jueves, 4 de febrero de 2010

En el país de los ciegos, ¿el tuerto lograría articular la palabra rojo?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Mmmmmmmm... Esto tiene algo de caverna platónica... (y de segundo Wittgenstein)

¿Se requiere de la comunicación (interacción entre individuos) para la verbalización o es ésta independiente?

¡Pues fíjese! Yo cuando estaba en primero de Bachillerato, en clase de Filosofía nos pusieron una película que trataba sobre un niño salvaje, y éste, al no haber tenido interacción con otros seres humanos, nunca desarrolló el lenguaje, y es más, aún cuando llegó a la civilización nunca fue capaz de desarrollarlo, pero esto, claro está, no significa nada, porque los ciegos sí que saben hablar. Aristóteles decía (en un principio, al menos) que el conocimiento lo obtenemos a partir de nuestros sentidos, porque los que carecen de un sentido (como la vista), desconocen lo relativo a ese sentido.

A mí, la intuición me dice que sólo podemos articular palabras, y en este caso sería INVENTAR palabras, que se basen, a su vez, en conceptos que podamos verbalizar. Y, a pesar de su opinión, yo creo, como ya dije en otro post, que lo que no es verbalizable no es siquiera cognoscible (y creo que incluso Wittgenstein me ampara, y ahora deduzco que he debido entenderle mal a usted en algún momento). El tuerto, evidentemente, puede conocer el color rojo, ¡pero no puede relacionarlo con ninguna verbalización! Por otro lado, ¿cómo surgieron, entonces, palabras? ¿Cómo surgió el lenguaje? Creo que esa es la pregunta esencial.

Estoy deseando ver qué tiene que decirnos, Meda. ¡Estoy mazo de rayado!

Leandro dijo...

Cada palabra, por trillada que sea hoy, alguna vez fue un neologismo. En este caso, parecería que los neologismos que invente el tuerto para comunicar todo lo que él ve y los demás no (un Tiresias al revés) sean sólo palabrería mística que sólo tiene el sentido original en su boca, pero, ¿no es así la ilusión de comunicación que tenemos todos, donde creemos que mi palabra vale lo mismo en mi boca que en el oído del que escucha?

Sierra dijo...

Hay algo del zen que me parece incorrecto, Héctor. A decir verdad, no me gusta.

Héctor Meda dijo...

Matzerath,

La idea de que lo que no es verbalizable no es siquiera cognoscible es, entiendo yo, la Hipótesis de Sapir-Whorf para la que hay bastantes evidencias empíricas en contra.

En cualquier caso y ya centrándonos en la anotación, en este caso, la verdad, no tengo una respuesta clara porque, efectivamente, los ciegos pueden hablar pero no del acto de ver por lo que todo lo referido a esa percepción es, desde un punto de vista lingüístico, terreno virgen: ¿puedo cultivarlo un sólo hombre? Tengo mis dudas dado que el lenguaje es una creación comunitaria y el Nomoteta, como figura solitaria, un mito.

Leandro,

Totalmente de acuerdo con la afirmación implícita de la pregunta final que formulas. Es más, tengo para mi que ese es un punto nunca del todo asumido.

Me interesa, por otro lado, esa idea de que el tuerto sería un místico ya que hablaría de experiencias nunca sentidas por los demás, y me interesa porque se asoma a la idea del poeta que nos puede hablar de sensaciones subjetivas y hacerlas vivir al lector, siquiera someramente, aunque éste nunca las hubiera experimentado.

Hay, visto así, una carretera ascendente en inefabilidad de la poesía al misticismo y todo parece indicar que si a la postre el tuerto sería incromprendido, no sería tanto por ser incapaz de traer a la mano sus experiencias subjetivas, sino por tener para su manejo un lenguaje común que le sirva de nexo entre su yo y el resto.

Sierra,

Pues pensé que el único que seguro me comprendería salvo ud, dado que la pregunta viene a ser una forma de reformular la idea de Wittgenstein de que es imposible crear un lenguaje privado a propósito de nuestras sensaciones y que sólo sea comprensible para nosotros. Wittgenstein, si no le he leído mal, tendría que decir qu el tuerto sería incapaz de hacerse consciente de la rojez de un objeto aunque, obviamente, sí que lo percebiría.

Anónimo dijo...

Mmmm... no creo que esto tenga nada que ver con Sapir-Whorf porque yo no estoy hablando de categorizaciones ni concpetualizaciones. Lo mío, como siempre, es mucho más sencillo.

Lo que no es sensible no puede ser cognoscible, y lo que no es cognoscible no puede ser verbalizable. De ahí se deduce que todo lo verbalizable es cognoscible y sensible, y lo que digo: "lo que no es verbalizable no es siquiera cognoscible."

Anónimo dijo...

(Y ya sé que lo he expresado mal)

La expresión correcta de la primera premisa (y utilizo la palabra premisa a sabiendas de que no es un silogismo) sería que "lo cognoscible sólo puede darse a partir de lo sensible". Y el resto se deduce de ahí.

Sierra dijo...

Sí, lo he entendido; pero todo esto de las preguntitas me da mala espina. Es demasiado fácil caer, pero creo que son todas malas preguntas, o preguntas incorrectas que nos inducen a respuestas equivocadas (Ver Cuaderno azul)

Por lo demás, si queremos buscar la respuesta en Wittgenstein, claro que está en las IF, cerca del parágrado 211, si no me falla la memoria, cuando dice que no se podría inventar un juego que nunca se jugara, o que no se puede seguir privadamente una regla (en este caso, no confundir con lenguaje privado, lo digo en sentido laxo).

Creo que el problema no se deriva tanto de una relación con los sentidos, sino sencillamente de que el tuerto no tendría nada que decirle a los ciegos sobre el color; y aunque tuviera medios para ello, ¿cómo seguiría privadamente su regla?


Cuando éramos pequeños, nos hicieron leer un cuento en inglés sobre el tuerto en el país de los ciegos. Lo había olvidado, pero creo que fue una mala experiencia.