(...)
(...), [y] siempre es posible ver que una interpretación determinada es descaradamente falsa, alocada o descabellada.
Algunas teorías contemporáneas de la crítica dicen que la única lectura fiable de un texto es una interpretación errónea, y que un texto solo existe en virtud de la cadena de respuestas que suscita. Pero esa cadena de respuestas representa los usos infinitos que podemos hacer de un texto (podríamos, por ejemplo, usar una Biblia en lugar de un leño en nuestra chimenea), no el conjunto de interpretaciones que dependen de una serie de conjeturas aceptables sobre la interpretación de ese texto.
¿Cómo se puede demostrar que una conjetura sobre la intención de un texto es aceptable? La única manera de hacerlo es cotejarla con el texto contemplado como un conjunto coherente. Esa idea es vieja, y procede de San Agustín (De doctrina christiana): cualquier interpretación de un texto es aceptable si se ve confirmada por otro fragmento del mismo texto (y debe rechazarse si ese otro fragmento la desafía). En este sentido, la coherencia textual interna controla unos impulsos del lector que de otro modo serían incontrolables.
El segundo dogma neoempirista atacado por Quine es la suposición de que cada enunciado, considerado aisladamente respecto de sus compañeros, pueda ser en absoluto confirmado o desconfirmado. Mi contrasugerencia...es que nuestros enunciados sobre el mundo externo no comparecen ante el tribunal de la experiencia sensible individualmente, sino sólo en corporación.
La crítica de este segundo dogma es más brillante que la del primero, aunque su argumento original básico no es original de Quine, sino de Duhem, quien expuso a principios del siglo XX la tesis holista -palabra procedente del vocablo griego hólos ('todo'), a la que podemos considerar sinónima de "totalizadora" o "globalizadora"-, según la cuál no hay experimento crucial que enfrente una sola proposición física con la realidad pues esa proposición presupone muchas otras.
7 comentarios:
Pero una cosa es que CUALQUIER enunciado pueda ser defendido, yora cosa es que el COSTE COGNITIVO de defenderlo sea igual para todos los enunciados imaginables.
Estos enlaces son muy poco obvios, y bien interesantes.
Siempre he sido más o menos partidario de la teoría interpretativa de Eco. Es bastante sensata, y, por sobre todo, tiene buenos modales y es respetuosa.
Desde luego, la diferencia más importante entre el texto de Eco y los de Quine y Lakatos es que podemos conocer la totalidad de un texto, pero no podemos conocer la realidad in toto. Que, siendo así, sea aun tan difícil interpretar correctamente un texto nos da una idea de lo derechamente imposible que es interpretar correctamente el universo.
Sierra,
Sin negar que lo de "conocer la realidad" no es moco de pavo, creo que hay que taner en cuenta que muchas "realidades naturales" son muchísimo menos complejas que la inmensa mayoría de los textos. Entender el campo magnético de un imán no creo que sea más difícil que emtender el Mahabaratta.
Jesús,
¡Exacto! Eso es lo que quería decirle a Umberto Eco, esto es y en primer lugar, que lo que dice no es privativo de la ficción por algún tipo de estatus ontológico de ésta y, ya en segundo lugar, que sí, que yo puedo hacer una lectura marxista de la Iliada de Homero...pero llega un momento en que, como tu muy bien dices, no merece la pena hacerse por simple coste cognitivo.
Sierra,
Pues a mi no me acaba de convecer la teoría Eco pues, después de todo, lo que dice es aplicable a cualquier ámbito de la realidad (como trato de hacer ver citando a Quine y Lakatos) y en segundo lugar no veo qué ganancia habría en una literatura que dispensase (casi) ex nihilo significados.
Jesús:
Desde luego... Entender, por ejemplo, la parábola que realiza una bala de cañón es bastante fácil comparado con... no sé, Hamlet. Sin embargo, la cosa es más pareja si comparamos la dificultad de entender Hamlet con la relatividad, y quizá sea más complicado entender teoría M que cualquier texto literario. El punto crítico es que si el universo fuese un libro, la parábola de una bala de cañón sería una página, la relatividad un capítulo, y la teoría M todo el libro.
Yo siempre seré un defensor de la importancia epistemológica de la literatura; pero hay dos diferencias que no puedo obviar: en primer lugar, el universo es algo más grande que incluso la más compleja obra literaria. En segunda lugar, las obras literarias son escritas por seres humanos, en un lenguaje humano: el universo es completamente extraño a nosotros.
Así que si una afirmación sobre una parte del todo es inverificable mientras no se contraste con el resto del todo, cualquier afirmación sobre el universo será siempre inverificable. No creo que suceda lo mismo con la literatura, porque la podemos conocer completa.
Héctor:
Tampoco sé si estoy completamente de acuerdo con Eco. La interpretación siempre me causa las mayores sospechas, se haga como se haga. Pero de aquellas cosas que se pueden decir de una obra literaria, me parece que el sistema hermenéuto de Eco es bastante sensato.
Es cierto, es más, es tautológico que una obra literaria, en tanto en cuanto está incluida en la realidad, por fuerza ha de ser menos compleja pero aún así, no menos cierto es que las obras literarias tampoco se analizan in toto sino en despiezada en personajes, ambientes, giros argumentales, etc. y, lo que tal vez sea más importante, Umberto Eco trata de decirnos que cuando el lenguaje se adentra en lo literario, éste se vuelve ambiguo en su significación pero lo que viene a decir Quine y adlateres es que no hay una distinción cualitativa entre narrar hechos e informar de hechos y que de tanto unos como otros se puede extraer interpretaciones dispares.
En última instancia, no se trata de fijarnos tanto en el objeto de estudio como en el instrumental para dicho estudio, es decir, en el lenguaje y cómo éste es una sustancia inestable que nos transforma en intrasubjetivas nuestras experiencias individuales a cambio, empero, de un significadión más imprecisa.
En el siguiente post, a propósito, se polemiza precisamente contra el "paradigma de información" que piensa que existen hechos atómicos que, por su simpleza descriptiva, cabe decir sin discusión que existen objetivamente.
Sierra,
Yo diría que la teoría de la relatividad es varios órdenes de magnitud más sencilla de entender que Hamlet. Básicamente, piensa en las cosas que es en principio imprescindible saber para entender la una y la otra; lo que pasa es que muchas de las cosas necesarias para entender Hamlet las hemos aprendido sin casi darnos cuenta a lo largo de muchos años, y las matemáticas chocan con la alergia de mucha gente a los números.
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Lo de que la teoría M sería el libro entero lo dudo mucho: no creo que se pueda deducir matemáticamente la existencia de la cafeína a partir de esa teoría.
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Y sobre que todo es inverificable en laiencia natural, pues en efecto, así es... Pero, como dice el título de un capítulo de mi libro "Cuestión de protocolo", al fin y al cabo hemos sido capaces de "verificar" en algunos sentidos relevantes muchas cosas "inverificables" (p.ej., que el agua está formada por hidrógeno y oxígeno). En cambio, no creo que la literatura sea más vrificable por el hecho de que la haya en cantidad finita: al fin y al cabo, se trata de verificar nuestras TEORÍAS sobre la literatura.
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