Razonando las impresiones de Mary
El experimento mental de Mary, propuesto por Frank Jackson (1982), explora la relación entre el conocimiento físico y la experiencia consciente.
Resumen:
<<Mary es una científica que sabe todo lo físico sobre la visión del color (cómo funciona el cerebro, las longitudes de onda, etc.), pero ha vivido en un mundo en blanco y negro y nunca ha experimentado el color rojo.
Cuando por primera vez ve el rojo, ¿aprende algo nuevo?>>
No quiere explorar (ni explotar) hoy aquí el carácter anti-fisicalista (por mi compartido) al que apunta (no de manera bien afilada) dicho argumento, sino aspirar a entender qué tanto nos afecta este microdrama a la hora de pensar sobre conocimiento sensible y racional.
¿Pudiera descríbersele a la muchacha el "rojo" con tal vivacidad que a ésta se le hiciera sabido, puro déjà vu, el contacto real con dicho color fuera ya de su sesgimundo dormitorio?
¿Qué significa que el lenguaje tenga su expresibilidad acotada y ciertas experiencias sensible desborden la zarpa de sus recursivas falanges?
No acabo de estar de acuerdo en que Mary aprenda algún Conocimiento nuevo al sacudirse su cuarto de encima y salir al contacto inédito de un "rojo" pues si al ver un color hiciera "blanco" a un rojo, ¿qué "rojo" estaría bancando?
Si nunca ha probado la miel, sale y la prueba, ¿tiene un conocimiento sensible ahora (el sabor de la miel) ajeno a cualquier lenguaje?
¿Pero qué miel ha probado?
Si hubiera probado la miel de Brezo, se hubiera encontrado entre sus notas principales con un amargo floral (como corteza de árbol), tostado (café o malta), con un fondo dulce complejo y entre sus notas secundarias, frutos rojos silvestres (arándanos), hierbas secas y un final ligeramente metálico (mineral).
Si prueba la miel de Acacia, se va a encontrar de manera eminente una dulzura limpia y fresca, con un toque a mazapán y fruta blanca (pera) pero con la miel de Azahar se daría de bruces con un dulce floral con un toque ácido (como cáscara de naranja), fondo a panal fresco: menos intenso que el brezo, más fresco.
Todos estos sabores, fíjate, los estoy describiendo. Bien es cierto: su amonedamiento verbal no reemplaza el paladearlos (no menos cierto: ciertas descripciones pueden a ser tan floridas que se te hagan la boca agua), y no obstante, avanzan impresiones que desbordan la primera impresión.
En puridad, Mary no puede tener Conocimiento de ninguna impresión si previamente ésta no estuvo amoldada por una intelección que es la que dota de pregnancia --de sensibilización-- a dicha experiencia sensible.
¿Puede Mary señalar de manera deíctica un conocimiento sensorial desarraigado de toda intelección, uno al que no le quepa nada de intelección racional, sea un puro sentir, en hiato sin roce con el lenguaje, en un más allá tan allá que no tiene trato con aquel?
No, como el sabor de la miel o el color rojo o la Quinta del Sordo, siempre he de referirme por vía del lenguaje a dichas impresiones para cercar dicho devenir sensorial y sin esta fricción, no tendría posibilidad de re-memorar un Conocimiento de dicha Impresión.
No existe un dato sensible fundante completamente inefable a partir del cual, y por agregación, se erijan las demás impresiones sino que el l-enjuague está en permanente contacto con toda impresión y cuando quiero emancipar del l-enjuague y quedarme con una mera impresión me sucede como con la linde de un lago: a más escarbo su orilla en búsqueda de un puro borde barro sin agua, más despliego el lago extendiendo su confín.
Si Mary quiere conocer el Rojo o el Sabor de la Miel o a qué suena la Quinta del Sordo --no importe que realmente vea rojo cerezo, pruebe miel del Brezo, escucha la Quinta según Karajan-- debe previamente haber tenido posibilidad de inteligir esa impresión, posibilidad intelectiva que NO se le da la mera generalidad impresiva de "un" rojo, "una" miel, "una" Quinta.
Ahora bien, los animales re-conocen impresiones (el caso de darles un buen trago de miel) pero sin mediar (que sepamos) propiamente un lenguaje, ¿qué es lo que les facilita dicha intelección sensorial memorable y no un devenir sensible desbordante?
La cualidad intelectiva per se de todo hecho sensible.
Y aquí sí que entramos a atacar de veras al fisicalismo...porque, ¿puedo yo im-pregnar una impresión simplemente estimulando unos centros emisores (redes neuronales) de impresión?
Lo que posibilita el tierra firme de saborearse "algo" es la estructura lagunaria por la que precisamente naufragamos en una impresión y no un acontecer simple que por su mero acontecerse endógeno no se llegaría a la impresión de una impresión, ¿o es que el sabor de la miel es "algo" que es también propio del sabor de la miel de Azahar y de Brezo si no fuera que yo en-tiendo que una y otra impresionan de maneras familiares, que no incomensurables?
Aquí estamos en el Viejo problema de por qué una cosa "es" o "no-es" puesto que el mero ser-se no holla ninguna impresión memo-ra(strea)ble.
Por supuesto, se podrá argüir que lo que saboreo del Brezo y lo que paladeo del Azahar son diferentes contactos que en parte son comunes, en parte disímiles, y que la distinción y familiaridad tienen todo de correlato físico, nada de misterio.
Pero es que el misterio está al otro lado del borde de la impresión: NO por qué Brezo y Azahar se sienten tan diferentes (al cabo son diferentes) sino por qué Azahar y Brezo tiene sabor a Miel lo que a mi me interesa aquí hoy fascinar: el Lenguaje nos bordea un acontecer sensible que, orillado a su modo y maneras, acabaría por secar toda impresión memorable: y sin embargo algo nos hace navegar de manera fluida por las impresiones y es por ahí que no veo que nada en un centro chisporroteante de impresiones vaya a regalarnos un cómo ni qué.
¿Puede Mary al salir de su cuartucho recibir un Conocimiento sólo por mera mediación sensible del sabor de la Miel? Nunca. Sabrá lo que es el Azahar, o del Brezo, de Acacia o Miel de Manuka, pero miel, lo que es sabor de la miel, por mediación exclusivamente sensible, eso no.
De hecho, podríamos voltear el Experimento Mental, ¿podría una Mary trotamundos que nunca estuvo en un Cuarto Blanco y Negro pero que tuvo todas las impresiones habidas y por haber haberse con el Conocimiento de Algo Sensible si --aquí empieza la letra pequeña del demoniaco pacto fundante que conlleva todo experimento mental-- NUNCA pudo hacer uso de una intelección conceptual?
Sería como si compactáramos una sinfonía de horas en un solo acorde instantáneo: preservando las mismas notas, sí, des-temporalizando las impresiones: has oído todo lo que tenías que oír: y escuchaste ruido.
Sea cual sea nuestra impresión del mundo, una cosa está clara: ésta no existe sin razón alguna.
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