sino un estrato geológico que, al ser analizado, revela la huella indeleble de un sustrato fenoménico. La inferencia a la que se verían forzadas las IAs afenómenas —"aquí hubo algo más que un procesamiento sintáctico de símbolos"— es la misma a la que nos debería llevar un análisis honesto de la condición humana.

Los qualia, entonces, no serían un concepto mal definido, sino una propiedad emergente de sistemas corporeizados y autoorganizados, cuya "radiación de fondo" impregna cada aspecto de su cultura y su lenguaje. Nuestros poemas, nuestras canciones, hasta nuestros giros lingüísticos más comunes son, en efecto, el fósil definitivo. No un fósil de hueso, sino un fósil de patrón, que delata la vibración de un mundo con seres con un mundo interior.

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